Lydia Zapata era, al margen de su ingente labor investigadora, una persona que hechizaba desde el minuto uno. De conversación suave y seductura. Rostro limpio y brillante, sin añadidos, guapa natural y, ante todo, dotada con una omnipresente sonrisa que le imposibilitaba decir «no» a cualquier propuesta para la que se le solicitase. Así era aquella Lydia que conocimos cuando dirigíamos la revista AUNIA.
Lydia era asimismo una de las puntas de lanza de la élite investigadora, más allá de nuestras fronteras vascas. Aunque la fama y prestigio los llevó a su estilo, siempre en silencio, sin tener que llamar la atención, porque la elegancia ya viajaba inherentemente a ella.
Un cáncer nos la arrebató hace unos años, cuando tenía las mejores propuestas de investigación que nadie pueda imaginarse. Y se fue apagando y despidiendo poquito a poquito. Hasta que marchó para no volver, rasgándonos el alma porque era alguien a la que parecía que no le podía tocar un fin así. Algo que los más creyentes, seguro, reprocharían a su dios por injusto.
Por eso se agradece esta obra-homenaje que han publicado sus amigos, destacados investigadores, a título póstumo.
Porque queremos que aquella muchacha siga enamorandonos para siempre, día a día, con sus extraordinarios trabajos y con aquella imperecedera sonrisa incrustada en aquel limpio rostro.
Eskerrik asko bere lagunei eta betiko argia Lydiari.