Hoy, entramos en el otoño, dejando atrás el verano. Por ello escribo esta pequeña anotación, con la intención de desearnos un feliz inicio de estación.
Antes que nada, hay que citar que aunque ahora el otoño nos pueda parecer algo decadente y deprimente por el retorno a la actividad moderna actual, no debe tomarse así ya que, hasta no hace tanto, era el período en el que la vida se vivía en mayor comunión con la tierra, sin añorar vacaciones que nunca habían conocido, pero a su vez gozando de una existencia sin tantas prisas ni tiranos horarios: el otoño era una época gozosa.
LO MEJORCITO. Al margen de la denominación udazkena (‘lo último del verano’) que todos conocemos, en el occidente vasco se conocía como udagoiena, una palabra más bonita que la anterior, preciosa, y que significa ‘lo más alto, lo más excelso del verano’, es decir, «la crème de la crème«… Todo era recoger el fruto del trabajo del año, elaborar los txakolines, pitikines o sidras con las que alegrar el espíritu en los días difíciles venideros. Era la fecha para celebrar las elecciones de cargos en muchas localidades, renovaciones de contratos de arriendos, descenso de pastores al valle… momentos de vivir, al fin y al cabo. Pero no nos centremos en esta ocasión en temas históricos o etnográficos, sino en la llegada del otoño en sí. Algo más cósmico y universal.
DÍA MÁGICO. Durante todo el año los habitantes del mundo vamos descompensados, desequilibrados, encabronados… Porque mientras en la mitad norte es verano en la del sur será invierno o viceversa. Y cuando unos gozamos de días largos otros viven casi en las penumbras. Por no hablar de las zonas próximas a los polos, con medio año de día y medio año de noche… Un desastre todo: así no hay quien viva.
Sin embargo hay dos días en el año en los que todos y cada uno de los rincones del planeta tenemos 12 horas de noche y 12 de día. Dicho de otra manera: dos fechas en el año en que somos, en ese aspecto, iguales todos los humanos del mundo.
Y como la igualdad universal es algo por lo que siempre hemos luchado y que creemos que es el mejor cimiento para edificar la paz y la felicidad, pues, aunque parezca una tontería, no deja de ser el de hoy un día señalado, especial y hasta casi mágico. Los dos días tan extraordinarios y excepcionales son el día de la entrada de la primavera y la del otoño, es decir, hoy mismo. A celebrarlo por tanto…
También esos dos días son los únicos en los que la práctica coincide con la teoría, en los que el sol sale por el Este y se pone por el Oeste. Con exactitud cartesiana, porque los demás días del año siempre hay un pequeño error que devalúa esa creencia general: son días del “más o menos”. Pero no hoy…
Para finalizar, una pequeña curiosidad que la gente suele desconocer. A pesar de que siempre nos han enseñado que el otoño comienza el 21 de septiembre, en realidad esa fecha puede variar entre el 21 y el 24. Ni más aquí ni más allá. Pero en este siglo en el que estamos, siempre será entre el 22 y el 23 de septiembre (cosas de la astronomía). Así es que los que estamos leyendo esto no viviremos una entrada un 21 de septiembre jamás. Con suerte, quizá nuestros hijos o nietos…
A lo dicho: a celebrar el udagoien (otoño) vasco-universal. Udagoien on guztioi!!!! Feliz otoño. Y no os despistéis porque en el siguiente cambio… ya serán Navidades!!