Aurreko idazki batean plazaratu bezala, Gabon gauean enbor handi batez pizten zen su berri bat eta, egun zehatz horretan egina izate soilagatik, naturaz gaindiko ahalmen magikoak bereganatzen zituen bertatik sortutako hausterre berriak. Horregatik, errauts eta errekin-hondakin haiek ez ziren edonola erabiltzen, zuten potere berezi horiek baliatu behar zirelako, gizakion onerako.
Su berri miresgarri hori, urtezahar-gauera arte egon ohi zen
piztuta, egun horretantxe, herri askoan, urte osoan iraun behar zuen beste su
berri bat pizten zelako.
Esaterako, Ibarruri herrian (Muxika, Bizkaia) honelako ohitura hau jaso zuen Barandiaranek: «Enbor hori etxean erretze orduan sortutako errautsa, Done Eztebe [abenduak 26, egun pare batez beraz] egunera arte kontserbatzen da, Ibarrurin. Egun horretan, laborantzako soroetara eramaten dute, eta gurutze baten itxura emanda, zabaltzen dute lurrean».
Herri-ustearen arabera, horrela jokatuz gero, soro eta baratzetan kalte egiten zezaketen animaliek (mozorroak, intsektuak, basurdeak…) atzera egingo lukete, botatako hausterre bedeinkatzaile haren beldurrez.
Luiaondon eta Okondon (Araba) ere jasoak ditut nik Gabonetako ohitura horren erreferentziak baina batere zehaztasunik gabe, errito hori praktikatzen zuten pertsonak hilda daudelako aspaldi. Eta, gainera, garrantzi gutxi eskaini zaie horrelako «ipuinei». Soroak babesteko lurrera botatzen zela besterik ez da gogoratzen.
Egia da hausterreak beti bota izan direla baratzetara, ongarri gisa, tartean inolako superstizio-asmorik izan gabe, errautsek potasio-kopuru handia uzten dutelako, nitrogenoaren ondoren, landareek gehien eskatzen duten makronutrientea dela kontuan izanda. Potasioak, bestalde, hostoen eta fruituen hazkundea suspertzen du eta, ur gabeziaren aurrean landareak duen tolerantzia hobetzen du. Baliteke beraz, nekazarien eskarmentutik hautatzea errautzak elementu miresgarri gisa erabiltzeko. Izan ere, baserri giroko herri-aratusteetan, maskaradetan, ohikoa da pertsonaiak egotea errautsa botatzen bisitarien gainean. Zirikatzeaz gain, bestelako esanahi sakonagoa egon liteke horren atzean, naturaren ziklo berria abiaraztearena.
Urtearen beste muturrean, hau da, udako solstizioan, erritu
bera burutzen da gure herri askoan: San Joan gaueko sutzarretik lortutako
hondakinak baratze eta soroetatik banatzen dira, gurutze forma eginaz sarri,
horrela, lur-zati horregangandik zori txarreko guztiak uxatzeko eta onekoak
erakartzeko. Oparotasuna erakartzeko, azken finean.
Asmo berarekin erabiliko zen Agurainen (Araba) olentzero-enborra bera —erre gabeko zatiren bat, ez errautsak— berriz ere Barandiaranek jasotakosari erreparatzen badiogu: «Agurainen uste dute Gabonzuzik [gabon-enborra] ekaitzak urruntzeko bertutea duela eta sutan jartzen dute ekaitza hurbiltzen den bakoitzean». Berriz, nekazaritzari lotua…
Ez dut uste gure Euskal Herri osoan inork egongo denik oraindik ohitura sinboliko hauek praktikatzen, betiko galdu zaizkigulako azken hamarkadetan. Eta ez da berpizteko aukera berririk izango. Honela bada, ezagut eta gorde ditzagun, behinik behin, gure oroimen kolektiboan. Bestela, su magikoa zer zen ahazten badugu, noraezean ibiliko da gure herria, eternitatean betiko herratua.
El fuego ha sido desde el principio de los tiempos el distintivo cultural principal de la especie humana, el elemento que inducía la reunión de los individuos, lo que cohesionaba familias y sociedades, el oráculo frente al cual se exponían todas las preguntas y respuestas unidas a la efímera existencia humana. Es, al fin y al cabo, la herramienta mágica con la que dominar el mundo y sus designios. De ahí que, durante tantos milenios de convivencia entre el fuego y las personas, lo hayamos tupido de connotaciones simbólicas.
Sin embargo, todo ello parece haberse derrumbado en los últimos tiempos y corremos el riesgo de perderlo para siempre. Ahí van pues estas reflexiones que pretenden luchar contra la normalización y globalización del olvido sistemático y resistir frente a la desmemoria popular.
FUEGO Y TEJA. Sin ir muy lejos, en la cultura vasca, el contar con un fuego perenne es lo que convertía cualquier edificación en un hogar —hogar, ‘lugar de fuego’—, el rasgo inequívoco que lo diferenciaba de cabañas u otros refugios temporales… La constatación de un fuego era lo que posibilitaba adquirir la vecindad en una población. De ahí que, en su extrapolación simbólica, se añada un trozo de teja y otro de carbón bajo todos los mojones, como muestra incuestionable de su legitimidad, porque todo aquel que viviese bajo teja y tuviese un fuego ya estaba facultado para poseer y para formar parte de aquella comunidad.
FOGUERACIONES. Es tal la importancia del fuego, que los primeros censos de población se elaboran en base a los fuegos domésticos, a las hogueras y no a las familias. De ahí su nombre de «fogueraciones«. Y es a esos fuegos a los que se les vinculan unas «almas», las personas que viven bajo su protección. Sin duda, aquella forma de actuar de la Administración recogía la forma de entender la existencia en aquellas épocas, diferentes a las actuales.
FUEGO ETERNO. Y, como el fuego del hogar era lo que hacía a alguien digno de ese lugar, no podía apagarse bajo ningún concepto durante el año. Algo similar a la llama eterna en templos o en monumentos memoriales. Por ello cada noche se cubrían los rescoldos con ceniza para avivarlos a base de soplidos o fuelle a la mañana siguiente. Como si del alma de un ser vivo se tratase… Suponemos que, al margen de las razones simbólicas, también habría que tener en cuenta las prácticas ya que era sumamente costoso encender un nuevo fuego, con eslabón y pedernal o, incluso frotando maderas entre sí.
FUEGO SOLIDARIO. Ante la importancia del fuego perenne, no es de extrañar que el mismo fuero de Navarra describa y recoja por escrito una obligación que, con seguridad, era común en la interrelación vecinal tradicional. Así lo recoge Yanguas (1828):
«EL FUEGO: Debe darse recíprocamente en los pueblos de Navarra, escasos de leña,los unos vecinos a otros, dejando para ello en el hogar, después de haber guisado la comida, tres tizones a lo menos. El que necesite de fuego acudirá a la casa del vecino con un tiesto de olla, y en él una poca de paja menuda; dejará el tiesto a la parte de afuera de la puerta de la casa, subirá al hogar, atizará el fuego, tomará ceniza en la palma-de la mano, y sobre la misma ceniza pondrá las ascuas que quisiere llevar al tiesto, dejando los tizones del hogar de manera que no se apaguen. El vecino que se escusare a dar fuego en esta forma pagará 60 sueldos de multa».
Sabemos que, en otras ocasiones, el fuego del hogar se transportaba a otros lugares en donde fuese necesario sobre una yesca atada a una cuerda mientras se hacía girar para que con el aire se avivase. Así eran encendidos muchos caleros, etc.
RENOVACIÓN DEL FUEGO. Aquel fuego que se mantenía vivo durante todo el año era conscientemente apagado para ser renovado en ciertos días del año. Uno de ellos, era el de la noche de Nochebuena, sin duda imitando el declive solsticial del sol que luego renace con fuerza para dar vida y prosperidad en la fecunda primavera. El apagar el viejo suponía, por otra parte, el poner fin a lo anterior, haciendo una especie de borrón y cuenta nueva.
En algunas poblaciones ese tronco daba el fuego para todo el año y, en otras, lo más común, hasta nochevieja, en donde se repetía la operación de apagado y encendido de otro suberri o ‘fuego nuevo’. También en algunos lugares de Euskal Herria se han hecho suberris en Semana Santa, con penosos rituales de encendido a base de frotar maderas entre sí, para celebrar la resurrección de Cristo.
CREENCIAS EN TORNO AL FUEGO. Recuerdo cuando de jóvenes (1985), conviviendo algunos días con el pastor José Mª Olabarria en su chabola de Lexardi (Itzina, Gorbeia), nos llamaba la atención observar cómo escuchaba el fuego. Porque por sus chisporroteos, decía, se sabía de un modo infalible cuando iba a aparecer algún visitante: en él creía leer el futuro.
También disponemos de otras curiosas creencias, ligadas a la presencia de almas de los antepasados que se arriman al fuego del que en la otra vida fue su hogar. O la costumbre recogida por Azkue (Euskalerriaren Yakintza, 1935-1947) y que, entre otros, practicó mi padre en su caserío de Markuartu (Laudio): consistía en introducir a los gatos nuevos en un saco y darles tres vueltas sobre el fuego: a partir de aquel momento se les neutralizaba el instinto innato de la huida y quedaban ligados para siempre al hogar.
Pero quizá sea conveniente viajar hasta Galicia, recurrente último reductode oficios, creencias, etc. que fueron anteriormente comunes, para redescubrir cómo vivían nuestros antepasados su relación con el mágico elemento del fuego. Nos lo contó el historiador Manuel Murguía —esposo de Rosalía de Castro— en 1885, en base a los apuntes que tomó en los Ancares de Lugo. Recogió la superstición de considerar al fuego como si se tratase de un ser animado, al que había que alimentarlo cada mañana avivándolo a partir de los rescoldos de la noche anterior. «Dejarlo morir —nos contaba— equivale a un sacrilegio y se paga caro[pues] la desgracia perseguirá de cerca a la casa y los que la habitan [puesto que] un fuego muerto indicaba un lugar desierto». Aquel fuego que hacía las veces de ente protector del hogar renacía cada primero de enero: «Se limpia el hogar, se arroja el fuego de la noche y se enciende de nuevo. Para que sea propicio debe durar todo el año [y] en determinados días le arrojan flores. Cuando cuecen el pan le dan su porción, echan sobre él algunas cucharadas de grasa (manteca de cerdo) y así que se levanta la llama dicen que «el fuego se alegra». Nada sucio se arroja a la lumbre, pero muy en especial las cáscaras de los huevos, porque con ellas quemaron a san Lorenzo […]siendo éste el nombre con el que llaman al sol, mientras que el gallo y la gallina son símbolos de la abundancia por los huevos que producen: serán la personificación del sol». En Bergantiños (A Coruña), además, se recoge que «cuando uno saliva sobre el fuego, le increpan diciendo: «Judío, no escupas en el fuego,que salió por la boca del ángel«. [También] estaba prohibido mantener relaciones sexuales frente a él», tal y como nos cuenta el profesor emérito de la Universidad de Málaga, Demetrio-E. Brisset en su trabajo La rebeldía festiva (2009).
Poco más que contar, porque si no me recriminan que hago textos demasiado largos para la demanda de inmediatez en las comunicaciones actuales. Olla rápida porque, ahora, ni la placentera lectura puede cocinarse a fuego lento.
Tan solo quisiera comentaros antes de cerrarlo, que me emociona leer, escribir y sentir cosas así. Porque me transportan a lo más íntimo de mi ser, a nuestros orígenes. Porque me hacen sentir el aliento agónico de unas culturas populares que jadean doloridas y nos claman ayuda al percibir que nadie mira ya los fuegos de llama. Ya solo hay sitio para las hogueras de pantalla digital.
Un saludo desde el fuego de la casa que, hace ya bastantes años, nací. En él espero para celebrar la navidad. Espero que, al menos, hasta que me extinga yo, no se extinga él.
Felices fiestas y felices vosotros/as: solo es cuestión de mantener la llama encendida.
This website uses cookies to improve your experience. We'll assume you're ok with this, but you can opt-out if you wish.AcceptRead More
Privacy & Cookies Policy
Privacy Overview
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may affect your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.