«Al Adolfo, por favor»

Vale que ya se ha publicado en el BOE, pero lo mismo que hay aitites que pasean por Autonomía convencidos de que lo hacen por la difunta Gregorio Balparda, los madrileños tardarán en rebautizar Barajas con el nombre del primer presidente de la democracia. Meterse a un taxi y decir: «Al Adolfo, por favor» da risa. Con todos mis respetos, pero, más que a aeropuerto internacional, suena a tasca de bocatas de calamares. Vamos, que como no enseñes rápido la maleta, el chófer te hace una tournée con paradas en Doña Manolita y El Retiro. Eso por no hablar del milloncejo de euros que podría costar el cambio de rótulos. Menos mal que Felipe Juan Froilán de todos los Santos, con sus dotes de relaciones públicas de discoteca, no parece encaminado a recibir tal honor, porque de esa entrábamos en bancarrota y no nos rescataba ni Amancio Ortega.

También anda una cuadrilla de unos 20.000 bilbainos queriendo cambiar el nombre de la Plaza Circular por el de Plaza Azkuna. Y otra en Santurtzi reclamando una calle para Eskorbuto. Puestos a sugerir, sin ánimo de injerencia, que bastante susceptible está ya con el BEC, propondría al alcalde de Barakaldo que renombrara temporalmente, lo que dure la crisis, la calle La Felicidad. Me imagino a uno de sus vecinos en la cola del paro. El de la ventanilla, con voz de una whopper con queso: «¿Domicilio?». Y el otro: «Vivo en La Felicidad». Y el de atrás: «¡Hay que joderse!».

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