Los niños quieren ser imputados

Ya lo decía una encuesta a mediados de este verano: los niños no quieren ser políticos. Lo que quieren ser, intuyo, es imputados. Como Rodrigo Rato, que acaba de ser fichado como asesor internacional del Banco Santander. Debe de dar muy buenos consejos porque también hace lo propio en Telefónica. Es, en definitiva, la Elena Francis de las finanzas, pero con un caché millonario. Igual les parece una tontería, pero este tipo de presuntos parecen estar tan solicitados que yo que ustedes añadiría sus antecedentes penales, si es que los tienen, en su currículum. Justo debajo de lo de Nivel de inglés: Ana Botella.

Es más, dado que el volumen del personal bajo sospecha va en claro aumento, para facilitar su contratación sería conveniente crear una red social ad hoc. En plan Linkedin, pero con un apartado para el historial delictivo. El propio Bárcenas podría abrirse un perfil preventivo, si es que le queda tiempo en su apretada agenda carcelaria. Según las imágenes que le han grabado ilegalmente dentro de prisión, y que por ética periodística he visto codificadas a través de un colador, el extesorero del PP no para, del patio a misa y de misa a la cancha. Uno no se explica cómo ha podido coger algún kilo de más. Será la costumbre o que en Soto del Real no cocinan la langosta a la plancha. También podría promocionarse en esta red Mariló Montero porque, esté o no imputada, decir que el Toro de la Vega es «una fiesta maravillosa» es de juzgado de guardia.

Un campo de fútbol tapizado de ataúdes

Perdonen la ignorancia bélica, pero las únicas guerras que he visto de cerca han sido de almohadas, a lo sumo alguna de banderas, así que de las que matan en serio no tengo, afortunadamente, ni pajolera idea. Por eso no entiendo, por más que lo expliquen los dirigentes de algunos países exportadores de armamento, que no esté permitido exterminar al personal con gas sarín, pero sí con artillería pesada o drones de última generación. Como si con los misiles o las balas la gente solo se muriera de risa.

Tampoco me queda claro por qué a lo que pretende hacer Estados Unidos en Siria lo llaman intervención. Por el tamaño del instrumental que utilizarán no creo que la operación militar vaya a ser precisamente de amígdalas. Dicen que «la respuesta será increíblemente pequeña y limitada». Vamos, que lo harán rapidito y no dolerá, pero temo que los daños colaterales y el propio enemigo no piensen lo mismo. Pena que no esté Gila para que se lo pregunte por whatsapp.

Fíjense si soy profana en la materia que, por más vueltas que le doy, ni siquiera comprendo el motivo del actual empeño en meter la zarpa en este conflicto cuando desde su comienzo, en marzo de 2011, han fallecido 11.000 menores. El dato ocupa catorce caracteres –la décima parte de un insignificante tweet– pero puestos sus pequeños ataúdes uno al lado del otro llenarían –a ver si esto les conmueve más a algunos– todo un campo de fútbol. ¿Se imaginan el terreno de juego tapizado de cajas blancas? Pues eso

Tetas a diestro y siniestro

master-tetasLo confieso. Las tetas me confunden. Mejor dicho, su uso indiscriminado. Porque lo mismo se enseñan en la calle para protestar contra el machismo que se exhiben en la portada de una revista para autofinanciarse los implantes mamarios. Una de las últimas que se ha rendido al topless mediático ha sido una periodista canadiense que le mostró los pechos a un alcalde durante una entrevista. Y, claro, una ve todo eso y le da por pensar que tiene los suyos un pelín infrautilizados. Descartada su rentabilidad económica –con menos de una 100 no se puede aspirar a decorar celdas ni cabinas de camión–, resulta complicado discernir cuándo el destape está justificado. Porque tampoco es cuestión de soltarse el sujetador como en las películas de los 70, que decía Alfredo Landa «hola, buenas» y se desnudaban tres rubias de 1,70 del tirón. Que algunas lideren su lucha a golpe de pezón es respetable pero, qué quieren que les diga, yo veo a unos tíos manifestándose con los cataplines al aire y como no me convenzan con otros argumentos de más peso, van dados. También está de moda posar en bolas para recaudar fondos. Tanto que dentro de poco lo morboso será tener un calendario de las jugadoras del equipo del barrio con jersey de cuello alto. Conste que a mí ni fu ni fa, como si nos despelotamos todos a la de tres, pero les advierto que a las noches refresca y no es cuestión de volver al curro el lunes y cogerse la baja el martes por resfriado.

Pollita de latón

Vayan mis disculpas, por adelantado, por hablar como lo hacen algunos en un bar de carretera. O en la oficina. O en su blog. Como el concejal del BNG que llamó «chochito de oro» en su bitácora a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. Y ni siquiera fue un tuit, fruto de un calentón. «Es una gracia que hago. Si la hace cualquier chirigota de Cádiz, seguro que no se saca de quicio», se justificaba poco antes de anunciar su dimisión. Está claro que Xaquín Charlín piensa con eso de ahí abajo, con su pollita de latón, para que él me entienda. Porque no tengo el disgusto de conocerle, ni le presupongo, por el hecho de haber ejercido un cargo público, especial inteligencia ni educación, pero que le lluevan las críticas y que siga insistiendo en que los demás no hemos entendido bien su ironía es de cabeza hueca.

Relegado el personaje al ámbito privado, lo penoso de todo esto es que existen muchos y muchas como él. Y ojito, porque andan sueltos. Vale que no lo dejen por escrito en un post ni lo suelten ante un micrófono o en una reunión de vecinos, pero, al igual que hacía Aznar con el catalán, hablan machista en la intimidad. Y, si me apuran, el resto de los mortales ni nos inmutamos. Otra cosa sería si les diéramos la vuelta a los comentarios. A saber con quién se habrá acostado ese para llegar a gerente. Fíjate cómo marca paquete, va pidiendo a gritos que le den un revolcón. Más le valdría dejarse de tanto fútbol y cuidar más de sus hijos. Suena raro, ¿verdad?

Funeral exprés

 ataud

Ahora que eso de Empleado del mes, más que a incentivo, suena a que solo se ha contratado a un tío en lo que va de junio en todo el Estado, voy a instaurar, con su permiso y dada la abundancia de candidatos, el galardón al Incontinente verbal de la semana. En esta ocasión, por unanimidad del jurado -compuesto por una vecina, con el administrador de la escalera como ilustre notario- la distinción ha recaído en José de la Cavada, el directivo de la patronal española al que los cuatro días de permiso por defunción de un familiar le parecen un exceso «porque los viajes no se hacen en diligencia», por más que algún empresario siga explotando a sus currelas como en la época de Kunta Kinte.

Dejando a un lado la frasecita, muy inoportuna ya que no está el horno crematorio para bollos, lo que debe estar maquinando este hombre, con su vis emprendedora sin igual, debe ser algo así como el funeral exprés. Esto es, un tanatorio provisto de una cinta transportadora por la que rulen los féretros igual que las maletas en los aeropuertos. Al paso del ataúd, uno activa su audioguía para escuchar un responso abreviado, derrama un par de lágrimas, si es que no ha ido llorado de casa, y punto pelota. El horno, por supuesto, será pirolítico, para no perder tiempo limpiándolo entre incineración e incineración. A la salida le dan a uno las cenizas y listo. Si el fallecido es el propio trabajador, deberá morirse en festivo. Estirar la pata antes de concluir el inventario será considerado una deslealtad y, por tanto, motivo de despido.