El Ajedrez como asignatura

Una de las experiencias más bellas de mi vida ajedrecística: impartir clases junto a Triki "El monstruo de las galletas" en el Colegio Umedi de Bilbao.
Una de las experiencias más bellas de mi vida ajedrecística: impartir clases junto a Triki «El monstruo de las galletas» en el Colegio Umedi de Bilbao.

El trabajo que tengo el gusto de presentar, fue redactado hace algunos años con motivo de un requerimiento profesional que se me solicitó por parte de la institución docente, a fin de ponderar el potencial acomodo transversal curricular de nuestro juego-deporte-ciencia en el marco educativo. La intención con la que escribí el texto, huelga decir, fue la de presentar a los educadores e instituciones implicadas, las enormes ventajas y virtudes que la docencia del ajedrez puede suponer para los centros y los educandos, motivo por el que animo, a cuantas personas estén interesadas en introducir el ajedrez en el aula, que tomen nota de este texto del que pueden servirse libremente (Haciendo referencia al autor y procedencia) para facilitar su labor de fomentar el ajedrez.

1. AJEDREZ: ECONOMÍA Y RENTABILIDAD

La práctica del ajedrez, tiene fácil acomodo físico y programático, dado que su realización puede llevarse a cabo en recintos cerrados y espacios abiertos, tanto en verano como en invierno. Su transporte, cuidado y almacenamiento, tampoco revisten dificultad alguna, como ninguno es el riesgo que comprota su ejercicio. Mínimo es el equipamiento necesario para su disfrute, como mínimo es también el gasto en infraestructuras e instalaciones que requiere el desarrollo de su actividad. Todas estas cualidades, propias de cualquier juego de mesa, unidas al bajo coste económico que supone su mantenimiento, en relación con su alto aprovechamiento y rentabilidad social, arroja como resultado, un hecho que no ha pasado desapercibido para las empresas patrocinadoras ni para nuestras instituciones: El ajedrez es rentable

2. AJEDREZ: IMAGEN

La práctica del ajedrez, transfiere al sujeto que lo practica, sea éste personal, empresarial o institucional, ese halo de nobleza, corrección, seriedad e inteligencia en el que le ha envuelto el inconsciente colectivo, motivo que lo hace aún más atractivo de cara a incorporarlo como elemento relevante y significativo con el que distinguirse a la hora de proyectar una determinada imagen externa.

3. AJEDREZ: INTEGRACIÓN

El ajedrez, por sus propias peculiaridades, halla para sí y para quien lo ejercita, fácil acomodo e integración en los distintos medios y circunstancias que le rodean. Analicemos el caso de una escuela, colegio o instituto, en una perspectiva amplia y abierta:

3.1 Integración en el programa educativo

La materia de ajedrez, proporciona suficientes motivos que permiten el juego interdisciplinar, reforzando con ello los pilares sobre los que se asientan los procesos cognitivos: Todas las materias pueden encontrar en el ajedrez, un auxiliar, una excusa para sus explicaciones y ejercicios: Las matemáticas pueden poner sus problemas de sumas y restas, usando diagramas de ajedrez con el valor de sus piezas; el lenguaje puede ejemplificar la estructura de las frases de Sujeto + Verbo + Predicado en el código ajedrecístico (C x A, Caballo come Alfil), en clase de idioma, se puede hacer dictados y redacciones con el ajedrez como tema, etc.

3.2. Integración en el centro

Aparte de impartirse como materia, el ajedrez tiene cabida como opción extraescolar u ocio en los recreos. A ello le deberemos añadir que, por su versatilidad, el ajedrez ofrece insospechadas formas de participación en las distintas actividades que el centro tenga a bien organizar a lo largo del curso escolar. Así, en Navidad, carnaval, Semana Santa, fiestas del colegio, excursión o Fin de curso, se pueden materializar variopintas actividades lúdico-formativas, verbigracia, un simultánea, un ajedrez viviente, un concurso de dibujos y cuentos de ajedrez, una tarta de ajedrez, Guiñol y Marionetas, etc.

3.3 Integración del alumnado

Pero el ajedrez, como se ha dicho, no solo propicia su propia integración, sino también la de quien lo practica. En este caso, el alumnado independientemente de su edad o sexo, al participar en su conjunto del conocimiento de un juego común, posibilitará a los sujetos más tímidos y retraídos, encontrar el cauce perfecto para su integración individual en el grupo, al contar de entrada, con un elemento más de conjunción.

3.4 Integración de la discapacidad

Por ser un juego predominantemente mental, su práctica no le está vetada a nadie, sea cual sea su disfunción o discapacidad, pues el juego del ajedrez, puede ejercitarse por ciegos, sordomudos, paralíticos, e incluso, deficientes mentales. Ello abre una salida lúdico-deportiva a cuantas personas, por desgracia, les afecte alguna de éstos problemas, cosa más difícil de lograr, en el acceso a otras actividades. A este respecto, debe destacarse la fuerte inversión que en ajedrez, está haciendo la ONCE, en todas y cada una de sus sedes nacionales.

3.5 Integración generacional y familiar

El ajedrez permite disfrutar en rango de igualdad a distintos segmentos de edad, sin necesidad de tratar al niño como niño, ni al mayor como mayor –dentro del tablero, se entiende-. Ello permite su fácil integración familiar, donde no es raro ver a tres generaciones, en torno a un tablero o acudiendo en familia a los torneos.

3.6 Integración social

Al final, el ajedrez, como cualquier otra actividad humana, permite al individuo integrarse en el mundo que le circunda, pues en definitiva, el ajedrez es un medio, nunca un fin, para compartir momentos entretenidos y felices con los demás o una mera excusa para encontrarse con los amigos.

4. AJEDREZ: DISCIPLINA, NORMA Y LEY

4.1 Aceptación de la norma

Al estar regulado, como cualquier otra disciplina deportiva, cuantos beneficios psico-mentales se siguen de practicar deporte, pueden computarse entre los que se siguen de jugar al ajedrez; El sujeto que juega al ajedrez, asume un conjunto de normas que no está en su mano variar que son iguales para todos. El ajedrez le viene dado al alumnado como una realidad perfecta y acabada que no se presta a los cambios típicos de los juegos de patio a los que está acostumbrado el educando. Aceptar la complejidad de la normativa básica del juego de ajedrez para un niño, viene a ser algo parecido al asentimiento tácito-consentido que el ciudadano recién incorporado a la sociedad hace de la realidad jurídica-constitucional vigente. El niño aprende que sin aceptar, ni respetar un mínimo de normas, no se logra el objetivo, cuál es, el de jugar con cierto sentido.

4.2 Aceptación del rival

Aunque en estadios avanzados, el ajedrez permite el disfrute individual, lo propio del juego es la presencia de un oponente. El niño aprende del ajedrez como juego, la necesidad de la existencia de un rival para poder jugar, de un rival que ofrezca resistencia para que el juego sea divertido, y que la rivalidad empiece y termine con la partida sobre el tablero, pero no fuera de ella en la vida, porque al ajedrez sólo se invita a jugar a los amigos. Como disciplina deportiva, aprende que en el juego están de sobra las trampas, que por encima del resultado, está el juego limpio, aprende pues lo que se conoce como deportividad. Este aprendizaje abre a la conciencia del yo, la perspectiva de otros yo iguales, de cuya realidad ajena, hemos de aprender a convivir racional y pacíficamente los distintos intereses cuando entren en conflicto. En ajedrez, la aceptación del rival comienza y acaba en un apretón de manos antes y después de la partida con el respeto mutuo durante el turno de juego, etc.

4.3 Aceptación del mediador

La complejidad del ajedrez, precisa a menudo la mediación de un tercero, cuya autoridad emana de un mayor conocimiento del juego. En este sentido, la figura del árbitro o monitor, hace las veces de juez que vela por la buena marcha del sistema y la correcta aplicación de las normas.

4.4 Aceptación del resultado

Por último, tenemos la aceptación del resultado, cosa que en ajedrez, por ser una disciplina mental e individual, resulta en verdad, algo más difícil de asumir. A este respecto, se debe destacar, que la intensidad de la victoria o de la derrota de una partida de ajedrez, sin exagerar, va mucho más allá del placer de una caricia o el dolor de una bofetada, pues afecta de lleno a la psique de la persona, a su autoestima, a su capacidad… El Yo, no tiene excusa tras la cual esconder su fracaso, pues ni el azar ni el equipo, ni el árbitro, ni la climatología, o la elección del material, inciden lo suficiente como para explicar los aciertos y errores. La aceptación del resultado en ajedrez, supone pues, aceptar la propia responsabilidad de tu juego, de tus movimientos, de tus cálculos. En este sentido, también es reseñable que como resultado de lo anterior, el miedo a la derrota y la euforia por la victoria, pueden y de hecho ocurre, malograr a los jugadores.

5. AJEDREZ: PERSONALIDAD Y CONDUCTA

Estrechamente relacionado con lo anterior, la práctica habitual del ajedrez, indiscutiblemente ayuda a moldear positivamente el comportamiento del ajedrecista, dentro y fuera del tablero, sin que ello tenga por qué coincidir en la personalidad con la que el sujeto se acerca al juego, pues todos los posibles modos, tienen cabida y reflejo en el juego de ajedrez: Las personas tímidas, introvertidas o prudentes optarán por un juego cerrado, defensivo, expectante, pasivo, a la espera de una oportunidad para el contraataque, e decidirán por aperturas de dama, rehusarán gambitos, y se inclinarán por juego estratégico, posicional, rápidas simplificaciones que precipitan las partidas hacia la técnica del final. En cambio, jugadores extrovertidos, de acción, gustarán de partidas abiertas, iniciar la apertura con Peón de Rey, tomar la iniciativa, escogerán líneas de ataque, realizarán un juego táctico donde abunden posiciones asimétricas, con posibilidades de sacrificios, etc. Pues bien, los hábitos y habilidades que modifican la conducta del jugador, sin variar ni incidir en demasía sobre su propia personalidad son:

5.1 Autocontrol físico

La práctica del ajedrez requiere un mínimo de quietud y silencio para la concentración, en consecuencia obliga al jugador a controlar su movimiento corporal. Tanto su juego como el del rival, se verían seriamente afectados si uno de los dos hiciera ruido o continuos tics nerviosos que impidieran la concentración. Es paradójico que, no son pocos los sujetos hiperactivos que incapaces de estar quietos y en silencio en otras actividades, parecen angelitos frente a un tablero, y a la inversa, niños la mar de tranquilos, se muestren muy excitados en cuanto juegan una partida. Será tarea del profesor, favorecer lo uno y evitar lo otro, en la medida de lo posible.

5.2 Autocontrol emocional

El conjunto de emociones que se dan cita antes, durante y después de la partida, son un factor tan sumamente decisivo en la vida personal y deportiva del ajedrecista, que cualquier monitor de ajedrez, con una mínima preparación y dos dedos de frente, sabe que es de lo primero a atender en sus discípulos. La ansiedad, las preocupaciones, los nervios y los cuadros psicosomáticos que les acompaña, aumento de la micción, sequedad bucal, sudoración, aceleración del ritmo cardíaco, distorsión de la percepción temporal, etc, son síntomas propios del jugador que le ayuda activar todas su capacidades físico-mentales en el juego. Pero en el Ajedrez, es imprescindible asumir dicha realidad, para someterla a fin de canalizar toda esa presión hacia un resultado positivo, como lo es, estar en óptimas condiciones para afrontar la partida. En ajedrez, el exceso de euforia o abatimiento, puede comportar la derrota, por una desmesurada confianza o por indecisión. La alegría y la pena, no deben exteriorizarse delante del rival, ni cuando se gana, ni cuando se pierde, pues se supone que en la partida, ambos contendientes han disfrutado del juego, y quien ha ganado, ha enseñado, y el que ha perdido, ha aprendido; de ahí la ley no escrita de la mutua obligación que tienen los jugadores de quedarse tras la partida para analizar comentando las jugadas. Si el tutor de ajedrez no aborda el control emocional del jugador con la suficiente profundidad, puede dar pie a la idolatría egocéntrica de un alumno aventajado, el desinterés de quien no ha aprendido a perder, y a crear obsesiones que dan como resultado al ajedrezómano. Pero tampoco durante la partida es bueno que tu rostro sea el reflejo del alma, no es bueno para tus intereses, que el contrario adivine por tus gestos como tú percibes la posición, si estás contento o preocupado, serio o confiado, etc.
Todo este conjunto de hechos a tener en cuenta, hacen desaconsejable la competición, hasta que el alumnado no tenga el bagaje como para entender por qué gana y por qué pierde, o dicho de otro modo: No se le debe echar a la piscina, sin saber nadar.

5.3 Autocontrol mental

El juego del ajedrez exige del jugador: atención, concentración y reflexión, según sea su nivel de juego, conocimientos e intereses sobre el mismo. Evidentemente, la reflexión del jugador en el transcurso de una partida, correrá parejo, de una parte a la resistencia que ofrezca el rival, pero en mayor dependencia, de su cúmulo de conocimientos. Ante una determinada posición, la reflexión del principiante será más pobre, breve y superficial que la de un jugador experimentado, mas con todo ello, requiere de ambos una gran dosis de atención por parte de su conciencia: en el principiante porque no está acostumbrado obligado a poner sus cinco sentidos en la ejecución correcta de lo poco que sabe; en el caso del jugador experimentado para poner en juego todo su saber y experiencia. El juego de ajedrez, ayuda al niño a concentrar toda su atención dispersa, de un modo gradual casi imperceptible por tratarse de un juego. De un modo voluntario, pero inconsciente, el alumnado adquiere dicha facultad de activar su concentración, concentrando su atención dispersa sobre el tablero. Será tarea del docente, trasladar la mencionada habilidad a ulteriores aplicaciones en el campo de los estudios, o cualquier otro área, La concentración media del jugador de ajedrez sobre su partida, suele ser de media entre un 75% -80%. El ajedrecista precisa tanta concentración porque debe prestar una doble atención: Primero debe atender a la buena ejecución técnica del cúmulo de normas que rigen el juego, y después, debe atender a los chances del juego en sí: sus amenazas, sus defensa, las celadas, la táctica, la estrategia, el plan, etc. Sólo cuando se ha adquirido un altísimo nivel, puede jugarse de modo mecánico o rutinario, prestando sólo atención de modo puntual. Es así como se puede ver a “jugadores de café” charlando mientras juegan un apartida, o a ajedrecistas de gran experiencia, jugando partidas “relámpago” a un minuto. Pero esto no es ajedrez, es “mover madera”.

6. AJEDREZ Y PREVENCIÓN

Conocido es por todos, que cuantas más alternativas de ocio disponga el adolescente, cuanto más sometido esté su tiempo a una determinada afición y cuanto más regule su vida entorno a una disciplina deportiva, menos riesgo correrá de caer en peligros sociales como las sectas o la drogadicción, ambas verdaderas amenazas para nuestra indefensa juventud.
En este sentido, el ajedrez cumple sobradamente con el resto de las citadas actividades, pero además, dado que los peligros de caer en las sectas y las droga, entrañan en buena medida, un alto componente psico-mental, la capacidad de usar el ajedrez como instrumento preventivo contra ambos, se ha revelado en cuantos ensayos y experimentos se han llevado a cabo, como uno de los mejores métodos para combatir dichos males. En este aspecto, es reseñable que el ajedrez ha sido recomendado por la UNESCO para introducirse como materia de estudio en la edad escolar.

7. AJEDREZ Y ACTIVIDAD MENTAL

El cerebro es un “músculo” y como cualquier otro músculo, precisa de ejercicio para desarrollarse y no atrofiarse. La práctica del ajedrez, ayuda a poner en ejercicio todas las capacidades mentales del cerebro de un modo integral, y es por ello que se dice que el ajedrez desarrolla la inteligencia: En verdad, el ajedrez no desarrolla la inteligencia más que las matemáticas o el lenguaje, en cuyos campos, ciertamente queda muy por debajo, sino la inteligencia integral, pues cuando uno resuelve una operación matemática o analiza una oración, focaliza el ejercicio mental sobre un área y una facultad muy determinada, en cambio, la práctica del ajedrez conjuga la activación de muchas más facultades a la vez, como podremos expresar a continuación, no sin antes, aludir a un equívoco demasiado extendido entre los padres quienes a menudo creen que sus hijos se volverán inteligentes por jugar al ajedrez, cuando precisamente ocurre a la inversa, que los niños inteligentes juegan al ajedrez, porque una cosa es desarrollar la inteligencia, y otra muy distinta es crearla:

7.1 Percepción

La percepción está precedida por la correcta interiorización del concepto. Es la experiencia la fuente del conocimiento ¿Pero qué hace posible la experiencia? El concepto, la categoría y el esquema mental sensorial-intelectivo que prefigura dicha percepción. Ante un tablero de ajedrez, el lego percibe de modo confuso, algo blanco y negro con cuadritos; el ajedrecista ve un tablero con columnas, filas, diagonales, bandas, centros, esquinas, etc. Ante unas determinadas piezas colocadas sobre el tablero, le lego percibirá sus formas, figuras y color en el mejor de los casos; el ajedrecista apreciará un valor, unos movimientos, amenazas, defensas, combinaciones, jaques, mates, enroques, etc. Por consiguiente es precisa una correctas instrucción para un buen discernimiento y una exacta discriminación: En un apartida de ajedrez, el alumnado distingue el turno de su juego, las piezas propias de las contrarias, el valor y movimientos de las piezas; las reglas generales de las excepciones; las aperturas de los finales; la táctica de la estrategia; la jugada del plan; las líneas de ataque, de las de defensa… o sea, es un altísimo grado de discriminación continuo.

7.2 Cálculo

El juego de ajedrez, consiste en dar jaque mate al rey contrario, pero con la dificultad de advertirle previamente del peligro que corre con la voz “¡Jaque!”. Es un juego en el que no se desea ganar –a priori- por despiste del rival. Por consiguiente, la victoria de ajedrez es el resultado de una cadena de acontecimientos muy elaborados a base de reflexión y paciencia. El “Jaque-Mate” no sobreviene llovido del cielo, es el fruto de una combinación propiciada por el cálculo. El cálculo de una secuencia de jugadas descansa sobre un desarrollo lógico que anticipa la respuesta del rival. Para obtener una ganancia rápida de material o calidad (valor), le decimos combinación; cuando se analiza una serie más o menos larga de movimientos, cuyo fin es obtener una pequeña ventaja posicional, a eso le decimos analizar una línea. Y cuando de lo que se trata ese de calcular un conjunto de líneas para hacer que el rival entre en nuestro esquema de juego, a la vez de evitar nosotros entrar en el que él pretende, a eso le decimos estudiar una variante. Por último, el estudio de un conjunto de variantes es conocido como preparar una apertura, etc. Es entonces, el cálculo, la táctica, la base del juego ajedrecista. Ya se ha apuntado que el ajedrez exige atención. Concentración y reflexión…. ¿Para qué? Precisamente para atender la necesidad del cálculo.
Imaginación, visualización y fantasía

El cálculo, precisa de una fuerte capacidad de imaginación, visualización y fantasía. El jugador necesita tener claridad de imagen, jugada a jugada, con la precisión fotográfica de una película fotograma a fotograma, pues cualquier error en la visualización, puede suponer la derrota tanto en un ejercicio de ataque como de defensa. La visualización cuando es usada para defenderse de una amenaza, precisa de la imaginación para descubrir cuáles son los peligros latentes de la posición que ha ideado la mente del contrario, es una tarea, pues, de investigación y recreación. En cambio, la visualización necesita de la fantasía cuando se trata de idear algo nuevo, generalmente crear amenazas de ataque al contrario, o sea cuando se activa la creación. Es un ejercicio de fantasía e imaginación, la gran cantidad de aperturas, esquemas y defensas que la posición de las tres primeras jugadas de ajedrez puede llegar a plantear, sin entrar en las complejidades del medio juego (Ver anexo técnico: La apertura)

7.3 Intuición y preelección

Como se ha podido apreciar, el ingente número de combinaciones posibles de juego que ofrece el ajedrez, todavía hoy inabarcable por el cerebro de silicio, hace imprescindible que el jugador estreche el campo de jugadas a estudiar a la hora de mover. Este momento se denomina preelección. La preelección, qué duda cabe, va mejorando con la experiencia, con el hábito, el conocimiento y la personalidad del jugador. Pero en ocasiones, también ocurre que entra en juego la intuición: La intuición aparece en aquellas ocasiones donde las posiciones del todo nuevas para la conciencia del sujeto; el cálculo no distingue ni se pronuncia sobre las líneas; éstas variables son igual de buenas , igual de malas, y aún así, el jugador elige unas y no otras, a priori, para analizar con profundidad, desechando mirar el resto. Cuantas más líneas decide analizar un sujeto antes de tomar una decisión, menos intuición diremos que tiene para jugar al ajedrez.

7.4 Valor, juicio y decisión

Si la intuición ayuda a reducir el campo sobre el que se tiene que centrar el cálculo, éste, el cálculo, ayuda a discernir al juicio para elegir la jugada que finalmente efectúe sobre el tablero. En cada movimiento, el jugador va formado su decisión. Cada jugada efectuada ha sido una toma de decisión apoyada en un cálculo, precedido por la intuición. Pero toda decisión es un salto al vacío, pues la realidad no responde sólo a tu cálculo; existe el factor externo de la posición y por supuesto, la realidad del contrario. El buen cálculo da confianza e inspira seguridad… pero en ajedrez, hasta los campeones del mundo, las computadoras e incluso los libros se equivocan. En esta toma de decisión personal, la que va haciendo consciente al jugador de la responsabilidad de sus actos. Cualquier despiste, cualquier distracción, cualquier pérdida de concentración, la falta de sacrificio, el espíritu de lucha y sufrimiento, el exceso de confianza, etc. Todo ello depende casi por entero, de su propia y personal actitud, y ello le va haciendo tomar conciencia de su responsabilidad. La decisión responsable ha de descansar pues, en una buena valoración entre las distintas jugadas posibles tras una breve reflexión y cálculo.

7.5 Orden y esquema mental

Como cualquier otro conocimiento, el ajedrecístico, requiere orden y esquema, para estar en condiciones de ser útil a la conciencia. Pero el ajedrez, demanda que éste orden y esquema sea rigurosamente exacto y que se encuentre apunto en todo momento. Es preciso un orden temporal de las jugadas, un orden secuencial lógico de la combinación, un orden de aperturas, de celadas, de tácticas, de finales, una tipología de temas, de mates, etc. Sirva de ejemplo el orden y esquema de variantes de ajedrez.

7.6 Memoria

El grado de instrucción y aprendizaje que requiere la técnica de ajedrez, es parejo al de cualquier carrera universitaria: Es necesario estudiar aperturas, medio juego, final, táctica, estrategia, ideas, tratamiento esquemático de posiciones…. de ahí la inmensa bibliografía sobre materia de ajedrez. En consecuencia, el ajedrecista debe fortalecer su memoria para recordar todo este caudal de conocimiento. Pero la memoria también la va a ejercitar a la hora de calcular, a la hora de jugar, y tras la partida, a la hora de analizar y comentar las posiciones para aprender de ellas, y no cometer los mismos errores en lo sucesivo.

7.7 Desarrollo lógico-lingüístico

La práctica del ajedrez, ayuda al desarrollo lógico-lingüístico por partida doble: Primero, porque se introduce al sujeto en un nuevo código visual, leído, oral y escrito, cual es el ajedrecístico. Y después, porque el pensamiento ajedrecístico no es otra cosa que un continuo discurso de la mente, en continuos diálogos con movimientos (palabras), frases (combinaciones); oraciones compuestas (líneas); párrafos (variantes) o todo un discurso (la partida)

8. AJEDREZ Y DIFICULTAD

Es la dificultad del ajedrez uno de sus mayores atractivos. Mas a la vez, es también una de sus más altas barreras. Hallar el modo de conservar la dificultad como aliciente lúdico, salvando la barrera de su dificultad técnica, es labor del docente. Es un hecho que al ajedrez se aprende jugando con quien sabe más que tú. Y es preciso empezar perdiendo como modo de superación. Pero si no hay la debida preparación psicológica del alumnado para motivarse ante la dificultad, esta dificultad, lejos de atraer, puede desanimar y obtener un fracaso. Por ello, durante los inicios de su aprendizaje, hemos de evitar en lo posible la competición interna del alumnado, hasta que tengan el conocimiento suficiente como para poder afrontar las partidas y salvar las dificultades. Sobre la dificultad y complejidad del juego .

9. EL AJEDREZ. OPCIÓN DE OCIO

Se ofrece pues al alumnado una opción de ocio integral donde va a poder crecer interna y externamente, como jugador y como persona, solo o en grupo… La polivalencia y riqueza del ajedrez con sus perspectivas lúdico-deportivas-científico-estética, permiten al sujeto hacer un uso amplio de sus aplicaciones en un continuo enriquecimiento a lo largo de toda su vida.

10. EL AJEDREZ, EXCELENTE HERRAMIENTA PEDAGÓGICA

En resumen, podemos considerar que por sus características, por su proyección, por su riqueza, por su polivalencia, por su originalidad, etc., el ajedrez, a todas luces, resulta una excelente herramienta pedagógica para educar al alumnado de un modo subliminal en cuantas habilidades, capacidades y conocimiento, aquí se han mencionado, pues al presentarse su ejercicio como un juego y no como una materia propiamente de estudio, los recelos del sujeto a aceptarlo, son muy bajos, por no decir nulos. Sólo por recordar brevemente que estimula, asienta y desarrolla el ajedrez, vamos a citar lo más destacable: Es económico, rentable, da imagen y prestigio, es fácil de adaptar a cualquier medio y circunstancia, ayuda a la integración personal y las discapacidades; introduce los valores de la disciplina, la deportividad, el espíritu de lucha y sacrificio, el respeto a la norma, a la ley y a la autoridad, respeta la personalidad, modifica positivamente la conducta proporcionando autocontrol físico, emocional y mental, potencia la atención, activa la concentración y mueve a la reflexión, ayuda a prevenir contra la drogadicción y las sectas, estimula el ejercicio mental, desarrolla la inteligencia integral, el cálculo matemático, la percepción, la conceptualización, el esquematismo, el orden lógico-lingüístico, potencia al visualización, la imaginación y la fantasía, ejercita la intuición, la anticipación, el valor, el juicio y la toma de decisiones, fortalece la memoria, el aprendizaje y la responsabilidad del sujeto, educa en la superación, haciendo de la dificultad un estímulo y sobre todo, ofrece una opción más de ocio.
Todo ello, hace el ajedrez, una de las mejores herramientas pedagógicas que se conocen, motivo primordial que nos mueve a proponerlo como materia en nuestro programa de enseñanza.

Un comentario en «El Ajedrez como asignatura»

  1. Mi admiración para quien explica de modo tan claro, con tanta brillantez, estas ideas, que chocarán probablemente con la ceguera de quienes sólo ven la competición como el camino natural para quienes muestren talento.

    Genial Nicola !

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