A fin de no favorecer en demasía el pensamiento dogmático o la mecánica que todo juego requiere para ser asimilada su norma, de cuando en cuando, deben intercalarse en la enseñanza de toda materia, pero especialmente en Ajedrez, oportunas excepciones a la regla con idea de provocar el suficiente asombro como para que todo lo demás quede fijado en la monotonía sin ser sacralizada la realidad, promoviendo con ello la mentalidad creativa capaz de introducir novedad y dar con soluciones que ayuden al progreso del juego y de su ciencia. Hoy, esta oportunidad nos la brinda la figura del Rey.
Bueno es explicar al principiante que en las primeras fases del juego, el rey es una figura que no conviene sacar de paseo; y que en torno a esta circunstancia existen herramientas como el sacrificio de extracción encaminadas a tal propósito. Ya en etapa avanzada se incide de nuevo sobre este particular remarcando que el rey sólo es una figura digna de consideración en cuanto a su fuerza defensiva u ofensiva en la etapa final donde su juego en muchas ocasiones es decisivo para determinar el signo de la lucha.
Ahora bien, hay ocasiones en que puede haber maravillosas sorpresas como la que se llevó uno de los mejores jugadores del Mundo a finales del siglo XX…Préstese especial atención al juego del rey blanco, muy aleccionador.
Short, Nigel D (2660) – Timman, Jan H (2630)
1. e4 Cf6 2. e5 Cd5 3. d4 d6 4. Cf3 g6 5. Ac4 Cb6 6. Ab3 Ag7 7. De2 Cc6 8. O-O O-O 9. h3 a5 10. a4 de5 11. de5 Cd4 12. Cd4 Dd4 13. Te1 e6 14. Cd2 Cd5 15. Cf3 Dc5 16. De4 Db4 17. Ac4 Cb6 18. b3 Cc4 19. bc4 Te8 20. Td1 Dc5 21. Dh4 b6 22. Ae3 Dc6 23. Ah6 Ah8 24. Td8 Ab7 25. Tad1 Ag7 26. T8d7 Tf8 27. Ag7 Rg7 28. T1d4 Tae8 29. Df6 Rg8 30. h4 h5 31. Rh2 Tc8 32. Rg3 Tce8 33. Rf4 Ac8 34. Rg5 AxT 35. Rh6 1-0