Iniciación al ajedrez para niños, de Pablo Castro Girona

Este ejemplar podeis adquirirlo vía Internet en la megatienda de la Revista Jaque que os aparece con sólo pincharla en cualquier buscador.

Es muy difícil que un libro de Ajedrez sea a la vez pedagógico, instructivo y menos divertido, cuando explícitamente sus destinatarios son niños. El caso que hoy presento, no es una excepción. Pero si esta obra ha merecido un hueco en esta sección es debido a los siguientes puntos positivos que he observado en sus páginas, detalle que no ha paso desapercibido en el mercado donde ya va por la quinta edición:
1º- El libro es humilde en su objetivo y se ciñe al conocimiento anunciado en su título, o sea, al “nivel de iniciación”, sin que en su interior se aprecie ningún salto cualitativo desafortunado como es costumbre suceda en estos casos, donde después de enseñar los movimientos de las piezas, los autores se animan a explicar “La Inmortal” de Andersen-Kieseritzky.
2º- El tratamiento del contenido es apropiado para un libro de texto de Ajedrez para niños que sepan leer: El tamaño de la letra es grande sin ser exagerado, los diagramas dibujos y gráficos tienen el tamaño adecuado para la edad; las explicaciones son las justas…
3º- Aunque el orden de conocimientos no coincide con mis gustos, es evidente que ha habido un propósito pedagógico en la exposición gradual del contenido, y gran rigor al limitar todo el conjunto de la obra a siete lecciones.
4º- De principio a fin abundan los ejercicios prácticos para probar la buena comprensión del alumno y juegos con motivos propios de pasatiempos como sopa de letras, crucigramas, etc, cuyas instrucciones son de muy sencillo seguimiento por parte de los interesados.

Aunque el libro está pensado para niños que saben leer de entre 8 y los 10 años, de sus páginas, el monitor podrá extraer bastantes fichas didácticas con las que presentar y trabajar los elementos impartidos en el Nivel de Iniciación para edades inferiores dada su buen tamaño y facturación de las ilustraciones.

Cuadernos prácticos, de Antonio Gude

Mi admiración por Antonio Gude radica en su buen hacer, clara exposición, seriedad de sus trabajos, su ingente esfuerzo continuado en la elaboración de materiales para la enseñanza y aprendizaje de nuestra disciplina; En resumen, que si tuviese que escoger un referente al que deseara que algún día se me comparase en la difusión de la materia que nos ocupa, no encontraría mejor autor que el que hoy traigo a esta pequeña tribuna y que no será la última, pues toda su extensa y variada obra es garantía de dar con un excelente producto para el entretenimiento del amante del ajedrez como para el monitor interesado en acrecentar los conocimientos de su alumnado.

La serie de diez cuadernos prácticos es de lo mejorcito para entrenar a un alumnado de nivel “Avanzado” entendiendo por este a un grupo de jóvenes entre 11 y 14 años que ya lleven no menos de dos tres años trabajando bien los principios de apertura, finales básicos aprendidos, fuerza combinatoria de mate en dos, conozcan al menos una decena de temas tácticos…

El primer cuadernillo trata de errores típicos en las aperturas, las celadas, maniobras incorrectas, etc. ¡Una delicia de texto! Que pondrá los ojos como platos al alumnado ávido de victorias.

El segundo cuadernillo, que trata de combinaciones, es el menos interesante por aportar poco al tema demasiado manido en otros manuales. No merece la pena adquirirlo, salvo para hacer bonito con el resto de la colección.

El tercer texto, es de los pocos que aborda de manera sistemática ejercicios de estrategia para tratar el asunto de las debilidades de peones, las columnas abiertas, la séptima y octava fila, etc. Su explicación es más sencilla que las aparecidas en libros muy especializados a los que hace de aperitivo.

Al cuarto volumen que versa sobre finales, le ocurre como al de las combinaciones, que ya hay abundante material en el mercado. Sin embargo, para monitores poco experimentados en trabajar con textos serios, puede ayudarles, aunque es preferible para trabajar finales el texto de Keres del que daremos cuenta en breve.

El cuadernillo quinto, es una maravilla de lección de ataque contra el enroque. Su visionado debería ser anterior a “El arte de la defensa” de Illia Kahnn del que también hablaremos en esta sección.

El cuadernillo sexto que trata de ataques al rey en el centro, debería haber antecedido al de ataques al enroque. Es un tema fundamental que seguramente corresponde más al nivel de iniciación dos que a Avanzado.

El cuadernillo séptimo creo que está de más, porque dada su temática, cuál es, los problemas de cálculo, lo dicho, poco aporta a lo ya existente.

Todo lo contrario del cuaderno octavo que aborda el difícil tema para estas edades del sacrificio posicional. Cubre el espacio que hay entre el ajedrez escolar y las lecciones de libros especializados sobre el tema.

El texto noveno trata de la defensa y el contraataque, asunto importante por cuanto los jugadores a veces nos obcecamos en una parte del tablero y nos olvidamos de estos aspectos de la partida que tienen que ver con la economía de recursos, manejo de espacios, armonía de las piezas…

Por último, el cuadernillo décimo, con sus combinaciones de mate, peca de lo mismo que el 2, el 4 y el 7

Si el lector es un jugador o un monitor que sabe manejar distintos textos especializados, yo le recomendaría adquirir sólo los volúmenes 1, 3, 5, 6, 8 y 9. Pero si no fuera así, adquirir toda la colección no sería un error.

Juega al ajedrez con Anatoly Karpov y Disney

La virtud de esta obra no reside en su muy deficiente confección pedagógica como veremos, sino en la ingente cantidad de motivos visuales o para colorear que ofrece al enseñante que ha de transmitir el gusto por el ajedrez a un alumnado prebenjamín, o sea, renacuajos.
El libro está mal elaborado se mire como se mire: En principio por sus dibujos de los conocidos personajes de Disney como el Pato Donald, es evidente que va dirigido a niños de entre cinco y ocho años. Sin embargo, su formato pequeño, con letra no muy grande, introducción del lenguaje ajedrecístico, etc, evidencian una enorme contradicción con su propósito, pues las obras dirigidas a los más pequeños deben ser en formato grande, letras gordas y dibujos enormes como bien lo saben las editoriales de cuentos.
Los conocimientos están mal distribuidos porque empiezan por el Rey y nada más terminar de enseñar el movimiento de las piezas, se reproducen partidas como la “Inmortal” que supone un gran salto de nivel en el aprendizaje.
No obstante, el texto en buenas manos puede resultar una joya de saberse usar bien como he observado tras diez años dando clase con él: Los monitores pueden desmenuzar sus páginas y hacer fichas para introducir el movimiento de cada pieza y para dar a conocer las leyes básicas del juego. De este modo, los escolares de edades más tempranas dispondrán de materiales más acordes con su edad, porque hemos de reconocer, que las del resto de libros, son un tostón hechas sólo con piezas de ajedrez y en blanco y negro. ¡Ah! Porque yo se las hago pintar con colorines.
También es de gran provecho, si el texto es leído por la mamá a sus hijas con un tablero delante.

El uso de marionetas en la enseñanza de Ajedrez

La mente infantil que puede ser diminuta e inexperta, pero no tonta, agradece que los conocimientos no se le entreguen crudos tal cual aparecen en la realidad, estratagema de la que ya se sirviera Esopo para confeccionar las primeras fábulas donde por medio de animales se retratan los comportamientos humanos para criticarlos, corregirlos o ensalzarlos, sin que la audiencia se diera por aludida más de lo necesario o autores que como Swift ardiendo en deseos de denunciar los errores de su época situaran la acción en lugares perdidos en la fantasía de un personaje como Gulliver, para no ofender la sensibilidad de sus contemporáneos. Y si esto funciona con los adultos, qué no será entre los más pequeños de la casa.
Así, si a través de los cuentos los niños aprenden lecciones tan importantes para ellos como a no confiar en extraños, a asimilar que los padres pueden en ocasiones herirlos, que el mal se castiga, etc y jugando, interioriza las normas sociales, el rol que le corresponde en el grupo, a trabajar en equipo y mil cosas más que no están en los libros ni se imparten en asignatura alguna, las marionetas en el aula, ayudan al educador a desarrollar distintos planos de su docencia que paso a comentar:
En primer lugar, la marioneta puede servir como contraejemplo pillo al que corregir por mentir, por hacer trampas, por no saberse la lección y cuantas cosas deseemos evitar en nuestros pupilos. De este modo la marioneta absorbe nuestras regañinas desenfadadas ahorrándose las a nuestros alumnos.
En segundo lugar, la marioneta puede ser también un magnífico rival contra el grupo-clase que permite al monitor perder, empatar y ganar con sus alumnos sin poner en riesgo su prestigio y a la vez sin amedrentar al infantil oponente que sabe que puede ganar a la marioneta, pero no al monitor.
Y en tercer lugar, la marioneta puede ser parte de una mecánica pedagógica: Los nuevos conocimientos son presentados por la marioneta, luego el enseñante los desarrolla y cuando la clase lo domina, vuelve la marioneta a hacer el repaso, convirtiéndose en un estímulo motivante su próxima venida.
Yo he trabajado una década con mis alumnos del Colegio Umedi de entre 4 y 6 añitos de edad, y puedo asegurar que, gracias a la incorporación al curso de Triki, “El Monstruo de las galletas” conseguí que un alumnado de tan corta edad prestara atención a conceptos tan sofisticados como “Clavadas”, “Descubiertas”, o “Mate del pozo”, que seguramente sin sus intrépidas visitas me hubiera sido muy difícil transmitir.

El Pequeño Fritz: Un auxiliar del monitor

La serie “Érase una vez el Hombre” puso un broche de oro al aforismo “La lección entretenida, mejor es aprendida” por medio de los dibujos animados para hacer llegar al público infantil las hasta entonces tórridas lecciones de historia; En la misma línea, sirviéndose de las nuevas tecnologías que permiten la interactuación, el programa multimedia “El Pequeño Fritz” ha conseguido captar la atención de los más exigentes expertos en videojuegos durante los recreos.
Reconozco que mi aproximación a este nuevo material informático, fue del todo desconfiado. Pero según lo fui probando comprobé que reunía todas las condiciones necesarias para triunfar entre los pequeños y entre los monitores de ajedrez: es sencillo de manjar, los conocimientos están bien expuestos sin más rollo que el imprescindible, los dibujos animados están muy logrados y sus voces son adecuadas a los mismos; Cada nuevo conocimiento precisa de su debida práctica antes de poder recibir otro, el alumnado puede llevar ritmos distintos de aprendizaje porque el juego permite el desarrollo simultáneo de distintos recorridos pedagógicos por medio de claves distintas para acceder al juego, los jugadores van aumentando progresivamente su nivel dentro de una historia bien trabada en la que han de resolver distintos retos a los que se enfrentan los personajes…En sus primeras fases, los juegos no son propiamente ajedrecísticos aunque sí trabajan destrezas que posteriormente serán necesarias en el juego de ajedrez como por ejemplo el concepto de “Oposición de los reyes” se aprende en un combate de “Sumo” o a mover la torre en un laberinto que recuerda al “Comecocos”.
Sin pérdida de tiempo, introduje el programa en mis clases de ajedrez de la EMAB ( Escuela Municipal de Ajedrez de Bilbao) de la que soy Director. El éxito fue total: En una época en la que el alumnado nace sabiendo mover el ratón, sólo he tenido que solicitar de los colegios dar clase de ajedrez en aulas con ordenador. He usado el pequeño Fritz en sus niveles I y II para primero, premiar a quienes se portaban bien y luego para trabajar por grupos separados con el alumnado, de modo que el programa ha sido como un segundo monitor que me tiene distraídos y practicando a dos o tres elementos mientras yo trabajo con el resto. Después, visto que el alumnado apenas me necesitaba para interactuar con el programa, solicité a los centros que instalaran “El Pequeño Fritz” para que durante la semana, fuera de las clases de Ajedrez, los alumnos pudieran practicar por su cuenta. Como esperaba, al verlo otros niños y niñas, en pocas semanas unos a otros se enseñaron y todos, quien más quien menos, había aprendido a jugar, sino al ajedrez, sí al “Pequeño Fritz”, para el que siempre hay cola, según me cuentan. Así las cosas, me vi forzado a dejar el CD original a los padres, dada la enorme demanda del mismo. Hoy es el día en el que en esos centros, el alumnado que se incorpora en tercero de primaria, me viene con el movimiento de las piezas aprendido.
Supongo, que en el futuro este juego interactivo será contemplado como algo muy rudimentario, pero desde mi experiencia como monitor de ajedrez desde hace ya 30 años, les hago saber a todos los monitores que tengan a su cargo niños de entre 5 y 12 años, que merece la pena incorporar a sus clases esta excelente herramienta informática y también a aquellos padres deseosos de que sus hijos aprendan y estimulen su inteligencia mientras se divierten.
Ahora bien…como en el caso de los libros, por muy bueno que sea este programa, siempre necesitará de ser introducido y acompañado por el monitor o el padre. El monitor perezoso o el padre por accidente, que busque algo que le libere de su responsabilidad, no lo hallará ni en el Ajedrez, ni en “El Pequeño Fritz”, pues para esa función ya contamos con la Tele, cuya labor al respecto me parece insuperable.