Una de artaburus

El vocablo de euskera “artaburu” es y sigue siendo muy usado en nuestra tierra. Pero no con el significado primigenio, sino con otro secundario. ¿Por qué decimos esto?

Pues porque en principio “artaburu” es la ‘mazorca del maíz’, resultado de la fusión de dos palabras diferentes como “arto” ‘maíz’ y “buru”, ‘cabeza’. Es decir, se trata del ‘fruto en espiga densa, con granos muy juntos, de ciertas plantas gramíneas como el maíz’ que es la definición correcta, con traje de gala.

Pero, de modo colateral, quizá por su aspecto, el nombre de la mazorca se ha usado a modo de insulto entre las personas. Así, decir a alguien “artaburu” es como llamarle “necio, bobalicón”. El aspecto burlesco de la espiga ha generado incluso expresiones como “Joan artaburuak urkultzera!!”, muy propia del occidente vasco al que pertenezco, una especie de “¡vete a freír espárragos!” y que, traducido literalmente es ‘¡vete a desgranar mazorcas!’.

El equivalente al despectivo “artaburu” es “borono” cuando hablamos en el castellano de nuestra zona. Sin duda viene de “borona”, que significa también ‘maíz’. Es curioso, porque el uso de “borono” como ‘persona corta de entendimiento’ se usa solamente en el ámbito vasco, por lo que podemos suponer que es la traducción o el paralelo de la palabra en euskera “artaburu”. “Borono” se ha usado para indicar ‘rudo, tosco’ y, desgraciadamente también para ridiculizar y humillar a los que eran de caserío y no se manejaban bien en castellano por hablar euskera. Duele el publicar esto casualmente un 3 de diciembre, Día Internacional del Euskera. Por cierto y como inciso, que de “Internacional” nada, porque no está ni registrado ni admitido como tal en Naciones Unidas, que es quien gestiona estas concesiones. Ya puestos a inventar, nos podíamos poner “Mundial” o “Universal” que tiene más empaque. Si es que somos unos artaburus de agárrate… Pero no me liéis… Volvamos a nuestra “artoa”, la de comer.

Como curiosidad histórica, digamos que “arto” no era en origen “maíz” sino “mijo”, un cultivo local. Pero con la llegada del maíz desde América, fue tan repentina su propagación y generalización en los cultivos, que no hubo prácticamente tiempo para darle un nombre nuevo. Había por aquel entonces más hambre que necesidades léxicas.

Así, por la similitud entre los granos de ambas plantas, se conformaron con una simple diferenciación que no alteraba sus “diccionarios locales”: el mijo pasó a ser “arto txiki” y el maíz “arto handia”, ya que el grano de esta última es algo mayor que el del mijo. En la imagen, granos de mijo cayendo de una cuchara.

Pero como el maíz llegó a imponerse como cultivo principal de los caseríos, por comodidad al hablar, se empezó a denominar de un modo más abreviado, diciéndole “artoa”, a secas, quedando el “arto txiki” relegado a denominar el “mijo”. Y como este último cultivo prácticamente desapareció, “artoa” se identifica en la actualidad sólo con “maíz”. Toda una usurpación de identidad como vemos.

Exactamente lo mismo sucedió con la palabra “borona”, de origen céltico, y que se usaba para denominar el “mijo”. Con la traída del maíz americano, sirvió para nombrar el mijo y el maíz simultáneamente y, al final, se quedó como “maíz”. “Borona” es curiosamente la palabra del castellano que se usa en en nuestra zona para denominar el “maíz”.

Para finalizar, añadiremos que “maíz” proviene del taíno “mahís”, una antigua lengua hablada en las Antillas (Cuba, Haití, República Dominicana, Puerto Rico…).