Nueve olas en el vientre

Es muy probable que hoy a la media noche encontremos a alguna muchacha metida en la playa. Esperará a que nueve olas le acaricien el vientre, con un poco de suerte después de haber hecho el amor, para que así obre por fin el milagro y consiga ese embarazo tan deseado. Será la reedición de un ancestral remedio contra problemas de fertilidad en las parejas.

Galicia es el último dique del tiempo contra el que se estrellan rituales y prácticas milagrosas que han desaparecido hace décadas o siglos de otros lugares. Por eso, aprovechando las vacaciones, fui buscando la preciosa ermita románica de la Virgen de la Lanzada (Sansenxo, Pontevedra) edificada sobre un saliente de mar ocupado desde la antigüedad por un importante castro (siglo VIII a.C. – IV d.C.).

Imagen nocturna de la ermita de la Virgen de la Lanzada con su playa, en donde nueve olas han de bendecir el ritual de esta noche

El lugar es enigmático, sugerente, impregnado de tanto hechizo que no es difícil concebir el desarrollo de esos rituales allí.

Ermita románica de la Virgen de la Lanzada, construida sobre un saliente rocoso que penetra el el mar. También algunos han interpretado esa característica con la forma de un pene, lo que daría origen a las creencias mágicas sobre la fertilización

Poco hubo que preguntar entre los lugareños más mayores para que me respondiesen de modo alborotado cómo «no sé qué chavala» o «no sé qué otra» que durante años estaban inmersas en un infructuoso tratamiento médico de fertilidad, probaron con el ritual del baño nocturno en la Lanzada y funcionó: «casualidad o no, por probar nada se pierde: y a ellas les funcionó». Siempre añadiendo la frase talismán de que los médicos que las trataban se quedaron sorprendidos y no sabían explicar lo sucedido. El argumento popular es siempre tan contundente que desarma cualquier duda del que pregunta.

La magia de la piedra y el agua actúan más fuertes que nunca la noche previa al último domingo de agosto (imagen de Internet)

El baño en cuestión ha de llevarse a cabo justo en la media noche que da inicio al último domingo de agosto, día de la romería en la ermita. También se realiza, en menor medida, en la noche de San Juan o, apurando la desesperación, en cualquier otro día. Pero la noche más apta, la más practicada, la que mejores resultados da, dicen, es la de agosto. El acto del coito, que sin duda fue parte inherente del ritual, hoy en día no se practica in situ por razones obvias.

Retablo barroco presidido por San Martín de Tours y la Virgen de la Lanzada. Obsérvese cómo por los laterales unas aberturas permiten pasar a la parte posterior del retablo para practicar otro rito.

A partir de ahí, depende de donde se consulte, todo son variantes. Algunas fuentes aseveran que lo mejor era, previamente al baño, hacer el amor en una oquedad de roca que se dice que es la cuna de la Virgen. Tiene incluso unas escaleras que por un túnel descienden desde la ermita hasta ella. Otras al parecer se conforman con el sentarse o tumbarse en «la cuna» tras el baño, acompañada del hombre, y desear con muchas fuerzas el embarazo. Conocidos otros rituales de fertilidad similares en Galicia, esa roca transmitiría unos poderes sobrenaturales sobre el cuerpo, facilitando la preñez. Cómo no, el relacionarlo con la cuna de la Virgen es una adecuación posterior que el cristianismo hace sobre el ritual popular pagano.

Otras muchachas más recatadas tan solo depositan flores allí, en la piedra que baña el mar, como pude comprobar yo mismo. Y se conformaran con soñar con sentir algún día una criatura en su vientre.

Oquedad rocosa que se interpreta como la «cuna» de la Virgen. Ahí es donde se realizan los rituales de fertilidad. Pueden apreciarse los restos de ramos de flores ofrendados por parejas que buscan descendencia y tienen problemas para ello

Sea como fuere, confluyen allí tres elementos en esa liturgia tan curiosa: la ermita con su Virgen, como purificadora y cristianizadora de todo ello, y los dos elementos mágicos paganos: la piedra con sus efectos mágicos sobre el cuerpo y el mar. Sobre este último, dice la tradición que la muchacha ha de introducirse en la playa cercana, en plena oscuridad, para que nueve olas le rocen en el vientre, a modo de bendición, una por cada mes de embarazo.

El lugar se practican más rituales mágicos. Por unas aberturas laterales puede pasarse a la parte posterior del retablo. Allí hay dos escobas con las que hay que barrer un trozo de suelo para limpiar también, por intercesión de la Virgen, el mal de ojo y la mala suerte. Es Galicia, la última gran reserva de las creencias populares…

Los más estudiosos de este curioso ritual, no dudan en relacionarlo con lejanos cultos paganos precristianos, ya recogidos en la mitología clásica, especialmente en referencia al nacimiento de la diosa Afrodita, diosa Venus para los romanos. «Venus es la concha y la concha es el sexo femenino. La playa tiene forma de concha y el mar con su fuerza penetra en la arena, de tal manera que la espuma representaría el semen» rezan las informaciones sobre el lugar. Poco más se puede pedir: que la suerte sea favorable y que ninguna muchacha que desee ser madre se quede sin poder conseguirlo. O al menos, que se entreguen al gozo bajo la luz de la luna. Que cuanto más se intente, más posibilidades hay de que se dé un final feliz.