La concejala mundiala

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Ganando en el primer tiempo

Los que apostábamos desde hace tiempo por la igualdad y el lenguaje no sexista, nos frotábamos las manos con el euskera ya que, por norma general, no hacía distinción de género en sus palabras. Por fin estábamos mejor posicionados que el castellano en esa parrilla de salida para una supuesta conquista del futuro.

Y es cierto que esa virtud del euskera es así. Pero igual de innegable es que ni todas las palabras del euskera son neutras ni todas las del castellano tienen carga femenina o masculina: hay algunas, muchas, en el castellano que son ambivalentes.

Buena alineación

Una de ellas, y que me afecta a diario por trabajar en una administración local, es la palabra CONCEJAL que sin más significa ‘del concejo’. Lo mismo que terrenal es lo de la tierra, celestial lo del cielo, animal lo que tiene ánima o vida, municipal del municipio, provincial de la provincia o mundial del mundo. Sin distinción entre hombre y mujer, hembra o macho. Por no hablar de arrozal, menstrual, audiovisual, manual, postal, neutral, catastral, central, invernal y dos mil trescientos ejemplos más. Con el redondeo al alza, dos mil quinientos.

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Balón pinchado
Y eso que a priori por carecer de distinción de género nos parecía hasta hoy el gran comodín para afrontar el lenguaje no sexista, se convierte ahora en el arma lingüística más absurda e irreverente con el lenguaje que uno pueda imaginar. Pero mandan las corrientes de lo quizá irracional… y hay que mostrar sumisión y no resistencia para que te den.

Ahora hay que usar “concejala” cuando te refieras a una mujer. Sí o sí. Y si explicas lo que estoy contando ahora te caerá, como me ha caído ya, la pedrada estigmatizadora de machista intransigente. Toma esa…

Parar el juego

¿Y no será mejor reflexionar un poco? Digo yo que si el término “concejal” representa indistintamente a los miembros del concejo o ayuntamiento, al margen de que sean hombres o mujeres, el hecho de forzarnos a hacer una distinción, el marcándonos la consigna o mandamiento de usar en la Administración pública “concejal” diferenciado de “concejala” es realmente el mayor acto de machismo imaginable. Porque da a entender que “per ese” los concejales han de ser hombres, machos. Una majadería en toda regla y lo más alejado de la lucha por la igualdad.

Y lo mismo sucede con palabras como “alcalde” de origen árabe y con significado de ‘juez’ que no contiene por sí misma distinción de género: alcalde puede ser una mujer o un hombre. De ahí que Euskaltzaindia se haya negado a admitir la palabra “alkatesa” porque con “alkate” se ha denominado y denomina el cargo sin problema alguno. No con pocas presiones y atribuciones de machismo solapado al no claudicar a aceptar una palabra de moderno cuño artificioso… Como el que veía brujas volar en los aquelarres de Trangatx, se ven desigualdades léxicas en donde no las hay.

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Fichaje de extranjeros

Hace poco hubieron de recurrir a un uso marginal de algunas zonas de América de la palabra “lideresa” para forzarnos a desdoblar el “líder” que tan bien nos servía para todos los casos. Y se han aferrado a ello como quien se agarra al peldaño de una escalera que te va a llevar a los cielos. Con gran gozo, múltiple orgasmo y inconmensurable satisfacción. Siendo todo así de ideal, supongo que caerán en breve palabras ambivalentes como astronauta, albañil o ciclista…

Remontada del adversario

Así es que, en el estado actual de las cosas, parece que el euskera pierde una batalla más, ahora en lo más hondo, en lo estructural, desarmado de su mejor recurso. Porque aquel ideal de palabras ambivalentes parece que ya no sirve. Ahora se llevan otros principios. Y yo me encuentro desorientado. No sé si tengo que luchar por la igualdad, contra la desigualdad o, sin más, hacerme abanderado de la rebeldía contra la imbecilidad. Es que ya no cabe tanta…

No sienten los colores

Y el resto del mundo, los “normales”, ya sabéis: concejal y concejala. Mundial y mundiala.

Me viene al pelo el lema de Emakunde:

«LA DESIGUALDAD NO NACE, SE HACE» /
«BERDINTASUN EZA EZ DA BEREZ SORTZEN, EGIN EGITEN DUGU»

Ninguna frase lo podría definir mejor.

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PS: Eso sí, sin olvidarnos de luchar día a día y en cuerpo y alma contra la desigualdad. Sin mezclar churras con churros, ni merinas con merinos.