No es mi pretensión marcar normas sobre el uso de la lengua ni decir qué es correcto y qué no, porque es algo que no me compete. Pero sí quiero hacer ciertas reflexiones para indicar qué es mejor, más tradicional, más adecuado. Ahí no tengo duda… Eguberri on.
Ya tenemos encima las Navidades, tan de siempre, tan tradicionales, tan vasquitos y neskitas nosotros que… están rodeadas de elementos nuevos y mal concebidos además. Hay dos bien cantosos, de proporciones bíblicas y que nos desbordan irremediablemente cada año por estas fechas.
ZORIONAK
Zorionak es una forma moderna-modernísima de felicitar las pascuas. Sin tradición alguna. Eso sí: fabricada con el “eusko label” e insertado en todo lo que no venga made in China. Zorionak es en realidad la traducción bricomaníaca y desmelenada del “Felicidades” castellano. Hecha a pelo y encajada a porrazos…
El problema radica en que felicidades es una forma que tiene sentido en ese caso pero no en otro: no diríamos jamás ¡alegrías!, ¡prosperidades! o ¡suertes! para felicitar o desear algo.
Igualmente, decir “(las) felicidades” en euskera no tiene sentido alguno y carece de la más mínima tradición o lógica lingüística dentro de esa lengua. No es que esté mal la palabra «zorion(a)«, ‘(la) felicidad’, totalmente correcta, sino el uso que hacemos de ella en plural y sin acompañar a nada, porque queda coja, sin sentido. Es como si dijésemos alaiak, pozak… Porque felicidades puede tener sentido por tradición en el castellano pero no una traducción literal del mismo al euskera.
Tradicionalmente, para felicitar las Navidades en euskera han sido usadas fórmulas como Eguberri on o Gabon zoriontsuak o lo que se quiera. Pero no ZORIONAK, una fórmula castellana travestida a estética de símil vasca: el lobo cubierto con piel de cordero. Menos mal que al menos hemos librado el «egun on» y no lo decimos «egunonak» para clonar el «buenos días» meridional.
Por eso levanto el banderín de linier. Aunque mucho me temo que es una batalla perdida: “De fuera vendrá quien de casa te echará” recuerda esa misma rica cultura del castellano…
EL OLENTZERO
El personaje navideño que recientemente hemos incorporado en la mayoría de nuestros pueblos se llama Olentzero. Pero, por ser un nombre propio, no admite artículo. Es decir, que exclamaremos “ha venido Olentzero” y no “ha venido EL Olentzero”. Ni más ni menos que como nos comportamos al decir “ha nacido Jesús en el portal de Belén” pero no “ha nacido EL Jesús...”.
En euskera sucede otro tanto: “zer eskatuko diozu OlentzeroAri?”, “etorri da OlentzeroA” es una desatino digno de una buena carga de carbón, ya que precisa “Olentzero dator” eta “Olentzerori eskatu behar diozu”. Fijaos cómo en la canción tratamos de mil amores al personaje, sin añadirle implante alguno de una «a» al final: «Olentzero joan zaigu, mendira lanera…», «Horra, horra, gure Olentzero…»
No es ninguna reivindicación excéntrica: es pedir el mismo trato que le ofrecemos a la competencia mercantil de «Melchor and Cía«. Nadie reclama un regalo a “el Melchor” sino “a Melchor”.
Menos mal que la advenediza Mari Domingi se ha zafado de un nombre «articulado» ya que el papel le exigiría más un vestido de volantes con lunares que ese anacrónico tocado medieval zarzuelero: “La Mari Domingi”.
Así es que poneos las pilas y no la liéis ahora: que os quedáis sin regalos. Eguberri on.
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