Sólo del Athletic

Hace dos semanas empecé un ejercicio de nostalgia, contando mis inicios en el sentimiento rojiblanco, en mi blog y con la entrada, ¿Por qué soy del Athletic?, en la que ya decía que era imposible abarcarlo en un solo comentario.

«Tribuna alta», calle Luis Briñas (Foto: Athletic Club)

Por ello, aquí estoy otra vez, cual abuela cebolleta, para deciros que mis primeros recuerdos están unidos a los partidos de San Mamés, pero no porque estuviese dentro viéndolos, sino porque el día de partido íbamos la familia entera en peregrinación a la casa de mis abuelos, por parte de padre, y luego a la de mi tía Simo, por parte de madre. Es decir, íbamos a la calle Luis Briñas, justo enfrente del campo. Con tan buena fortuna que vivían en el sexto piso.

-¡Qué más dará!- pensaréis…

Pues no, no daba igual, ya que desde ese piso se veía entero el campo de San Mamés, y no, no desde fuera, sino que se podían ver los partidos desde el balcón o las ventanas, ya que la vista abarcaba todo el césped. Un lujo, vamos. Por tanto, el balcón y la ventana estaban muy cotizados los domingos. Como ya he dicho, la casa inicialmente era de mis abuelos, Valen y Pepita, y de su hija Rosi, pero luego la compraron una de las hermanas de mi madre, Simo y su marido, Angel. Y ahí era donde veíamos los partidos. Mi hermano Valen dice que la casa era de buena construcción porque le parecía increíble que los balcones no se viniesen abajo de la cantidad de gente que los visitaba. Mis tías me comentan que se llenaba de familiares y amigos. Y Simo, no tiene para olvidar una vez que el partido era contra el Real Madrid y que vinieron a verlo desde Vitoria sus tres primos, Luis Mari, Pedro y Paco, con entrada, pero que como sabían que Simo tenía tribuna desde el balcón, buscaron la casa. Al ver el balcón, decidieron vender la entrada y verlo desde arriba, mucho mejor que desde la antigua general, que era de lo que tenían entradas. Además con el aliciente que con el dinero que consiguieron de la venta de dichas entradas llevaron al balcón buen jamón y buen vino para estar entretenidos en el descanso. Como ésta tienen infinidad de anécdotas. Yo era muy pequeña pero algún primer vago recuerdo sí que me queda.

El año 1972 se acabó el chollo de la tribuna desde el balcón, ya que se construyó en la antigua general, la llamada Tribuna Este, subiéndose toda la pared, casi hasta la altura de dicho 6º piso. Mi tíos se quedaron sin tribuna, y de hecho, vendieron la casa. Mi tía me dice que si no llegan a construir esa tribuna, seguirían viviendo ahí.

Nosotros también nos quedamos sin fútbol desde las alturas, pero… nos pasó algo mejor. Mis padres, Valen y Sole, nos hicieron socios a toda la familia. Y también el hermano de mi padre, Iñaki y su mujer, Pili hicieron lo mismo, hacer socios a toda la familia. Conclusión, cuando tenía siete años, nos hicieron socios y empezamos a ir a San Mamés ya de manera regular y en procesión familiar (12 personas). Vamos, que he sido una auténtica privilegiada. Curiosamente, como era la pequeña de 5 hermanos, al de un tiempo (esto ya no sé cuánto tiempo fue), mis padres dieron mi carnet a un amigo, para que fuese socio él, pensando que yo no iba a querer ir. Jejeje.. ¡vaya ojo clínico! Al final, la que sí iba era yo, entrando con el carnet de una de mis hermanas, hasta que un día en la puerta me lo quitaron porque los carnets eran intransferibles. En ese momento mis padres, decidieron que la que se quedaba sin carnet era Marisol, y me volvieron a hacer socia a mí. Y ese cambio fue, por lo que dice la web del club, el 1 de marzo de 1976. Es decir, que soy socia, desde que no tenía ni uso de razón. Un lujo, que he podido seguir manteniendo y que ahora comparto con mi familia, porque ya os he dicho que este es un sentimiento que se pasa de padres a hijos, y nosotros nos hemos encargado de pasárselo a nuestros hijos. Y cada dos semanas, o cuando se tercie, vamos juntos a La Catedral, igual que iba yo de pequeña con mi familia. E igual que van muchas familias.

El año pasado fui un día con mi madre y con mi tía. Disfrutaron mucho, pero yo disfruté más que ellas, llevándolas. Fue como la vuelta a los orígenes. Cuando tenía 3 años, hasta los 7, me llevaba mi ama a donde su hermana a ver al Athletic desde el balcón. El año pasado las llevé yo, teniendo ellas 89 y 86 años. Y espero poder volverlas a llevar y que mis hijos, en un futuro muy lejano, me lleven a mí con otro montón de años también. Y que podamos volver a gritar todos juntos… más pronto que tarde… y con ese sentimiento que nos une…

¡Aúpa Athletic!

P.d.: Animaos a contad aquí en comentarios vuestros primeros recuerdos del Athletic.

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