Políticos con la mano al grill

RajoyEN las noticias no lo dicen, pero las unidades de grandes quemados de los hospitales están repletas, pasillos incluidos, de ingenuos que han puesto la mano en el fuego por algún compañero de partido. Y quien dice partido, dice sindicato, empresa o equipo de fútbol, que en todas partes cuecen corruptos. A los primeros los reconoceremos fácilmente porque acudirán a los mítines con un guante blanco y arrastrarán los pies hacia atrás, a lo Michael Jackson, para sentarse en la última fila y tratar de pasar desapercibidos. Deberían advertírselo cuando se afilian en la categoría alevín. Mira, majete, que sepas que si a uno le pillan con las manos en la masa, es más que probable que haya otro puñado con ellas untadas y que los de arriba intenten lavárselas. Vamos, que no pongas la tuya en la vitrocerámica por nadie, a no ser que quieras conocer de primera mano los nuevos avances en microinjertos de piel.

Tampoco estaría de más avisar a los familiares de los candidatos novatos de que se vayan preparando para lo que se les avecina. Si su pareja practica el dientes, dientes cada vez que mete la rebanada de pan en la tostadora no hay por qué preocuparse. Está ensayando su posado pactado metiendo el voto en la urna el día de la jornada electoral. Que saca usted una alcachofa de la nevera y se la arrebata para hacer declaraciones, más de lo mismo. Algunos hasta hacen sondeos de intención de voto en las reuniones de vecinos. Cosas del síndrome preelectoral.

Un último viaje sin clase VIP

esqueletos

Se empieza siendo el más bajo o el pegón de la clase. En la preadolescencia se es o no se es popular. Luego, la cosa va de quién la tiene más larga o las tiene más grandes, de quién es un empollón o desfasa más. Después, una especie de sexador de pollos, especializado en humanos, te empuja a la pública o la privada, la beca o el máster a tocateja, el coche de segunda mano o a estrenar, el ambulatorio o el igualatorio, el alquiler o el piso en propiedad. Y cuando uno ya está hasta el moño de que lo clasifiquen por edad, sexo, contorno de barriga, copa de sujetador, currículum, perfil lingüístico, derechas o izquierda, forofo o agnóstico… llega el sector servicios con sus infinitas tarjetas vip chupiguays superplus gold para premiar a sus clientes reincidentes ante la mirada de acelga del resto de infieles mortales.

Yo al principio me hice objetora, pero ahora llevo una cartera-trolley para poder acarrear todas. Porque eso de pagar el doble por unas deportivas o no beneficiarse de un descuento en un libro o un brik de leche por no tener latxartela de socio, amigo, cliente del alma o como quiera llamarse, una vez pase, pero a la segunda te sientes como un gilipuertas y acabas rellenando el formulario. Así que hasta para comprar papel higiénico hay clases. Por desgracia, de cuando en cuando la muerte nos quita la tontería de un guadañazo. No perdamos la perspectiva. Llegado el día, da lo mismo viajar en turista que en VIP. Descansen en paz.

Tonto el que se lo crea

COMPRAS un calzoncillo tamaño miniculo de crío y te topas con una pedazo de etiqueta, qué digo etiqueta, con un librillo con la composición e indicaciones de lavado traducidas hasta a la lengua maorí. Sin entrar a analizar ese dispendio de tela, con la que se podría confeccionar otro gayumbo, sorprende el empeño que pone la multinacional para que su prenda no encoja o destiña si por un casual cae en manos de un indígena que está de rodríguez y la limpia sin tener en cuenta la temperatura del Amazonas.

demo

Debería de trasladarse eseexceso de celo a la industria alimentaria para que dejen de vendernos hamburguesas con aditivos, ave o cerdo a precio de vacuno. Y si les gusta mezclar, que rotulen en vez de carne picada conglomerado comestible y allá cada cual si lee luego con una lente de superaumento los ingredientes.

Puestos a llamar a las cosas por su nombre, los tacones de aguja tendrían que denominarse esguinceros, y los leggins reductores de abdomen, mallas con efecto de boa constrictor. Tampoco vendría mal advertir en las entradas que el fútbol crea adicción, afecta seriamente al estado de ánimo y causa impotencia -en el sentido más amplio del término- según el resultado.Por último, en ciertos programas electorales deberían aclarar junto a un asterisco que se trata de una recreación publicitaria y que todo lo prometido es hasta agotar existencias, que es lo mismo que decir que tonto el que se lo crea.

Arantza Rodríguez

arodriguez@deia.com

De mayor quiero ser… gato

UN octogenario se encuentra con un viejo conocido. A esas alturas todos lo son. “¿Qué tal estás?”, le pregunta. “Resistiendo, que es lo que se hace a estas edades. Recuerda que tenemos una apuesta, que el primero que se muera le tiene que pagar una cena al otro, pero antes de morir, cuando le vayan a dar la extremaunción. ¿Te imaginas?”, le dice. Y los dos se carcajean, como dos niños a los que les da la risa floja cuando llegan a la lección del aparato reproductor. Nada de si me duele aquí o allí, me tomo tantas boticas o tengo colesterol.

De mayor, pensé, quiero ser como estos dos. Enfilar la recta final sin perder el humor en las salitas de espera de las consultas, decir lo que a uno le viene en gana ajeno al que dirán, hacerse el sordo si la conversación resulta aburrida, versionar la dieta de diabético con cola-cao y cruasán… Hay que currárselo mucho para alcanzar ese estatus. De nada sirve intentar saltarse peldaños, como ha tratado de hacer esa actriz que simuló estar en los Oscar con el Photoshop. Ya había avanzado un buen tramo en su carrera, pero ha vuelto de golpe y porrazo a la casilla de salida. O a la posada. O al pozo. No vale la pena. Mejor ir paso a paso, como el crío, que la otra noche me dijo que quiere hacerse gato. Son independientes y tienen millones de seguidores en las redes sociales, así que, para empezar, no me pareció una mala opción. “¿Persa o siamés?”, le pregunté. Más que nada para saber en qué rama matricularlo.

Arantza Rodríguez

arodriguez@deia.com

¡Al búnker, que nieva!

NI aplicaciones, ni webs, ni Meteosat que lo valga. Para informarse del tiempo, no hay como mirar el escaparate de un bazar chino. Yo paso a diario por uno que acumula un cien por cien de aciertos. Cada vez que despliega su arsenal de paraguas, llueve fijo. Anoche colocó una camiseta polar entre un gato que te pego leche y unos escobones. Joé, pensé, mañana seguro que nieva. Y tate. De hecho, les escribo esta columna desde el búnker, porque hay alerta naranja, que debe ser que va a hacer un frío del carajo, pero suena a ataque con gas sarín. reacciones-de-animales-a-la-primera-nevada-16-621x350

Con tanta acojonorecomendación -que no cojan el coche, que mejor ni salgan, que levantarse de la cama es tontería- una manda a los niños al colegio como si fueran al Annapurna: una primera capa de film transparente, otra de aislante térmico, ropa interior polar, camisa de franela, jersey de cuello vuelto, mono de plumas por si se atasca el bus y tienen que hacer un vivac, guantes y botas de alpinismo extremo, pasamontañas… Y encima la txapela o el pañuelo porque a Santa Águeda hay que cantarle se ponga como se ponga SOS Deiak. Luego, si sale un crío rodando, crece la bola de nieve y provoca un alud, a mí que me registren. Mientras la mitad de la población vive el invierno como el apocalipsis y a los aitites se les desencaja la mandíbula de la risa, el padre de las criaturas se ha ido al curro con una chamarrita de entretiempo. Si se criogeniza por el camino, eso que me ahorro.

arodriguez@deia.com