¿Una comisión de investigación sobre los (presuntos) chanchullos muchimillonarios de su emérita y campechana majestad, Juan Carlos de Borbón y Borbón? Con la progresía monarquicana hemos topado, amigo Sancho. Ese es desde tiempo inmemorial el non plus ultra del PSOE, da igual el de Felipe Equis, el de Zetapé o el de Sánchez, apóstol de los avances sociales, sobre todo si el mago Iván Redondo decide que conviene a la causa. Por ahí no se pasa nunca y punto. Ni toca ni tocará. No juguemos con lo más sagrado, así huela a estiércol a millones de kilómetros. Y por si cupieran dudas, para algo están los lamelibranquios letrados de la cámara para dictaminar que la figura del padre del Preparao es inviolable. ¿También cuando los trapicheos son posteriores a su abdicación? Incluso después de muerto, si ha menester.
Ante la tozuda evidencia, la tentación es desanimarse. Pero servidor, que tiende a lo práctico, prefiere ver la botella llena por lo menos en un tercio. Nos queda lo simbólico. Imaginar, por ejemplo, lo que al fulano le tiene que haber jodido ver cómo su retrato era expulsado del parlamento de su Navarra foral y española. Eso, como anticipo para barruntar que la Historia no le deparará el tan trabajado papel de heroico conseguidor de la democracia sino el de vulgar choricete de bragueta floja.