La estatua que cambió las fiestas de Laudio

Mañana, 15 de agosto, arrancan las fiestas de Laudio con un estruendoso chupinazo, en un día en el que, hasta hace poco más de un siglo, no se consideraba parte de los sanroques. Y, aunque hoy se desconozca, el cambio de fecha se debe a un monumento: “la estatua del Marqués”, como en el pueblo se conoce.

Y lo traemos al recuerdo porque mañana, se cumplen 110 años del cambio festivo, 110 años desde que se inaugurara una estatua erigida en honor del primero de la saga de los marqueses de Urquijo: Estanislao Urquijo Landaluze (1816-1889), pretendiéndose así conmemorar el 20 aniversario de su fallecimiento. La mandó erigir su sucesor, su sobrino, para ensalzar y dar a conocer las grandes aportaciones que al pueblo de Laudio había hecho aquel hombre de origen campesino y humilde pero que había alcanzado las mayores cotas de poder y riqueza.

No sería casualidad la elección de la fecha ya que Estanislao, aquel primer marques, era de profundísimas convicciones religiosas y había elegido esa jornada en otras ocasiones para inauguraciones de relevancia. Qué día más reseñable y esplendoroso que el de la ascensión de la Virgen María a los cielos…

Estanislao Urquijo Landaluze (1816-1889), primer marqués de Urquijo a quien su sucesor le dedicó la polémica estatua.

Para la inauguración de la estatua, no se escatimó en recursos, con música, actos religiosos y hasta una carrera ciclista. Así se pretendió dar realce a la nueva efigie y al nuevo paseo a lo parisino que presidía, denominándose a partir de ese instante como “el Paseo del Marqués de Urquijo”.

Si bien el 15 de agosto era por su importancia religiosa una fiesta de renombre y celebrada, no será hasta ese año cuando, con la disculpa de la inauguración del monumento, aquella servil corporación presidida por el alcalde Jerónimo Ibarrola —el mismo que diseñó y ordenó construir la actual ermita de San Juan de Larrazabal— incorporase por primera vez dicha fecha como parte del programa de los sanroques. En cualquier caso, todo parecía indicar que era una inclusión coyuntural, provisional.

Pero… entre la población local, no todo eran simpatías con la saga de los marqueses. Parte de aquel Laudio, de gran corte tradicional y carlista, veía en las injerencias del acaudalado personaje una incomodidad que no estaba dispuesta a aguantar. Así, en la Nochevieja de ese mismo año, la estatua sufrió un atentado y, amparados por la oscuridad, algunos le arrancaron la cabeza y la arrojaron a las frías aguas del Nervión. No faltaron las notas de repulsa, la concurrencia de la servil prensa y, cómo no, el voluntario que se prestó a introducirse en la helada corriente para recuperarla.

Tras varios cambios de ubicación, la estatua está hoy en día en el ruinoso edificio del asilo para ancianos que el marqués regaló al pueblo

Buscando la concordia entre los bandos de opinión vecinales (pro y anti marqués) y la del mismo aristócrata con su desapegado pueblo, al año siguiente se invirtió aún más en la fiesta, volviendo a incluirlo en el programa y añadiendo además una esplendorosa comida de hermandad en el Paseo del Marqués de Urquijo, presidida por la estatua ya reparada, y regada por las tradicionales limonadas de garrafa. No faltaron un gran baile y fuegos de artificio. Otro regalo más del magnánimo personaje.

Como parecía surtir el efecto buscado, el marqués siguió apostando por esa celebración, concebida como una dádiva de marca aristocrática hacia el pueblo llano para, sutilmente, ir disipando el rechazo de algunos sectores poblacionales. Y arraigó y se repitió año tras año.

Así es como la fiesta verdadera del día de San Roque y su repetición de Sanrokezar —17 de agosto, incorporada en el XVIII— quedan hoy en un segundo lugar, desplazados. Detalles residuales de aquel desfase de calendario respecto al pasado tradicional es el del grupo Los Arlotes cantando la alborada por las calles del pueblo en la madrugada del día 16, avisando de que empiezan las fiestas… fiestas que para esas alturas ya han provocado más de una dura resaca…

Lo mismo sucede con el grupo Rakatapla, que baja su carroza festiva ese día, el de San Roque, desde barrio de Gardea al centro del pueblo. O, la costumbre aún sostenida por bastantes mayores, de no ponerse el pañuelo festivo hasta ese día 16.

Pero ese recuerdo es algo cada vez más anecdótico y relegado a unas pocas personas. Por eso, desde hace 110 años ya, las fiestas empezarán mañana, día 15 de agosto. Todo por la estatua de un cacique que algunos exaltados decapitaron y arrojaron al río…



Como si de un retablo se tratase, la estatua hace un repaso a las grandes obras realizadas por el marqués. En este caso, la escuela (hoy centro de Formación Profesional Laudioalde Eskola) pública.
Otra de sus grandes obras benéficas fue el Asilo, la residencia para los mayores más desprotegidos del valle. Es en ese edificio, abandonado, en donde en la actualidad se encuentra la estatua.