
Miércoles, 25 de marzo, duodécimo día después del cristo. Lo confieso. Soy una fuera de la ley. En plan El Vaquilla, pero con las greñas más largas. He bajado al súper a comprar unos kiwis y, además de llenar dos bolsas de productos de primerísima necesidad, como donuts, patatas fritas, cacahuetes, galletas de chocolate, aceitunas y todo lo que he pillado con aceite de palma y grasas trans, he comprado un lápiz. Sí, ¿qué pasa?, un lápiz. Staedtler Noris HB2, para más señas. ¡A mí las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado! ¡Que me detengan! Espero un rato con las manos en alto, pero allí no aparece ni un munipa. Deben de estar todos muy ocupados multando a los gilipuertas que en la infancia se perdieron el episodio Dentro y fuera de Epi y Blas. ¡Que lo tenéis en YouTube! «Tú eres El Vaquilla, alegre bandolero», cantaban Los Chichos. Qué tiempos aquellos. Ahora los delincuentes son unos tristes que se recorren Bilbao de punta a punta para comprar una barra de pan.
PD: El lápiz ha sido todo un éxito. El crío ha batido su récord en cautividad: ocho multiplicaciones antes de que anochezca. Mañana me pongo un pasamontañas y bajo a por una goma Milan.