Una bandera en mi ventana

Una bandera en mi ventana. Todavía sin amanecer, antes de salir para ir a trabajar y a la vez que publico este post, he colocado una bandera catalana en la ventana de mi casa para sumarme así a la celebración del 11 de septiembre, el día de Cataluña o, sin más, LA DIADA. Con este pequeño gesto y estas improvisadas y madrugadoras líneas pretendo mostrar mi apoyo, no a favor o en contra de la independencia del pueblo catalán –eso les corresponde decidirlo a ellos–, sino a la LIBERTAD en toda su grandiosidad y al uso de la DEMOCRACIA como hábito saludable de higiene social para participar en nuestros destinos.

Allí tengo buenos y estimados amigos. Independentistas y no independentistas, pero todos deseando dar su opinión, aceptando el reto con nobleza y gran madurez democrática.

Por ello os deseo que todo esto sea una bella historia de amor, y que os seduzcan con caricias, cafés y flores. Pero por nada del mundo os silenciéis ante amenazas de inhabilitaciones, multas astronómicas, encarcelamientos, cuerpos armados revisando imprentas… el miedo, al fin y al cabo, para amedrentar la voluntad de un pueblo.

No se trata de respetar el orden establecido, de guardar mínimamente las formas: se trata de abocaros a un túnel sin salida, de impedir por todos los medios que un pueblo se exprese, ahogándolo.

Clamar a los cuatro vientos que votar con unas papeletas impresas en casa es algo ridículo, algo «antidemocrático» (!!) y sin validez admisible al mismo tiempo que se impide con cuerpos armados y amenazas de aterradores castigos la impresión de dichas papeletas no tiene nombre.

Eso es violencia en el significado más hiriente del término. Y ante ella debemos plantarnos. Por eso he puesto una bandera en mi ventana…

NOTA. Se les olvidó a los tramposos de la democracia que el Quijote también pasó por Cataluña repartiendo sabiduría. Nunca perdáis de vista las sabias enseñanzas de ese loco tan cuerdo.

«La llibertat, Sancho, és un dels dons més preciosos que els cels van donar als homes; els tresors que tanquen la terra i el mar no s’hi poden igualar. PER LA LLIBERTAT, així com per l’honra, PODEM ARRISCAR LA VIDA I L’HEM ARRISCAR

[‘La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: POR LA LIBERTAD, así como por la honra, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA’]

No a las agresiones. Sí a la libertad. Visca Catalunya.
Feliç Diada.

 

 

 

 

 

 

Gracias a tus eskerriks

Cuando en el 1985 escuchábamos a La polla records cantar aquello de «gracias a tus putas gracias empezaron mis desgracias» ni de lejos me imaginaba que tantos años después aquella frase juguetona iba a ser mi mejor recurso para presentar una protesta lingüística. Para dar un puñetazo sobre la mesa e intentar poner las cosas en orden. He dicho.

Como pavos reales, los vascos somos muy dados a desplegar nuestras plumas ante el visitante, a mostrarle de inmediato las credenciales nacionales, para deslumbrarle y a ser posible cegarle, hasta que se muestre rendido y sumiso frente a lo nuestro. Porque nuestra idiosincrasia es lo más de lo más.

Nuestra divina cultura, además, descansa sobre el euskera, la viga maestra de nuestro pueblo, el sancta sanctorum de la vasquidad. Una lengua sublime entre las supremas, etérea, excelsa, sin mancha conocida, idioma que consideramos como el más antiguo de Europa, el que parte de un origen más ignoto, no muy alejado en el tiempo de cuando Eva mordió aquella emponzoñada manzana.

Pero resulta que a estas alturas no sabemos ni dar las gracias en euskera. Y vamos de mal en peor. Casi medio siglo sin que pese prohibición alguna para su uso, tras cuatro décadas de enseñanza a marchas forzadas y de euskaldunización de funcionarios para haber llegado al…

EZKERRIK ASKO. Como veremos a continuación parece más apropiado como planteamiento social que como modo de agradecimiento. Porque esto que tantas veces hemos visto rotulado en supermercados, entidades bancarias, carteles… significa ‘muchas izquierdas’ y no el ‘muchas gracias‘ que podríamos esperar: «ezkerrik asko zure bisitagatik«, ‘muchas izquierdas por su visita’. Qué molón…

Y es que la gratitud se da con ESKERRIK ASKO. Una «s» en vez de una «z«…

Es más. Fijaos si se intuía que en un pueblo de gente torpe como el nuestro se iba a armar la marimorena, que el visionario Sabino Arana ya intentó en 1895 poner en circulación la fórmula ESKARRIK ASKO, para evitar la mezcla entre ezker ‘izquierda’ y esker ‘agradecimiento’ que se veía venir. Porque éramos y somos unos liantes.

La iniciativa tuvo cierta acogida pero no llegó a cuajar del todo. Lógicamente, tampoco fue admitida dentro del euskera unificado o batua por lo que quedó fuera de juego. Y desde entonces luchamos desesperadamente y con poco éxito contra el chirriante ezkerrik asko que, un día sí y otro también, se nos cuela por ahí.

ESKERRIK. Pero lo que ya es una ignominia lingüística, una afrenta contra la que hemos de levantarnos si nos queda algo de amor a nuestro país, es la fórmula muy moderna, muy en boga y muy guay de eskerrik, a secas. Es de desfibrilador a potencia máxima, porque paraliza el corazón.

El final «-ik» de «eskerrik» implica necesariamente algo después, un «asko» ‘muchas’, porque si no, no tiene ni pies ni cabeza.

Proviene de la fórmula —ya en desuso en la lengua diaria— de añadir esa terminación de partitivo antes del «asko». Así, por ejemplo, se decía en Peru Abarka (1802), la que se considera la primera novela en euskera, «Asko da lorik; argitu da eguna» ‘ya hemos dormido mucho; ha clareado el día’. ¿No veis cómo a la palabra «lo» ‘sueño’ le añadimos el «-rik» (lorik) para que pueda fundirse, abrazarse, ayuntarse con «asko» ‘mucho’?

Decir «eskerrik» y nada más, sin el «asko» final, es como si en castellano dijésemos «muchas» omitiendo el «gracias» posterior: una majadería en toda regla.

Algo similar sucede en el francés: «beaucoup de vin» ‘mucho vino’, unido por el «de» ese que hace las funciones de nuestro «-rik». Nunca podríamos decir «beaucoup vin» sin que nos miren como a consagrados borrachos, porque no tiene sentido más allá del Pirineo.

Así es que, pongámonos las pilas y usemos según los casos «eskerrik asko«, «esker mila«, «mila esker«, «esker anitz«, «esker on«, «esker hobe«, «esker izan«, «eskerrik aski» o la opción correcta que nos venga en gana.

Pero, por la diosa Mari de nuestros sacros montes, no me uséis más el insurrecto EZKERRIK ASKO o el infame, grosero y cantamañanas ESKERRIK.

Por favor: poned todo el cariño y mimo que os quede cada vez que hagáis uso de estas formas vascas de gratitud.

En esas andamos aún con el euskera. Como para independizarnos estamos…

NOTA: Ante la tentación de pensar en que el uso de «eskerrik» a secas se trata de una evolución natural de la lengua hemos de apuntar que no es así, ya que ningún vascohablante comete dicho error. Al contrario, es usado en esa forma incorrecta por hablantes no euskaldunes que usan ese término del euskera con una lógica propia de su lengua, el castellano: si «eskerrik asko» es «muchas gracias», entonces «eskerrik» es «gracias». Pero, como decimos, no es algo que afecte al euskera ni que se use dentro en él, por lo que no tiene sentido alguno plantearlo como evolución propia del euskera.

Jose Arrue, Orozkon maitemindu zen artista

Atzokoa, emozioz beteriko eguna izan zen niretzat. Ikusi nuelako azkenik hasiak ginela Jose Arruerekin genuen zorra kitatzen. Abuztuaren azken eguna, Orozkoko sanantolinen abiapuntua hautatu zen Jose Arrue, Blas de Otero idazle paregabearekin batera, pregoilari izendatzeko. Ohorezkoa, hilondokoa, nahi duzuena… baina pregoilaria eta, azken finean, herri oso baten aitortza zintzoa.

Ordubete lehenago, udaletxe eder hartako areto nagusian, udalbatzar berezia egin zen artista horiek biak «Orozkoko adopziozko seme» izendatzeko. «Adopziozkoak» dira «seme kutun» bezalakoak baina herri horretan bertan jaio ez direnen kasuetan. Udal batek aitortu dezakeen goreneko ohorezko izendapena Jose Arruerentzat. Agur eta ohore, beraz. Hortaz nire poz kontrolaezina lerro hauek idazteko orduan.

ZERGATIK ARRUE ETA OROZKO?

Jose Arrue bilbotarra zen jaiotzez, 1885eko irailaren 1. egunean, San Antolin egunaren bezpera urrun batean, ikusi zuelako lehenbiziz munduko argitasuna. Hobeto esanda, abandotarra zen, bost urte beranduagora arte ez zelako «Abandoko errepublika» Bilbon sartu.

Sano ezaguna da, bestetik, Jose Orozkora lehenbiziz hurbiltzeko pasadizo hura. Zekor suhar baten bila ari zen, herri honetakoak zirelako, antza, jenio bizikoenak. Apustu bat zuen tartean, ea zezen-plaza batean toreatzeko gauza izango ote zen. Erronkan nagusitu eta Indautxuko plazan toreatzea lortu zuen 1909 10 17 egunean.

Zekorra, Orozkoko Ibarra auzunerako bidean zegoen landa batean toreatzen zuten. Gero okelarako saldu zioten Gillermo harakinari, Perula Olabarria alkatearen semea zenari.

Horrela ezagutu zuen Arruek Orozko, Luis Mogrobejorekin batera Zubiaurreko Presako etxean egon zelako bizitzen uda hartan, zekorrarekin trebatzen ziren bitartean. Etxe hartan ostatu hartzen zutelako kanpoko bisitariek, XIX. mendeko jauregi hura Orozkoko «hotela» zelako garai haietan. Egungo Burgoskale eta Zubieta kaleak elkartzen diren lekuan zegoen, San Anton baseliza zaharraren parean.

Orozko sano ezberdina zen garai haietan. Baserriko giroa nagusi zen baina, aldi berean, modernitatea zegoen puri-purian, batik bat, Zubiaurren, herrigunean. Horren lekuko, Ferrocarril de Areta a Orozco izeneko diligentzia linea, Orozko Bilbo-Tutera trenarekin, mende berriak eskainitako aurrerapenekin, lotura egiten zuena. Han, Presako ostatu-etxearen aurrean, hartzen zituen bidaiariak zaldi-diligentziak, munduko edozein bazterretara eramateko. Mugarik gabeko garaiak ziren Europa osoan, euforiakoak.

Ordurako, Jose Arrue gaztea izeneko margolaria zen eta Europa osotik ibilia zen arte akademizista astintzen ari ziren abangoardia piktoriko guztiak ezagutzeko eta gertu-gertutik bizitzeko. Aipatzekoa da, Parisko egonaldi ugarietako bat (1905) eta aurten, udako oporrak baliatuta, bisitatzeko aukera izan dudana.

Quartier Latin-en hartu zuen bizilekua Jose, Alberto anai artistarekin batera, Dauphine kaleko 38. etxean. Han egonda, oinez egin nituen ikastera joaten ziren akademiaraino dauden ia kilometro biak. Hantxe, ibilbidearen amaieran, Academie la Grande Chaumiere (1957. urteaz geroztik Charpentier deitua) aurkitu nuen.

Arruetarrak bertaratu ziren garaian erabat iraultzailea zen ikastegi hori. Hiru urte baino ez ziren Martha Steltler fundatu zuenetik, herrialde ezberdinetako izeneko irakasle batzuekin.

Bertan apurtu zen hara arteko irakaskuntza sistemarekin, Arte Ederretakoaren bitartez zituen muga piktorikoekin. Eta Art indépendante-a sortu zen akademia ausartean, mundura zabalduko zena zirimola baten moduan.

Bazekiten beraz arruetarrek zer nahi zuten, ze estilo aurreratuak eraman nahi zituzten Euskal Herrira. Ez ziren beraz baserritarren mundu zaharkitua nola edo hala margotzen zuten pintore bi, ondo formatutako artistak baizik. Modernitatearen betaurrekoez ikusarazi nahi izan ziguten Orozko bezalako herrietan begi-bistan zuten beste garai batekoa zirudien errealitatea.

Erromesak santutegietara hurbiltzen diren moduan egin nuen ibilbide gogoangarria. Lasai, euripean tarteka, bideko arte-galeriak ikusten, behinolako Paris sortzailea arnasten. Banekien, gainera, Paris horri erauzten ari nintzaiola zirkuitu turistikoetatik kanpo zegoen bitxi handia, bihotza arintzen dizuten horietakoa… Chaumiere izenekoa, ‘baserri-etxea’… esanahi egokiagorik Jose Arruerentzat?

Baina utz dezagun Paris urruna Orozko hurrera itzultzeko.

Orozkora etorri zen, bai… eta herri honetako alaba xarmangarri batekin maitemindu zen. Goitik behera, arimatik bihotzera egiazko maitemintzeetan jazotzen den bezala. Segunda Mendizabal Rotaetxe (1892-1978) izan zen bihotza lapurtu ziona, «Patxo Orozko» pilotari ospetsuaren arreba.

 

 

Jose pilotazale amorratua zen eta sarritan joaten zen pilotalekura, frontoira, lagunartean partida bat edo beste jokatzera. Patxo Orozkoren ondoan aritzea ez zen aukera makala…

Baina Patxoren arrebaren begiak lorez betetzen ziren, nahigabean eta ustekabean, kanpotar hura ikusten zuen bakoitzean. Bere bihotzean isiotua zegoen jada amatatu ezin zezakeen maitasunaren sua. Zerbait zuen berezi bisitari hark, auzokoek ez zutena: xarma, kimika, dotorezia, harekin zeraman artea… batek badi, Segunda berak ere ez zuelako jakingo zer gertatzen zitzaion, ikustean ez zela gauza mutil berezi hura bere uneoroko irudimenetik baztertzeko.

Eta ur bila joaten zen, irrikaz, plazan zegoen iturrira. Ahalik eta gehienetan, helburua ondoko pilotalekuan zegoen Jose ikustea zelako. Aitzakia ederra zeharkako bisita haietarako. Y tanto ir el cántaro a la fuente… Arrue ere desarmaturik geratu zen Segunda gaztearen xarmaren aurrean, ezinean, lilurak sorginduta, neskatxa hari eskainiak bere bihotzeko taupada azkar guztiak. Eta ez dakigu zein une ezkutu ederretan, biziarteko maitasuna eskaini zioten elkarri, hainbatetan amestutako lehenengo musua tartean…

Denbora aurrera zihoala, Jose, Segundarekin ez ezik, Orozko herriarekin ere joan zen geroz eta gehiago maitemintzen, bertan aurkitu zuelako joaten ari zen Euskal Herri tradizional haren esentzia, bere arte-lanetarako aspalditik bilatzen ari zen inspirazio-bidea. Horregatik, margo guztiak Orozkoz bete zituen, bere pintura-teknika trebe eta airosa arimadun, bizi eta hilezkor bihurtuta. Ondorioz, nekez interpretatu ahal izango dugu gure euskal margolariaren lana Orozko aipatu barik.

Orozkon ase zuen euskaldunon herria irudikatzeko zuen egarri artistiko eta politikoa. Eta beste inork ez bezala, maisuki batu zituen egoera tradizional idealizatu batzuk bere obretan, ikusteko estreinako euskal entziklopedia modukoa eginda.

25 urte zituela berriz aukeratu zuen Orozko ezkontzeko, eternitatera arteko maitasunari zilegitasuna emateko. Ezin izan zuelako ospakizun horretarako leku ederragorik idealizatu. Sanantolin jai batzuen erdi-erdian, 1910eko irailaren 3 zapatuan… ez da kasualitatea.

Orozkon, zelan ez, jaioko ziren bere alabak. Eta Orozkora itzuli zen familia aterpe bila, I. Mundu Gerrak Parisen bizitzen ari zirela harrapatu zituenean.

Orozko eraman zuen inspirazio iturri eta ikur gisa mundu osotik, bere azken arnasa 1977. urtean bota zuen arte. Beldur barik esan daiteke Jose Arrue dela Orozko herria munduan gehien zabaldu duen pertsona. Paisaia fisikoak eta paisaia humanoak, bietan zelako joria Bizkaiko udalerria.

Poztekoa da, beraz, mende luze bat igarota, berriz piztea sanantolinetan Jose Arrueren eta Orozkoren arteko harreman sentimental hura. Oraingoan, betikoa izatearen esperoan.

ETA ORAIN?
Nik, neure aldetik, ezer gutxi eska dezaket gehitzeko. Pozarren nago egindako omenaldiarekin, nola ez. Agian, zerbait eskatzeagatik, Orozkokoa bezalako aitortza faltan dudala Laudion (bere azken urteak bertan eman zituen) eta Bilbon, bere jaioterrian. Beno… Abando errepublikan, Josek behin eta berriz errepikatzen zuen moduan…

Ondo izan, Jose eta Segunda. Agur eta ohore…

 

 

Cuando los cencerros enmudecen

Bizente Goti, txerrikumeentzako gatzura botatzen askan

Antiguamente, era propio de nuestra cultura vasca el silenciar los cencerros de los animales en señal de duelo por algún fallecido. Se les metía un puñado de hierbas para impedir que aquellas mordaces y parlanchinas lenguas, llamadas en castellano «badajos» y, con más acierto, «mihiak» (‘lenguas’) en euskera, siguiesen alborotando el doloso ambiente.

Se trataba de una muestra de respeto y de presentación de honores por quien se iba a la otra parte. El último abrazo y muestra de afecto que le hacían sus parientes, amigos, ganados o rebaños. Una costumbre que, desde que hemos deshumanizado hasta la misma muerte, ya nadie practica.

El viernes falleció repentinamente Bizente Goti Olabarria, uno de los emblemáticos pastores del macizo de Gorbeia. Y estoy seguro que hoy, si bien no estarán silenciados, sí tocarán a duelo todos los cencerros de aquellos altivos parajes. Y las ovejas estarán quietas, extrañadas, sin comprender qué mensaje les quiere transmitir esa niebla que las envuelve con más dulzura que nunca y que desconsoladamente llora húmeda, como hasta hoy nunca se había visto.

Porque Bizente, como todos sus compañeros de majada, era en esencia un pastor de nieblas.

Cuando lo conocimos hace más de treinta años, por nada del mundo habríamos pensado que aquel hombrachón de pañuelo anudado en la cabeza iba a terminar sus días apocado en una residencia de su Orozko natal.

Quizá por eso su corazón, en un acto de generosidad y valentía, decidió el viernes que era mejor liberarle de su torpe cuerpo para que de nuevo pudiese correr, bailar y saltar entre las amadas behe-lainoak, sus nieblas compañeras de toda la vida.

Yo hacía años que no lo veía. Pero las vivencias con él las tengo marcadas a fuego.

A mediados de los 80 andábamos mi amigo Juanjo Hidalgo [de quien son las fotos de Goti y su rebaño que publico aquí] y yo prácticamente todos los fines de semana en Gorbeia, escudriñando, midiendo y apuntando con gran entusiasmo todo lo que podíamos entresacar de aquel pastoreo que ya intuíamos declinar. Y así conocimos a Bizente Goti.

Fue él quien nos aclaró cuál era la legendaria Austegiarmingo harria (‘la piedra de Austegiarmin’, siendo éste el nombre de la zona pastoril en cuestión),  límite de su majada, y que contaba con leyendas de tesoros enterrados bajo ella. Una gran losa que Barandiaran identificó como una posible tapa de dolmen y que, ya en épocas más modernas, Xabier Peñalver catalogó como probable monolito o menhir prehistórico.

Como aquella ciclópea piedra estaba cubierta en gran parte por tierra, acudimos con unas azadas para limpiarla y demostrar al mundo que sus dimensiones eran realmente mucho mayores que lo que a simple vista se apreciaban, más que las que había publicado el sacerdote de Ataun.

Rápido se corrió entre los pastores —me imagino que con bastante mofa— la voz de que andábamos buscando el tesoro de la leyenda y que decenas de veces se habría intentado localizar antes.

Pero hete aquí que les rompimos los pronósticos. Porque en una oquedad inferior de la piedra localizamos dos botellas de muy buen vino que algún imprudente montañero había escondido allí. A nosotros, que por aquel entonces andábamos sin un clavel para vicios, nos pareció que realmente habíamos encontrado el mejor tesoro.

Y fuimos corriendo a contárselo a Goti que nos vendió un queso con el que hacer el festín de la celebración. Todavía estará maldiciéndonos el insensato que decidió ocultarlas allí.

Luego fueron muchas las conversaciones nocturnas y diurnas con las que Bizente nos instruyó y con las que llenábamos las libretas. Recuerdo ahora con gran cariño aquel zulo del suelo de su txabola del que extraía las frescas botellas de vino. Porque con él, como había sucedido en la Austegiarmingo harria, siempre se encontraban tesoros.

También me gustaría, aprovechando este obituario, traer a la memoria a su hermano mayor, Florencio «el caminero», también pastor en su juventud y hoy asimismo fallecido.

Cuando en 2001 le grabé varias conversaciones con motivo de la recogida de la toponimia de Orozko, hubo un momento en el que me desgarró el alma. Aún lo tengo grabado. Contándome historias de su época de pastor, me relató cómo más de medio siglo atrás se le extravió una oveja en una inesperada tormenta de nieve. La buscó hasta la extenuación. Pero por la mucha nieve acumulada y el serio cariz que tomaba aquella tempestad, renunció a ella aun presintiéndola cerca. Y el animal murió.

Según me lo contaba se puso a llorar desconsoladamente, delante de un desconocido como era yo. Y no pude evitar sumarme a su desdicha y compartir con él unas solidarias lágrimas. Por él y por su amargura enquistada. Y porque fui consciente de que estaba ante la historia más bonita y más cargada de humanidad que jamás iba a recoger en el mundo pastoril de Gorbeia.

No encontraba consuelo pensando en cómo podía haber abandonado a su oveja, sabiendo que no iba a sobrevivir. Y con ese dolor bien presente abandonaría este mundo. Estoy seguro.

Esos eran los pastores de verdad, los que vivían en comunión con su rebaño, los que día a día peleaban con sus miserias, vientos y angustiosas soledades.

Por eso sabemos que la muerte estos días de Bizente supone algo que alcanza más allá que el simple fallecimiento de un pastor. Es el goteo incesante que hace que desaparezca nuestro pastoreo… Quedarán ganaderos de ovejas, sin duda, pero no pastores entendido el término en su más pura esencia.

En este desdichado punto, me gustaría soñar desde aquí abajo con que en los altos prados de Usotegieta, Ipargorta u Oderiaga no resuenen estos días los cencerros. Para poder escuchar mejor las leyendas e historias que susurra el viento y en las que ya cabalga airoso, formando parte de ellas,  nuestro añorado pastor.

Un fuerte abrazo, Bizente, y gracias por indicar a aquellos chavales en dónde se escondían todos aquellos tesoros.

 

Neskatoentzako limonadea. Aurkikuntza baten berri

 

Zenbait egunetan, gertakizunak apropos lerrokatzen direla dirudi, patuaren logikatik haragoko indar batek antolatuko balitu bezala. Atzokoa egun horietako bat izan zen.

GARRAFA-LIMONADA SANTA LUZIAN zelan edaten zen irakurri nuen atzo Leonor Aiestaren kontakizun batean.

Leonor Aiesta Goikoetxea Zeberioko Uriondo auzunean jaio zen 1919. urtean eta hainbat konturen berriemailea da Juan Manuel Etxebarria bere semeak idatzitako azken liburuan: Gorbeia inguruko etno-ipuin eta esaundak-II, Deustuko unibertsitatearen eta Euskaltzaindiaren artean 2016an argitaratua. Bidenabar esango dut liburu-azaleko argazkia nirea dela eta pozarren utzi niola, estimu handian dudalako niretzat lagun eta maisu den zeberioztar hori.

Liburuko kontakizun haietako batean Leonorrek azaldu du nola zetozen aurreko mendearen hasieran, Zeberioko ergoien hartatik Laudion dagoen Ermuko Santa Luzia erromeriara, aspaldi, entzute handikoa, jendetsua. Erdaraz, Santa Lucía del Yermo eta herrian, «la romería los vizcaínos» izengoitiz zen ezaguna, lurralde hartakoak zirelako bisitari gehienak.

Jaian bertan, garrafa-limonada edaten ei zen, ospakizun berezietarako paratzen zen oso edabe preziatu bat eta, egun, zeharo ahaztuta dagoena. Behin egungo grafiara egokitua, hauek dira Leonor Aiestaren hitzok: «Egarria kentzeko, Santa Luziako iturriko ura be edaten genduen, ura hotza, Urkiolako modukoa, eta esaten eudien hagineko mina kentzeko ona zala ahoan. Baina, klaro, tabernea be egoten zan eta ba limonadea be ondo paretan zan. […] Eta gero, esan deutsudana, bazkaria be polita izaten zan, han danok landan oboan-oboan [borobil batean] jarrita maleta sikua [pic-nic, etxetik kanporako janaria] jaten mutilon edariekaz. Neskatoak, en general, limonadea edaten gendun, mutilak e ardaoa botatik [zahatotik]».

Garrafa-limonada, jaietan kontsumitzeko edari izoztu berezia zen eta ardo zuriz, uraz, azukrez eta limoaz egiten zen. Zurezko balde batean [«garrafa»] prestatzen zen, neguan mendietan biltzen zen elurra baliatuz. Santa Luzia inguruan, jardun horretarako elurzulo bat dago.

GARRAFA, SANTA LUZIAKOA. Atzo ere, Ermuko paraje hartara igo nintzen arkeologo batzuekin batera, han Sergio Escribanoren zuzendaritzapean egiten ari diren indusketa arkeologikoak aztertzera eta interpretatzen saiatzera.

Elizan geundela, sarbidetik hurbil, zurezko balde handi bat ikusi nuen, aterki-ontzi moduan erabiltzeko jarria. Gurekin zegoen auzunekoari [Joseba Amondo] harriduraz galdetu nion hartaz eta erantzuna edonor txunditzeko modukoa izan zen: hortik zegoela, nonbait ahaztuta, jakin barik zer edo zertarako zen. Eta duela gutxi bere osabak zaharberritu zuela meza-egunetan, euritako bustiak bertan sartzeko.

Ikusi eta berehala ohartu nintzen balde hori garrafa baten zurezko atala zela. Garrafa zaharra, oraindik engranaje-biraderarik ez zuten garaikoa. Barrunbeak pozaz bete zitzaizkidan, su gabe irakiten jarriak. Hura poza!!!Argazki batzuk atera eta nola ez, letra hauek idazteko hitza eman, haren berri emateko. Noiz eta gaur, Laudioko jaietan Berakatz-eguna ospatzen denean eta, azken hamarkadetako ohiturari jarraiki, asto-gurdi batean garrafa zahar bat eraman denean nahi zuten herritarrei limonada emateko.

Esan bezala, jazoeren aldiberekotasuna susmagarria da gure kasuan: Leonorren oroitzapenak, Ermuko Andra Mari santutegian aurkitutako garrafa atala eta Berakatz-eguneko limonada… Kasualitate gehiegi, ezta? Baietz hortik ibili Santa Luzia, garrafari eragiten, sirin-saran, sirin-saran, sirin-saran

 

¿Cuál es el pañuelo tradicional de nuestras fiestas?

Esa es la pregunta que el otro día me hacía una amiga. Y la respuesta es contundente: ninguno. Ninguno porque dentro del término “tradicional” puede englobarse tal amplitud que carece de sentido siquiera el plantearlo. Por ello, ahí os van estas breves notas.

EL PAÑUELO AZUL DE CUADROS
Para la mayoría de nosotros el pañuelo azul de cuadros es ahora “el pañuelo de toda la vida”. Nada más lejos de la realidad. Recuerdo a mi abuelo materno, de nombre Florencio (Laudio, 1909-2002), reprendiéndome y achacándome cómo se nos ocurría llevar en fiestas el pañuelo de cuadros que ellos lo habían relegado a las fábricas o como mucho la trilla del cereal. Pero jamás para lucir en las fiestas por lo burdos de los mismos. Se enfadaba con mi tozudez, esforzándose en hacer ver a aquel testarudo que tenía enfrente que ir con aquellos pañuelos era como ir a una fiesta o una boda con un buzo de trabajo: no tenía sentido alguno. Y estaba en lo cierto: cualquier persona de cierta edad os lo puede corroborar.

La identificación de «lo vasco y lo popular» con el mahón o azul Bergara es muy moderno. O con el dichoso pañuelito de cuadros. En realidad, su existencia es menor que un siglo y como hemos adelantado es el símbolo de lo moderno, lo fabril. Se introdujo masivamente para la industria y minería y, dado que era resistente, lo adoptó rápidamente la gente del campo y el mundo pesquero para las labores cotidianas.

Por ello, esta vestimenta en origen “para las fábricas” es la que luego identificábamos nosotros con las villas pesqueras (nosotros la llamábamos incluso ropa de “arrantzale” o “arrantzal”) y la copiamos y reprodujimos masivamente en los 70-80, como un acto casi reivindicativo popular frente al franquismo que ya desaparecía y como renacimiento de lo más puramente vasco y vasquista. Era nuestra manera de hacer país. Habíamos encontrado el santo grial textil, la quintaesencia de la tradición vasca… pero que en nuestro entorno nadie había utilizado jamás.

Además, siendo sensatos, nada tenía de vasco porque se usaba y usa en otras comunidades: por ejemplo, en Valencia es el «pañuelo fallero» por excelencia.

Pero daba igual lo que tuviésemos delante de los ojos: no queríamos ver. Nuestro eterno complejo de ser vascos de tercera nos permitía sin rubor alguno renegar de lo nuestro y adoptar lo extraño, abrazándolo como si fuese el oráculo que nos iba a inyectar aquello que nos faltaba. Visto con la perspectiva sosegada que da el tiempo, me ruborizo al comprobar cómo nos pasamos de frenada y cómo adelantamos incluso al Papa en aquello de ser papistas.

EL PAÑUELO DE MIL COLORES
Volviendo a la retahíla de mi abuelo, insistía malhumorado contra nuestra palpable necedad: no era de recibo «bajar a los sanroques» con la ropa de la fábrica.

Recordaba él que, en su juventud, de ponerse algún pañuelo, siempre había sido el más vistoso, sedoso y colorido que les era posible, fuera de cánones estandarizados y con unos altibajos en la moda que tan sólo dependían de la escasa oferta comercial existente. El pañuelo de colores era, según decía, ostentoso, bonito, el ideal “para fardar”. Aquel que todo joven baserritarra codiciaba para exhibirlo en las romerías como un pavo real despliega sus plumas. Todo con el único objetivo final de que alguna muchacha se acercarse a palpar su finura y, de paso, le dedicase una furtiva mirada.

Yo no le hacía mucho caso y seguía en mis trece, defendiendo y enfundando aquella ropa festiva azul, la más vasca de las vascas. Afortunadamente, gente con más conocimientos y sensibilidad que el que esto subscribe se ha encargado en estos últimos años a través de grupos de danzas y fiestas vascas, de «desuniformar» nuestra vestimenta y de desmontar aquel falso vasquismo que habíamos edificado décadas atrás. Y, por suerte, se han recuperado otras prendas que hoy nos resultan más extrañas pero que en realidad son más tradicionales en nuestro pueblo.

Grupo Rakatapla de Laudio, en una imagen de principios del siglo XX. Como puede apreciarse, visten diversos pañuelos de colores y no los azules de cuadros

Observemos en las fotos adjuntas aquellos miembros del primitivo Rakatapla de hace un siglo, músicos o posando frente a aquella carroza y que los laudioarras hemos visto cientos de veces. Con pañuelos festivos de colores y flores… nada de cuadros azules… Lo mismo que el dibujo de José Arrue de romeros bilbaínos entrando a Santa Lucía del Yermo.

Grupo de alegres romeros, supuestamente bilbaínos, llegando a la fiesta de Santa Lucía (Laudio). Los pañuelos son de diversos colores y estampados. Pintura Romería del gran José Arrue

Eran pañuelos de Cachemira, normalmente importados a través de Gran Bretaña, Francia o de las colonias de Filipinas. Es la moda del XIX y que da continuidad a la costumbre sobre todo femenina de cubrirse con un mantón en invierno y vistoso pañuelo en verano, prendas ambas que no podían faltar en la vestimenta ceremonial.
Por el contrario, el uso del pañuelo en los hombres no estaba generalizado.

Carroza festiva del grupo Rakatapla, el más antiguo de los de Laudio. Una vez más, los personajes aparecen ataviados con unos vistosos pañuelos que hoy nos resultan extraños. Foto de las primeras décadas del XX

PAÑUELO ROJO
El pañuelo rojo viene entre otras cosas la admiración hacia los sanfermines y que se convierte en prenda muy vistosa y distintiva entre la gente pudiente, ya que se usaba sobre impoluto blanco, el color más difícil y lujoso. No servía para el trabajo, tan sólo para la distinción, por lo que su uso estaba limitado a familias con recursos y de cierto estatus. En Laudio se difundió su uso mucho con los invitados del palacio del marqués de Urquijo y con la Cofradía en una época en que los sanfermines eran la fiesta por excelencia, la que causaba admiración.

Es ahí cuando las clases populares intentar imitar a los pudientes —en nuestro caso el marqués y todos sus invitados— y se extiende en cierta manera el uso del pañuelo rojo, pero siempre con un toque más «distinguido” o incluso me atrevería a decir que clasista, diferenciado del usado por los baserritarras.

Al parecer, la incorporación del pañuelo, txapela y gerriko rojos sobre pantalón y camisa blancos, tan típicos de los sanfermines y que luego imitamos en tantas poblaciones, son un invento o idealización estética creada por Ignacio Baleztena (1887-1972), el mismo que compuso la canción «Uno de enero, dos de febrero...» sobre la música de la canción popular de Olentzero propia del norte de su territorio navarro. 

Encierro en los sanfermines de principios del XX. No existe aún la ropa tan característica actual, combinando el rojo y el blanco. Tampoco el pañuelo rojo que inventará y pondrá de moda en Pamplona primero y en todo el país después el apasionado sanferminero Ignacio Baleztena (1887-1972).

AUSENCIAS Y PRESENCIAS
Al margen de ello, el uso del pañuelo ha sido una elección más bien personal y, especialmente en el mundo masculino, su uso ha estado muy limitado a ciertas ceremonias más reseñables (danzas…). Es decir: que una vez más la tradición nos dice que no hay nada tradicional. Más bien, lo que vestimos hoy son engendros propios de nuestra imaginación. Por ejemplo, la tan divulgada falda femenina de arrantzale con esos anacrónicos pololos nunca ha existido en el uso popular.

Las modas de los pañuelos o vestimentas festivas las han marcado no el devenir histórico de nuestro pueblo sino el último recurso comercial disponible: era suficiente que atracase en Bilbao un barco procedente de Filipinas para hacer tambalear toda la moda del Señorío.

Afortunadamente, ahora somos más sensatos y libres que dogmáticos en lo que a «vestimenta vasca» se refiere. Incluso existe gran creatividad de nueva moda y los atuendos festivos son ya variados.

Y es que, en esto de las tradiciones, como veis, sólo hay una verdadera: la de que no hay nada tradicional… Sed felices y excedeos, que estamos en las fechas para ello!!!

Murciélagos: los ratones viejos

Puestos a especular y aprovechando el noctambulismo veraniego, se me ocurre la idea de que el apodo de «sagusares» —del euskera «saguzaharrak», ‘murciélagos’— que en castellano se les ha dado a los de Gardea —barrio de Laudio— signifique en realidad ‘trasnochadores’, es decir, un poco ‘golfos’, ‘parranderos’, ya que la palabra «saguzahar», así como la de «mozollo» o «gautxori» tienen ese significado añadido al margen de denominar al animal en cuestión. No olvidemos que, hace un siglo, Gardea y su txakolin eran en toda la comarca centro de peregrinación obligado para todo aquel amante del jolgorio, siempre unido a los bolos, al cantar y el buen comer y beber.

RATONES VIEJOS. Lo que ya no es especulación y sí realidad es la existencia de una creencia general extendida por toda Europa y América según la cual los murciélagos son en realidad unos ratones con muchísimos años, tanto que hasta les han crecido unas alas. Y ahí entronca el significado de nuestro vocablo, ya que «saguzahar» significa literalmente ‘ratón viejo’. Eran además unos animalillos portadores de buena o mala suerte, según las circunstancias.

DIENTES. Por citar un caso, reconforta el recuerdo de una creencia popular vasca, ya casi desconocida, que dice que hay que arrojar el diente caído de los niños a los murciélagos que revolotean mientras se decía «Saguzaharra, eutsi agin zaharra» ‘murciélago, toma mi vieja muela (diente)’. Sin duda, entronca con la costumbre del ratoncito Pérez, etc. en algún punto muy lejano: debemos estar haciendo referencia a las mismas antiquísimas creencias folclóricas y de las que ya hablaremos con más detalle en otra ocasión.

EL MUR CASTELLANO. Para finalizar y como curiosidad, también la palabra murciélago del castellano hace referencia a otra característica de esos animales y de nuevo relacionándolo con la creencia popular de que se trata de un ratón, algo que por si acaso aclaramos que es radicalmente falso. «Murciélago» proviene de «mur» ‘ratón’ y «ciégalo», ambas con origen en el latín «mus-muris» y «ceculum» y que significa, literalmente, ‘ratón cieguito’ (es diminutivo). Sin ir más lejos, el personaje Sancho Panza utiliza en la obra El Quijote (parte II, cap. LV) uno de sus recurrentes refranes con la palabra «mur»: «Lo que has de dar al «mur» dalo al gato», ‘lo que has de dar al ratón, dáselo al gato’, es decir, céntrate en el que te apoya y ayuda, lo que te beneficia, porque te va a solucionar más problemas.

De ahí, de «mur», surgió la palabra genuina del castellano «murciégalo», en desuso aunque admitida y que en una metátesis o salto caprichoso entre dos de sus sonidos consonánticos, la «g» y la «l«, dio el «murciélago» de uso general en la actualidad.

Otra curiosidad añadida a uno de los animalillos más amados y temidos en nuestro panorama cultural tradicional vasco: el saguzahar o murciélago