Cuando paseéis hoy por Gardea

Hoy cuando paseéis por Gardea (Laudio)… os encontréis una curiosa alfombra de pétalos y ramas de “millu” (‘hinojo’) frente a la casa Poletxe. Y quizá os sorprenda…

No es fruto de ninguna locura. Es la gran aportación que anualmente hace una gran mujer, Itziar Letona, para que no se pierda una tradición que antes se llevaba a cabo en todas las casas.

Se debe a que hoy es el Corpus Christi, una fiesta de gran raigambre e importancia en otros tiempos (de ahí el conocido dicho de “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”) pero que dejó de ser festivo como tal en 1989.

La fecha se calcula en función del calendario lunar, siendo por tanto móvil. El mejor “truco” para identificarlo es añadir 60 días al domingo de Resurrección, al domingo de la Semana Santa, y siempre es jueves. Hoy en día, al no ser ya festivo, se celebra el acto religioso en el domingo posterior. En comunidades como Madrid o Castilla-La Mancha así como en numerosos municipios, adoptaron el día de hoy como festividad local para seguir reforzando el poder «intocable» de la Iglesia ya que hubo muchas corrientes críticas internas a la hora de eliminar el carácter de festividad.

Es una fiesta de origen medieval, por cierto, concebida e impulsada de nuevo por otra mujer, Juliana de Cornillon, y celebrada por primera vez en 1246 en Lieja (Bélgica). Con ella se rinde homenaje al cuerpo y sangre de Cristo, es decir al vino y las hostias que, consagradas, reciben en las misas los practicantes que así lo desean. Con ello, se funden los humanos y lo divino, poniéndose «en común», haciéndose uno… de ahí el término comunión.

Pero sin más rollos mañaneros, quedaos con el detalle de las flores en los Caminos Viejos de Gardea, las únicas supervivientes en el naufragio ya irremediable de otra de nuestras costumbres.

Gracias mil, Itziar, por mantener la llama de nuestro pueblo viva. Mujer tenías que ser…

Misterios del cordón de San Blas

A pesar de que ya habían perdido el euskera décadas atrás, se intercambiaban como alegre saludo la frase ritual «Sanblasa agerian!!«, ‘¡el [cordón de] san blas a la vista!‘.

Era la manera de mostrar en comunidad la importancia del cordón de San Blas en aquel Laudio de 1935. Lo sabemos gracias a unas anotaciones manuscritas que José Miguel Barandiaran (antropólogo, etnólogo y arqueólogo vasco: 1889 – 1991), el famoso sacerdote ataundarra, recibió a través de un alumno suyo del seminario tras entrevistarse con los ancianos del lugar: Juan Egia Orue, del caserío Torrejón en Gardea (Laudio). No es la única sorpresa que nos aportan aquellos apuntes que hoy sacamos a la luz.

El cordón de San Blas es un fino cordel de llamativos y variados colores que es bendecido el día del santo (3 de febrero) y se porta atado al cuello durante un período de tiempo para ser finalmente quemado. De hacerlo así, adquiere cualidades sobrenaturales y se convierte en el amuleto perfecto para protegernos de «todos los males de garganta«, sean cuales fueren éstos.

Poco sabemos del porqué de esta costumbre tan arraigada en el occidente vasco pero que, a su vez, es desconocida en la mitad oriental del territorio. Pero el hecho de que nos encontremos en el período de la reactivación de la naturaleza, el que se bendigan alimentos con los que salvaguardarnos con tan solo ingerirlos y que con idéntico fin se protejan los animales de la casa al darles espigas bendecidas, su relación con la llegada de pájaros de buen agüero como la cigüeña, etc. nos hace pensar en un posible origen previo a la cristianización, con raíces más profundas que el relato de que un eremita turco –luego declarado santo por la Iglesia– sanase a un muchacho que tenía una espina en la garganta.

Margarita Basterra Agirre (1928-2021), con sus mostachones y cordones bendecidos, infalibles talismanes para los males de garganta.

DE DÓNDE SURGE
No lo sabemos. Pero dentro de este desconocimiento, se han aventurado diversas especulaciones como que se comenzaría a utilizar en una epidemia en concreto u, otra más curiosa, que sugiere que parte de la bendición tradicional de los alimentos en ese día. Para llevar éstos (rosquillas, etc.) a la iglesia se usarían al parecer cordeles de vistosos colores e incluso alambres. Al llegar de nuevo al hogar, alguien en algún momento de la historia se percataría de que aquellos amarres estaban tan bendecidos como los alimentos mismos. Y por tanto podrían aprovecharse y usarse como protección en vez de tirarlos.

No deja de ser algo aventurado pero sí que encajaría con las notas de Barandiaran que nos dicen que, en el Laudio de hace casi un siglo, «se bendicen además [de los alimentos para personas y ganado y en referencia a los cordones del cuello] toda clase de collares metálicos o de hilo». Metálicos…

Nuria Larrinaga Ortiz muestra los cordones bendecidos para la numerosa familia.

HASTA CUÁNDO LO LLEVAMOS
Tras ser bendecidos en la misa de la festividad de San Blas se anudan en el cuello y no se retiran de él bajo ningún concepto. Pero no nos ponemos de acuerdo en el hasta cuándo.

En amplias zonas de Bizkaia –incluido el gran Bilbao, en donde esta costumbre goza de gran arraigo– suele portarse durante nueve días, lo que se conoce como una «novena» [‘práctica devota, dirigida a Dios, a la Virgen o a los santos, que se ofrece durante nueve días’, según la RAE].

En otros casos, los menos, se lleva durante una semana o incluso sin ninguna duración determinada.

Por el contrario, la práctica totalidad de los cordones-collares en Laudio, Enkarterri, Okondo, Orozko, Amurrrio… se retiran el Miércoles de Ceniza –los más rigurosos, al comenzar ese día, noche de martes de Carnaval– es decir, el inicio de un período de penitencias y recogimiento conocido como Cuaresma. Y, más que retirar, han de quemarse para recordárnos lo efímera que es la existencia humana.

Mi madre por ejemplo, siempre recuerda haberlo hecho en el fuego bajo, en la noche que media entre el martes de carnaval y el Miércoles de Ceniza. En nuestra misma cuadrilla de amigos lo hemos quemado varios años a la media noche del último día de carnaval, en la puerta de un conocido bar por el que andábamos gozando de la noche festiva.

Este calendario móvil plantea situaciones curiosas ya que en unos años llevaremos el cordón durante mucho tiempo y en otros, muy poco. Hay incluso casos extremos en que sólo se lleve un día por caer el Miércoles de Ceniza en el día 4 de febrero. Eso sucedió en 1573, 1668, 1761 y 1818, y ocurrirá de nuevo en 2285: creo que no lo veremos.

Por el contrario, en años como el 1546, 1641, 1736, 1886 y 1943 así como en el futuro 2038, será cuando más días llevemos el cordón al cuello, ya que el Miércoles de Ceniza será el 10 de marzo: un total de 35 ó 36 días en función de que febrero sea bisiesto o no. Un lío…

Cordones de San Blas rodean entrañables dibujos de José Arrue (1885-1977)

Como vemos, la fecha de la quema del cordón ha sido motivo de grandes corrientes del «pensamiento popular», con apasionadas discusiones como si nos fuese la vida en ello. Por el contrario, aquel informante de Laudio no tuvo reparos en declarar al sacerdote etnógrafo que «se acostumbra llevarlos al menos una semana o hasta el sábado siguiente o bien todo el año hasta el siguiente año». Y no era alguien extravagante sino una persona que había buscado los informantes idóneos para recabar las respuestas al cuestionario etnográfico, conocedores de las costumbres populares antiguas del pueblo.

En otro lugar de sus apuntes [también de 1935 y con un informante local de nombre Daniel Isusi, también alumno suyo en el seminario] añade que los cordones estarán «…atados al cuello de cada uno de la familia. Lo han de llevar hasta el año siguiente». Añadiendo a continuación que «en caso de que a alguno se le rompiese en el transcurso del año, lo lanzará instantáneamente al fuego, después de hacer la señal de la cruz».

Un año al cuello… Y, sin embargo, hoy nos choca. Y aquello que antes debía ser normal hoy parece motivo de herejía.

Así las cosas, opino que esa rigidez en la fechas ha de ser moderna y, si bien su origen puede ser más antiguo, se generalizarían en el uso con la excesiva clericalización que la sociedad sufrió durante el franquismo. Y cuidado con la memoria, que es traicionera…

El harri-jasotzaile –ya retirado– Venancio Ussia, con el cordón benefactor al cuello.

LA OBLIGADA QUEMA
El acto de quemar el cordón era en sí tan importante como el de su bendición inicial ya que, sin el uno o el otro, carecería de poderes benefactores para la salud de la garganta. Hoy es algo que se ha olvidado y que pocos practicamos. Por eso invito a recuperarlo, especialmente si hay niños/as de por medio, ya que la incorporación del fuego dotará a todo ello de un halo de magia hechizante.

El cordón, en el momento previo a ser incinerado

Solía recogerse entre los dedos y, tras hacer una oración o santiguarse con él, se arrojaba al fuego, el elemento purificador por excelencia. A partir de ahí comenzaba a reinar la renuncia, la oscuridad, la mortificación del cuerpo… propios de la Cuaresma. Un período duro, temido e incluso odiado.

Por ello estoy seguro de que, hasta el mayor de los beatos, soñaría con que aquello finalizase cuanto antes y que llegase un nuevo año para poder saludarse airosos por la calle con aquel “sanblasa agerian!” que indicaba que nos iba más el carnaval que la cuaresma, la fiesta que la penitencia y la felicidad que la tristeza. Sanblasa agerian… orain eta beti. Izan zaitezte zoriontsu.

Anexo con las notas textuales tomadas por J. M. Barandiaran el 1 de enero de 1935:

«2 de febrero, San Blas
Bendición de objetos comestibles que se supone tienen eficacia contra las enfermedades, tanto en las personas como en los animales domésticos, principalmente el vacuno.
Consistía en pan, naranjas, galletas, espigas (enteras siempre) de maíz, etc.
Cuando enferma algún animal, se le administran. No existe para este caso ninguna fórmula ritual.
Se bendicen además toda clase de collares metálicos o de hilo. Se acostumbra llevarlos al menos una semana o hasta el sábado siguiente o bien todo el año hasta el siguiente año. 
Se les atribuye alguna eficacia como amuleto, creyéndose que al que los lleve no le atacará "ningún mal de garganta".
Es corriente entre erdaldunes la frase euskerica "SAN BLASA AGIRIAN" ('el san blas a la vista') cuando por algún motivo se deja ver.
NB: estas prácticas están en uso solamente en los caseríos»

Txoriak zain ditugunean

Gaurko egunean –urtarrilak 17, San Anton– hain bizi neketsua zeramaten gure mandoek eta astoek ez zuten zamarik eraman behar, euren jaieguna zelako. Eta ondo errespetatzen zuten hori gure baserritarrek.

Idiak eta behiak aske zebiltzan egun markatu hartan, larreetan bazkatzen, gurdiari edo goldeari lotu gabe, alaiki ospa zezaten hain egun loriatsua. Ardiek ere opari berezia zuten eta urte osoan eraman beharreko arran ederrak gaurko egunean bedeinkatzen ziren: horrelako kutuna saman eramanda, zeri izango zioten beldur, zein hodei ausartuko zen artaldeari kalte egiten?

Ikuiluan, aparteko janaria ematen zitzaien abereei eta, areago oraindik, hainbat otamen gizakiokin partekatu. Lagun zuten San Anton etxeko animaliek, beti zegoelako zutaberen batean bere irudi bat iltzatuta.

Entzutekoak izango ziren, bestetik, gaurko eguna urratzeko oilarrek joko zituzten kukurrukuak, pozarren zeudelako ikusita euren maitaleak, oilo jasankorrak, arrautzak erruten hasiak zirela, inoiz baino maiztasun eta kopuru handiagoan, beti zeruko argiari begira. «Por San Antón, huevos al montón» esaera, haren lekuko eztabaidaezina.

Azkenik, duela ia mende bateko galdeketa etnografikoetan jaso bezala, gure arbasoek laztantzen zituztela makeren –ama izandako txerriak– sabelak, titiak batez ere, errapeak, hortik ateratzen zen oparotasuna eta euren ahalegina eskertu nahi zizkietelako.

Eta maitekiro hitz egiten zieten bitartean, ferekak luzatzen zizkieten, ahal zituzten berba goxoenekin nahastuta.

Ez naiz ni fededuna eta ez da nire asmoa gaur den egunean inongo eremita baten heriotza oroitzea. Baina bai ahaleginduko naiz arimaz eta gorputzaz gaurko eguna apartekoa, berezia, izan dadin.

Lanean sartu aurretik (7:30) kaleko txoriei jana ipiniko diet eta gurasoen etxera hurbilduko naiz, sutondoan eta haiek ohartu barik, atzo txerrikiz paratu nuen lapikotxo bat uzteko, opari. Haiei ere naizen guztia zor diedalako. Sarri ahaztua dugun arren, pertsonak ere animaliak garelako.

Eta gero eguerdian, behin lanetik itzulita, etxekookin jango dugu lapiko horren beste guztia, ahal dela, ardotxo on batekin lagunduta.

Batez ere gure alabatxoak ikus dezan egun guztiak ez direla berdinak gure etxean. Bihotzean barneratu dezan mezu hau: gaurko eguna suposatzen duen guztia gozatu eta kontuan izan barik… ez dugula gure etxean, Euskal Herrian, bizi nahi.

Beno, utziko zaituztet, goizaldeko ordu ilun hauetarako zain izango ditudalako kaleko txoriak, irrikan, euren zaindariari kantari hasteko. Gora gaurko eguna, gora San Anton eta gora gu garena.

Artikulu guztiak

Zein da gaiztoa?

Zer erantzun ez zekitela geratu ziren. Eta berriz itaundu ziotenean ez zuen dudarik egin: «Ea hauetatik zein den animalia gaiztoa?!» erantzun zuen ozenago oraindik.

Nire alabatxoa izan zen, duela aste bi inguru, jaiotzei buruzko erakusketa bat ikusten geundela. Aurrean, Erdi Aroko jaiotza baten erreprodukzio artistiko bat genuen, mandoaren eta idiaren buruak ageri-agerian.

Azalpenak ematen ari zen Xabier Santxotena eta gurekin zeuden gainerako bisitariak, kanpotarrak, harrituta geratu ziren ez zutelako galdera «ezegoki» haren zergatia ulertzen. Eta, lotsagorritu samar, taldean aurreratu nintzen eta, atzamar akusatzailea ateraz irudiko abere baten aurpegia seinalatu nuen: «Hauxe da gaiztoa: mando bihurria…». Ustekabean, saltsa ederrean sarturik nengoen eta ordurako ez zegoen atzera egiterik.

Jarraian eta arineketan –bisitaren erritmoa ez oztopatzeko– azaldu nien guztiei seguruenik bere amamak –nire amak– kontatuko ziola umeari, beti atso-ipuinekin dabilelako, esamesaka: mandoa gaizki portatu zen jaungoikoarekin eta horregatik zigortua bizi da, kumeak eduki ezinean. Nire inguruan, sinesmen eta kondaira horiek ezagun samarrak dira, arruntak, baina ez seguruenik hiritarrentzat. Horregatik kontatuko dizuet, denboraren poderioak ahanztura kolektiboan barreiatu baino lehen.

Dakizuenez, mandoak astarren [asto ar] eta behorren arteko kumeak dira: zaldi eta astemeen artekoak ere badira baina ez ditugu hain arruntak. Eta naturaren kontrako gurutzatzea izateagatik –espezie ezberdin bi– normalean antzuak izaten dira eta ezin dute ondorengorik izan.

Arrazoia kromosoma kopuruetan dago (behorrek 64 eta astoek 62) baina herri-kulturak beste azalpen bat bilatu zion, erlijioari lotua noski, ahalik eta sinesgarritasun gehien emateko, ahalik eta zalantza gutxien pizteko. Nire amak oraindik hala dela sutsuki defendatzen du. Agian egoskorkeria horretarako arrazoi bakarra da ez diola muzin egin nahi iraganari, ez duela ume garai goxoetan ikasitakoa betiko atzean utzi nahi. Susmatuko duelako horri uko egiten dionean bere zikloa itxita egongo dela… Neuk ere, horrela segitzea nahiago dut.

Edonola, honela kontatu digu hamaika mila bider: Jesus, Betleemgo estalpe edo harpe batean jaio zen eta, negua zenez, hotzak jota zegoen. Sehaska, bertan gerizaturik zeuden animalientzako ganbela batean egin zuten nola edo hala Mariak eta Josek.

Bertako animaliek antzematean, aurrean zutena pertsona ez ezik jaungoikoa ere bazela, beroa ematera eta gurtzera hurbildu zitzaizkion.

Mandoa eta idia ziren. Eta idiak, prestutasun eta noblezia osoarekin, bere hatsaz berotu zuen umea. Eta irri egin zion, eskerturik: nahikoa idi guztiak betiko bedeinkatzeko. Mandoa, ordea, maltzurkiago jokatu zuen eta, aurrean janaria izanda ezin izan zion tentazioari eutsi eta umearen ohea ziren lasto batzuk jan zituen. Eta horregatik, babes hori kenduta, umea hoztu zen. Jaungoikoak mandoaren portaera gaitzesgarria ikusi zuela hura zigortzea erabaki zuen eta «animalia madarikatua izango zara eta zuk eta zure ondorengoek ez duzue kumerik izango» esan ei zion. Hitz zehatz horiekin kontatzen du nire amak: halaxe esan omen zion Jaungoikoak, hitz bat bera ere aldatu barik… Eta hor hartu zuten patua: geroztik eta madarikazio horren ondorioz, antzuak dira mandoak.

Luze hitz egin genezake kontu honetaz baina lehenik eta behin argitu behar da Biblian ez direla inon ere aipatzen mando eta idia Jesusen ondoan. Geroago txertatutako zerbait da, beraz. Kristauen aita-santuak ere hala zela aitortu zuen duela gutxi eta sekulako matxinada egon zen bere mendekoen artean: fededunek kondaira nahiago zuten errealitatea baino. Nola izango zen, bada, erlijiodunak baldin badira!! Baina itzul gaitezen galdutako bidera.

Historian atzera eginda, ohartuko gara lehenbiziko jaiotzen irudikapenetan idia eta astoa presente daudela, marraztuta. Eta hainbat tokitan oraindik uste izaten da astoa zela Jesukristorekin zegoen animalia eta ez mandoa. Hau guztia, testamentu zaharreko Isaias profetaren hitz batzuekin lotzen delako: «Ezagutzen du idiak bere jabea eta astoak bere jabearen ganbela; baina Israelek ez du ulertzen: nire herriak ez du adimenik». Baina askoz zaharragoa da Jesusen jaiotza (Testamentu berria) baino.

Beste batzuek gizarterako animalia eredugarri bezala interpretatu dituzte: mandoa –oraingoa bai, mandoa eta ez astoa– eta idia dira gizakiok gaizkien tratatzen ditugun animaliak eta bizitzan pairatu besterik ez dute egiten, batere plazer unerik gozatu gabe. Baina gero jaungoikoak sarituko zituen, hautatu zituelako munduko gainerako animalien artetik bere etorreraren lekukoak izateko, Betleemgo estalpean. Eta horrek irakaspena dakar: gizakiok apalki jasan behar ditugula bizitzako oinazeak, amaieran jaungoikoak eskertuko digulako eta bere ondoan edukiko gaituelako. Boteretsuak jasan eta iraultzarik ez, beraz.

Amaitzeko, hona nire interpretazioa. Jaiotzak, ezagun den moduan, 1200. urteaz geroztik hasi ziren egiten, San Frantzisko Asiskoaren ekimenez. Eta berehala hedatu ziren mundu osotik. Erdi Aroko mende haietan bereziki obsesionaturik zegoen Eliza haragizko bekatuekin. Eta sexuarekin edo okelarekin berarekin –sexurako eragilea zelako– zerikusia zuen guztia debekatzen edo ezabatzen zuten. Garai haietan, Gabonetako janarian ere aplikatzen zen eta ezin zitekeen animalia-haragirik jan, ezta arrainena ere, sexuaren bekatura bideratzen gintuelako. Sexua, haragia… deabruak galbidean barrena gu eramateko amarruak zirelako.

Horrexegatik, Gabonak, purutasun gehienaz inguratu behar zen unea zen. Eta ideia hori islatu nahi izan zen jaiotzetan, sortu ziren garaiari dagokion bezala. Orduan, animalia asexuatu bi jarri ziren, bata zikiratua eta bestea antzua. Tentaziorako zirrikiturik gabe, unibertsoko piztia eta etxabere guztien artetik, bekatutik urrunen zeuden animaliak.

Eta zergatik bata bedeinkatua eta bestea madarikatua? Lehena gure kulturaren abere totemikoa izan delako: gogora dezagun aldareetan ere gurtzen zirela idi buruak, «taurobolio» izenekoak. Urrutira joan barik, Amurrioko Elexazar aztarnategian Juanjo Hidalgo nire lagunak aurkitutakoa. Oso barneraturik zeuden behi-aziendak herri-sinesmenetan, haren kontra egin ahal izateko.

Eta mandoa… baliagarria bada ere, naturaren kontrakoa da, ez jaungoikoak sortua, sexu harreman zikin eta degeneratu baten ondoriokoa… Nola ez zuen Elizak txartzat? Mandoentzat ez dugu inoiz hitz ederrik izan…

Interpretazio zital haien ondorioz, mando gizajoak beti izan dira gaizki tratatuak gure kulturan. Horregatik lehengo egunean alabak «zein da gaiztoa?» galdetu zuenean Jesus umea bera seinalatzear egon nintzen… eta nire atzamarra bere aurpegiaren aurrean jarriz mendetako bidegabekeria salatu. Baina ez dakit zein puntutaraino den hori justizia edo heresia. Eta seguru ez zela zalantza hori planteatzeko unerik egokiena: bi milatik gora jaiotza zeuden niri begira eta gainera… Gabonetan gaude!: aintza eta gloria gure gehiegikeriei.

Txantxangorriak eta gure zoriontasuna

Según las creencias populares vascas es a partir de hoy, 11 de noviembre, San Martín, cuando comienzan a dejarse ver y cantar como nunca los petirrojos. Son asimismo son portadores de la buena suerte y la abundancia. Era tan arraigada la devoción pagana que les rendíamos que hasta la Iglesia tuvo que generar unas serie de relatos legendarios para hacerlo suyo e integrarlo disimulado dentro de su credo. Tampoco ningún otro animal ha sido usado como símbolo «de lo nuestro» por los vascos como el petirrojo. Algo hay…

Euskal lexikoari erreparatuta, badirudi behialako euskaldunentzat urtaro bi baino ez zeudela: uda eta negua. Uda, naturak bizipoza nabarmentzen zuen tartea zen, luzea, argiari lotua eta bere iraupen luzeagatik, barne-zatiketa bat onartzen zuena: hastapenari «udaberria» esaten zitzaion eta amaierari «udagoiena» edo «udazkena».

Bestalde, negua genuen urtaro laburrena, iluna, bizitzarik gabekoa, «beste parteko» izaki maltzurren indarraldia, heriotzaren erresuma. Negu hura, zantzu guztien arabera, oraingo egunotan hasten zen, urri-azaro bitarte honetan: San Simon eta San Juda egunean herri-tradizioaren arabera, arimen gaua (Halloween), gaztainen jaiak, gaurko San Martin… dena da bat, dena dago loturik.

Baina, aldi berean, heriotza nagusi zuten garai hartan, euskaldunon biziraupenerako esperantza guztiak biltzen zituzten haziak ereiten ziren. Harrezkero, patua aldeko izatea besterik ez zen behar: ezinbestez, «azaro, azaro, erein eta itxaro» dio herri-esaera zaharrak, etsia hartuta.

Une horretantxe, zortea gurekin edonola aliatu behar genuenean, augurio oneko adierazleak agertzen ziren… los pájaros de buen agüero, «zori onak», zoriona… Gure alde eduki behar genituen, zaindu, poztu, haiek zekartelako guk behar genuen esperantza.

Eta txori horien artetik esanguratsuena txindorra da, gure txantxangorria, euskaldunok horrenbeste miretsi izan dugun txoritxoa, nekatu arte «geurearen» ikurtzat erabili izan duguna. Azkena, Euskararen txantxangorria mega kanpaina instituzionala.

Zer dela eta hain guretar eta barneraturik sentitzea? Ba, gure arbaso urrun haien ikuspegitik «zeruak» –ezezagunak, gizakiaz gaindiko ahalmenek– bidaltzen zizkielako txindorrak. Gaur egun badugu azalpen zientifikoa: behin neguko hotzak iritsita txori horiek migratzen dute Ipar Europatik gure latitudeko lurretara. Orduan, bat egiten dute hemen bizi direnekin eta kanpotik datozenek.

Eta euren txorrotxio ederrak inoiz baino gehiago hasiko gara entzuten oraingo egunotan. Ornitologoek ondo dakite norberaren lurraldea babesteko jartzen direla kantari, lur espazio horrek jabea duela adierazteko bestelako txindor arrotzei. Baina lehengo gizakiek interpretatzen zuten zortea zekartela eta harekin batera bizia gozagarriagoa bihurtzeko egiten zizuztela abesti paregabe haiek.

Nire eskualdean, «matxin» edo «matxintxu» esaten zaie txindorrei. Baita erdaraz ere: «anda un matxintxu sin parar de cantar». Ez diegu sekula ere «petirrojo» edo antzekorik entzungo baserritarrei. Dakigunez, matxin «Martin» pertsona-izenaren euskal hipokoristikoa da, lagunartean edo familian erabiltzeko aldakia.

Baliteke bestalde «matxin» izendapen horrek zerikusi zuzena izatea San Martin egunarekin, azaroak 11, tradizioz, egun horren inguruan hasten direlako gure artean ugaltzen (Ipar Europatik datozelako txoriok) eta suharki kantatzen. Beste aukera etimologiko bat da, aspaldiko burdinolekin lotzea, olagizonek «matxin» goitizena ei zutelako. Euren txioek antza handia dute langile haien mailukaden soinuarekin. Arrazoi beragatik, txan-txan-txan egiten dutelako, hartuko zuten «txantxangorri» izena. Bizkaian erabiltzen den «txindor» hitzak, aldiz, bular gorriarekin du zerikusia «begitxindor», «txondor» eta antzekoen antzaz. Eta oraindik ere badira bestelako izenak: papargorri, labe-txori…

Txori hau ondasun- eta oparotasun-eramaile moduan hartzea zaharra izango da Euskal Herriko kulturan, oso. Gerora kristautasunak bereganatu –desjabetu– zuen eta herri-sinesmenak bere estetikara egokitu zituen. Nire etxean, esate baterako, beti kontatu izan digute txepetxak kaka egin zuela Jesukristoren gurutzean –txepetxa txori mota bat da, zoritxarraren adierazlea–  eta txantxangorriak garbitu, bere kidearekin haserre jarri eta guzti. Geroztik bata madarikatua bizi da gauza txarrak bereganatzen eta, bestea, gure txindorra, bedeinkatua, eta ondasuna ekartzen digu gizakioi. Zeresanik ez, ez da horrelakorik aipatzen Biblian, nire amak behin eta berriz –hari lehenagokoek egin zioten moduan– ziurtatuko didan arren.

Beste noizbait entzun izan dut, Jesusi buru-koroako arantzak kendu zizkiola mokoka edota bere bularraren kolorea Jesusen odolak eman ziola, hilzorian zela gurutzean, tanta bat erori zitzaiola, han, bere ondoan, kanturik goxoenez mina arindu nahi zionean. Geroztik bedeinkatuena da txantxangorria txori guztien artetik.

Jesusen odolaren tantaren uste hori berori ere, ezaguna da oso Ingalaterrako folklorean. Han baserritarrek gogotsu zaintzen dituzte gure txindorrak eta oso ohikoa da haientzako janaria jartzea lorategi eta baratzetan. Ipar Europan, bestetik, uste izaten zen ume hildakoen gorpuak estaltzen zituztela papargorriek, hoztu ez zitezen, behin beste mundura joanda. Bestetik, Europako beste herri batzuen sinesmenen arabera, purgatorioan zeuden arimak salbatzera joan ohi zen gure txoritxoa. Eta behin bularra erre zuen infernuko sugarrez: geroztik du gorri-gorria, gizaki hilkorroi gogorarazteko zenbateraino arriskatu zuen gugatik, arimak gaitzetik libratzeko.

Ez da kasualitatea, bestalde, txiroen alde borrokatu zuen iheslari legendarioak «Robin Hood» izena hartzea, ‘basoko txantxangorria’ hain zuzen ere.

Azkenik, txindorra Gabonen ikurra da hainbat herrialdetan berarengan bat egiten dutelako oparotasun nahiak eta neguak, hots, Gabonen jatorria.

Egin diezaiegun bada ongietorri aparta aste honetatik aurrera zoriontasuna ekartzera iritsiko zaizkigun txindorrei, sekula ere ahaztu barik zer suposatu izan duten gure kulturan. Matxintxuk txan-txan-txan… zoriontsu egin gaitzan.

 

 

Culto y honra a nuestros muertos

Al margen de la conocida visita a los cementerios, diversos eran los rituales que, en torno a la festividad de Todos los Santos y Día de las Ánimas (1 y 2 de noviembre respectivamente) se han llevado a cabo en nuestros pueblos. Costumbres tradicionales que desaparecieron paulatinamente tras los acuerdos adoptados por el Concilio Vaticano II (1962-1965), punto de inflexión en la modernización de la Iglesia y sus liturgias.

Por ello, son costumbres que resultan cercanas y familiares a la gente de cierta edad y, a su vez, arcaicas y estéticamente tenebrosas para los más jóvenes.

No vamos a hacer ninguna exposición exhaustiva del tema de la muerte y su culto porque es en extremo rico, diverso y complejo. Pero sí vamos a rememorar en unas rápidas pinceladas algunas costumbres cercanas.

SEPULTURA EN LA IGLESIA
Los enterramientos dentro de las iglesias se generalizaron en el País Vasco durante los siglos XIII y XIV y la práctica perduró hasta finales del siglo XVIII. Está costumbre quedó prohibida por Carlos III, para evitar pestes y malos olores en los templos.

Sin embargo, a pesar de no contar con muertos presentes que llorar, se continuó «montando la sepultura», aquella especie de altar familiar, en los suelos de los templos, sobre aquellos antepasados a los cuales se negaban a olvidar.
Cada familia tenía su sepultura marcada en el suelo de la iglesia. Era conocida como “jarleku” (yarleku) y era la prolongación de la casa humana dentro de la casa de Dios. Era, por otra parte, la familia la posesora del derecho a sepultura.

Hasta mediados de los 60 del siglo pasado se mantuvo la costumbre de velar la sepultura, una labor que siempre era asumida por la mujer, bien por herencia directa, bien por haberse casado y, por tanto, haber entroncado con la casa del esposo a la que ya se debía en el ámbito de los difuntos.

La sepultura consistía en una mantilla de tela y dos candeleros. En mi familia y entorno se distinguen perfectamente entre candeleros (una sola vela) y candelabros (varias velas). Sólo se usan los primeros para este ritual. El conjunto se completaba con un reclinatorio –una especie de silla apta para arrodillarse– que hacía más fácil el rezo, arrodilladas frente a los antepasados. Posa para la imagen mi tía Ana Mari (Laudio, 1934), en la iglesia parroquial de Arrankudiaga en donde, por haberse casado en aquel pueblo, heredó la responsabilidad de la sepultura.

ARGIZARI-OHOLAK
El significado de «argizaiola« es el de «argizari-oholak«, ‘tablas para la cera’. La cera o cerillas, eran una especie de cordones de cera, con su mecha y que, normalmente enrollados en unas tablas de diversas formas, se colocaban el día de los difuntos sobre la sepultura para ofrendarles luz, la guía de las almas.

Había que ir girándolas según se consumía la cerilla y no ha sido extraño que en un descuido ardiesen. Hoy en día sólo pueden observarse en uso días como Todos los Santos en Amezketa, Zerain… (Gipuzkoa) en donde las mujeres mayores del pueblo encienden esas preciosas tablillas a la vez que hacen la ofrenda de alguna moneda sobre los difuntos que bajo esas luces reposan. Antaño era costumbre poner también alimentos, a modo de ofrenda, algo que hacía las delicias de los sacerdotes ya que eran ellos quienes luego lo comían.

ARGIA
La luz de las velas ha sido la mejor manera de encaminar el alma de los difuntos para su reencuentro con los vivos. O incluso para viajar a la eternidad. De ahí que días como el de los difuntos fuese costumbre encender una vela en alguna ventana del caserío, para indicar a las ánimas de la familia por dónde entrar para fundirse con esa familia que con una mezcla de alegría y temor espera la visita. Hasta se les reservaba un plato o alimento en la mesa.

Y es que los fallecidos eran difuntos (fallecidos pero a su vez presentes) mientras alguien los tuviese en el recuerdo. Es decir, no se acababan de marchar definitivamente de nuestro entorno. Por eso no es extraño que, en casos como por ejemplo Laudio, los cargos municipales elegidos sobre los muertos el día de San Miguel, jurasen sus cargos de nuevo sobre los vigilantes antepasados, a los que no se podía deshonrar por temor a sus reprimendas.

En la imagen, ritual de la vela en la ventana con una recreación en la que posa magistralmente Jasone Uriondo (una buena y paciente amiga de Orozko), en una imagen con extraordinaria belleza expresiva.

LIMBOS
También es Jasone Uriondo la que, ataviada con mantilla y ropa de luto de época, posó para la fotografía en el limbo de Sagarminaga (Orozko). Estos lugares son algo sorprendente y estremecedor a su vez. Y de un modo milagroso se han mantenido en la memoria de algunos pocos mayores de Orozko. Lo trataremos en otra ocasión con más detenimiento. Eran unos pequeños terrenos circulares en los que se enterraban aquellos bebés que habían fallecido sin bautizar y, por tanto, no podían ser inhumados en el interior de las iglesias. En otros lugares eran enterrados bajo el alero de la casa, envueltos en tejas que simbolizaban el hogar, algo que no hemos constatado en esta zona. Sí, por el contrario, el enterramiento en estos limbos. En la fotografía, el limbo de Sagarminaga (Orozko).

REFLEXIÓN
El modo de tratar a los difuntos como si estuviesen presentes, con esa «no ruptura» de vínculos, hacía sin duda más llevadero el duelo y la pérdida de un ser querido. Hoy en día, por el contrario, resulta más dramático y brusco al saber que de un día para otro se pierde el ser querido.

Como hemos dicho al principio, el mundo de la muerte es realmente complejo. Hoy hemos dado unas simples pinceladas, esperando haceros rememorar rituales no tan lejanos. Un saludo y felices días de Todos los Santos y de Ánimas.

 

 

Acabo de escuchar al kuku

Kuku

En un paseo matinal por el monte, entre chubasco y chubasco, acabo de escuchar al cuco o cuquillo o, como lo llamamos en casa, el kuku. Y, como acontecimiento alegre que es, no puedo evitar publicar esta breve nota antes de ducharme.

En mi entorno familiar siempre se ha dicho que su aparición viene de la mano de la Virgen de Marzo (día 25) y así nos lo recordaban con el dicho «Finales de marzo, primeros de abril, si no ha venido ya ha de venir», si bien la experiencia me dice que es difícil escucharlo antes de entrar en abril. Curiosamente desde muy pequeño comencé a anotar, no sé por qué, la fecha en la que por primera vez escuchaba al kuku. 

También en casa damos por hecho que permanecerá junto a nosotros hasta el día de San Pedro, 29 de junio, para emprender el viaje “a otra parte”.

Kuku kumea

Conocemos hasta ciertos detalles de esa partida: a cualquier baserritarra de mi comarca (Laudio, Aiaraldea) que le preguntemos nos contestará sin dudar que primero vuela hacia Murueta —un barrio de Orozko, Bizkaia—, y allí come o merienda —según versiones— para recargar fuerzas antes de emprender ese fatigoso vuelo hacia nadie sabe dónde. Recordemos que en Murueta se celebran las fiestas de San Pedro con gran prodigalidad y renombre.

El saber popular de nuestros pueblos vecinos ha recogido muy bien esa cita del calendario: «Sanjoanetan kuku, sanpedroetan mutu» (‘por San Juan aún canta el cuco mientras que para San Pedro enmudece’).

Es curioso el caso del kuku… Por su proceder pérfido, impostor y embustero —engaña a otras aves en la cría de sus polluelos—, debería ser la más odiada y despreciada de las aves. Sin embargo, nunca escucharemos que alguien ha matado un ejemplar. Eso se debe a que es un ave migratoria y por ello desde muy antiguo, quizá desde la misma Prehistoria, está considera como anunciadora de la bonanza en lo climatológico, fertilidad de los campos, etc. Propiciadora de la vida, al fin y al cabo.

Esta ave representa en cierto modo la eternidad, a través de repetición incesante de ciclos anuales. Hasta hace bien poco el escuchar el primer canto del cuco se interpretaba en nuestro pueblo —y otros, ¡claro!— como que una persona o animal enfermo había superado su crisis de salud, prolongando la vida durante al menos un año más. Seguro que a más de uno le suena esto al leerlo…

Tampoco estará muy alejado de este concepto el uso de la figura del cuco en los relojes centroeuropeos, especialmente los suizos.

Parecido trato de favor, comprensión y afecto reciben otras aves migratorias por parte de nuestra población rural: las golondrinas o cigüeñas que, a pesar de poder ser muy molestas en ocasiones, jamás serán molestadas o maltratadas por un baserritarra. Ello se debe a su carácter casi divino o, mejor dicho, celestial ya que en la creencia popular acuden cada primavera «desde el cielo».

Así, no es extraño que la referencia de la llegada de estas aves migratorias se haya usado para forjar el término «zoriona« (‘felicidad’): txori + ona ‘buen ave, pájaro de buen agüero’.

Es más y por rizar el rizo: no es que se pensase que esas aves acudían animadas por la mejoría del tiempo en primavera —la realidad— sino que eran ellas mismas las que traían consigo ese período de bienestar, luz y calidez. De ahí que se las relacione con la abundancia y fertilidad: el dinero en el bolsillo al escuchar el cuco, los bebés de las cigüeñas… o que, por ejemplo, en la cultura vasca las golondrinas sean tenidas como «las aves de Dios» por lo que nunca se las perturbaba.

Elaiak

Por cierto, que a mí el canto del kuku me ha pillado con la cartera medianamente llena, lo que presupone que, según las creencias populares, voy a gozar de un año sin estrecheces económicas. De nuevo ligado a la prosperidad y felicidad.

Para acabar, citemos también que la llegada del kuku suponía el más duro espacio del año,  el período primaveral de hambruna, con las reservas esquilmadas a pesar de estar viendo un campo que prometía mucho pero cuyos frutos aún no se podían gozar: «Kukua etorri, gosea etorri; kukua joan, gosea joan» (‘con la llegada del cuco llega el hambre, con la marcha del cuco marcha el hambre’).
Cuco-cantando
Pues nada. Recibamos como se merece al cuco, cuclillo o, sin más, «kuku» como en nuestra casa, vuestra casa, lo conocemos. Ese pájaro tan querido, a pesar de ser un truhan, bribón, vago, malandrín y sinvergüenza como ningún otro. Aquí está de nuevo entre nosotros, en otro ciclo, cargado de bondad y buenos augurios para los humanos y de perversidad y cara dura para las aves.

Y a la ducha… que me estoy quedando helado…