¡San Mamés, beti gurekin!

Decir Agur San Mamés es algo realmente difícil después de haber vivido en él todo lo que hemos vivido. En mi caso son 40 años de partidos y anécdotas. Pero visto lo visto, da igual que sean 20, 40 años o sólo unos meses de vivencias. El sentimiento es lo que importa y cómo lo vive cada uno.

Agur, tras 100 años
Agur, tras 100 años

 

Ayer se volvió a demostrar que ese amor, esa pasión descontrolada, que se ha esparcido por San Mamés desde su primer partido, seguirá vivo en el nuevo campo, porque somos nosotros los portadores del espíritu rojiblanco. Desde el niño de meses, hasta el anciano de 94 años, todos estuvimos anoche unidos y sintiendo la misma pasión. Da igual que seamos de Rosario, de Lepe, de Roma, de Bilbao (centro centro), o de Singapur. Si alguien ha tenido la suerte de recibir esa pasión, que cada uno la ha recibido de distintas procedencias (en mi caso de mi padre), y la ha tomado como suya, es imposible que ayer no se le conmoviera hasta el último gramo de su cuerpo. E imposible, a su vez, que no quiera transmitírsela a los que tenga a su lado (a mis hijos, que son ya tan athletizales o más que yo)

La salida de los ex jugadores y ex entrenadores, seguro que no se le hizo a nadie larga. Todos importantes, todos de la misma familia. Según de la generación que seamos cada uno, más contentos al ver a los que fueron nuestros primeros ídolos, pero sin olvidar a todos y hasta el último de ellos. E incluso, aunque no fueran de los que vimos jugar primero… ¡Qué emoción ver salir a Iriondo, con sus 94 años! ¡A José María Maguregi (casi 90) ayudado de las muletas! Buf…

Mané, Clemente, Irureta, Maguregi, Iribar, Iriondo, Koldo Aguirre...
Mané, Clemente, Irureta, Maguregi, Iribar, Iriondo, Koldo Aguirre…

El partido posterior era en realidad lo de menos, aunque me gustó que fuese una selección de Bizkaia, porque así es seguro que los que estaban en el campo estaban casi tan emocionados o más que los que estábamos en la grada o en casa. Algunos, muchos, ex jugadores del Athletic: Carlos Merino, Urko Vera, Koikili (me encantó como jugó), Tarantino, Vilarchao… Otros que igual vienen: Etxeita, Beñat,… Muchos de ellos socios del club y entre ellos uno de los más felices, el que va a pasar a la historia por ser jugador que metió el último gol en La Catedral, Alain Arroyo. Ahí es nada.

Y llegó el momento sorpresa más agradable de todos, la salida final de los grandes capitanes. Orbaiz, que nos hace pensar que quizá es su pequeña despedida por no haberla tenido oficial, pero ya al salir Julen, el delirio, Andrinua, Dani (mi Dani) primer jugador y casi único al que pedí un autógrafo allá por los 70. (Buf… su lesión se me atragantó y me está doliendo todavía). Y como traca final… El Chopo. Si alguien no estaba llorando ya, supongo que eso fue el motivo definitivo para no poder controlar las lágrimas. Mientras, el público en comunión perfecta, “Julen, Julen”, “Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo… Como Iribar no hay ninguno”.

Todos disfrutando del momento. Mikel Rico, dijo al final del partido que había sido increíble. Que cuando chutó Guerrero había intentado apartarse pero que el balón le dio. Y que instintivamente le salió el ir a pedirle disculpas por haber parado el tiro (otro del Athletic). Si llega a entrar… si llega a entrar… hubiese sido casi como su cuarto gol al Osasuna en aquella famosa remontada (4-3, otro momento mágico). Si llega a entrar… se cae el campo sin necesidad de grúas.

El espectáculo siguiente fue en la misma línea, de muchísima calidad con luces, fuegos, y un vídeo precioso en el que también se seguían recordando momentos inolvidables, entre los que distinguí un par de goles de nuestras leonas Nerea Onaindia y Eva Ferreira, conseguidos en San Mamés y que precedieron a alguno de sus títulos (lunar que le pongo a la Junta Directiva por no estar las neskas en la fiesta). Imágenes antiguas mezcladas con recientes en las que todos nos reconocemos y nos situamos, que provocaron lágrimas, congoja, aplausos o gritos del público improvisados, pero que salían todos del corazón. Como el reconocimiento a Bielsa que partió de esos cantos unánimes de “Bielsa, Bielsa” y “Bielsa, quédate”, que demostraron que le consideramos uno de los nuestros. Cantos o mejor rugidos que no salían sólo de los fondos (como han dicho que ha ocurrido en otros partidos), sino de todos los corazones rojiblancos, que le devuelven a Bielsa un poco de lo que él nos ha dado. Gracias. Eskerrik Asko!

Y para acabar, copiaré a un amigo que ha dicho, que ayer, toda la despedida le confirmó que esas teorías que suponen que los objetos se impregnan de la energía de las personas que los poseen, son totalmente ciertas. Y en el nuevo San Mamés esa energía de los que lo habitarán será la misma o mayor que la anterior, porque todo es cuestión de sentimiento, y el sentimiento rojiblanco es una cosa que no morirá jamás. Perdurará para siempre como nuestro amor al Athletic.

¡Aupa Athletic!