Agur a otro hincha del Athletic

Seguramente éste es el comentario más difícil que he escrito porque es sobre mi padre, Valentin Iriarte Gómez, fallecido la semana pasada. Alguna vez he confesado que la culpa de mi locura por el Athletic es suya y que le estoy muy agradecida, porque ¡bendita locura! Mi padre siempre ha estado relacionado con el deporte. Desde crió jugaba al futbol y lo hizo en varios equipos (muchas veces acompañado de su hermano Iñaki): el Lagun Beti, el Acero, el Juventus, el Indautxu, el Moraza, el Trueba de Espinosa de los Monteros,… seguro que me dejo algunos. Pudo haber jugado en el Athletic pero su padre no le dejó porque eran tiempos duros y tenía que trabajar para ayudar a la familia. Lo que son las cosas… ahora si jugases en el Athletic ayudarías a tu familia y a las siguientes generaciones. Antes… no te daba ni para que viviera tu propia familia. Lo que sí que jugó fue en el Athletic veteranos durante seis o siete años porque había jugado con los jugadores rojiblancos en otros equipos.

Valen agachado, agarrando del hombro a Jose Luis Arteche (Foto: Cecilio hijo)
Valen agachado, agarrando del hombro a Jose Luis Arteche (Foto: Cecilio hijo)
Así que yo me crié viendo partidos y fotos suyas con Zarra, Iriondo, Eneko Arieta, Orue, Artetxe, Maguregui, Panizo, Piru Gainza, Garai, Etura, Koldo Aguirre, Gorostiza, Rentería, … y muchos otros que se me olvidan. Con los que jugaba y de los que era amigo. Y si algo era mi padre era amigo de sus amigos. De hecho mis padrinos eran Eneko Arieta, Arieta I, y su mujer Begoña, muy amigos de mis padres en aquella época. Así, era francamente difícil que no me gustase el fútbol o que no fuese del Athletic. Mi padre hizo que yo creciese entre Garellano, Mallona, Olaveaga, San Mamés, Artxanda,… ¡La de fútbol que podíamos ver! Además no sólo fue jugador, era de los que se implicaba y acababa en directivas. Llegó a ser presidente del Moraza, varios años, donde se dio la curiosidad de que era jugador y presidente a la vez.
En el banquillo de San Mamés durante una final de la Copa Vizcaya, siendo presidente del Moraza (el de la izquierda)
En el banquillo de San Mamés durante una final de la Copa Vizcaya, siendo presidente del Moraza (el de la izquierda)
Así mismo, era presidente de honor del Indautxu, nombramiento que le hicieron después de ser presidente del club durante la época dorada de este equipo, cuando estaba en Segunda División. Y como historia que siempre le gustaba contarnos estaba, que la iluminación que aún hoy en día se conserva en la estación de Garellano, la consiguió él, no sin esfuerzo, cuando era presidente. Dicha iluminación para la época era una de las mejores del país, dentro de los campos de fútbol. Pues bueno era él, de Bilbao centro centro, consiguiendo lo mejor de lo mejor para su Indautxu. Así que siempre que paso por ahí y veo las torretas de focos me acuerdo de él.
Su curriculum deportivo se completa con su presencia en las directivas del Casco Viejo de Bilbao de Hockey sobre hielo, y su presidencia en el Vizcaya Hockey Club (cambia el nombre pero era el mismo equipo), con el que se consiguieron muchos títulos de Liga y de Copa.
De presidente con el equipo en la pista de hielo de Nogaro
De presidente con el equipo en la pista de hielo de Nogaro
Por cierto, una de estos títulos de Copa el equipo lo logró en Barcelona, precisamente “robándosela” al anfitrión, el Barça, que era uno de los mejores y por supuesto, el favorito para hacerse con el título, por jugar en su casa. A ver si es premonitorio, y este año logramos lo mismo en el Camp Nou.
Mi padre, más de Bilbao que las baldosas, nos pidió que echásemos sus cenizas en el Pagasarri. ¡Cómo no! Así que para acabar con una nota de humor, como a él le gustaba, ya que siempre estaba contando chistes, os diré que si alguna vez vais al Pagasarri y oís: “¡Cuidado, que me estás pisando!”, pensad que seguramente será Valentín Iriarte que estará ahí arriba, descansando, con sus amigos, y contándoles chistes, mientras ven a su Indautxu, a su Begoña, a su Acero, y por supuesto a su Athletic, jugar y convertirse de nuevo este año, en campeón de Copa. ¡Qué así sea!
Goian bego!

¡San Mamés, beti gurekin!

Decir Agur San Mamés es algo realmente difícil después de haber vivido en él todo lo que hemos vivido. En mi caso son 40 años de partidos y anécdotas. Pero visto lo visto, da igual que sean 20, 40 años o sólo unos meses de vivencias. El sentimiento es lo que importa y cómo lo vive cada uno.

Agur, tras 100 años
Agur, tras 100 años

 

Ayer se volvió a demostrar que ese amor, esa pasión descontrolada, que se ha esparcido por San Mamés desde su primer partido, seguirá vivo en el nuevo campo, porque somos nosotros los portadores del espíritu rojiblanco. Desde el niño de meses, hasta el anciano de 94 años, todos estuvimos anoche unidos y sintiendo la misma pasión. Da igual que seamos de Rosario, de Lepe, de Roma, de Bilbao (centro centro), o de Singapur. Si alguien ha tenido la suerte de recibir esa pasión, que cada uno la ha recibido de distintas procedencias (en mi caso de mi padre), y la ha tomado como suya, es imposible que ayer no se le conmoviera hasta el último gramo de su cuerpo. E imposible, a su vez, que no quiera transmitírsela a los que tenga a su lado (a mis hijos, que son ya tan athletizales o más que yo)

La salida de los ex jugadores y ex entrenadores, seguro que no se le hizo a nadie larga. Todos importantes, todos de la misma familia. Según de la generación que seamos cada uno, más contentos al ver a los que fueron nuestros primeros ídolos, pero sin olvidar a todos y hasta el último de ellos. E incluso, aunque no fueran de los que vimos jugar primero… ¡Qué emoción ver salir a Iriondo, con sus 94 años! ¡A José María Maguregi (casi 90) ayudado de las muletas! Buf…

Mané, Clemente, Irureta, Maguregi, Iribar, Iriondo, Koldo Aguirre...
Mané, Clemente, Irureta, Maguregi, Iribar, Iriondo, Koldo Aguirre…

El partido posterior era en realidad lo de menos, aunque me gustó que fuese una selección de Bizkaia, porque así es seguro que los que estaban en el campo estaban casi tan emocionados o más que los que estábamos en la grada o en casa. Algunos, muchos, ex jugadores del Athletic: Carlos Merino, Urko Vera, Koikili (me encantó como jugó), Tarantino, Vilarchao… Otros que igual vienen: Etxeita, Beñat,… Muchos de ellos socios del club y entre ellos uno de los más felices, el que va a pasar a la historia por ser jugador que metió el último gol en La Catedral, Alain Arroyo. Ahí es nada.

Y llegó el momento sorpresa más agradable de todos, la salida final de los grandes capitanes. Orbaiz, que nos hace pensar que quizá es su pequeña despedida por no haberla tenido oficial, pero ya al salir Julen, el delirio, Andrinua, Dani (mi Dani) primer jugador y casi único al que pedí un autógrafo allá por los 70. (Buf… su lesión se me atragantó y me está doliendo todavía). Y como traca final… El Chopo. Si alguien no estaba llorando ya, supongo que eso fue el motivo definitivo para no poder controlar las lágrimas. Mientras, el público en comunión perfecta, “Julen, Julen”, “Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo… Como Iribar no hay ninguno”.

Todos disfrutando del momento. Mikel Rico, dijo al final del partido que había sido increíble. Que cuando chutó Guerrero había intentado apartarse pero que el balón le dio. Y que instintivamente le salió el ir a pedirle disculpas por haber parado el tiro (otro del Athletic). Si llega a entrar… si llega a entrar… hubiese sido casi como su cuarto gol al Osasuna en aquella famosa remontada (4-3, otro momento mágico). Si llega a entrar… se cae el campo sin necesidad de grúas.

El espectáculo siguiente fue en la misma línea, de muchísima calidad con luces, fuegos, y un vídeo precioso en el que también se seguían recordando momentos inolvidables, entre los que distinguí un par de goles de nuestras leonas Nerea Onaindia y Eva Ferreira, conseguidos en San Mamés y que precedieron a alguno de sus títulos (lunar que le pongo a la Junta Directiva por no estar las neskas en la fiesta). Imágenes antiguas mezcladas con recientes en las que todos nos reconocemos y nos situamos, que provocaron lágrimas, congoja, aplausos o gritos del público improvisados, pero que salían todos del corazón. Como el reconocimiento a Bielsa que partió de esos cantos unánimes de “Bielsa, Bielsa” y “Bielsa, quédate”, que demostraron que le consideramos uno de los nuestros. Cantos o mejor rugidos que no salían sólo de los fondos (como han dicho que ha ocurrido en otros partidos), sino de todos los corazones rojiblancos, que le devuelven a Bielsa un poco de lo que él nos ha dado. Gracias. Eskerrik Asko!

Y para acabar, copiaré a un amigo que ha dicho, que ayer, toda la despedida le confirmó que esas teorías que suponen que los objetos se impregnan de la energía de las personas que los poseen, son totalmente ciertas. Y en el nuevo San Mamés esa energía de los que lo habitarán será la misma o mayor que la anterior, porque todo es cuestión de sentimiento, y el sentimiento rojiblanco es una cosa que no morirá jamás. Perdurará para siempre como nuestro amor al Athletic.

¡Aupa Athletic!