Félix Mugurutza. Blogger revelación de Deia.com con «El Arca De No Sé«
A Félix Mugurutza (Laudio, 1965) le costó dar el “sí” a su blog en DEIA, pero confiesa que luego le ha dado varias satisfacciones, la última, su reconocimiento como blogger revelación de nuestra blogosfera. Antes de empezar la entrevista este filólogo reconoce que le va a costar mantener en secreto el premio hasta que se haga público.
Sin duda, eres el blogger revelación de Deia.com en 2017, y lo eres entre otros motivos por la caña que das a los que usamos mal algunas muletillas entre el euskera y el castellano, ¿servirá este premio para que nos perdones?
– Me da hasta rubor contestarte a la pregunta porque nunca es mi intención ir dando clases de nada a nadie, sino de hacer sentir las cosas, para gozarlas y no sufrirlas. De todas formas, sí que es cierto que el idioma es uno de nuestros grandes patrimonios, una interesante herencia que no la podemos malgastar de cualquier manera. No todo da igual. No es lo mismo un bocadillo de mortadela que un plato en el que hemos invertido media mañana para su elaboración. No, hay que activar el cariño y el respeto y, sobre todo, el placer. También a la hora de escribir y expresarnos.
Los vascos nos mostramos muy orgullosos de nuestro pasado pero leyendo tu blog uno tiene la sensación de que es un ignorante. ¿Creemos que sabemos más que lo que realmente conocemos?
– No. Saber, sabemos ahora más que nunca: basta con sacar nuestro móvil del bolsillo para conocer al instante el resultado de un partido en Luxemburgo. Pero igual de cierto es que en dos generaciones vamos a perder todo aquel legado que durante siglos acumularon y transmitieron nuestros antepasados. Sobre todo, la manera de sentir las cosas, el goce de sentir la tierra que nos vio nacer. Hay gente a la que le da igual todo esto, pero no a mí. No quiero batir un récord subiendo una montaña sino pararme en su ladera y comer tranquilo un trozo de queso con vino de la bota. Personalmente, me planto con manifiesta rebeldía frente a ese olvido porque no quiero romper mis vínculos con lo que somos. No me interesa vivir en un cuerpo musculoso y de piel tersa si ello supone que, como pago, tengo que descuidar el alma. Me pongo poético: sin alma no somos, se mire como se mire y, yo al menos, quiero ser.
Pero el tiempo para formarnos es limitado. ¿Están reñidos el saber universal y el saber de lo que nos es propio? ¿Tenemos que elegir?
– Ahora estamos locos con el acceso al conocimiento universal que las redes nos han facilitado y andamos desaforados. En realidad, no es muy diferente a cuando los niños abren los regalos en Navidad. Pero pronto llegará el hastío y nos daremos cuenta de que la caja de cartón es siempre el mejor juguete, y de que lo nuestro, lo más humilde y cercano, es lo que realmente nos hace feliz. Dentro de medio siglo añoraremos las castañas asadas compradas en la calle, camino a casa. O un queso de oveja de verdad. ¡Y contaremos eufóricos a los más jóvenes cómo eran aquellas txapelas y que conocimos gente que había hecho carbón!
¿Cuál ha sido la pregunta que te ha dejado a ti sin palabras, en la que has tenido que responder: “Pues no lo sé”?
– Más que una respuesta quizá sea una anécdota: tengo una hija pequeña a la que le he robado bastante tiempo. Me mira extrañada porque siempre estoy con algo, para lo bueno o para lo malo. En cierta ocasión me preguntó por qué hacía todos esos trabajos y no estaba jugando con ella. Aparte de no saber qué contestarle me rompió el corazón. Espero que algún día sea ella quien encuentre esa respuesta que para mí es imposible, y que sepa ser generosa y me lo perdone.
¿Móvil u ordenador?
– Los dos. Pero como soy muy callejero, móvil.
La App que más usas es…
– WhatsApp y Facebook.
¿Cuál es la primera página que abres en el navegador?
– Google.
¿Recuerdas tu primer post?
– No. Soy un poco bohemio.
¿Qué haces cuando no posteas?
– Da para todo: esa es la esencia de la vida.