¿Y por qué tengo que estar contra alguna?

No entiendo el debate ni el momento de lanzarlo, la verdad. ¿Por qué tenemos que elegir entre las energías renovables y la nuclear? ¿No puede esta última ayudarnos a sostener el sistema en una Euskadi, una Europa y un mundo completamente electrificado o camino de ello? Ojalá, como afirma Pedro Sánchez, llegue pronto el día en el que las energías verdes sean la única opción, pero eso, sencillamente, hoy no es verdad. ¿Cómo van a cargar el móvil quienes le hacen retuit con fruición o mandan por WhatsApp los brindis al sol de la misma Bildu que ahora tiene que desdecirse de sus críticas a los parques eólicos y solares?

Explíquese

Esto tendrán que explicarlo muy bien porque, si no, la tentación de exigir una expropiación va a ser irresistible: “Red Eléctrica repartió 5.400 millones de euros en dividendos en la última década” (Público). Esos dividendos salen de las facturas de todas y de todos, y de las empresas, de nuestro consumo y nuestra cuenta corriente. Lo mínimo exigible es que una parte muy importante de los ingresos en un bien de primera necesidad como es la luz vaya destinada a la reinversión, al mantenimiento y a la mejora, a la previsión para que no haya caídas globales ni locales (ahí está Karrantza) que nos generen pérdidas. Ni de tiempo.

Corto

“Alvise, condenado a pagar 20.000 euros a Ábalos por vulnerar su derecho al honor”, leo en The Objective, y pienso: “Igual se queda un poco corto”. Porque Alvise Pérez montó un partido político y ganó un escaño (ganó tres, pero ahora su compañera y compañero de listas van de digna y digno) para eso: para aforarse y para poder pagar las multas con tranquilidad. El ex ministro le pedía 50.000, pero un juzgado de Primera Instancia de Madrid ha considerado que no era para tanto, aunque así leído lo parezca: “Intromisión ilegítima en sus derechos fundamentales al honor y a la propia imagen por la divulgación de texto y fotografías” en X.

El mundo no es suyo

Donald Trump es el enemigo, porque es un tipo peligroso y por todo lo que representa: el ultrarrico que sabe aprovecharse del cabreo de la gente sin que le importen las personas, y que cree que todo tiene un precio. “Nunca digas nunca” (El Imparcial), respondió Trump a Mark Carney, cuando este expresó algo tan obvio como que “Canadá no está en venta”. En la misma comparecencia, Trump presumió de estar llenando de oro el despacho oval (esto es literal), mientras su gobierno ha pegado tijeretazos sin piedad y planea atacar ahora a la sanidad pública. Por eso también es el enemigo.

Novia, vale, ¿pero Dios?

Me gustó mucho ‘Her’. Me pareció plausible, además, que en una sociedad que empuja a los seres humanos a aislarse (dejemos de prestar atención, por favor, a esos influencers que viven como mendigos por mucho que ellos lo llamen “viajar solo en una furgoneta que yo mismo he camperizado”), alguien acabe estableciendo un vínculo con una inteligencia artificial (sobre todo, si tiene la voz de Scarlett Johansson). Pero lo de “tener delirios espirituales en torno a ChatGPT y otros chatbots” (Genbeta) me parece un exceso, por mucho que nos revelen el camino. Ahora que lo he leído, no dejo de pensar en la tabarra del “IAnimismo”.

Pero sigue siendo el rey…

“El Supremo blinda a Juan Carlos de Borbón para que no pueda ser procesado por delitos contra Hacienda” (Público). En concreto, “la inadmisión del Supremo cierra la puerta definitivamente a que puedan investigarse judicialmente los presuntos delitos fiscales cometidos por el anterior monarca cuando, tras su abdicación, en 2014, perdió la inviolabilidad”. Lo normal, vamos. El mismo TS que anula la transferencia de la competencia para homologar títulos universitarios extranjeros en Euskadi. Y el mismo tribunal que avala las sentencias que consideran discriminatoria la exigencia del euskera. ¿Alguien se sorprende?

Cuando votas por las risas

“Los dos eurodiputados de Se Acabó la Fiesta rompen con Alvise y se declaran independientes”, leo en El Imparcial. Por supuesto, no dejan el escaño y, bien pensado, mejor que no lo hagan: ¿quién les sustituiría? ¿Alguien más afín al jefe? En cualquier caso, el daño ya está hecho: no vamos a recuperar el dineral que nos cuestan Nora Junco y Diego Solier, que le reían las gracias a Alvise Pérez, que le jaleaban, animaban y aplaudían, que pensaban como él cuando formaron la agrupación que les ha llevado a Bruselas y Estrasburgo. ¿Qué van a defender ahora? ¿A qué van a dedicarse? Esto es lo que pasa cuando votas por las risas.

Y cuando votas con rabia

Donald Trump no puede seducirte con sus discursos ni con sus ideas. Donald Trump solo puede seducirte porque le crees capaz de cualquier barbaridad y lo que quieres es, precisamente, eso: que salte todo por los aires, que se jodan Europa, las personas inmigrantes, quien no tenga un seguro privado de salud y las y los que tenemos cuidado de escribir sin invisibilizar a nadie. Lo cierto es que había tanta gente cabreada (y sobre esto habrá que reflexionar) que el republicano arrasó y ahora tiene vía libre para sus barbaridades: “Reabrir Alcatraz como pretende Donald Trump cuesta mil millones de dólares” (El Economista).

Otra reflexión

Luca de Meo echa mucho morro a sus argumentos sobre por qué sucede esto que denuncia: “Hoy, uno de mis obreros no se puede comprar un coche nuevo, ni un Dacia” (Híbridos y Eléctricos). El consejero delegado de Grupo Renault señala a las regulaciones, pero no dice nada, sorprendentemente, del precio base de los vehículos, que es el primer elemento que valora una o un potencial comprador. Tampoco explica por qué cada grupo e incluso cada marca están desarrollando una tecnología, o cómo China, también con las obligaciones de la Unión, consigue vender más que EE.UU. y Europa, juntos.

¿Y luego, qué?

David Broncano se desinfla y, por muy bueno que sea, Andreu Buenafuente siempre se dirigirá a un público no mayoritario. Así que esta RTVE que tira la casa por la ventana como si no costase ha apostado por valores seguros: María Patiño y Belén Esteban. Son muchas las crónicas que encontramos ayer sobre el estreno de ‘La Familia de la Tele’, la mayoría despreciaban su 9%, salvo algún digital muy escorado al socialismo, que lo aplaudía. Entre todos, el texto más divertido seguramente sea el de Óscar Rus en El Independiente, que define el programa como “un cruce de universos curioso y más difícil de explicar que el de Marvel”.

Gobernar para los ricos

Cuando “Trump promete ahora una reducción ‘casi total’ del impuesto a la renta gracias a los aranceles” (El Independiente), quienes más se alegran son los más ricos. Es decir, sus amigos, sus colaboradores, la gente que puso la millonada que su maquinaria populista necesitaba para funcionar y arrasar en las elecciones. El mismo populismo que gasta cuando afirma que “las más beneficiadas serán las personas que ganen menos de 200.000 dólares al año”. Cualquiera sabe que eso es mentira y que señalarlo es una obligación. Esas son sus cartas, nosotros tenemos las nuestras para defendernos.

Lo estamos haciendo mal

Nuestra civilización camina hacia el abismo, la principal señal es que los más ricos son los más mezquinos. No hacen falta grandes ideas, solo es necesario egoísmo a paladas para triunfar. Bernie Sanders, una de las voces más lúcidas de EE.UU. hoy, y que mantiene una interesante actividad diaria en Bluesky, ha mostrado un gráfico en el que se ve cómo avanza en su país la concentración de riqueza: hoy el propietario de una empresa gana 354 veces más que sus empleados. En los 90 el sueldo medio de un CEO multiplicaba por 155 el de la media de las personas trabajadoras. No falta dinero, sobran los idiotas.

No podemos permitirlo

Ese es el escenario: Trump gobierna para los ricos y estos cada vez acaparan más riqueza. Debemos poner freno a esta tendencia porque la supervivencia de nuestra civilización depende de ello. No estoy exagerando, estoy dejándolo claro. También en Bluesky, el periodista Javier Espinosa enlaza informaciones muy interesantes, como que la expansión de la ideología MAGA (“Make America Great Again”), o lo que es lo mismo: el populismo de ricos sin vergüenza, no es una casualidad o una consecuencia, sino parte de un plan. Farage en el Reino Unido o Simion en Rumanía son los que lo han dicho en voz alta, pero no son los únicos.

También es populismo

La ley de vivienda española fue una ley electoralista. Esto hay que decirlo alto y claro. Y la mejor muestra es la decisión de ERC: votó a favor antes de las elecciones, junto a los partidos del gobierno y Bildu, por supuesto, y después de la campaña la recurrió por invasión competencial. El populismo que acompaña a la norma hace que cada logro momentáneo sea celebrado como si la visión global no obligase a reflexionar: “Limitar el precio del alquiler ha bajado los precios en Cataluña. Pero tenía un problema que ya sabíamos y que se ha confirmado: cada vez hay menos viviendas disponibles” (El Blog Salmón).

Vergüencita

Escribía ayer que Pablo Iglesias tenía pinta de tipo insoportable, de esos que dicen que se apartan pero siempre están. De esos que, además, montan negocios con sus amigos y luego piden a sus mujeres que se impliquen porque, oye, el dinero era de los dos. Esto lo escribe Raquel Marcos en Bluesky, poco sospechosa de ser nacionalista y conservadora, sobre Irene Montero: “Siendo eurodiputada y futura candidata a la presidencia del gobierno es un poco bochornoso pedir dinero para el negocio particular de tu marido y mezclarlo además con la lucha antifascista, antirracista y feminista. Que estás pidiendo pasta para ampliar un bar”.

Es una oportunidad, no un regalo

La crisis provocada por el corte en el suministro eléctrico del lunes ha generado una oportunidad (otra) para reivindicar el periodismo e incluso los transistores a pilas. Una oportunidad que las y los periodistas debemos aprovechar, sí, pero no para congratularnos y repetir: “¡Qué compañía hace la radio!”, sino para reivindicarnos con cierta mala leche. Estos días, más que nunca, debemos señalar y arrinconar a quienes hacen alarmismo porque no saben hacer otra cosa, y a quienes eligen las fuentes pensando más en la polémica que en la información. Las oportunidades no son regalos: surgen cuando hay alguien pasándolo mal.

Sánchez las desaprovecha

He empezado el 1 de Mayo reivindicando mi oficio, y lo aprovecho también para pedir a la gente que haga su trabajo: voy tarde, lo sé, pero no quiero dejar pasar la ausencia de Pedro Sánchez (otra) en el funeral del Papa Francisco, en la Ciudad del Vaticano. “No hace falta ser católico para sumarse anímicamente a la despedida a la máxima personalidad de la Iglesia, una institución presente y valorada también en nuestro país”, escribe Inma Lucas en Vozpópuli. “No puede faltar al escenario en el que se encuentra la máxima representación internacional”, concluye, y solo puedo darle la razón.

Estará en la manifestación

Doy por hecho que hoy, en la manifestación del 1 de Mayo, veremos a Yolanda Díaz. Parece que no la logrado su objetivo de arrancar con la reducción de la jornada laboral antes de tan señalada fecha, pero intentará que ese sea su hito después de aceptar (no podía hacer otra cosa) el gasto en defensa de su gobierno. Sobre la lideresa ha escrito Luis Miguel Fuentes en El Independiente esto: “Llegó despidiéndose y se despidió sin irse, no se marchará nunca de Sumar”. El autor es contundente en su columna digital: “A Yolanda no tendrían que estar buscándole una trona en la Ejecutiva, ni un sanedrín de cocolegas, sino un sustituto”.

Y ganó Carney

No tengo ni idea de política canadiense. No sé mucho más que Justin Trudeau eligió a Adam Scotti como fotógrafo y acertó, formando un dúo solo superado en fama para los frikis de la comunicación política por el de Barack Obama con Pete Souza. También sé que su heredero político, Mark Carney, ha dado un vuelco a las encuestas gracias a Donald Trump: su enfrentamiento al estadounidense (con el que su rival político, el favorito en los sondeos previos, no era tan beligerante) con el sentido común como arma ha sido un argumento suficientemente atractivo para las y los votantes. Hay esperanza.

El mayor impacto

Como con la ausencia de Pedro Sánchez y la presencia de Yolanda Díaz, voy tarde con este post en Microsiervos por el Día de la Madre Tierra (22 de abril). Sin embargo, lo rescato por el ranking de las actividades que podemos hacer con un ordenador, de más contaminantes a menos. Cero sorpresas, pero necesitamos recordarlo: lo que más impacto tiene en el planeta es minar criptomonedas, luego, ver vídeos en alta resolución, usar la IA generativa (para generar imágenes por las risas, una y otra vez) y jugar con juegos “exigentes” para los equipos. En el amarillo del semáforo aparecen googlear, visitar webs o programar.

Yo qué sé ya…

Cuando una empresa o una institución es extorsionada por hackers (muchos ataques vienen de países como Corea del Norte, que financia así su dictadura hasta que Putin le alquila unas tropillas) no lo dice. Es entendible: nadie quiere presentarse como vulnerable. No puedo dejar de pensar en eso mientras veo a Pedro Sánchez escabullirse, mezclar cosas y mantener la tensión con todas las hipótesis sobre la mesa. Yo no tengo ni idea de qué paso, pero intento estar informado y pasar lo que leo por un tamiz crítico. Por suerte, hacerlo es mi trabajo diario. Y sí, el ancho de los agujeros lo define mi propia experiencia.

Ni un día feliz

No empezaba mal la semana el PP: las encuestas situaban en Moncloa a Núñez Feijóo y Dolors Montserrat será elegida en Valencia presidenta del PPE (ellas y ellos sabrán). No parece el mejor momento para llevar a sus compañeras y compañeros europeos a la región de la DANA (¿les enseñarán alguna zona de recuperación?).  Además, el apagón dejó sin brillo (sin hueco en las noticias) la “victoria holgada del PP y el bloque de la derecha” (El Imparcial) que adelantan las encuestas. Eso, sí, ni en la más favorable el PP se libra del yugo (y las flechas) de Vox. ¿Cómo van a explicarlo a los amigos europeos?

No va bien

Alberto Núñez Feijóo ya ha optado por dejar que el gobierno de coalición en España se cueza en su propio jugo. Parece que nada va a detener la tendencia que da la victoria al dúo PP-Vox, que España está cansada de que su gobernó dependa de que todos los partidos voten como Bildu: a favor del gobierno del estado opresor del sur pase lo que pase. Además, España no va bien: “El paro subió en 193.700 personas en el primer trimestre: el mayor aumento desde 2013” (Vozpópuli). Y no sé yo si vale la excusa de que la Semana Santa ha caído tarde, porque en la CAV los datos del primer trimestre han sido los mejores desde 2008.

Tampoco a él

Otro al que no le va bien es a Donald Trump: después de los primeros cien días de mandato, su nota es “la más baja para un presidente en al menos siete décadas”. Lo dice la CNN, que es la misma cadena que ha hecho la encuesta. Las y los republicanos, por supuesto, le dan su apoyo, y las y los demócratas le aborrecen, pero entre quienes no se declaran ni en un partido ni en otro, solo el 31% aprueban su gestión. Para sorpresa de nadie, “Trump ha visto caídas notables en la aprobación de mujeres y estadounidenses hispanos”. En general, no le consideran capaz de manejar temas complicados y hasta con la economía, su fuerte, genera desconfianza.

Y a futuro, peor

Los demócratas, como Alberto Núñez Feijóo, han apostado por dejar que el gobierno siga tomando decisiones y complicándose la vida. Una decisión arriesgada pero que puede funcionar, como explica Enrique Dans en su blog: “Mientras Occidente, liderado por la administración Trump, se enreda en debates absurdos sobre si el clima cambia o no, China acelera la producción de paneles solares, turbinas eólicas, baterías de nueva generación, vehículos eléctricos y redes eléctricas inteligentes. Es la paradoja china: el país más contaminante del mundo actualmente es, a la vez, el líder en la transición medioambiental”.