Ni un minuto más

Lo que está haciendo el estado de Israel en Palestina no podemos permitirlo ni un minuto más. El vídeo de Reuters en el que se ve a soldados jugando con la lencería que las mujeres de la franja de Gaza han abandonado en sus casas, bombardeadas, masacradas a balazos y misilazos, mientras ven a sus hijas e hijos morir bajo los escombros, en los hospitales y de hambre, de puta hambre, es vomitivo. El grado de deshumanización del enemigo que ha logrado Israel es fruto de décadas de permisividad, no del gobierno actual de extrema derecha con un presidente huyendo hacia delante de sus causas pendientes.

Detector de degradación moral

La justificación de la invasión israelí sobre Gaza, exactamente igual que la justificación de la invasión rusa sobre Ucrania, es un detector infalible de degradación moral. El argumento de Milei, de que el gobierno de Benjamín Netanyahu actúa en legítima defensa después del ataque de Hamás es una mierda de argumento. Pero esta frase es ya incalificable: “Israel no está cometiendo ni un solo exceso” (CNN). Lo cierto es que sí es calificable, pero no quedaría bonito dejarlo por escrito. Me voy a limitar a reflejarlo porque nada de lo que pueda decir yo va a dejar en peor sitio a Javier Milei que sus propias palabras indecentes.

También funciona en España

Por supuesto, el detector de degradación moral también funciona en España, y como siempre, el máximo en la escala lo marca Aznar. Es más, yo creo que “Aznar” podría una categoría propia de España en la escala de degradación moral: de “nada” a “Aznar”, ¿cuánto de miserable puedes llegar a ser? El del PP se río, insisto: se río, mientras ironizaba sobre el número de víctimas palestinas, y aseguró que “Israel tiene que terminar esta operación. Y la tiene que terminar bien” (Público). No hace falta que explique, dados todos sus antecedentes, empezando por las mentiras sobre las armas en Irak, qué es para él ese “bien”.

Hasta Trump les mejora

¿Cómo de miserable tienes que ser para Donald Trump parezca razonable a tu lado? El expresidente y candidato ha tirado de pragmatismo, y junto a Mieli o Aznar, no parece una rata: “Trump llama a Israel a terminar con la guerra en Gaza: ‘Están perdiendo un montón de apoyo internacional’” (Latinus). Pese a que sus países han elegido a Aznar, Trump y Milei, soy optimista: la humanidad es más razonable que ellos, sabe lo que sucede en Gaza y en Ucrania, y quiere pararlo. Por qué no tenemos mecanismos que lo logren eficazmente es lo que nos tiene que preocupar y, sobre todo, ocupar en las próximas décadas.

“Anatomía de un genocidio”

El título de este párrafo es el de un informe de la ONU, en concreto, el que ha elaborado durante meses la relatora de la organización para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese. Una persona que conoce el terreno, que tiene acceso a la información y que no ha dudado en calificar lo que hace el estado de Israel en Gaza como “genocidio”. En 2024 y ante nuestros ojos. Y tenemos que seguir aguantando a gilipollas que lo justifican, y a eurodiputados y eurodiputadas del centro de Europa a los que la culpa histórica atenaza, y que hacen que nuestra Unión actúe, aunque sea por inacción, en contra de todos sus valores.

«La gran suerte de recordar»

Tuitea Pello Otxandiano que “este país tiene la gran suerte de recordar qué fue el 3 de Marzo en Gasteiz. Y, gracias a ello, podemos mirar al mundo, leer el momento actual y hacer un ejercicio de análisis consciente”. En efecto, tenemos la gran suerte de recordar qué pasó en 1976 y desde ese año hasta que, en 2010, ETA mató por última vez. Y la mención a ETA la hago porque Otxandiano, precisamente, ocupó un sitio en la dirección de Sortu como hace ahora David Pla. Pero en la izquierda abertzale saben que eso da igual, que la memoria de “este país” (patxilópeziana expresión) es extremadamente selectiva y juega a favor de Bildu.

Más (y mejor) memoria

El programa de Jordi Évole sobre el 11-M ha tenido mucha repercusión, como suele ser habitual, en X. Lo que más me ha llamado la atención de esos tuits es que los recuerdos parecen muy precisos en algunos periodistas: ahora parece ningún periodista se tragó aquello de que “ha sido ETA”. Ayer, en El País también sacaban el jabón. Pero si uno busca “portadas sobre el 11-M de 2004” en Google, una de las primeras entradas es una recopilación de Libertad Digital (ese medio facha, sí) de hace 10 años. Lo que hoy tuitean algunos y lo que publicaron entonces parecen cosas muy distintas. Qué pena de profesión.

Y un poquito más de cultura

Si el ministro español de Cultura ha aprovechado su altavoz en el Congreso para entrar en la campaña vasca como un elefante en una cacharrería, ahora tendrá que recoger esos cacharros del suelo: en Diario Red recuerdan cómo “el Ministerio de Cultura de Iceta sitúo a la capital saharaui bajo soberanía marroquí y Ernest Urtasun se niega a corregirlo” y le pasan otra factura a Sumar. Pues si cultura política demuestra poca (asimilar el discurso de su partido al de Bildu solo beneficia a Bildu), sensibilidad política demuestra aún menos perseverando en el error histórico sobre el Sahara que cometió el gobierno español más progresista.

Otro error histórico

Un error histórico más global que el que ha cometido España con el Sáhara, es el que está cometiendo el mundo con Palestina: estamos viendo cómo Israel aniquila a la población y nadie hace nada. Ursula von der Leyen dice en X que se siente “profundamente afectada” por la matanza de civiles que recogían ayuda humanitaria y que “apoya a la población civil”. Qué pena que von der Leyen no sea algo importante como, qué se yo, presidenta de la Comisión Europea, para poder hacer algo concreto como sancionar y bloquear cualquier contrato con Israel, y presionar para que el gobierno ultra de Netanyahu deje de asesinar.

No voy a dejarlo pasar

Aunque tarde, no voy a dejar pasar el tuit de Endika Martínez, posterior a la agresión que sufrió en los alrededores de San Mamés antes del partido contra el Atlético: “Acabamos la jornada en urgencias con varias grapas en la cabeza por un botellazo”. Y continúa: “Hay quienes no saben disfrutar si no es agrediendo, insultando y provocando. Vistan los colores que vistan”. Nadie de la “grada popular” (pocos nombres habrá menos fieles a lo que son) se ha manifestado por Endika, aunque sí lo hicieron por sí mismos antes del partido contra el FC Barcelona. Quien empoderó a ese colectivo, ahora, que lo desempodere.

Lo que somos

A 22 de diciembre, según el ejército ucraniano, más de 350.000 soldados rusos han sido “baja”. Muchos de ellos habrán muerto y otros han sido heridos y han quedado incapacitados para seguir en la guerra. 351.350 personas, para ser exactos. No creo que las bajas ucranianas sean muchas menos. Los 45.000 vehículos de combate destruidos solo en el bando ruso dan otra medida de lo que suponen los combates. ¿Y qué hace el mundo? ¿Qué hace Rusia? ¿Cómo presionamos al Kremlin para que salga del país que ha invadido? Ya nos hemos olvidado del bloqueo, las sanciones y hasta de las amenazas nucleares de Putin.

¿No podemos evitarlo?

Sigue la invasión de Rusia sobre Ucrania y sigue el ataque de Israel sobre la franja de Gaza hasta que no quede ni un edificio ni una persona en pie. Con estas aberraciones contra la vida humana encima de la mesa, la comunidad internacional liderada por EE.UU. decide presionar a los hutíes, que amenazan el tráfico mundial de mercancías para que las y los palestinos de Gaza reciban medicamentos, comida y agua. ¿De verdad no tenemos remedio y tenemos que resignarnos a que esto suceda: “El Ejército de Israel reconoce que los tres rehenes a los que mató por error iban sin camiseta y con una bandera blanca” (El Diario)?

Una mierda de Navidad

¿Cómo van a pasar la Navidad las familias del presunto asesino de 15 personas y las de sus víctimas? ¿Cómo las van a pasar las familias de las decenas de personas heridas, nueve de ellas de gravedad? ¿Cómo las vamos a pasar nosotros, olvidando esa tragedia que ha sucedido en nuestro continente? ¿De verdad tenemos salvación si como civilización hemos aprendido a limitar nuestra empatía, nuestra capacidad de padecer con otros seres humanos a los que la tragedia ha arrebatado la vida y la felicidad de un modo tan arbitrario? ¿Qué mundo hemos construido que permite comprar y manejar armas sin el control debido?

Ojalá tengan que revenderlos

Me cuesta pensar que pueda vivir en un mundo en el que alguien se gasta 52.000 dólares “en un reloj con forma de taxi neoyorquino de los años 50” (The Objective). Lo ha creado Tiffany, que repite fórmula (por lo que podemos deducir que ha tenido éxito) después de comercializar un modelo anterior “inspirado en los coches de carreras de los años 50” por 215.000 euros la unidad (porque tenía diamantes). Me parece un exceso inexplicable que no se justifica con que haya quien pueda pagarlo. Es que lo injustificable es que alguien pueda hacerlo porque ya no sabe en qué gastar su dinero. Como sociedad no podemos permitirnos eso.

50 millones

 “PlayStation 5 supera los 50 millones de unidades vendidas tres años después de su lanzamiento”. Y eso, con problemas de stock, porque como adelantan en República: “Este año es la primera temporada navideña en la que hay un suministro completo de PS5 desde su lanzamiento”. A estas hay que sumar las consolas que vende Nintendo, que arrasa el mercado con su Switch, y lo que vende Xbox, la tercera en discordia. Jon Cortazar me explicó una vez que la industria del videojuego mueve más que la del cine y la música, juntas. Seguro que Olentzero reparte algún millar de consolas hoy: enhorabuena a quienes las reciban.

Una huelga para algunos

Hablemos claro: los cuidados, los servicios públicos y el movimiento feminista, fueron las excusas que se fueron apiñando para montar una huelga general encubierta (que pinchó). Una huelga que sostuvieron, además de los colectivos instrumentalizados, personas que tienen buenos puestos, especialmente públicos o de representación. Bildu paralizó los plenos en los que participa y los ayuntamientos en los que gobierna. Y mientras las tiendas y los pequeños despachos abrieron ayer con normalidad, entes públicos se empeñaron en mostrar un bloqueo que en la calle, esa que tanto pretenden liderar las y los convocantes, no fue real.

¿Qué estamos enseñando?

Vimos las manifestaciones. Vimos quiénes llevaban las pancartas y los altavoces. Vimos quiénes pegaban los carteles. Vimos cómo hicieron los piquetes: quince personas son suficientes para paralizar un acceso. No es porque lo permita la Ertzaintza: es porque esa modalidad de protesta la instauró la Ertzainzta a cara tapada y ahora permite su imitación. ¿Qué estamos enseñando, especialmente, a las jóvenes vascas? ¿Cuántas de las que se manifestaban sabían de qué iba la huelga más allá de “borroka da bide bakarra” y “gora borroka feminsta”? ¿Que el absentismo laboral o académico lo deciden algunos?

¿Todo vale?

Una cuenta en Twitter que ayer estuvo especialmente activa para mostrar la acción de los piquetes fue Gure Bideoak, donde parecía que la convocatoria había sido un éxito. Unas horas antes, la misma cuenta afirmaba que EAJ-PNV había manipulado un streaming para quitar los primeros segundos de una entrevista a Andoni Ortuzar. Eso, simplemente, es imposible: nadie puede editar un vídeo emitido en directo en Twitter, YouTube ni Facebook. Puedes crear otro y tuitearlo, pero los streamings, como el de las 8:36 en Twitter, siguen ahí. ¿Algunos empiezan tarde? Sí, porque el lanzamiento nunca es inmediato. ¿Todo vale en precampaña? No.

Todo depende de si pasa en la CAV

A mi edad puedo llamar a las y los chavales por lo que pone en sus camisetas (“eh, tú, Crystal Fighters”) y decidir quién quiero que me explique las cosas. También a mi edad, llevo mal que me digan lo que tengo que opinar. Sin ir más lejos: en El Independiente publicaban ayer con normalidad cómo las obras del TAV entre Asturias y Madrid se habían extendido durante 20 años y habían costado miles de millones, mientras algunos en Euskadi aprovechaban la misma noticia para exponer los mismos plazos y las mismas inversiones pero con el consabido tono crítico que parece que todo merece aquí. Qué puta (lo escribo porque tengo mi edad) pereza.

Todo depende de si pasa en Gaza

Lo que no es opinable es que lo que está haciendo Israel en Gaza es una masacre. ¿También un genocidio? Todas las señales lo confirman por grave que resulte la palabra. “Al menos 14.000 palestinos asesinados por Israel y 7.000 bajo los escombros: las cifras del genocidio israelí previas a la pausa humanitaria”, leo en Canal Red y no salgo de mi asombro (y no por la ausencia de lenguaje inclusivo). ¿Todas esas víctimas son miembros de Hamás? Ojo: no hablamos de las personas que han logrado salir, heridas con secuelas para toda la vida o refugiadas donde pueden. Solo hablamos de vidas sesgadas y es una barbaridad injustificable.

Las niñas y niños de Palestina

Habíamos oído hablar de ellas y ellos, pero estos días hemos visto cómo salían de la cárcel convertidas en mujeres y hombres: son las niñas y los niños palestinos que Israel retiene en cárceles y que ahora libera para lanzar bombas sobre ellas y ellos después. Chavalas, chavales que pasan cerca de diez años en centros penitenciarios sin juicios. ¿Qué tipo de delito les imputan? Y lo más importante: ¿qué tipo de delito podemos imputar al estado israelí que retiene a menores de edad? ¿Qué organismo internacional protege esas infancias? ¿Cómo lo justifican quienes defienden todavía al estado israelí?

Señores que te llaman y te explican

Sí, son señores normalmente los que te llaman por teléfono y te explican cómo son las cosas y lo que tienes que opinar primero y, después, escribir. Estos días están saliendo a la luz unos cuantos: periodistas en Twitter y sus medios de comunicación están exponiendo esas llamadas que han recibido, en este caso, de El Hormiguero “para intimidarlos por hacer chistes o críticas sobre Pablo Motos”, según Canal Red. Más allá de lo que hayan hecho los emisarios de Antena 3, me resulta sorprendente que sea precisamente el digital de Pablo Iglesias el que denuncie esto cuando en su web señalan a medios y sus redactoras y redactores sin cortarse.

Lo vieron y lo vemos

Comunicación de verdad, de esa que perdurará, no como la que hacen en El Hormiguero o publican en Canal Red (para un espacio político menguante), fue la que hicieron las fotógrafas y “los fotógrafos que cubrieron los años más duros de la guerra entre bandas de la Mafia siciliana”. Hablamos de las y los fotoperiodistas que ejercieron en Palermo a partir de la década de los 70, de las y los profesionales que cubrían a cualquier hora de cualquier día cómo los clanes se mataban entre ellos y el dolor de una ciudad que veía desangrar a sus hijas e hijos por la droga y la violencia. Su trabajo y su testimonio lo recogen en la web de la BBC.

El rastro del dinero

Llevar el dinero a Suiza y esquiar ya no está de moda: Hong Kong, Dubai o Singapur han cogido el relevo, explican en El Blog Salmón. Pero el movimiento de capitales que quieres mantener ocultos ya no se hace como antes: “A veces lo hacen la vista de todos en lugares como las principales ciudades del mundo, como Londres, París o Nueva York”. Y hay más: “Estados como Dakota del Sur tienen una regulación que permiten a ciudadanos extranjeros ocultar dinero”. También perviven modelos clásicos con sociedades “en Panamá, en Seychelles o en otros lugares que sean propietarios de otra sociedad en las Islas Cayman o en las Islas Vírgenes”.

Musk flipa

Elon Musk es el hijo del dueño de una mina de esmeraldas. Su riqueza, por lo tanto, no es fruto solo de su olfato para los negocios (no se lo niego). Pero ni siquiera él ha sido capaz de intuir que los países escandinavos no son solo grandes consumidores de sus Tesla: un conflicto laboral en toda regla que le ha estallado y le ha sorprendido. “Esto es una locura”, es lo que escribió Musk en Twitter al ver no solo que las y los trabajadores reclaman unas condiciones laborales dignas (para Suecia), sino que también ha habido una ola de solidaridad que le bloquea por completo la producción. “Un shock cultural para Elon”, dicen en Xataka.