«Represión»

Diario Socialista es una web muy interesante hasta cuando caen en el círculo vicioso de las chorradas de la izquierda. Esta noticia: “El Gobierno Vasco prevé alcanzar los 8.000 ertzainas para 2030” está ubicada en la sección “Represión”. Creo que no voy a leer nada más casposo ni cuñado hasta Navidad. Salvo ese detalle, la pieza no está nada mal. Hasta recuerdan el acuerdo para “modernizar el cuerpo” que la mayoría sindical ha firmado recientemente en la CAV: “Cada ertzaina percibirá 4.200 euros más anuales, lo que convertirá a la Ertzaintza en el cuerpo policial mejor remunerado del Estado español”.

¿Quién paga la fiesta?

En Euskadi tenemos a la policía mejor pagada, los conductores de autobús mejor pagados, el personal de Sanidad mejor pagado, la enseñanza pública en la que mejor se gana y, según hemos sabido a causa de su reciente huelga, los músicos de la BOS son también de los mejor pagados del estado. ¿Quién abona la fiesta? Manuel Arias Maldonado reflexiona en The Objective sobre el anhelo colectivo de trabajar (lo justo) para el sector público: “Cuando todos seamos funcionarios”, y reclama “mejorar las condiciones productivas -y la imagen- de un sector privado sin cuyo dinamismo ningún país puede prosperar”.

Pero, ¿qué queremos?

El funcionariado gana más (un 25% de media, según Arias Maldonado en la columna que acabamos de comentar), tiene una flexibilidad laboral irrenunciable y, además, va a ser el único sector que pueda participar en la política: “De Ander Gil a Alberto Garzón: crónica del impacto de las ‘puertas giratorias’ en la política española”, lanza Víctor López en Público. ¿Qué queremos? ¿Quién va a participar en política si sabe que luego no va a poder incorporarse a su sector a menos que sea funcionario? Habrá puertas giratorias, no lo discuto, y debemos denunciarlas, pero hablar de ellas por sistema no beneficia a nadie salvo a los populistas.

Busca en Google (o en Vivaldi)

He empezado a usar Vivaldi, un navegador y buscador noruego similar a Google. Es más incómodo pero no es gringo. También he dejado de usar Copilot (mejor que ChatGPT) porque es de Microsoft, porque tampoco me satisfacía y porque soy consciente del irreparable daño al planeta que estamos haciendo: “ChatGPT consume aproximadamente 25 veces más energía, 3.500 veces más agua y produce 25 veces más emisiones de CO₂ que una consulta similar en Google… por no hablar de lo necesario para generar ilustraciones, dibujos y otras ‘tontás’”. (Microsiervos) Estos datos, “irónicamente”, los ha recopilado ChatGPT.

Más gasto (de varios tipos) innecesario

Cada vez me apetece menos viajar. Lo que una o un turista puede comer o comprar en los destinos es, en general, una porquería. Lo que se puede ver está, salvo excepciones, sobrevalorado. Y el gasto económico y de recursos del planeta que hacemos en nuestros desplazamientos no lo vale. Pero esto último cada vez es peor: antes de viajar consumimos vídeos en Instagram que nos conducen a locales “sin personalidad”. Así de claro lo escriben en El Diario: “Google, TikTok y las guías empujan a consumir en masa un puñado de lugares”. Todo se cuece “entre reels, nombres en inglés y café de especialidad”.

Ni un pelo de tonto

Cuando me enteré de que Donald Trump había reculado con los aranceles pensé: “¡Menudo gilipollas!”. Pero, como casi siempre, estaba equivocado: el rebote en las bolsas, que solo podía anticipar el presidente estadounidense que conocía el cambio de criterio arancelario, ha hecho muy ricas a muchas personas. “¡Es un gran momento para comprar!” eso fue lo que posteó en su red social el propio Donald Trump poco antes de anunciar que pausaba los aranceles, lo que llevó a una subida de la bolsa. Si había un plan, era el de enriquecerse. Si hubo un cambio de criterio lo primero que hicieron fue caja.

Miedo, no, pavor

Iba todo tan mal tras el anuncio de los aranceles que los valores refugio de los mayores especuladores (el oro, los fondos, las criptomonedas) se vendían. No había miedo en las bolsas, había pánico. Todos los termómetros indicaban un invierno nuclear, y por eso Trump ha reculado. Eso, sí, ampliando algunas fortunas por el camino. Por supuesto, el discurso es otro: que todo estaba planeado, que era una estrategia para conseguir ventaja en las negociaciones (aquel “están besándome el culo”), que lo importante es la recaudación y la subida de la bolsa, no lo que ha pasado hasta ayer mismo… Pero no podemos darlo por bueno.

El exprimidor, a tope

Tapado por los aranceles, Elon Musk ha hecho una maniobra que no podemos perder de vista: ha vendido X a otra empresa de su holding para revalorizar la red social y, de paso, la empresa que lo adquiere: “El acuerdo ha provocado la fusión de dos de sus empresas, y hace que la valoración de xAI ascienda a 80.000 millones de dólares y la de X a 33.000 millones” (Xataka). Por supuesto, el gobierno no ha puesto ningún “pero” aunque todos intuimos que este solo es un primer paso hacia otro destino. Es decir: los enfrentamientos entre Musk y varios asesores no impiden que en lo importante (para ellos) no haya fisuras: han puesto el exprimidor a tope.

Un país fallido

Tenemos que tratar a EE.UU. como lo que es: un negocio para los ricos y poderosos con tintes de dictadura. En Instagram la cuenta oficial de la Casa Blanca se ha reído de la expulsión de inmigrantes, mientras leemos que hay deportaciones o traslados a las cárceles de Salvador de personas que no han sido condenadas por ningún delito. Y el propio Elon Musk, junto al fundador de Google, Sergey Brin, empiezan a difundir la idea de que trabajar menos de 60 horas semanales es de débiles y de frágiles. EE.UU. no es el país de la libertad y las oportunidades: es una oligarquía cada día menos democrática.

Esto sigue pasando

Además de retrasar la aplicación de los aranceles, Trump ha tomado otra decisión llamativa en las últimas jornadas: “Declara la guerra a las duchas que no le permiten ‘cuidar de su bonito pelo’ como es debido” (el Huffington Post). Ha acabado con la limitación de la presión y los caudales para ahorrar agua. Unos días antes, además, “firmó una serie de órdenes ejecutivas para impulsar la producción de carbón” (Voz.us), mandando al carajo las medidas que ayudan a que podamos ser un poco más sostenibles, con su habitual y repelente sorna. Y todo esto, mientras “Europa vivió su marzo más cálido” (Europa Press).

La excepción

Aitor Esteban se despidió el miércoles del Congreso como una excepción: un político abierto a negociar, un negociador duro y un tipo firme en sus convicciones (ese “gora Euskadi askatuta” final contrasta con el servilismo de Bildu en el Congreso) pero dispuesto siempre al diálogo. Y que lo que ofrece Esteban (diálogo, negociación y convicciones) sea una excepción habla muy mal de la política española. Que un vasco independentista sea el mejor diputado en el congreso español invita a una reflexión de políticos y cronistas que siguen el día a día de aquella cámara. En cualquier caso, si pierde la política española y gana la vasca, vamos bien.

La norma

“El rearme solo nos lleva a una confrontación y no nos conduce a ningún escenario mejor. Tratan de instalar una lógica del miedo para alimentar la escalada armamentística”. Esta oda la canta Arnaldo Otegi, que ahora se presenta al mundo como pacifista, igual que Mertxe Aizpurua. Hay que tener valor. Su candidato a lehendakari es incapaz de llamar “terrorismo” a lo que hizo ETA pero la paz la trajeron ellos a Euskadi. Claro que sí. O no: el miedo, la escalada, la confrontación, es inherente a la izquierda abertzale, a esos que hicieron lo que todos les vimos hacer. El nivel de su pacifismo no lo marca Otegi, lo marcó Otxandiano.

Lo que dijeron

Hugo Martínez Abarca en Bluesky recordaba hace unos días la posición de Podemos en su programa electoral para las elecciones generales de 2016: el partido de Pablo Iglesias entonces proponía una “mayor autonomía de España y Europa en la OTAN”. En el debate del miércoles, Ione Belarra ofrecía algo completamente diferente: un negacionismo que hace feliz a Putin y a Trump, unas palabras bonitas que no llevan a ningún lado, una irresponsabilidad e insolidaridad mayúsculas que solo buscan ganar su propia guerra contra Sumar. Una mierda pinchada en un palo que no resuelve nada, lo saben y les da igual.

Tiene razón, pero no podemos dársela

Soy un cronista frustrado, por eso me gusta tanto repasar las crónicas, precisamente, que voy encontrándome en los medios digitales y las redes sociales. Para mi sorpresa, poco ha habido con cierta sustancia del pleno en el Congreso del miércoles para lo relevante que era el tema. Y entre lo poco que he encontrado he estado tentado de dar la razón Alberto Núñez Feijóo cuando dice que “los presupuestos deben ser el primer punto de un plan de defensa” (El Imparcial). Pero no la tiene: se desautoriza a sí mismo cuando el PP pacta con este Vox trumpista y putinista, y cuando no busca arrimar el hombro, sino el ascua a su sardina.

¿Dónde está Hamás?

La falta de crónicas me deja una ventana desde la que mirar con esperanza a esta noticia en la CNN: “Miles de palestinos participan en las protestas contra Hamas más grandes desde el inicio de la guerra en Gaza”. ¿Dónde está Hamás en esas imágenes? No hemos visto sus pasamontañas negros, sus cintas verdes ni sus armas en las imágenes que, sin prensa extranjera sobre el terreno, recibíamos de los bombardeos. Sí los vimos cuando llegó la tregua y con ella la liberación de presos. Y ahora que el gobierno y el ejército de Israel han roto el alto el fuego, vuelven a desaparecer. Esta propaganda ya no cuela. Tampoco en Gaza.

La guerra de los vídeos

Los vídeos que ha sacado el PP hechos con inteligencia artificial no me gustan por chuscos, por horteras, por feos. Además del conflicto diplomático con República Dominicana, han provocado ya una respuesta (era de esperar), la del periodista Alán Barroso que ha hecho uno equivalente señalando al PP. Pero otros partidos también usarán estos métodos y, gracias a la iniciativa del PP (arrebatada a la izquierda), siempre irán detrás de los de Núñez Feijóo, que han golpeado primero y han generado una reacción tan exagerada como hipócrita: no dudo de que en Podemos, Sumar o el PSOE estaban valorando lanzar vídeos similares.

Y la de las redes

La columna de hoy va de “lo mío”, aviso. Esto es, de comunicación política. Ya hemos hablado de los vídeos del PP. También debemos hablar de la batalla que se está librando en las redes sociales digitales: “El PSOE intensifica el uso de redes alternativas a X para dar la batalla digital a la ultraderecha” (Público) porque “X es un territorio perdido” y, ahora, Instagram o Tik Tok “son los nuevos campos de batalla digitales”. Pero mantener una actividad permanente en esas plataformas más allá de la campaña es muy difícil (de hecho, lo fácil es hacerlo en X), y en el PSOE lo intentan hasta con directos con los ministros en una “Zona Roja”.

¿Por qué?

Lo que hacen Vito Quiles y Bertrand Ndongo en el Congreso no es periodismo, no es información. Aquel no es su sitio, por mucho que exista una página web con apariencia de medio on-line que les sirva para pedir su acreditación. Sacarles de ese espacio no atenta contra la libertad de información ni el derecho a estar informados. Debemos ser honestos. Entonces, ¿por qué “el PP se opondrá a la expulsión de Vito Quiles y Ndongo del Congreso” (El Confidencial Digital)? Pues porque no son pocos los representantes de este partido que se apoyan en noticias de estos falsos medios para tuitear.

A peor

Titulan en Vozpópuli: “De la televisión al móvil y de periodistas a ‘influencers’: así ha cambiado nuestra forma de informarnos”, y yo colijo: a peor. No podemos desvincular el momento en el que los falsos medios (como los de Quílez o Ndongo) y los influencers empezaron a ganar la partida a las y los periodistas, del momento en el que empezó a resurgir la extrema derecha. “Más del 60% de los usuarios en España consume noticias a través de redes sociales, superando a la televisión y la prensa escrita” y “el 55% reconoce haber encontrado información engañosa en redes sociales al menos una vez a la semana”.

La tendencia se confirma

En Espacio Dircom nos hemos encontrado datos de consumo de información, o algo parecido, entre la juventud: “El 49 % de los jóvenes de españoles utilizan las redes sociales para informarse, lo que supone un 7 % por encima de la media de los jóvenes de la Unión Europea”. Sus fuentes son: “Instagram (51 %), TikTok (43 %), X (36 %), YouTube (32 %) y Facebook (11 %)”. En este contexto, “sobre la exposición a la desinformación”, “el 51 % de los jóvenes españoles afirma haberla sufrido a menudo o muy a menudo”. Los datos se repiten, por lo que las percepciones se asientan. Ese es el terreno de juego, ahora, juguemos.

Terrorífico

El reel que ha publicado Donald Trump en Instagram es terrorífico. Iría más lejos: creo que es terrorismo y que, como tal, debería de ser delito que alguien con capacidad de dar órdenes a un ejército arrollador lo difunda como si nada. Por medio de la inteligencia artificial ha generado un vídeo en el que se ve una Gaza turística e idílica en la que llueve el dinero sobre los niños palestinos, en la que Trump y Elon Musk disfrutan de unas vacaciones, y en la que incluso erigen una enorme estatua dorada del actual presidente de EE.UU., una locura. Da miedo pensar que este vídeo muestra en qué manos está el mundo ahora mismo.

EE.UU. también es Jimmy Fallon

Por suerte, EE.UU. también es Jimmy Fallon con una canción satírica sobre el comportamiento de Donald Trump y Elon Musk. Vamos a aferrarnos a eso, a que también hay personas, algunas con capacidad de influir en otras, que saben diferenciar entre populismo y democracia, entre la locura y la cordura, entre lo que está bien y lo que está mal, en resumen. El presentador, con pocas palabras, pone en ridículo algunas actitudes de los dos protagonistas. Ni siquiera entra al fondo, ni menciona temas que vinculan a millones de personas como Ucrania o Gaza. No le hace falta para señalar a los reyes desnudos y ridículos.

¡Cómo tienes que ser de facha!

¡Cómo tienes que ser de facha para que le parezcas facha a FAES! En una “anotación” de solo dos párrafos en su web señalan las contradicciones de Vox y Santiago Abascal, que participó en el aquelarre ultra que montó Trump y que la Fundación define como “un conciliábulo donde se levantan muchos brazos: para rendirse a la Santa Rusia”. En FAES tienen claro que “no parece muy patriótico ni de derechas aplaudir aranceles de represalia contra productos españoles”. Y concluyen: “Si estás en un sitio donde llaman al partido de Le Pen ultraderechita cobarde, preocúpate: ya solo podrás competir con Gengis Kan”.

Espera, que opinan en Diario Red

¿Qué podemos pedir a quienes participan en Diario Red si quien tiene que ser responsable, como Donald Trump, muestra un grado de irresponsabilidad aterrador? Pero lo salvaje que es el estadounidense no rebaja lo ridículo que resulta leer el argumentario peregrino que se han sacado de la manga en el digital de Pablo Iglesias: sugieren que Macron fue a rendirse ante Trump porque Europa está atrapada en un “régimen de guerra”. En todo el texto (extenso porque la verdad solo ocupa una línea) no hay ni una mención a Putin, pero sí al desarme que tanto le beneficiaría. No es inconsistencia (que también), es incoherencia.

Y votan con PP y Vox

Podemos ha votado con el PP, junto a Bildu, Sumar y ERC, para tumbar una reforma de la Ley española del Suelo que el PNV había lanzado y el PSOE, apoyado. Junts, Vox y BNG se han abstenido. Se trata de vivienda, sí, de “dar salida a la paralización de diversas planificaciones urbanísticas”, de “poner en marcha planes de obra nueva y de ordenación urbana” y de “que los planes de ordenación no decaigan cuando hay oposición a una parte del mismo” (El Independiente). Será que quienes votaron la Ley de Vivienda por fines electoralistas no vislumbran la próxima campaña y prefieren pararlo todo hasta que lleguen unas elecciones.