
El edificio del PNV en París que sirvió de sede al Gobierno Vasco del Lehendakari Agirre hasta que fue tomada por la Gestapo y regalada a Franco por la Alemania nazi (vamos a llamar por fin a las cosas por su nombre) está siendo utilizada por el populismo español de derechas para sus mierdas (sigo llamando a las cosas por su nombre). La de Andoni Ortuzar a Santiago Abascal (una “obligación moral” y una “necesidad política” para “desmontar sus patrañas”) es una digna y precisa respuesta ante un atropello histórico (la apropiación y la no devolución durante 80 años) y ante una manipulación escandalosa.
Más allá del ómnibus
“La ley ELA sigue sin financiación tres meses y 264 fallecidos después de su aprobación”. Este titular en The Objective no puede pasar como si nada. Llevamos semanas hablando del ómnibus que, sin duda, es importante, pero el gobierno español lleva tres meses ocultando la grave situación de las personas afectadas. La clave, ya me advertía un compañero en el Congreso, era el dinero: “La partida presupuestaria para sufragar solamente los costes directos que actualmente asumen las familias de los enfermos de ELA deberá oscilar entre los 184 y 230 millones de euros”. Pero, claro, si queremos viajar en autobús por 20 céntimos…
Menos medios, menos democracia
De la primera comparecencia ante los medios de Karoline Leavitt me quedo con esto que vocean en el medio que difunde el trumpismo en castellano: “La Administración Trump le daba la bienvenida a los ‘nuevos medios’, alentando a influencers, podcasters y periodistas alternativos a pedir credenciales de prensa en la Casa Blanca”. ¿Por qué? “La confianza de Estados Unidos en los medios masivos de comunicación ha caído a un mínimo histórico”. Un filón para los populistas: sin prensa no hay democracia. Y quien argumente la dependencia económica de los medios tradicionales que piense en lo barato que se venden los influencers.
El entretenimiento globalizado
Lo que más me ha sorprendido del estudio de Nielsen sobre lo que más vemos en streaming es que ya existe un modo mundial de ver la televisión. Y con este consumo global normalizado lo más visto es… ¡Bluey!, la genial serie de animación, sí. Lo segundo, un clásico: “Anatomía de Grey”. Pero hay más viejas conocidas: “Padre de familia” (también de animación), “Big Bang Theory” o su spin-off, “El joven Sheldon”. Con razón, en Xataka se preguntan: “¿Cómo es posible que las series más vistas del año no sean de las que más se habla, y las plataformas más vistas no sean las que más titulares reciben?”.
La realidad
La liga francesa no levanta cabeza: “Los clubes de Primera y Segunda perderán 1.200 millones en 24-25” (Palco 23). La salida de Mbappé ha acabado con el poco atractivo que tiene la competición de fútbol del país al norte de Euskadi y la fiesta se ha acabado: los ingresos por las retransmisiones han caído y los fondos CVC siguen bajo sospecha. Lo que obliga a los clubes a sujetarte a un modelo de negocio que ya conocen: la formación y venta de jugadores que saltarán a las grandes ligas. ¿Es sostenible? No lo parece. Pero el fútbol mundial parece un castillo de billetes, en vez de naipes, y sigue en pie. Por lo menos, de momento.