«Un ciclo» es una bicicleta

“Un ciclo” puede utilizarse para tantas cosas que hasta puede ser sinónimo de bicicleta y, en boca de Pello Otxandiano, “un ciclo político” (Electomanía) son 40 años de asesinatos por pensar diferente en nombre de un pueblo que exigía paz. Es decir: fascismo con todas sus letras. ETA fue fascismo y quienes formaron parte de ella, la defendieron o la defienden son fascistas. Y quienes colaboran en la “operación blanqueamiento” son eso: colaboracionistas. Reducir a las víctimas y su dolor, y a los victimarios y los que se aprietan para que les coja su sombra, en “un ciclo político” es ofensivo.  Y no entro ni a discutirlo.

Tienen derecho a no ponerse de acuerdo

Sumar y Podemos no tienen por qué ir juntos a ningún lado. Es evidente: son dos partidos distintos que ocupan el mismo espacio pero no pueden cohabitar. Y no pueden hacerlo porque Yolanda Díaz ha querido “matar al padre” pero ese muerto está muy vivo. Más, por lo menos, de lo que les gustaría a muchos. Y por eso ante las elecciones vascas tenemos varios escenarios: que ambos partidos se diluyan como un azucarillo para beneficio de Bildu. Que Iglesias pida el voto para los de Otxandiano y Otegi, como ha hecho para el BNG. O que Iglesias y Díaz se tomen el vasco como un pulso propio y suban las revoluciones en la izquierda.

Así, con todo

Con la cantidad de personas, especialmente en Euskadi, que hay repartiendo carnés de izquierdas, lo raro es que no me hayan dado uno aunque solo sea por error. Pero mientras en esos partidos se preocupan casi todo el tiempo de sí mismos, el resto de personas llegamos a conclusiones con facilidad: la jueza Kathaleen McCormick ha anulado el pago de más de 50.000 millones de euros de Tesla a Musk por abusivo. Y en esencia, la jueza ha tomado la decisión correcta. Me da igual los condicionantes y los contratos: cuando una persona percibe tanto dinero de una empresa que controla está cometiendo un abuso global.

Ojalá lo pague

Como tengo ojos en la cara, también he visto y he podido opinar sobre las declaraciones de Xavi Hernández del pasado fin de semana. El victimismo del entrenador, intentando que creamos que hay un complot contra su equipo resulta, sencillamente, indignante. Hay una frase que me parece especialmente desacertada y la destacan en Iusport: “El Barça está pagando lo del caso Negreira”. No lo está haciendo y, por desgracia, no creo que nunca lo haga, porque si el Barça resulta condenado por soltar dinero para ganarse el favor de los árbitros un descenso de categoría sería lo mínimo que podía pagar.

Un poco más mudos

Siempre he creído, y lo he dicho cuando he tenido oportunidad, que República era un digital infravalorado. Me resultaba muy cómodo leerlo porque solían enfocar con acierto los temas, sin caer en el populismo y buscando puntos de vista no necesariamente objetivos pero sí bastante razonables. Así que su cierre es, como en el caso de casi todos los medios, una mala noticia. Su paso a negro (o blanco, que es como queda su web ahora) deja el universo de medios digitales un poco más polarizado, y para quienes los consultamos a diario resulta un poco más dura su lectura sin una voz un pelín más centrada.

El año de la inflación

Pocos titulares recientes describirán tan bien un año entero como este en República: “El precio de las uvas se dispara hasta un 227% en los últimos dos meses y es un 44% más caro que hace un año”. 2023 ha sido el año de la inflación galopante y de la timada de la subida de los tipos para contenerla y para que los bancos ganen más. Porque, por lo que se ve, que se acumule el dinero de las y los hipotecados en algunos bolsillos no genera inflación. No quiero amargarme, que es Nochevieja, aunque el precio del aceite sea, sencillamente, una locura injustificable: que hoy no se desperdicie ni una uva ni una gota de vino.

El año de las guerras (y del cinismo)

En 2023 no ha habido solo dos guerras. Y no solo en 2023 ha habido guerras. Conflictos enquistados y olvidados quitan la vida y el futuro de millones de personas a lo largo del mundo y no nos enteramos. A veces parecemos lo que somos: una civilización de mierda. Pero este año sí hemos convivido con dos guerras que hemos podido ver casi a tiempo real. Más bien: una invasión y un exterminio. Rusia e Israel son los enemigos de cualquier persona civilizada. Pero 2023 también ha sido el año del cinismo, como 2022 pero más bestia: hemos visto exigencias ante los ataques de Israel que no vimos ante los de Rusia.

El año del blanqueamiento definitivo

En Euskadi, 2023 ha sido el año del blanqueamiento definitivo a Bildu. Fue Podemos el que le abrió la puerta de la sala VIP pero ha sido el PSOE el que dentro le ha hecho el mayor lifting político que yo he visto. Las necesidades aritméticas en el Congreso, literalmente, pagan facturas. Así, Bildu sale en 2024 renovado y a por todo con una o dos campañas por delante: seguirá comiéndose el electorado de Podemos, curiosamente (y españolísimamente), y echando el aliento en el cogote al PNV. El primer semestre será muy interesante y muy intenso para quienes vivimos la política (y de la política). Y el segundo, igual, hasta tenemos vida.

El año de Negreira

En lo deportivo, muchos apellidos han llenado 2023: Rahm, Hermoso, Vingegaard… Pero el más importante, por todo lo que supone, es sin duda el de Negreira. El sistema de pagos del FC Barcelona, su capacidad de influencia, lo que los árbitros han permitido al equipo blaugrana durante los años de esos abonos y que hemos visto con nuestros propios ojos, las amenazas chuscas del ex vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros cuando finalizaron los ingresos, y pese a todo cómo el Barça se ha reforzado y hasta ha ganado una liga que igual no tenía que haber jugado, dice mucho, y nada bueno, de contra qué equipos compiten los nuestros.

Los dos minutos del año

El poco baloncesto que he visto por televisión es el de aquel Tau que lideraba desde la base Pablo Laso. Siempre me ha caído simpático el gasteiztarra, así que, aunque no soy seguidor del deporte, sí intento serlo de su carrera: por eso supe de su salida del Real Madrid con cierta alevosía de la directiva, me enteré de que volvía a la cancha blanca con su nuevo equipo, el Bayern de Munich, y por supuesto me emocioné con los dos minutos de aplausos de la grada madridista reconociendo su labor en el club. Eso es triunfar a lo grande. Y que todos nos sintamos como Pablo Laso por lo menos una vez en 2024 es mi deseo final del año.

La barra libre ya ha empezado

Hace bien el president Aragonès en reclamar al estado español “pactar este 2024 una ‘financiación singular’ para Cataluña” (EPE). Hizo bien Junts en exigir la amnistía. Acierta Bildu cuando usa al PSOE para blanquearse. Y da en el clavo el PNV cuando arranca, una a una, las transferencias pendientes a España. Es el PSOE el que ha abierto la barra libre y el que tiene que pagarla. Si yo fuese español seguramente estaría cabreadísimo ante tanta stevia política de Sánchez y una alternativa troglodita liderada por Feijóo. Pero allá ellos y la idea de España que cada uno tiene. 2024 va a salir muy caro a Moncloa.

Ya sabrán ellos y ellas

Sabemos que España es líder en deuda internacional impagada, que la factura que van a pasarle sus socios va a ser larga y que, por supuesto, el gobierno de coalición progresista no va  a cortarse en adoptar medidas que queden bien en los tuits: “PSOE y Sumar acuerdan rebajar el transporte a toda la población” (República). Ellos y ellas sabrán de dónde van a sacar tanto dinero. Pero como ciudadano yo prefiero un gobierno responsable que me explique los límites a uno populista que me diga lo que quiero oír y para el que la prioridad va a ser siempre mantenerse a flote en vez de evitar la tormenta. No se trata de querer, sino de poder.

Una barbaridad

Sí, como ciudadano puedo exigir que me cuenten la verdad, y como periodista debo buscar a quien lo haga y ponerle delante del foco. Por ejemplo, Jesús Barcos traduce de un modo muy gráfico este tuit de Raquel Martí (de la agencia de la ONU de ayuda a la población palestina refugiada): “Según el Ministerio de Salud, en Gaza 20.915 palestinos han sido asesinados y 54.918 han resultado heridos”. El periodista lo explicaba así: “Para hacernos una idea en Navarra: como aniquilar en menos de tres meses a toda la población de Burlada, cuarto municipio más poblado de la Comunidad Foral”. Una barbaridad que hay que parar.

Que se pongan del color del traje

Me parecen muy acertadas todas las chanzas hacia el ayuntamiento de Tudela que, para evitar cualquier posible mancha de carbón, ha dado carta puebla a Santa Claus. Llegada por el río, paseíllo triunfal y recepción en el ayuntamiento, con la correspondiente cobertura de Navarra Televisión. “Por fin, un personaje de verdad y de la tierra. No como el Olentzero”, tuiteaba Pello Salaburu con tanta sorna como tino. Entre el miedo (si no la aversión) a lo vasco y el ridículo hay solo un pequeño paso que en Tudela han decidido recorrer con absoluta normalidad. Menos mal que pronto vienen los castizos reyes magos.

Un disfrutón

¿Está bien que Neymar se suba a un crucero que él mismo ha organizado, de “tres días de fiestas, casino y conciertos” (El Desmarque) aunque siga lesionado? Evidentemente, no es algo que haría un buen profesional, pero, ¿qué más le da? El Al-Hilal le está cubriendo de oro como antes hicieron el PSG y el Barça. ¿Debe seguir anteponiendo su carrera deportiva a sus ganas de vivir la vida? ¿Lo haríamos nosotros con una millonada injustificable en el banco? ¿Por qué ponemos por delante automáticamente la profesionalidad al disfrute? ¿No deberíamos de pensarlo mejor, como hace Neymar? ¿No es más listo que todas y que todos?

Lo que somos

A 22 de diciembre, según el ejército ucraniano, más de 350.000 soldados rusos han sido “baja”. Muchos de ellos habrán muerto y otros han sido heridos y han quedado incapacitados para seguir en la guerra. 351.350 personas, para ser exactos. No creo que las bajas ucranianas sean muchas menos. Los 45.000 vehículos de combate destruidos solo en el bando ruso dan otra medida de lo que suponen los combates. ¿Y qué hace el mundo? ¿Qué hace Rusia? ¿Cómo presionamos al Kremlin para que salga del país que ha invadido? Ya nos hemos olvidado del bloqueo, las sanciones y hasta de las amenazas nucleares de Putin.

¿No podemos evitarlo?

Sigue la invasión de Rusia sobre Ucrania y sigue el ataque de Israel sobre la franja de Gaza hasta que no quede ni un edificio ni una persona en pie. Con estas aberraciones contra la vida humana encima de la mesa, la comunidad internacional liderada por EE.UU. decide presionar a los hutíes, que amenazan el tráfico mundial de mercancías para que las y los palestinos de Gaza reciban medicamentos, comida y agua. ¿De verdad no tenemos remedio y tenemos que resignarnos a que esto suceda: “El Ejército de Israel reconoce que los tres rehenes a los que mató por error iban sin camiseta y con una bandera blanca” (El Diario)?

Una mierda de Navidad

¿Cómo van a pasar la Navidad las familias del presunto asesino de 15 personas y las de sus víctimas? ¿Cómo las van a pasar las familias de las decenas de personas heridas, nueve de ellas de gravedad? ¿Cómo las vamos a pasar nosotros, olvidando esa tragedia que ha sucedido en nuestro continente? ¿De verdad tenemos salvación si como civilización hemos aprendido a limitar nuestra empatía, nuestra capacidad de padecer con otros seres humanos a los que la tragedia ha arrebatado la vida y la felicidad de un modo tan arbitrario? ¿Qué mundo hemos construido que permite comprar y manejar armas sin el control debido?

Ojalá tengan que revenderlos

Me cuesta pensar que pueda vivir en un mundo en el que alguien se gasta 52.000 dólares “en un reloj con forma de taxi neoyorquino de los años 50” (The Objective). Lo ha creado Tiffany, que repite fórmula (por lo que podemos deducir que ha tenido éxito) después de comercializar un modelo anterior “inspirado en los coches de carreras de los años 50” por 215.000 euros la unidad (porque tenía diamantes). Me parece un exceso inexplicable que no se justifica con que haya quien pueda pagarlo. Es que lo injustificable es que alguien pueda hacerlo porque ya no sabe en qué gastar su dinero. Como sociedad no podemos permitirnos eso.

50 millones

 “PlayStation 5 supera los 50 millones de unidades vendidas tres años después de su lanzamiento”. Y eso, con problemas de stock, porque como adelantan en República: “Este año es la primera temporada navideña en la que hay un suministro completo de PS5 desde su lanzamiento”. A estas hay que sumar las consolas que vende Nintendo, que arrasa el mercado con su Switch, y lo que vende Xbox, la tercera en discordia. Jon Cortazar me explicó una vez que la industria del videojuego mueve más que la del cine y la música, juntas. Seguro que Olentzero reparte algún millar de consolas hoy: enhorabuena a quienes las reciban.

Que viva España

Ayer, durante el larguísimo pleno en el Parlamento, una representante de EH Bildu no tuvo ningún problema en loar la ley española de Empleo (“estatal”, dijo) que según ella mejoraba a la vasca que, finalmente, se aprobó. Oskar Matute tampoco lo tuvo, unas horas antes, en pedir en Twitter la intervención del Estado en Iberdrola. El periodista Xabier Garmendia se preguntaba con cierta sorna y mucho acierto: “¿Bildu pidiendo que el Estado español tome el control de la mayor empresa de Euskal Herria? Bildu pidiendo que el Estado español tome el control de la mayor empresa de Euskal Herria”. Están a dos Teleberris de lanzar vivas a España.

Primero, sus cositas

Mientras unos alaban a España, otros siguen loando a “los presos” (durante décadas el lenguaje inclusivo no fue con ellas y ellos) y quienes les defienden. Demasiado arco ideológico como sujetarlo con cierta fuerza. A lo que voy: Covite denunciaba que en el campeonato de bertsolaris de Bizkaia habían defendido a Porrotx por su implicación y a miembros de ETA, ¿por sus acciones? Iñaki García Arrizabalaga, una vez más, ponía un punto muy sensato en su crítica, a la vez que daba a conocer la denuncia: “Cuánta desafección al bertsolarismo y al conjunto de la cultura vasca causan este tipo de comportamientos…”.

El fútbol hoy es otro

Florentino Pérez estaba encantado con la decisión de la justicia europea sobre las medidas de coacción de UEFA y FIFA a los equipos que querían formar parte de la Superliga: “El fútbol europeo de clubes no es ni será nunca más un monopolio” (República). Tiene razón: ahora será un duopolio con su proyecto y, en paralelo, el tradicional. Pero en ambos casos estamos hablando de la misma mierda: la parte del león del dinero será para quienes más tienen y más gastan. Y el resto, de comparsas, para dar un poco de emoción. Pero sigo pensando que han medido mal: en la Superliga las comparsas serán, quieran o no, los clubes llamados a ganarla.

Un ejemplo

Voy a ser muy claro: la Superliga no es sostenible porque los clubes que aspiran a formarla son ganadores. Pueden esperar unos años a hacerlo en sus ligas, pero acaban por ganar antes o después, como el Barça, que el año pasado la ganó después de fichar como si pudiera hacerlo. Pero este mismo Barça en una liga contra los mejores de Europa no rascará bola en 20 años. Y por mucho dinero que reciba, el resto recibirá, por lo menos, el mismo. Y si van a competir a la vez en la liga española necesitará duplicar la plantilla, con lo que lo gastarán lo ingresado rápidamente, y volverán las pérdidas, las palancas y nuevas ambiciones.

Ojo a esto

Hoy es el gran día de las comidas o cenas de Navidad en empresas y cuadrillas, por lo que es el mejor para recuperar este texto en el blog de la Agencia Española de Protección de Datos: “Si vas a subir imágenes de otra persona a una red social, es importante que te asegures en primer lugar de que esa persona está de acuerdo”. Y si esa persona te reclama que la quites, la tienes que quitar. Si no, podrá pedir a la plataforma que lo haga y, finalmente, puede recurrir a la AEPD. Pero lo peor, sin duda, es la pérdida de una amistad por ese momento que nos parece gracioso solo a nosotras y nosotros y que subimos a Instagram sin pensarlo mucho.