España tercermundista

Ursula Von der Leyen y Roberta Metsola tienen que pensar que España forma parte del tercer mundo. Solo así se explica que recibieran a una representación de las víctimas de la dana, en durante la que fallecieron 228 personas, y que estas les dijesen que ni la máxima autoridad autonómica ni la estatal (recordémoslo) les han recibido. ¿Cómo se quedaron las mandatarias europeas? ¿Qué pasó por la cabeza de la presidenta del parlamento, que se vio obligada a esto que destacaban en El Diario: “Metsola se compromete con las víctimas de la dana a contactar con Mazón para pedirle que se interese por su situación”?

Un capítulo clave

El fallecimiento de Pepe Mújica ha servido para dar a conocer, aún más, el pensamiento del que fuera presidente uruguayo. Además, los obituarios han sido generosos y los mensajes en redes de sus compañeras y compañeros de profesión, pomposos en muchos casos. No seré yo el que le discuta los méritos. De hecho, le apunto otro que, salvo la excepción de El Correo, ningún medio vasco ha rescatado pese a su relevancia: su enfrentamiento con ETA cuando la banda secuestró y asesinó a Miguel Ángel Blanco, lo que le convirtió en un señalado de esa izquierda abertzale a la que ahora se le deshacen los hielos con los halagos.

¡Claro que pudo evitarse!

Bertrand Ndongo estaba en la sala de prensa del Congreso, en la que esta semana ha boicoteado una rueda de prensa, porque tiene una acreditación. Y la tiene porque alguien definió una estrategia en la que la fascistada se comía al PP y el PSOE les hacía frente. Y ahora ese alguien, junto a todos, se rasga las vestiduras: ¡cómo ha podido pasar! Pedro Vallín lo deja claro en Bluesky: “Llevan todos callando tanto tiempo quién es responsable de esta situación que da un poco de cosica lo melindres que son los grupos parlamentarios, todos. Esto no ha ocurrido porque sí, sino por una decisión discrecional tomada hace tiempo”.

Ninguna manipulación hace gracia

De la misma manera que un antifascista lo es en todo momento y lugar o no lo es, una persona está en contra de todos los bulos o no está en contra de los bulos. Y hablo de todos, aunque el perjudicado sea alguien con un historial sospechoso de palabra y obra: Hermann Tertsch no llevaba una petaca en la mano ni hablaba lento cuando grabó su vídeo contra el gobierno español en un olivar. En la portada de Menéame podíamos ver la pieza en Público basada en un tuit con el vídeo manipulado y, por suerte, un comentario con el link al original, a velocidad normal y sin petaca. Sí, también hay que denunciarlo cuando lo sufre Tertsch.

La cohorte de Trump

Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI; Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX; Larry Fink, CEO de BlackRock; Stephen Schwarzman, director ejecutivo de Blackstone Group; Jensen Huang, CEO de Nvidia; Ruth Porat, presidenta y directora de inversiones de Alphabet y Google; Arvind Krishna, CEO de IBM; Alex Karp, CEO de Palantir Technologies; y hasta Gianni Infantino, presidente de la FIFA, han acompañado a Donald Trump “en las reuniones de negocios en Arabia Saudita”, según Infobae, en las que el presidente ha anunciado, además, 600.000 millones de dólares de inversión de los árabes en EE.UU., ¿qué más quiere él?

Lo que diga Elon

“Musk da por amortizada su injerencia en Alemania y mira a España: ‘Le interesa que Abascal gobierne’”, leemos en Público. Parece que a la AfD no le ha ido tan bien como esperaban (pero no le ha ido mal, no lo olvidemos) por lo que su interés ahora por España puede ser hasta bien recibido por los rivales de Vox. Aunque los resultados de Alice Weidel han sido buenos, insisto, la injerencia de Musk activó el voto que ha permitido una opción de gobierno que deja al margen a los ultras. Por desgracia, aquí Núñez Feijóo lo tiene mucho más claro y sumará sus escaños a los que consiga Abascal sin dudarlo para llegar a Moncloa.

El personaje

Esta columna va sobre Elon Musk porque el personaje lo merece. No para bien, pero lo merece. La mano derecha de Donald Trump, el encargado de laminar la estructura funcionarial en EE.UU., “hizo su imperio con la ayuda del gobierno de EEUU: 38.000 millones de dólares para levantar Tesla y SpaceX” (Xataka). Pero no es solo una cosa del pasado, de cuando arrancó: Hoy, “a pesar de su discurso libertario, Musk sigue beneficiándose de contratos gubernamentales multimillonarios y de acceso preferencial a programas” públicos. Hablamos de “al menos 38.000 millones de dólares en contratos” para las empresas de Musk.

La persona

No es una contradicción que quien se ha hecho y se hace cada vez más rico con el dinero público vaya a recortar servicios a la ciudadanía: es hipocresía. Da la medida del personaje, insisto. La persona parece aún peor: “Elon Musk llama retrasado a un astronauta de la Agencia Espacial Europea y luego pide el fin de la Estación Espacial Internacional en dos años” (Microsiervos). La discusión subió de tono cuando el danés Andreas Mogensen negó que los astronautas que va a rescatar Musk con sus naves (otra misión pagada con dinero público) estuvieran abandonados. Entonces el millonario le llamó “completamente retrasado”.

Lo más ultraliberal

A menudo oímos hablar, desde posiciones que se tienen a sí mismas como progresistas, de que las y los políticos no deberían cobrar. Eso es justo lo que hace Musk, y Trump lo dice siempre que puede. Pero el responsable de DOGE (que corresponde al acrónimo en inglés del Departamento de Eficiencia Gubernamental) quiere que su ejemplo cunda: según El Debate, “Elon Musk propone que los trabajadores con un coeficiente intelectual muy alto no cobren por su trabajo” para el Estado en el citado departamento. Esto es ultraliberal, esto supone que solo los ricos podrán dedicarse a gobernar, y ya vemos qué decisiones toman.

“Róbame el Tesla”

La semana pasada vimos a Donald Trump vendiendo coches Tesla en la Casa Blanca (otra vez, recursos públicos en beneficio de Elon Musk) después de que las acciones de la compañía se desplomasen: nadie quiere un Tesla y quien ya lo tiene, al parecer, intenta deshacerse de él. Pero la marca se ha devaluado tanto que hasta resulta cómica la idea de vender uno de segunda mano, por imposible. Así que la marca de ropa Van Highs ha creado la web (disfrutémosla mientras sea visible): stealmytesla.com. Es decir: “Róbame el Tesla”, en la que puedes contratar que ese vehículo del que tanto te avergüenzas, simplemente, desaparezca.

Ganó Groenlandia

Si Groenlandia ha apostado por un partido que busca “desarrollar la economía y las inversiones en la isla, defiende una independencia a largo plazo con Dinamarca asegurando primero el estado del bienestar” (según la descripción de Ara), por unos candidatos que no hacen populismo de izquierdas y por una opción política que tiene claro que con Trump, no, es evidente que Groenlandia ha ganado. Demokraatit es la esperanza de las y los groenlandeses, y también de esa parte del mundo que espera resistencia ante el imperialismo barato (pero implacable) del nuevo presidente estadounidense.

Y Trump se compra un coche

En concreto, un Tesla. Así es cómo muestra su apoyo a Elon Musk, que está perdiendo muchísimo dinero con la caída de su marca de vehículos. Por cierto, tiene su guasa que Trump haya comprado un eléctrico apostando como apuesta públicamente por la gasolina. No solo eso: mostró varios modelos en la Casa Blanca, llamó a los americanos a adquirir uno y echó la culpa a “los lunáticos de la izquierda radical” (El Diario) del boicot a la marca. En el fondo, eso es Trump: un vendedor de coches (lo escribo con todo el respeto a quienes lo son) agresivo, chusco y que te insulta si desprecias sus ofertas.

Sí, conseguirá algunas cosas

Donald Trump va a conseguir que, aunque sea por un momento, las acciones de Tesla se recuperen y en las próximas semanas muchos fans se dejen sus ahorros en uno de los vehículos eléctricos de Musk. No me cabe duda. Y va a vendernos más coches o, dicho de otro modo, va a tener éxitos con su manera de hacer política: “Ucrania y EE.UU. llegan a un acuerdo para que Washington tenga acceso a los recursos minerales del país europeo tras las amenazas de Trump” (BBC). No pasa nada, es lo normal porque hablamos de un país poderoso con una inercia imparable. Pero la guerra tenemos que ganarla los buenos.

Europa contraataca

Donald Trump tiene mal gusto para los coches (los Tesla son feos y, según cuentan, dan muchos problemas) y, además, no tiene buenas ideas como político: los aranceles que pone, quita y vuelve a poner son un error evidente. Pero no solo por la inestabilidad que genera en “los mercados”. Son un error porque no tiene en cuenta que el mundo es verdaderamente global: quien no pueda vender a EE.UU. lo hará a otros países y lo que no se pueda comprar en EE.UU. lo compraremos con otros orígenes. En realidad, hay muy pocas cosas que solo pueda producir un estado. Ya, ni el entretenimiento.

¿Qué ha pasado?

El asesinato en Badajoz o las dos noches de disturbios en Salt, Girona, tienen mucho que ver con Trump. Si estas atrocidades suceden es porque hemos cedido el terreno a algunos discursos buenistas detrás de los que hay intereses políticos y/o económicos. Y ese terreno luego lo han conquistado los extremos y los populismos sin esfuerzo porque la realidad es que ese buenismo interesado es frágil ante el fuerte. Los delincuentes, vengan de donde vengan, no pueden estar en pisos tutelados ni en nuestras calles. Y no hablo de “dictadura woke” porque esa es otra chorrada: hablo claro y pido actuaciones concretas, directas y sencillas.

La fiscalía, sí

Es “la fiscalía”, esa que Pedro Sánchez sugería que controlaba, o “el Ministerio Público”, para que nos entendamos mejor, la que “pide el archivo de la querella que presentaron exjueces contra el rey emérito” (The Objective). Para hacerlo tiene en cuenta, “básicamente, la insuficiencia de indicios incriminatorios, la prescripción del delito, la inviolabilidad del Jefe del Estado o la regularización fiscal”. Vamos, que toda excusa es buena para dejar a Juan Carlos I ya tranquilo de una vez. Por cierto, que el Borbón exiliado tiene planeado volver a su España en breve, y lo hará por riéndose de todo, de todas y de todos. Como siempre, vamos.

¿Por qué ahora?

Por supuesto, es una buena noticia que las empresas que cambiaron su sede social para abandonar Catalunya e instalarse en Madrid, mayoritariamente, vayan a regresar ahora a su lugar de origen. Pero, por supuesto, estamos ante la última maniobra de los partidos españoles para ahogar los anhelos nacionalistas con dinero: “Cuerpo espera el retorno de más empresas a Catalunya tras La Caixa: ‘Es la decisión racional’” (El Nacional). Un retorno que se posibilita ahora que Illa lidera el Govern pero que el ministerio español no quiso abordar cuando lo lideraban Quim Torra o Pere Aragonès. ¿Por qué?

No, no es Abascal

Santiago Abascal no se juega nada, como sugieren también en El Independiente, no tiene que decidir nada, no debe sentirse presionado por apoyar a un Trump imprevisible salvo en el tema arancelario que va a costar mucho dinero a los productores españoles. A quien hay que preguntar qué piensa hacer es a Alberto Núñez Feijóo, que gobierna con ese Vox trumpista y que no ha renunciado a apoyarse en el mismo Abascal que se saca fotos con Milei y Musk para llegar a la Moncloa. Es el PP el que tiene el papelón, la presión y el que debe tomar una decisión, no la extrema derecha española seguidista, acrítica y un tanto tontorrona.

Si todo el mundo lo ve…

Reconozco que me tomo de otra manera a Trump desde su discurso ante el Congreso en el que se limitó a repasar sus 10 puntos con los que nos ha abrumado durante este inicio de mandato. También me congratuló ver a un partido demócrata plantado y me alivia observar cómo Tesla se hunde lastrado por la crisis reputacional generada por Musk. Como diría Trump, “y solo acaba de empezar” porque “la presidenta de Tesla se hace ‘de oro’ vendiendo acciones de la marca, y la abandona a su suerte con las decisiones de Elon Musk” (Híbridos y Electricos). Si todo el mundo lo ve y actúa, como Robyn Denholm, hay esperanza.

La economía es verdaderamente global

Esto que escribe Pedro Vallín en Bluesky lo tengo yo también bastante claro: “Al final a EE.UU. esto les va a salir como el rosario de la aurora por una razón obvia: el mundo no es global de forma discrecional e ideológica, es global de forma evolutiva e irreversible, por el progreso de transportes y comunicaciones. El nacionalismo económico es una paletada y una antigualla”. Dicho de otra manera: lo que no compremos o vendamos a EE.UU. lo compraremos o venderemos a otros países. El mundo es mucho más global de lo que se piensa Trump y demostrárselo se ha convertido en una obligación.

Claro que es la oferta

No me cansaré de decir que la aprobación de la Ley Española de Vivienda tuvo más que ver con el ciclo de campañas electorales que se echaban encima a PSOE, Sumar, Bildu, Podemos y ERC (que luego denunció invasión competencial) que con querer arreglar realmente el problema. Esa ley ha generado una crisis de oferta de viviendas, y eso solo provoca su encarecimiento. Es superfácil entenderlo. Pero también es fácil hacer populismo, y en eso estuvieron y están los mencionados. No proteger también a las personas propietarias “puede estar desincentivando todavía más la escasa oferta”, según El Blog Salmón.

La vida era mejor cuando había quioscos

Los quioscos mejoran la vida de las personas. No es el resultado de ninguna investigación, sino de mi propia experiencia y, estoy seguro, de la de cualquiera. Cuando empezaron a desaparecer empezaron nuestros problemas: más móvil, nuevos riesgos para la juventud, mucho más tiempo conectados al trabajo y, por supuesto, la pandemia. Ahora que los quioscos han desaparecido de nuestras calles, salvo raras excepciones como la que han encontrado en EPE, el mundo ha enloquecido con la dupla Trump-Musk, con Putin, Netanyahu… Que se han aprovechado de la protección que nos ofrecían los quioscos en nuestras calles.

No nos rasguemos la camisa todavía

Leemos que “Jeff Bezos anuncia que ‘The Washington Post’ no publicará opiniones contrarias al libre mercado” (Público) y algunos se vuelven un poco locos porque ese diario, que el dueño de Amazon compró como inversión, puede dejar de ser progresista. Pongamos los hechos noticiosos en su contexto, por favor: por muy “progre” que sea un diario que forma parte del establishment estadounidense, dudo mucho que este haya publicado alguna vez opiniones contrarias a ese libre mercado, la propiedad o el sistema capitalista. La noticia, de hecho, es que Bezos ha querido dejar claro a Trump y Musk que no va a salirse del carril.

Vamos ganando

“La fuga de diseñadores clave y la caída libre de las ventas empujan a Tesla al precipicio”, leemos en El Confidencial, donde enumeran la colección de problemas de la marca: “Crisis de modelos, tecnología anticuada, mala calidad y reducción de la lealtad a la marca”, y por supuesto, “la tóxica actividad política del jefe”. Eso, sin hablar de la competencia, que se ha movido rápido y mejor de lo que esperaba un Musk que fía todo siempre a su infinita capacidad. Voy a ser directo: ¿qué pensamos cuando vemos un Tesla por la calle? Aquí, sí, vamos ganando. Ojalá que sea solo la primera batalla.

Hay que leerlo

Hace solo unos días estábamos profundamente preocupados por Europa. Quienes sufrieron viendo a Trump y Putin repartirse el mundo tienen que leer el texto: “Tres ‘gyozas’ a diez euros” en The Objective sobre “la vieja Europa anestesiada”. En él, Antonio Agredano llama a las cosas por su nombre: “El triunfo del trumpismo es el fracaso de todo lo demás”, “Podemos y Vox podrían contener trazas de trumpismo”, “sociedades pueriles eligen líderes pueriles y la nuestra hace ya muchos años que llenó de Funkos las estanterías, ocupando el espacio de los libros”. Por suerte, termina arriba: “Europa es una aspiración, pero no debería ser una utopía”.