El Athletic es lo que fuimos

Escribo esta columna sin saber si hoy Bizkaia se ha levantado feliz o resignada, otra vez. Y eso me permite escribirla aún con mariposas en el estómago, como cuando empezabas a conocer a la que pensabas que podías ser tu pareja para el resto de la vida. Escribo esta columna pensando, primero, en lo que somos y en lo que fuimos, en aquel gol de Endika que a los de mi generación han contado pero que no recuerda. Porque la de Bilbao, la de Bizkaia y la de Euskadi son sociedades que han cambiado muchísimo, pero ir a San Mamés a animar al Athletic en Primera lo hemos hecho generación tras generación.

El Athletic es mi amigo Raúl

Desde que voy con mi hija al campo lo que el Athletic es para mí ha cambiado. Antes era una devoción. Hoy es algo nuestro, de casa, algo que vertebra nuestras semanas y condiciona, para bien, nuestros planes: antes de quedar con otras familias miramos si hay partido en San Mamés. El Athletic es también mi amigo Raúl, que vive en Madrid desde hace años, que puso a su hijo Aritz (y no hace falta decir por qué), y que ha hecho que ser Athleticzale allí sea una forma de ser, simplemente. El Athletic es algo más que un equipo: es personas, nuestra gente, esa a la que queremos y con la que hemos hablado, gracias al Athletic, estos días sobre la final.

El Athletic es contarlo

Antes de que mi hija aprendiese a hablar o a tenerse en pie por sí misma, ya tuvo su primera camiseta del Athletic, la que heredó su hermano. Cuando se las ponía les susurraba “a lo baijini”, como nos ha enseñado a decir Iñaki Williams: “No sabéis la suerte que tenéis de ser del Athletic”. Porque, hayamos ganado o hayamos perdido ayer, sigue siendo muy bonito ser del Athletic, sigue siendo muy divertido formar parte de esa marea rojiblanca que inundó Sevilla y paralizó Bilbao a partir de la 22:00. Pero también es una suerte poder escribir sobre el Athletic, contarlo, ser cronista de una parte de una historia, simplemente, única.

El Athletic es el futuro

Insisto: no sé si Julen Agirrezabala habrá sido el héroe de la Copa o igual ha cometido un error (el primero en todo el torneo) que nos ha costado el título. Pero sí sé que sirve como ejemplo de lo que es el Athletic: él (al que aplaudiremos haya pasado lo que haya pasado), Vivian y Nico Williams (dos años en el primer equipo), Paredes y Beñat Prados (esta es su primera temporada jugando con asiduidad), son el Athletic. Chavales de “la cantera”, “cachorros” que van a formar parte el club. Una institución centenaria, el viejo roble que da hojas nuevas, la cadena que no se rompe, lo que fuimos como simple preludio de lo que seremos.

Sí, sabemos de fútbol

La particularidad del Athletic, que se ha impuesto sus propias normas para competir contra quienes buscan librarse de ataduras para gastar más y fichar en más países, ha generado un vínculo extraordinario con su entorno, con la sociedad de Bizkaia y buena parte de la vasca. Pero el Athletic no es solo emoción: en Euskadi sabemos de fútbol, y la nómina de entrenadores vascos (la mayoría, con pasado realista, para más y mejores señas) que triunfan en las mejores ligas del mundo, la inglesa y la alemana, es destacada. El fútbol es algo muy vasco, y quien lo desprecie por una intelectualidad mal entendida, desprecia lo que somos.

«El listón muy alto»

Soy usuario de Osakidetza, de hecho, mañana mismo tengo cita con mi médico y, en mi caso y el de las personas que me rodean, creo que la sanidad vasca funciona con al margen de mejora que cualquiera puede apreciar y debe exigir. Y lo creo, también, porque las y los mejores profesionales, independientemente de su origen (y esto le desmonta el argumentario al PP), también eligen Osakidetza: el número uno y dos del último examen del MIR harán su residencia en el hospital de Cruces, que “suele estar entre los diez preferidos por los residentes y ya habíamos tenido en otras ocasiones al número uno” (Con Salud).

Desmontar la Sanidad es esto otro

Desmontar la sanidad pública es justo lo contrario a lo que está pasando con Osakidetza. Marcelino Madrigal resume muy bien lo que sucede en Madrid, caso paradigmático de una privatización de facto y diametralmente opuesto a lo que ocurre en Euskadi: “El concierto con la Sanidad Privada en 2024 nos cuesta en la Comunidad de Madrid 1.209.834.792 euros. En concreto, para Hospitales del Grupo Quirón (más Gómez Ulla) van 860.824.822 euros. Para nuevos centros de Primaria, 75 millones. Es un escándalo”. La fuente son los propios presupuestos de la Comunidad y las cifras son así de salvajes.

También votan en Catalunya

En Catalunya, al contrario que en Euskadi, el resultado de las elecciones es más evidente: parece que el PSC va a ganar con claridad y que el problema será la gobernabilidad. Aunque gane con claridad puede necesitar a ERC o Junts para gobernar. Y la otra opción es que los dos partidos independentistas formen gobierno, lo que ya ha pasado con desastroso resultado en la última ocasión. Además, hay otro elemento a tener en cuenta: quién quedará segundo. El posible regreso de Puigdemont puede catapultar a su formación, que volvería a liderar el espacio nacionalista. Y pase lo que pase, afectará al gobierno de España.

Podría ser peor

En Euskadi, PNV y Bildu mantienen el pulso por ser el partido que lidere en votos y escaños a Euskadi. En Catalunya, la partida se juega entre tres. La España política es un caos en el que la ultraderecha es el lastre que se ha cargado la derecha voluntariamente para gobernar. Pero todo podría ser peor: Donald Trump ha alertado de que podría correr la sangre si no sale elegido presidente, con todo el cuajo y una gorra puesta que le hace parecer un poco lerdo. Cuando perdió las elecciones fueron cinco las personas fallecidas durante el asalto al Capitolio. Con estos antecedentes y esos avisos, que no esté inhabilitado me parece inaudito.

Me gusta

Fui con un amigo de Gasteiz y del Alavés a ver el último derby, y al final, mientras aplaudía a los míos y mi buen amigo se lamentaba de la ocasión de Guridi y el penalti que paró maravillosamente Unai Simón, aprecié la discusión entre los hermanos Williams. Conversación airada que no pasó desapercibida para los de El Día Después, que siguen luciéndose captando esos momentos que hacen del fútbol eso que tanto nos gusta. El mayor de los hermanos lo explicó en Twitter: discutían como cuando jugaban en la plaza. Y a mí el detalle me gustó: incluso ganando y entrando en Champions la ambición y las ganas de mejoran se dejan ver.

Esto es lo importante

Que Pablo Iglesias abra un bar es anecdótico y sus formas, como siempre, son mucho más divertidas de lo que le parecen a él, que da a todo una gravedad terrible. Lo importante es que haya un tipo que haya trincado una millonada durante la pandemia y, además, haya intentado evadir al fisco, según la fiscalía, Y que ese tipo, Alberto González, sea además el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid no es una anécdota. Como no lo es que su abogado resulte ser un chapucero que “mandó a un mail genérico de la Sección de Delitos Económicos” (Alfonso Pérez, en X) el mensaje en el que reconocía los delitos que se le imputan.

Mesas “premium” en Sevilla

Si paseas solo por alguna zona bulliciosa de Bilbao como la Gran Vía, Ledesma o el Casco Viejo, y abres un poco el oído, las palabras que más oirás serán “Athletic”, “final” y “Sevilla”. Y esta columna no va a ser una excepción. Lo que ha llamado mi atención del gran tema es, sin embargo, esta alerta en Xataka con la que tendrán que contar las y los viajeros: “Polémica en las terrazas de Sevilla: hosteleros cobran 10 euros de suplemento por una mesa al sol”. Uno de los restaurantes al que han cazado con esa práctica, alega que se trata de “mesas premium”, y en Facua tienen dudas sobre su legalidad porque están fuera del local.

Más Caso Negreira

Leemos en Palco 23 que “el juez del Caso Negreira ha acordado prorrogar seis meses la instrucción a la espera de un informe de la Guardia Civil”. No solo es el informe: Joaquín Aguirre ha citado esta semana a José María Enríquez Negreira, el receptor de la millonada del FC Barcelona y el firmante de aquellas amenazas. En el digital recuerdan que “Negreira se embolsó, presuntamente, más de 7,3 millones”  y que “todo apunta a que la operativa comenzó en los años 90, durante la presidencia del fallecido Josep Lluís Núñez. La Fiscalía considera que hay indicios de un delito de corrupción en los negocios cometido por el club”.

Sí se puede

Si se confirman las sospechas y los supuestos, el FC Barcelona merece un castigo ejemplar. Pero no solo por los pagos a Negreira para obtener un favor arbitral que, por lo menos, explicaría ciertas agresiones sin castigo que todas y todos hemos visto y silbado. También por la ingeniería financiera que el FC Barcelona permite al club fichar como si no costase y birlar jugadores a otros equipos que sí cumplen. En otras ligas esto tiene un castigo: “Descuentan cuatro puntos al Nottingham Forest por irregularidades financieras” (Iusport). También ha sido sancionado el Everton y lo será, parece ya sin duda, el Manchester City.

Si quieren atención, que tengan atención

Si lo que quería Qatar comprándose el Mundial de fútbol que empieza hoy era atención, aquí la tiene. Empezando por las 6.750 personas fallecidas contabilizadas (la opacidad del régimen y el velo mediático invitan a pensar que serán más) en la ejecución de las obras. Siguiendo por las opiniones homófobas de quienes el emirato ha designado como embajadores del evento. Siguiendo, también, por el machismo normalizado en el país. Y terminando por la dictadura religiosa que prohíbe muestras de afecto y que ha empoderado a una clase alta exclusivista y sobreprotegida por el país y sus principales clientes. Eso es Qatar.

Todo lo que está mal en el fútbol

El mundial de Qatar no solo pone en el escaparate a la dictadura que lo acoge, tan despegada de la realidad que pensaba que iba a servir para que loásemos sus virtudes. También deja al descubierto todo lo que funciona mal en el mundo del fútbol: cómo se consiguió (cómo influyó el emirato para conseguir los votos lo hemos visto en documentales y leído en un montón de reportajes), o cómo las ligas de cada país se prostituyen para hacer un hueco en noviembre. Pero otros deportes también se dejan: Arabia Saudí organizará unos JJ.OO. de invierno en 2029 y el mismo país ha organizado un circuito mundial de golf regalando millones.

Todo lo que está mal en el Mundo

Con todo, que Qatar se haya comprado el Mundial de fútbol y Arabia Saudí unos cuantos deportes más es solo la punta del iceberg. El problema es cuánto depende el planeta de sátrapas y dictadores que han logrado hacerse los dueños (no sin violencia) de las materias primas que el resto del mundo necesita. Y que no sean sistemas democráticos salvo excepciones no es una casualidad. Pero los gobiernos consienten y ceden terreno. Xi Jinping fue el más buscado en Bali junto a Biden. Y los únicos que blanquearán a Qatar tal y como Qatar pretende son quienes se sienten en los palcos. Eso es lo intolerable y boicoteable.

No necesito tu permiso

La mayoría de quienes piden un boicot al Mundial de Qatar no habrían visto ningún partido de haberse celebrado cuando tocaba y en un país democrático. Son como quienes señalan a los aficionados que salen del estadio cinco minutos antes de que el árbitro termine el partido un martes a las once de la noche (en jornada adelantada por un Mundial extemporáneo). No necesito el permiso de nadie para ver fútbol, ni para irme si quiero (que no me he ido nunca). La altura moral de quienes planean boicots culturales o deportivos ya la conocemos, y podemos asegurar que no es tanta como ellas y ellos creen.

Hablemos de fútbol

Me reservo este último párrafo para hablar solo de fútbol, como propone Borja Pardo en su hilo en Twitter: Mbappé, Cristiano Ronaldo, Messi o Neymar son los nombres propios a seguir. ¿Qué harán? ¿Hasta dónde llegarán? ¿Cómo se despedirán de los mundiales el portugués y el argentino? En lo local, Iñaki Williams en la selección de Ghana es para mí uno de los mejores reclamos de la competición. Y no hay que perder de vista a los arbitrajes, especialmente cuando juegue Qatar, cuyo país no ha comprado el Mundial para ver a su selección goleada en los tres partidos de la liguilla. ¡Qué ruede el balón!

No podemos olvidarlo

El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. No es una frase hecha, es una verdad absoluta que la propia historia se ha empeñado en demostrarnos. Por eso no podemos perder la memoria de lo que pasó en Euskadi, de cómo algunos decidieron matar en nombre de una mayoría abertzale que nunca se sintió representada. No podemos permitirnos, insisto, titulares como este: “Uno de cada dos jóvenes no sabe quién es Miguel Ángel Blanco” (Cadena SER). Ni podemos permitirnos políticos cobardes que buscan excusas en lo que viene de fuera para no mirar de frente lo que tuvieron, tienen y tendrán durante décadas muy dentro.

La que “cosía”

Yolanda Díaz está sobre la ola buena, es evidente. Es la estrella del rock de la política española: da igual lo que haga, que va a ser criticada por la caverna y alabada por el resto. Y lo sabe. Por eso se atreve a hacer movimientos electoralistas, aunque sabe que todavía tiene un año hasta las próximas elecciones generales. Sin embargo, ninguno me ha parecido tan claramente de campaña como cuando dijo, hace solo unos días, que no hacía otra cosa que “coser y coser esta coalición”, en referencia al gobierno español del que es vicepresidenta porque la designó Pablo Iglesias. Ahora reconoce que “toma impulso con la crisis: ‘Nos da aliento’” (EPE).

¿Pero esto qué es?

El poder que ha tenido y tiene Villarejo se lo han entregado quienes tenían que mostrar cierta responsabilidad en la gestión. En plata: Cospedal, la que quiso sacarse de encima a Bárcenas y se cargó la mochila del expolicía, ha demostrado tener muy pocos principios democráticos al interesarse por informaciones que, pese a no tener mucha base, podían convertirse en difamaciones hacia Podemos. Otro capítulo será el del victimismo de los de Pablo Iglesias, que se pensaban que solo ellos y ellas podían buscar las cosquillas a los otros partidos. Pero el capítulo principal de esta trama evidencia una calidad democrática muy baja en España.

Pues anda que esto…

No veo Telemadrid y no sé si finalmente esta ocurrencia se ha perpetrado, pero lo que leía ayer en Público me parece significativo y definitorio, y no para bien, precisamente: “Telemadrid, la televisión pública madrileña, cambia el Orgullo por las corridas de toros. La cadena autonómica abandona su tradicional cobertura del desfile por el centro de la capital, el acto central del Orgullo, y en su lugar este sábado retransmitirá una corrida de toros con tres jóvenes toreros principiantes que participan en una especie de talent show taurino, la Copa Chenel, que coincide en horario”. Votaron libertad, obtienen cornetillas.

A tope con Ghana

Me alegro de que Iñaki Williams haya tomado la decisión de jugar con Ghana aunque me cueste dinero (no sería extraño que el jugador tuviese una cláusula en su contrato con el club del que soy socio por la que este se incrementaría en el caso de ser internacional). Un jugador con experiencia en un Mundial es un jugador mejor. Y no temo que venga agotado después de jugar tres o cuatro partidos en un mes, por mucho calor que haga en Qatar. También me alegro de que Iñaki, en su incontestable lucha contra el racismo, haya exhibido a un buen ramillete de xenófobos en Twitter y medios más tradicionales con su decisión.

Sí, lo normal es perder

Soy del Athletic, eso quiere decir que he disfrutado de diez finales desde 2009. Eso es un privilegio para cualquiera y la mayoría de personas aficionadas al fútbol de todo el mundo se pondrían en nuestra piel, digan lo que digan. Así que, no, no me considero seguidor de un equipo perdedor. Al contrario. Pero el deporte ayuda a explicar (y yo lo hago con mi hija y mi hijo) esto que dice Iñaki Williams y recogen en Sphera Sports: “Le he dicho a los jóvenes que en la vida se pierde más que se gana. Hay que seguir peleando, esto es el Athletic”. Y no es solo una lección deportiva, se trata de una lección de vida.

Una generación afortunada

Precisamente para las y los más pequeños de la casa el Athletic es un equipo que, de vez en cuando, les da una alegría en forma de final. Para el resto se parece más a esto que tuiteaba el guionista vasco Raúl Díaz: “Me pasé 24 años sin ver una final del Athletic y hoy mis hijos van a ver la cuarta en un año. Me dices esto a finales de los noventa y lo flipo”. No soy conformista, de hecho, la derrota contra la Real en la Copa rompió algo en mi relación con el Club. Pese a las decepciones me empeño en poner en valor lo que estamos viviendo: estamos, ganamos, llegamos y disfrutamos siendo un caso único en el mundo. Mejórame eso.

Ojalá volvamos

No estoy de acuerdo con que el Athletic no puede volver a Arabia Saudí: ojalá lo haga porque eso significa que ha sido finalista en la Copa, otra vez, o ha acabado entre los dos primeros de la Liga. El problema que ha generado la RFEF no es extensible al club: tanto Copa como Supercopa han sido diseñadas para beneficiar económica y deportivamente a Real Madrid y FC Barcelona. A Rubiales no le ha importado blanquear un régimen y menos le preocupa el desequilibrio: allí quieren ver a los dos grandes y les animan, aunque sea con camisetas con las cruces de los escudos eliminadas, como muestra Aitor Lagunas en Twitter.

Otra noticia “deportiva”

La agresión a un jugador del Sevilla en el campo del Betis, donde se coló un seguidor con una barra o un bastón y pudo lanzarlo al campo, es la otra noticia que ha dado el fútbol el fin de semana sin ser deportiva, más bien, todo lo contrario. Como no ha sido deportivo el gesto de Jordan, exagerando el impacto, ni el de Lopetegi, instándole a hacerlo. Sí, es posible que todo lo sucedido te parezca mal, pero es evidente que lo más grave es el fallo de seguridad y el idiota que se animó al lanzamiento de jabalina. Endika Río lo expresaba así en Twitter: “Marca un gol tu equipo y te dedicas a lanzar objetos al rival. Hay que ser muy tonto. Pero mucho, eh”.

Bye-bye, Novak

“La gran noticia del día es que a Djokovic lo han tratado igual que a ti o a mí”, tuiteaba Stéphane M. Grueso después de conocer que el gobierno australiano negaba al tenista serbio el permiso para estar en el país. Es decir, ni para jugar al tenis ni para jugar a la brisca después de comer en una terraza. Y el gobierno francés ha ido detrás: tampoco podrá jugar en París. Unas decisiones que merecen un aplauso: ser peligroso e insolidario en plena pandemia mundial no es solo un asunto personal (lo estúpido que puede llegar a ser alguien), también lo es de comportamiento colectivo y de modelo de sociedad. De esto va.