Nos debemos tener memoria

Nos debemos tener memoria, especialmente, como vascas y vascos. Lo que hemos vivido no puede olvidarse como si no hubiese pasado, nuestras hijas y nuestros hijos deben saber que en este país hubo quien mató en su nombre y quien fue asesinado por pensar diferente a quien apretaba el gatillo y justificaba el horror. Nos lo debemos y se lo debemos a quienes se enfrentaron entonces, como hizo el lehendakari Ardanza, a quienes infringían dolor y sufrimiento. Solo hay algo peor que la ausencia de memoria: su manipulación. Y sus consecuencias no se ven en el tuit de Otegi, sino en las respuestas que genera entre los suyos.

50 años de interdependencia

Arnaldo Otegi es líder de Bildu porque Sortu quiso. El candidato a lehendakari de Bildu es el que Sortu quiso. En Sortu está el último jefe de ETA porque en Sortu quieren. Y quienes les hacen los coros con voces blancas, de la misma manera, es porque quieren. Porque quieren mantener su escaño, claro. Y por supuesto, si Sortu quiere retuitear a LAB, que celebra su 50 cumpleaños, ¿quién soy yo para decir nada? Pero si todo esto sucede, y sucede porque todas y todos los implicados quieren, podremos señalarlo, ¿no? Así que, ¿independencia? Yo creo que entre las marcas citadas antes, lo que hay es una gran interdependencia.

¿Se piensa que somos idiotas? (1)

El vídeo de Irene Montero haciendo campaña en Euskadi es para guardarlo: fruto de la necesidad (la urgencia, más bien) y de la ignorancia, habla de las grandes empresas vascas, que son a la vez las grandes empleadoras (sector público, aparte) y las grandes aportadoras a las haciendas vascas (pero eso la de Podemos no lo dice) como si fueran todas contaminadoras y perversas. Para colmo de despropósito, considera contaminante, por ejemplo, a Euskaltel. O ella es una ignorante o piensa que en Euskadi todas y todos somos tontos. No hay más opciones. Así les van las cosas: su única ambición es sacar un escaño y que no lo haga Sumar.

¿Se piensa que somos idiotas? (y 2)

Exactamente la misma afirmación es perfectamente aplicable a un hombre de más edad y ultraconservador: “O es una ignorante o piensa que todas y todos somos tontos”. Eso demuestra que la soberbia, como la idiotez, no entiende de género, edad, condición social, nivel económico, ni sector profesional. Para tenerlo claro solo hace falta leer esta ocurrencia de Javier Tebas: “En Google no aparece nada si buscas ‘quiero comprar cocaína’ o ‘sexo niños’; con ‘fútbol gratis’, sí”. Curiosamente, lo que ha conseguido es que si buscas “quiero comprar cocaína” o “sexo niños” sale Javier Tebas.

Qué bonito es ser del Athletic

“Qué bonito es ser del Athletic, joder”, es una gran frase de mi amigo Gorka. Una frase que esta semana podemos aplicar a miles de imágenes. Y no exagero. Una de mis favoritas, sin duda, es la de Kiko Hurtado que lleva Asís Martín a X: Unai Simón besa a Julen Agirrezabala mientras ambos posan con la Copa. Simón es hoy el único jugador del Athletic que sería titular en cualquier equipo del mundo y, sin embargo, fue suplente durante todo el campeonato. Lejos de enfadarse, asumió su rol con humildad y decidió aportar desde el banco en vez de generar pulsos. Un comportamiento tan extraordinario como todo lo que estamos viviendo.

El Athletic es lo que fuimos

Escribo esta columna sin saber si hoy Bizkaia se ha levantado feliz o resignada, otra vez. Y eso me permite escribirla aún con mariposas en el estómago, como cuando empezabas a conocer a la que pensabas que podías ser tu pareja para el resto de la vida. Escribo esta columna pensando, primero, en lo que somos y en lo que fuimos, en aquel gol de Endika que a los de mi generación han contado pero que no recuerda. Porque la de Bilbao, la de Bizkaia y la de Euskadi son sociedades que han cambiado muchísimo, pero ir a San Mamés a animar al Athletic en Primera lo hemos hecho generación tras generación.

El Athletic es mi amigo Raúl

Desde que voy con mi hija al campo lo que el Athletic es para mí ha cambiado. Antes era una devoción. Hoy es algo nuestro, de casa, algo que vertebra nuestras semanas y condiciona, para bien, nuestros planes: antes de quedar con otras familias miramos si hay partido en San Mamés. El Athletic es también mi amigo Raúl, que vive en Madrid desde hace años, que puso a su hijo Aritz (y no hace falta decir por qué), y que ha hecho que ser Athleticzale allí sea una forma de ser, simplemente. El Athletic es algo más que un equipo: es personas, nuestra gente, esa a la que queremos y con la que hemos hablado, gracias al Athletic, estos días sobre la final.

El Athletic es contarlo

Antes de que mi hija aprendiese a hablar o a tenerse en pie por sí misma, ya tuvo su primera camiseta del Athletic, la que heredó su hermano. Cuando se las ponía les susurraba “a lo baijini”, como nos ha enseñado a decir Iñaki Williams: “No sabéis la suerte que tenéis de ser del Athletic”. Porque, hayamos ganado o hayamos perdido ayer, sigue siendo muy bonito ser del Athletic, sigue siendo muy divertido formar parte de esa marea rojiblanca que inundó Sevilla y paralizó Bilbao a partir de la 22:00. Pero también es una suerte poder escribir sobre el Athletic, contarlo, ser cronista de una parte de una historia, simplemente, única.

El Athletic es el futuro

Insisto: no sé si Julen Agirrezabala habrá sido el héroe de la Copa o igual ha cometido un error (el primero en todo el torneo) que nos ha costado el título. Pero sí sé que sirve como ejemplo de lo que es el Athletic: él (al que aplaudiremos haya pasado lo que haya pasado), Vivian y Nico Williams (dos años en el primer equipo), Paredes y Beñat Prados (esta es su primera temporada jugando con asiduidad), son el Athletic. Chavales de “la cantera”, “cachorros” que van a formar parte el club. Una institución centenaria, el viejo roble que da hojas nuevas, la cadena que no se rompe, lo que fuimos como simple preludio de lo que seremos.

Sí, sabemos de fútbol

La particularidad del Athletic, que se ha impuesto sus propias normas para competir contra quienes buscan librarse de ataduras para gastar más y fichar en más países, ha generado un vínculo extraordinario con su entorno, con la sociedad de Bizkaia y buena parte de la vasca. Pero el Athletic no es solo emoción: en Euskadi sabemos de fútbol, y la nómina de entrenadores vascos (la mayoría, con pasado realista, para más y mejores señas) que triunfan en las mejores ligas del mundo, la inglesa y la alemana, es destacada. El fútbol es algo muy vasco, y quien lo desprecie por una intelectualidad mal entendida, desprecia lo que somos.