16 de septiembre

El 16 de septiembre de 2025 puede ser una fecha histórica, la de una vergüenza histórica dentro de un genocidio, también, histórico, la fecha de “el inicio de la ofensiva terrestre sobre Ciudad de Gaza”, según Ara, “tras una intensa noche de bombardeos”. Cómo no. No me gusta la palabra “barbarie” porque me resulta un eufemismo insoportable: hablamos de un aplastamiento, de una atrocidad, de unos asesinatos y una ocupación absolutamente injustificables e indefendibles. Hablamos de un genocidio antes de que lo dicte un juez porque lo estamos viendo todos a tiempo real. Y no, no vale con que a Netanyahu le juzgue la historia.

Israel debe ser aislado

“Lo que está haciendo el gobierno de Netanyahu es una de las páginas más oscuras de las páginas de la humanidad”. Se lo dijo Josep Borrell a Carlos Alsina ayer, el día en el que el ejército israelí comenzó la ocupación de Gaza. “La barbaridad que está haciendo Israel en Gaza rebasa, con mucho, lo que está haciendo Rusia en Ucrania”, añadió. Por lo que Israel “debería ser aislado internacionalmente por todos los medios posibles y no debería participar en eventos, como se ha hecho con Rusia”. Algo evidente. “He estado en la frontera y he visto centenares de camiones esperando entrar. Hay una hambruna organizada”, aseguró.

Pues muy bien

¿Es Pedro Sánchez un oportunista? Sí, claro. Siempre lo ha sido. ¿Acierta enfrentándose a Israel? Por supuesto. Ahora, “RTVE propone la retirada de España de Eurovisión 2026 si la UER no expulsa a Israel” (El Televisero). ¿Sirve para algo? Por desgracia, sí, cualquier movimiento institucional es más dañino para el gobierno israelí que una protesta civil, aunque no es menos cierto que es la sociedad la que empuja al gobierno (de la manipulación que hizo Bildu de esa indignación ya volveremos a hablar). El aislamiento formal, práctico, económico y cultural de otros gobiernos a Israel será lo que doblegue a Netanyahu.

Doble rasero

A Pilar Araque le han bastado tres líneas para señalar en Público la vergüenza que deberían de sentir todos los que han participado en la organización de La Vuelta este año: “El doble rasero de la UCI: expulsó a un equipo ruso por violar la ‘tregua olímpica’ y mantiene al israelí para preservar la ‘neutralidad política’”. O lo que es lo mismo: las y los responsables podían hacer algo (porque pudieron hacerlo y lo hicieron) pero han preferido encogerse de hombros y poner caras compungidas delante de la prensa. No niego el mal trago pasado ni las presiones sufridas, pero hay momentos (pocos) en los que toca elegir entre ser valiente o cobarde.

No es fácil

Ojo, no es fácil. No es fácil saber que puedes hacer algo y que tu acción o inacción la llevarás en la mochila para siempre, no es fácil estar sometido a presión, no es fácil tomar algunas decisiones y aguantar lo que venga después, y no es fácil estar en el gobierno y aceptar algunas situaciones. Tampoco es fácil haberlo hecho y ser coherente después, pero, visto lo visto, a las y los de Podemos se les ha agotado la coherencia. Da igual que hablemos de colegios privados o del ejército israelí: “Podemos aprobó 180 licencias para la venta de armas a Israel cuando estaba en el Gobierno” (Vozpópuli). En concreto, “84,4 millones de euros”.

Un paso más

Pedro Sánchez habló ayer de la necesidad de dar “un paso más” para parar al gobierno de Israel. Estoy de acuerdo: su anuncio de “prohibición de la compra-venta de armamento” o “de importación de productos” (El Periódico), sin entrar a la letra pequeña, puede ser una buena noticia. Ojo, ¿interesa a Pedro Sánchez presentarse como un líder capaz de hacer frente a la potencia israelí? Sí, claro. De hecho, también intentó ser la punta de lanza europea contra Trump e hizo el ridículo. Pero el caso de Israel es otro: solo las medidas políticas concretas y contundentes pararán a Netanyahu allí y aquí a quien quiere ganar la calle con subterfugios.

87 asesinatos

Mientras confirmamos lo evidente: que solo los gobiernos podrán parar a Israel y tienen que ponerse a ello, otras ochentaisiete personas han sido asesinadas por el gobierno y el ejército que lideran Netanyahu y sus ultras. A esos, hay que sumar “al menos cinco personas, tres de ellas menores de edad, han muerto este sábado en la Franja por causas relacionadas con la desnutrición y el hambre”. Cada línea de la pieza de Público resulta aterradora porque hay más, por desgracia: “Treintaiún de los fallecidos se encontraban buscando comida en el momento de la ofensiva”. Si esto no es un genocidio, ¿qué lo es?

65.000 muertos para que Arkaitz ponga su tuit

Debe hervirnos la sangre ante esta atrocidad, debemos exigir a nuestros gobiernos, a todos, que hagan lo que puedan para detenerla, para que Netanyahu se sienta solo y aislado, y para llevarle después a una corte penal internacional. Pero tampoco debe ser menor nuestra indignación ante los intentos de instrumentalización del asesinato de 65.000 personas, ante el uso del dolor ajeno para lavar el fascismo propio pasado y presente, ante tuits lanzados para hacer batalla política local, como los de Arkaitz Rodríguez, con el sufrimiento acumulado de miles de personas machacadas por un ejército que toma decisiones dictadas por un ultra.

Y luego, ¿qué?

Soy partidario de hablar a las y los votantes como a personas adultas porque lo son, de contar la verdad, de mostrar las cuentas y las proyecciones, de explicar el gasto y la deuda, y de afrontar todas las consecuencias. Luego, la ciudadanía elegirá entre quien le mira de frente y le dice: “Podemos gastar hasta aquí”, y quien hace un baile como si estuviese en TikTok y le susurra: “Podemos gastar lo que queramos”. Pues así están en Francia: Bayrou quiere acotar el gasto público a lo que el Estado puede gastar, y la ultraderecha y la izquierda más irresponsable quiere reventarlo todo y que siga abierto el grifo del dinero. ¿Hasta cuándo?

Qué error

Nada justifica que a las personas responsables de las redes sociales de Alberto Núñez Feijóo les haya parecido buena idea publicar un vídeo en el que el presidente del PP sale a cantar en una fiesta privada por su sesentaicuatro cumpleaños “Mi limón, mi limonero”, y coloca un “me gusta la fruta”, en clara referencia a la excusa sinvergüenza que usó Díaz Ayuso para tapar un insulto injustificable a Pedro Sánchez que todas y todos pudimos leer en sus labios. La idea es tan mala como grande es el error. ¿Esa es la política a la que aspiran y que nos espera? Quien se pregunte por qué crece Vox, que piense en la torpeza de Núñez Feijóo.

El negocio

Los bulos no se fabrican solos: hay que fabricarlos. Por eso “PP y Vox reparten más de 135.000 euros a Vito Quiles, Javier Negre o Ndongo desde la Diputación de Ciudad Real”. Según El Plural, el dinero público llega a medios como “Estado de Alarma TV, OK Diario, El Debate, Periodista Digital, The Objective y Libertad Digital, todos ellos ajenos a la realidad informativa de Ciudad Real”. Además, “el pseudemedio de Javier Negre y Vito Quiles” (EDA TV) también ha recibido 9.000 € de la diputación de Toledo. Para completar la información, en cinco segundos en Google he encontrado que el gobierno de Madrid abonó a estos medios 900.000 € en 2024.

Feijóo descubre el fuego

Vi en directo, en el 24h, la rueda de prensa de Alberto Núñez Feijóo, por lo que asistí sin intermediarios a la desvergüenza del líder del PP. Al respecto, la columna de Luis Miguel Fuentes en El Independiente me ha parecido la más ajustada: “Feijóo empieza a funcionar como Sánchez, añadiendo palabras a las palabras, latiguillos a los latiguillos, siglas a las siglas” y se pregunta “si viene con intención de retomar la cordura o sólo de distraernos”. Critica el autor que “el PP no había pensado hasta ahora en la importancia de 50 medidas urgentes e imprescindibles”, repartiendo la responsabilidad.

Necesitamos a todas las personas

La de Israel Merino en Público también me ha parecido una columna muy sugerente: “Te necesitamos a ti, amigo católico, agricultor y de derechas, que lees el ABC, crees en la familia tradicional y te estremeces cuando cuentan en la Popular TV que los puntos de reparto de ayuda humanitaria en Gaza solo son ratoneras en las que atrapar a población civil” porque “vivimos en la edad de oro de los desaprensivos, los sedientos de sangre, los sociópatas, los fascistas”, encarnados en personas como Trump, Netanyahu o Bukele. “Esto va de parar al monstruo”. De izquierdas (como si fuera pura) y derechas, necesitamos a todas las personas.

Y Putin, claro

Trump, Netanyahu o Bukele son el monstruo, como lo Xi Jinping, el líder de la dictadura represiva que afecta a más personas en el mundo, y Vladímir Putin, por supuesto. Un Putin que tiene que estar encantado con las noticias que llegan de EE.UU., donde “J. D. Vance busca candidatos contra Zelensky para las próximas elecciones. Lo ha intentado con Zaluzhnyi, excomandante del ejército y ahora embajador en el Reino Unido. Es la persona más popular en Ucrania. A Zaluzhnyi no le gustó nada (y lo filtró a la prensa)”. Lo cuenta Alberto Sicilia en X, que ha cubierto desde primera línea la invasión rusa sobre Ucrania.

Qué sorpresa

Sí, soy de esos que se combinan llevar una tortilla o una ensalada de pasta en un tupper a la playa, con salir a comer un plato combinado o una paella a una terraza. Para mí, que soy hijo de aquellas familias que iban a las campas de “Castro” con filetes empanados, pimientos fritos, una ensalada que se prepara allí y un melón, no es nada novedoso. Los que se caen del guindo en nuestro propio país son otros: “En San Juan de Luz están descubriendo algo: los turistas se están yendo de ‘picnic’ a la playa ante los precios de los bares” (Xataka). En cualquier caso, el problema es multifactorial, pero parece un ajuste de la alegría que vivimos después de la covid.

El trágico accidente

Benjamin Netanyahu y su gobierno de ultras en Israel es un trágico accidente, igual que lo fue el ascenso de otros líderes responsables de otros genocidios, como llama Amnistía Internacional a lo que están ejecutando en Gaza. Lo que no es un “trágico accidente” (así lo recogen en el Huffington Post), es el asesinato de veinte personas con un doble ataque sobre un hospital en Gaza (mecánica que conocimos en Ucrania por orden de Putin). Lo que vimos (porque les vimos morir) es un ataque perverso e injustificable, que muestra lo oscura y podrida que tiene el alma toda la cadena de mandos, desde Netanyahu hasta quien dispara.

Piensa que somos idiotas

“Trump cree que la guerra de Gaza terminará ‘en dos o tres semanas’”, titulan en The Objective, entre otros medios. El presidente de EE.UU., no tengo ninguna duda, piensa que todas y todos menos él somos tontos. No puedo tenérselo en cuenta porque yo pienso sobre él que no es una mala persona, sino un idiota perfecto. Esas “dos o tres semanas” es el límite temporal recurrente de Trump cuando no tiene ni repajolera idea y, observando la cantidad de veces que hemos oído algo similar, es bastante evidente que desconoce muchas cosas sobre las que habla y, por desgracia, toma decisiones.

Pues estoy de acuerdo

Es imposible encubrir a los manteros sin colaborar con las mafias que les mueven y les obligan a delinquir, dificultando su posterior acceso al mercado laboral. Parto de esta base, sencilla y lógica, para llegar a la conclusión de que la respuesta desde el sindicato policial ESAN a Bilboko Konpartsak es absolutamente proporcional: “Os animamos a que dejéis de encubrir a los delincuentes”. Además, “ESAN lanza una invitación de solidaridad a las comparsas: que de una vez, asuman el ‘Ticket Bai’ y paguen los impuestos que corresponden, contribuyendo a la justicia social”, según recogen en X después de hablar en Radio Nervión.

Acomplejadas

Veranean en Menorca pero siguen siendo antifascistas y antirracistas, como si fueran únicas. La foto de Irene Montero e Ione Belarra en un baño de un local de la isla, junto a esa pintada, es solo la portada: después van las típicas fotos de un viaje de amigas que disfrutan de playas a las que se llega por el popular camino de caballos, pueblos y, en su caso, claro, una foto con Fermín Muguruza, porque ser de izquierdas, al parecer, se lleva dentro también en una isla pija. Turistean pero reivindican y van al concierto del que ha sublimado la reivindicación como modelo de negocio. La banda de punk de las de Podemos se llamaría “Acomplejadas”.

Sin complejos pero mal

Ojo: me parece muy bien que Irene Montero veranee en Menorca junto a otras compañeras de su partido y amigas. Me parece perfecto, es más. Lo que critico es el postureo progresista, el complejo de personas acomodadas que hacen como si no lo fueran y, sobre todo, hacen el ridículo. Pero, por supuesto, me parece mejor ese viaje que el de Isabel Díaz Ayuso a Ibiza para el cumpleaños de Rocío Martín Berrocal, la hermana de Vicky, conocida por casarse con un torero. Personalmente, esa imagen de “jet-set” de los noventa en Marbella, pero en Ibiza y en 2025, me resulta casposa y me sobra, incluso en políticos de derechas.

Un niño consentido

Titulan en El Nacional que “Trump se jacta de ‘subyugar’ a los líderes europeos con unas imágenes para la historia”, y en Bluesky he leído varias celebraciones por que Pedro Sánchez no estuviese en las fotos que ha publicado la Casa Blanca, en las que se ve al presidente de EE.UU. frente a su escritorio y a los líderes europeos, al otro lado. Sin interpretaciones interesadas yo tengo claro lo que veo: a políticos europeos valientes que calculan la opción menos mala y se atreven a gestionar con un irresponsable e impredecible, pero poderoso, el fin de algo tan grave como una guerra. Reconocer el valor ajeno mejora el mundo.

Lo ve todo el mundo

Todo el mundo salvo Donald Trump y aquellos a los que riega con su poder y su dinero ve lo que es realmente Donald Trump: “¿Se puede confiar en un presidente que no sabe ortografía, tiene serios problemas de gramática y escribe mayúsculas al azar? Creo que no. Un presidente que no sabe escribir no puede pensar”. Esto no lo digo yo, lo dice Stephen King, a quien leen millones de personas, y lo recogen en el Huffington Post. “Putin tomó a Trump como un tonto”, sentenció el escritor, muy beligerante con el republicano. No seré yo el que corrija, matice o amplíe las palabras de un maestro del relato como él.

La realidad

Mientras Donald Trump se preocupaba de las imágenes que se difundirían de la reunión con los líderes europeos, insisto, personas valientes y responsables a las que desprecia (lo que da una medida de su altura intelectual), Putin, que según Stephen King le tomó por idiota, bombardeaba Ucrania: lo muestra, entre otros, Marc Marginedas en X. Putin es indefendible: su crueldad y sus intenciones son injustificables, y los que callan, los que desvían la atención, los que hablan de “otanismo” mientras familias enteras mueren en Ucrania por los misiles rusos, son, como dijo Julio Anguita, “los canallas” que apoyan las guerras.

El mismo desprecio

Si no muestras el mismo desprecio por Putin que por Netanyahu tú no eres un antifascista, tú lo que eres es un interesado. Y no voy ni a discutirlo. Interesados, por cierto, como quienes instrumentalizan el dolor de las y los gazatíes para colocar su propaganda: un cartel en las txosnas de solidaridad junto a otros contra el TAV o la subfluvial, no cuela. Dejo mi diatriba y me centro: “‘Niños con balazos por buscar comida’: Médicos sin Fronteras exige el fin del sistema de distribución de ayuda de Israel y EEUU en Gaza” (El Independiente). Es tan fácil reconocer al malvado en este conflicto como en la invasión rusa sobre Ucrania.

La luz

Separar al gobierno ultra de Netanyahu del total de la población israelí es una obligación profesional pero también ética. No, no todas y todos apoyan las decisiones genocidas: “Más de dos millones de israelíes se manifiestan contra Netanyahu. No sabemos cuántos están en contra del genocidio en Gaza pero el Primer Ministro y sus aliados fundamentalistas se enfrentan a una grave crisis”, escribe Javier Espinosa en Bluesky. Aunque solo sean unos pocos las y los israelíes que están en contra del genocidio, debemos ver esa luz, porque la llave para sacar rápidamente a Netanyahu del gobierno la tienen sus votantes.