El obispo y el juez han conseguido que la imagen que han obligado a retirar en Aste Nagusia, de un Cristo presentado como una pieza de carnicería, haya sido (y lo seguirá siendo) replicada con profusión. Lo del obispado lo puedo entender, lo del juez, ya, me cuesta más: ha puesto a los pies de los caballos a la Ertzaintza y al Ayuntamiento (no faltan quienes aprovechan para hacer mezquinamente su campaña). La respuesta solidaria con Hontzak, honestamente, me parece bien.
Quien no quiere entender
Puedo entender que algunas situaciones nos agote, puedo entender que alguien se equivoque midiendo su respuesta gravemente indignada ante una tontería, puedo entender hasta las campañas contra ideas… Pero me cuesta entender qué pasó por la cabeza del periodista que se levantó de la rueda de prensa del jefe de los Mossos d’Esquadra que aclaró que respondería en catalán si le preguntaban en catalán (y en castellano si lo hacían en ese idioma).
Nos la cogemos con papel de fumar
Creo que el canal en castellano de la Fundación Internacional por los Derechos Humanos se equivocó al intentar rectificar en Twitter a los Mossos d’Esquadra por usar la expresión “piel oscura”. Y se empeñaron en su error con otro tuit: “Consideramos innecesario y contraproducente que se hagan públicos: el color de piel, la orientación sexual o la religión de los sospechosos”. Ni es equiparable lo que equiparan, ni es entendible lo que reclaman. Las cosas, por su nombre.
Todo en orden, sí
Jorge Bustos ha sido el que mejor ha resumido, en un solo tuit, la situación en la que nos encontramos más allá de la tragedia: “El rojo de salón culpa a Occidente. La derecha reaccionaria, a la inmigración. Y el islam ¡moderado!, a Israel. Todo en orden dentro del delirio”. Algunas lecturas políticas nos han sorprendido al mismo tiempo que alertado: parece que todo es justificable cuando no lo es, y por eso vemos peticiones escandalosas dadas las circunstancias.
Tampoco hay que pasarse
Cada vez tengo más claro que necesitamos llamar a las cosas por su nombre para no ponérselo tan fácil a Trump, Le Pen, Farage o Pablo Iglesias, que con cuatro medias verdades populistas parece que son los que más claro hablan. Pero de ahí a ser un faltón e insultar de un modo tan gratuito como ha hecho Carlos Iturgaiz, va un trecho: “Gracias a @SM_FelipeVI y gobierno de España🇪🇸 la #manifestación de #Barcelona no olerá a basura ya que no asistirán los guarros de la #CUP” (sic).