Vivimos a golpe de titular, sobre todo, los que lo hacemos pegados a Twitter y Facebook. Y ofrecer una información completa o complementaria, cuando es tecnológicamente más fácil, es argumentalmente más difícil porque, además, parece que a nadie le importa el contexto. En Twitter precisamente, el usuario @CalaJane ha creado un hilo con detalles relevantes (visibles en otras webs, sobre todo, británicas) sobre el último atentado en Londres que no merece la atención del gran público.
Y a veces, ni eso
Y en esta espiral de silencio 2.0, carcomida por el ruido y las voces que te gritan qué con qué y cómo sensibilizarte, a veces ni el titular es suficientemente relevante. Ni mucho menos, el tuit. Porque en Twitter sí hemos visto muchos comentarios (todos muy similares) sobre los 60.000 millones que jamás recuperaremos después de salvar entre todos los europeos a la banca pública española. ¿Y dónde llegan estos tuits? Por desgracia, a ningún sitio pese a tan vergonzoso atraco.
El detalle sí es relevante
En este ambiente en el que el ninguneo al detalle está generalizado y el trazo grueso parece que gana por gordo pero no por tener trazas de verdad, ¿a alguien le importa que el gobierno español pase vilmente del homenaje en París a Francesc Boix, que documentó el horror de Mauthaussen? Sí, a algunos nos importa. Pero no a los suficientes, por lo que parece. Y como todo es número (seguidores, asistentes, porcentajes en intención de voto), aquí ya nada es personal.
La culpa se disuelve
Otra perversión de la era de Twitter en la que algunos vivimos es que la culpa siempre se disuelve. Una estrella de la red social puede escribir cualquier barbaridad o una mentira, y en unos minutos empezar a hablar del E3, la feria de videojuegos más importante, y aquí no ha pasado nada. Tampoco pasa nada cuando los votantes de los salvadores, como Mélenchon o Le Pen, les abandonan en masa después de haber protagonizado la política francesa en los últimos meses. ¿Debería?
Lápiz, papel; lápiz, papel; lápiz…
Al final, a uno le entran dudas. ¿Ha valido para algo tantas horas dedicadas a mirar una pantalla? ¿Y si las hubiera dedicado a un lápiz y a un papel, o a escribir una novela? Porque, fíjense, el esfuerzo y la constancia es lo que menciona, a modo de explicación, la persona que mejor nota ha sacado en selectividad en Madrid. Ni tablets, ni métodos lúdicos de aprendizaje basados en Apps. ¿Cómo se quedan? Yo, satisfecho, lo confieso. Los cantos de sirena suenan hoy en MP3.