Bienvenidos de nuevo a vuestro blog, y permitidme que lo primero que haga sea disculparme por el modo de desaparecer en junio… hasta hoy. La razón es que acabé tan saturada de la Liga y de todo lo que ocurrió que no era capaz de ponerme a escribir… porque si escribía igual era peor, de hecho he releído mi último post “Muchos más viudos de Bielsa” y veo que no estaba muy contenta precisamente (suscribo todo lo que escribí aquel día). Acabé harta. Harta del equipo, de los jugadores (más de unos que de otros), de la prensa (especialmente), de la Liga en sí, de fútbol (o más bien del poco fútbol de algunos), de la directiva y otra vez de la prensa y de algunos periodistas, de la incomunicación, del Presidente… Necesitaba desintoxicarme. Y a pesar de que pensaba a menudo que tenía que escribir algo para decir adiós, hasta la vuelta, repito, ya podéis perdonad, pero es que era incapaz.
Así que ahora vuelvo, pero no tengo muy claro de si estoy desintoxicada o no, porque este verano sin fútbol al coger algún periódico y ponerme a leer… de nuevo he pensado… “Si lo sé, NO LO LEO”. Pero como ha empezado la Liga, parece que “no tengo más remedio” (es broma, porque estoy encantada), que volver a escribir (aunque a alguno no le apetezca que lo haga, para el gusto están hechos los colores).
No hay mejor forma de empezar que con un triunfo, y 3 puntitos nuevos a la buchaca. Bien. Antes de analizar el partido he de decir que sólo vi el primer tiempo y la verdad es que no me gustó mucho, salvo el golazo que fue precioso. Lo que pensaba que podía ser un gilicórner se convirtió en un gol de gran plasticidad, taconazo incluido (Herrera) y pase al hueco de Beñat, para culminar Susaeta, subsanando la fallada anteriormente que aunque era fuera de juego ya me llevó a echarme las manos a la cabeza pensando que igual que el año anterior Susa iba a fallar los manos a mano. Me alegré por mi confusión.
Otras cosas no me gustaron mucho. Ni la facilidad con la que el Valladolid salía desde la defensa zafándose de la presión de nuestros chicos, ni la facilidad con la que los pases largos les sorprendían a Iraola, Balenciaga y Ekiza… Tampoco el gol, en el que Gurpe se pasó de frenada y dejó desguarnecida su zona, a la que por la ley de Murphy, llegó el rechace estando sólo el jugador del Valladolid (Ekiza y Gurpe estaban juntos). Sí que me gustó que las faltas contrarias se defendieron desde la línea de área, y no encima de Gorka.
Del segundo tiempo no puedo decir nada porque sólo vi los cinco últimos minutos, suficiente para saltar de alegría por la victoria.
Por lo visto, espero que se vayan puliendo esa facilidad con la que se sobrepasa a la defensa, que se vayan coordinando entre ellos más y mejor y que vayan cogiendo los conceptos de Valverde (al que deseo lo mejor en su vuelta), porque estas cosas nos pueden permitir no sólo ganar, sino quizá hacerlo también bonito.