Hay dos maneras de decir eso de que en una campaña, como en la guerra y como en el amor, todo vale. Puedes hacerlo fanfarroneando porque tienes escrúpulos. O puedes asegurarlo y generar malestar en quien te escucha. En una campaña, como en la guerra y como en el amor, que sepas que no vale todo es lo que diferencia a las personas de quien se deshumaniza.
Pero mi intención no era hablar de lo que vale sino de lo que cuesta: el partido que más ha gastado en publicidad en Meta (Instagram y Facebook), en Euskadi, es Podemos con diferencia: 5.502 euros. Bildu ha gastado mucho menos: 1.801. Y EAJ-PNV, 1.315. De PP y PSOE solo tenemos datos de España: las y los de Núñez Feijóo han gastado 57.352 €, y las y los de Sánchez, 29.309. Sumar no ha gastado nada en las semanas de campaña pero hasta que esta ha empezado llevaba apoquinados 4.775 € (muy poco para un “universo” como el español) en anuncios con este texto: “Hagamos a Yolanda Díaz la primera presidenta del Gobierno”. Porque ser concejal de pueblo, como todo el mundo sabe, es de pobres.
Es llamativo que el PP casi doble al PSOE en España (no es posible hacer publicidad política en TikTok y Twitter), y es muy significativo que Podemos se gaste tanto en Euskadi, básicamente, para aterrizar la campaña madrileña. Nunca han entendido este país.
Escarbar en los anuncios, en los tuits, en los vídeos, en los detalles, es un ejercicio apasionante. Y sin duda el partido que más campaña está haciendo es Bildu: no solo por su razonable inversión en Meta con unos mensajes localizados, porque sus spots juegan a parecerse a BeReal y porque han jugado, también, con su logo y la imagen de TikTok, red social a la que han llevado a sus caras más vistas. La de la izquierda abertzale es una actualización por imperativo y vía rápida en la que todas y todos han colaborado: no importa lo que es, importa lo que parece. Se lo han tatuado.
El pegamento para pasar por todos los aros es bien barato y accesible: el odio al PNV. Es lo que les compacta, les aglutina y les hace renunciar a sus principios. En Sortu guardan silencio y cuando les pillan con 44 carritos del helado, reaccionan: si las y los condenados por pertenecer y colaborar con ETA son elegidos no recogerán sus actas. ¿Qué más hay que hacer? Lo que sea mientras pueda perder el PNV. ¿El puerta a puerta? Eso no pasó. El ecologismo en Bildu es de postal y escaparate, como cantó La Polla Récords, y se actualiza con la moda.
La intolerancia, no. Esa sí que es genuina: Kai Nakai fue acosada por participar en un podcast con Beatriz Artolazabal y La Polaka, el personaje en el que se transforma Javier Gallego, alcalde jeltzale de Ribera Alta y candidato a la reelección, ha recibido el ataque de la coalición de izquierdas, progresista, tolerante, integradora y que reclama todos los derechos para todas las personas, salvo si son del PNV.
El 23 de noviembre de 1996, Ali Dia debutó con el Southampton contra el Leeds. Estuvo 57 minutos en el campo. Los únicos que disputó en la Premier League. Su nombre se asocia a una de las mayores estafas del fútbol: sin “scouting” ni YouTube, un representante espabilado colocó a aquel senegalés en el equipo británico asegurando que había jugado en el PSG y la segunda división alemana, y que era primo de George Weah. La realidad es que no había pasado de la tercera división finlandesa.
En el fútbol actual eso no podría suceder hoy, pero a la sociedad vasca le están colando un Ali Dia sideral representado por Arnaldo Otegi, que ha sido de ELA y cuenta con el primo del Zumosol, el de toda la vida. Yo me quedo con La Polaka.