Tres actores claros se enfrentan a la Ertzaintza últimamente, cada uno con un papel más vergonzoso que el anterior: primero está el colectivo que lo hace en las calles y que llevaba años esperando este momento. Que los detenidos el pasado fin de semana tengan 34 y 44 lo deja claro. Después están los políticos de la izquierda abertzale que alientan, como han alentado siempre, el enfrentamiento. Y finalmente están las de Podemos que, por no quedarse atrás, ceban al monstruo. Luego nadie se hará cargo de las consecuencias. Solo hay una actitud correcta ante lo que sucede: intentar atajarlo.
No todo es “kale borrika”, pero lo será
La de este fin de semana y la de los pasados no es “kale borroka”, es “kale borrika”, porque hay que ser asno para hacer casus-belli de las medidas para parar una pandemia… Pero con esos también convivimos. No obstante, no todos son enfrentamientos frontales alentados por partidos políticos que intentan desgastar al gobierno de turno: sigue habiendo, simplemente, actuaciones incívicas e insolidarias como botellones, reuniones fuera del toque de queda y excediendo los límites de reunión… Si a todos esos se les anima a enfrentarse a la policía los problemas se agravarán solos… Para alegría de algunos.
Así. Y punto
Este no es un problema local, igual que Osakidetza no es el único sistema de salud público desgastado, aunque en Euskadi, como en España, la politización de ambas evidencias es tan flagrante como vergonzante: las imágenes que hemos visto en Eindhoven son absolutamente inexplicables. ¿Cómo puede haber protestas violentas por unas medidas para frenar una pandemia mundial? Pues las hay, y allí la policía no se ha andado con excesivas precauciones: hemos visto chorrazos de agua que desplazaban a los manifestantes varios metros hacia atrás. Luego nos preguntaremos cómo en China han salido antes del atolladero.
A ras de suelo
El sábado por la mañana salí a hacer compras por mi barrio en Bilbao. Mi intención era coger un café para llevar antes de verme cargado de bolsas. Pero desistí: en el único bar que lo ofrecía estaban los parroquianos de siempre acodados en la barra exterior con las mascarillas bajadas, apurando sus cafés, fumando y criticando las medidas del gobierno. Ayer vi este tuit y volví a acordarme de la imagen: “‘Yo no salgo nada. Del trabajo a casa y de casa al trabajo’. Declaraciones de una señora sentada en una terraza”. Luego, que si la Ertzaintza repele las agresiones, los gobiernos lo hacen todo mal y yo cogería el virus en el metro.
Que sí, que yo también
Claro que yo me he tomado un café en una terraza con unos amigos, claro que comí con el resto de mi unidad convivencial en un restaurante de mi municipio durante las vacaciones de Navidad, y he ido al trabajo, y al gimnasio, y he cogido el metro y el autobús, claro que intento hacer las cosas bien… Y sé que alguna he hecho mal. “Todos creemos que hemos cumplido con las restricciones. Y que los demás no lo han hecho” (Magnet), igual que realmente nos alimentamos peor de lo que creemos. Pero como leí el otro día en Twitter: ¿qué habría pasado si todos hubiésemos respetásemos las medidas?