Ayer, salvo las portavoces de Sumar y Podemos, todos los demás (todos hombres, además), salieron a sus atriles a decir que habían ganado las elecciones. Pero lo cierto es que las elecciones las gana el partido por el que se cambiarían todos los demás. Y todos los partidos se cambiarían por EAJ-PNV porque ganó las elecciones en votos y, por lo tanto, en legitimidad, porque no se vio superado por Bildu, contradiciendo todas las encuestas y el “mood” que había impuesto la izquierda abertzale, y porque va a tener un nuevo lehendakari que va a tener la oportunidad de institucionalizarse. Realmente, sí, es así de fácil.
Cuatro años no son cuatro meses
Bildu ha obtenido un resultado histórico: su transformación en el vestuario, la escenografía y el discurso le ha servido para obtener el mejor resultado de la izquierda abertzale y empatar con EAJ-PNV en escaños. La expectativa, sin embargo, les penaliza: las encuestas favorables y su propia euforia hacen que el resultado, extraordinariamente bueno, no parezca tanto. Pero el verdadero reto de Bildu empieza ahora: cuatro años no son cuatro meses, y no va a resultarle tan fácil esconder su pecado original y a un candidato aburridísimo como líder en el Parlamento Vasco, elegido para no hacer sombra a las figuras ya existentes.
No solo se negociará en Euskadi
Si juntas a tres personas vascas, lo más probable es que una vote a EAJ-PNV, otra votará a Bildu, y la tercera votará a un partido español rándom. Y dentro de los partidos rándom, el que más voto capta es el PSE que ha obtenido un gran resultado. Sin embargo, su posición en el futuro gobierno vasco no se negociará solo en Euskadi porque así lo ha decidido Pedro Sánchez. Así que Eneko Andueza, que seguramente será el candidato que mejor ha ejecutado su campaña, puede ponerse tan estupendo como quiera, pero los vasos comunicantes que el PSOE ha impuesto serán los que marquen el límite a su ambición.
El PP seguirá sufriendo a Vox
Que Vox tenga representación en el parlamento vasco es un problema de país. Además, ha crecido en votos: son 4.000 más, hasta los 21.000, las y los votantes a los que el partido ultraderechista les parece la mejor opción. Pero especialmente ese es un problema para el PP, que radicalizando su mensaje y su gesto no logra absorber ese reducto. Y siguen las preocupaciones en Génova: las elecciones catalanas venideras también serán un dolor de muelas para las y los de Núñez Feijóo. En este escenario, las europeas pueden no ser un paseo para el PP y, como a Bildu, la expectativa puede regalarle una mala noche el 9 de junio.
La izquierda española desaparece
La izquierda española ha desaparecido de Instagram: ni en la cuenta de Sumar ni en la de Podemos encontramos una foto o un vídeo de su (mala) noche electoral. Y técnicamente, ni Sumar ni Podemos van a tener representación en el Parlamento: Jon Hernández, el cabeza de lista de las y los de Yolanda Díaz en Araba, pertenece a Izquierda Unida. Sus pésimas campañas, en las que confundían al rival ideológico con el rival electoral, y que solo han servido para engordar el porcentaje electoral de Bildu, han obtenido el resultado esperado. Sus luchas cainitas, sus mensajes insustanciales y sus chistes privados les han llevado a la nada.