Supongo que ya lo sabrán las y los de los tractores: la extrema derecha en España y en toda Europa está arrimando el ascua que encienden las y los agricultores a su sardina. Esto es una evidencia, y que medios digitales que alaban los discursos de Vox en el Congreso, como Edatv, dediquen casi toda la portada de su web al tema, con el debido enfoque, es una prueba clara. ¿Es lo que quieren? ¿Es lo que buscan? Pues si no es así que se desmarquen también con claridad, porque los populistas están jugando su juego pero la capacidad de mover el tablero la tiene el sector primario. No puede perder la sociedad y ganar la extrema derecha.
Cada populista, con su tema
Y después de que la extrema derecha marisquee en el campo, lo que queda en el cedazo lo aprovechan en el lado contrario del arco: “La CUP busca capitalizar la tractorada en Cataluña con ataques a la agro-industria” (El Independiente). Cada populista, con su tema. Pero lo importante, lo vemos en casa, lo vemos fuera, y lo vemos todos los días, es que no se quede ninguna reivindicación laboral o social por politizar. ¿Es esto normal? Aquí y ahora, sí, pero no tiene por qué serlo: los consensos básicos no deberían retorcerse o, simplemente, omitirse, por un cálculo electoral. Y quien pase de ellos, por lo menos, que se sonroje.
Tenemos que decir (y asumir) la verdad
Estamos mucho más cerca del colapso del planeta y de nuestra civilización de lo que creemos. O de lo que queremos creer. Y ante una situación de emergencia es urgente que digamos y, sobre todo, asumamos la verdad. Por supuesto, cualquier restricción tiene que empezar por los ultrarricos, nuestro cáncer. Pero todas y todos tenemos que asumir la culpa: pedir una moderación de las exigencias medioambientales como si pudiéramos permitírnoslo solo da otra oportunidad a la extrema derecha para rebañar. De lo más realista que leí ayer fue este tuit de Tony Tornado: “No a la agenda 2030, sí a la agenda de mis santos cojones gordos”.
Qué tuit más triste
Algunas filtraciones que está haciendo Podemos del maltrato al que, según su relato, le somete Sumar, están muy mal medidas. Por lo que cuentan, Yolanda Díaz no tiene piedad con los morados como no la ha tenido antes con otros compañeros de viaje. Pero este tuit de Pablo Iglesias no aporta nada: “Entrar en el despacho de una diputada sin su consentimiento y arrojar sus informes médicos al pasillo es un delito. Tanto quien ejecutó la acción como quien la ordenó, debe rendir cuentas de inmediato. Si esto pasara con diputados del PP o del PSOE hoy no se hablaría de otra cosa”. El problema es que hablemos de ello, Pablo.
Contémoslo todo
La elección de Michelle O’Neill, “la primera mujer católica al frente del gobierno de Irlanda del Norte” es, como bien titulan en la BBC, “un hito”: que la vicepresidenta del Sinn Féin sea la “ministra principal” supone una novedad y una oportunidad para la comunidad irlandesa, siempre en peores condiciones y minorizada por la británica. Pero O’Neill no podrá hacer lo que quiera: en Irlanda del Norte existe una cohabitación forzosa que coloca como viceministra principal a Emma Little-Pengelly, del unionista DUP. El hito es el cambio de roles (y no es un logro menor), pero los límites siguen existiendo.