El viaje de despedida del kuku

Dice la tradición popular que el kuku —cuco, cuculus canorus— es el único animal que sabe pronunciar su nombre. Un don que lo hace destacar de entre el resto de bestias de la Tierra y que ya nos ofrece una pista sobre su carácter casi humano o, yendo más allá, casi divino.

Sin ir más lejos, en mi entorno familiar (Laudio, Álava) siempre se ha creído que nos abandona el día de hoy, 29 de junio, San Pedro. Y para ello, acude primero a Murueta (un cercano barrio de Orozko, Bizkaia, de fiesta en esta fecha) en donde da cuenta de una opípara merienda antes de acometer el gran viaje a no se sabe dónde. Hay quien asegura que vuela a la misma Roma para escuchar misa en este día del titular del Vaticano.

Su deseada llegada se produjo supuestamente el 25 de marzo, coincidente con la simbólica fecha del embarazo de la Virgen, y nos abandona hoy, tras impregnarnos de buena suerte, tres meses después. El euskera recuerda bien esa exactitud de fechas con el refrán Sanjoanetan kuku, sanpedroetan mutu ῾cu-cu por fiestas de San Juan pero mudo por las de San Pedro῾.

Al sur de la península ibérica, fuera ya del ámbito de la cultura vasca, se comenta que es por San Juan cuando emprende su partida: Por San Juan, el cuco se vuelve gavilán. Y es que ha sido creencia generalizada que el cuco en realidad no migra sino que se metamorfosea para, haciendo uso de sus poderes casi mágicos, convertirse en gavilán durante el resto del año.

No es una creencia nueva sino ya constatada hace más de dos milenios por Plinio el Viejo. O cuando lo cita el griego Aristóteles para explicar desesperadamente que aquella superstición tan generalizada en su tiempo era falsa ya que, a pesar del parecido entre ambas especies, el cuco tenía las garras mucho menores y el pico sin curvar: no era una especie sino dos. Pero no parece que tuvo mucho éxito porque, a pesar de lo evidente de su razonamiento, aquella creencia pagana en lo sobrenatural del cuco ha superado siglos, religiones y diversas culturas para continuar aún arraigada en el ámbito rural popular. Todo un milagro…

En realidad, aquella semejanza entre el cuco y el gavilán que tanto desconcertaba a nuestros antepasados, no es sino es una estratagema de la evolución de las especies ya que, al poner los cucos los huevos en los nidos de otras aves (no hacen su nido sino que parasitan otros de otras especies menores), ganan con ese “disfraz” el tiempo necesario para hacer su puesta, pues las avecillas titulares huyen espantadas creyendo que se trata la rapaz depredadora y así no se percatan de la fechoría que el astuto cuco les acaba de hacer.

Pero, de vuelta a las creencias, quizá la más asombrosa y sobrecogedora que se ha asociado a esta ave casi divina, es la capacidad para dar o quitar vida.

En efecto, dentro de las creencias célticas europeas y en las que tanto tenemos para hurgar si pretendemos conocer en profundidad nuestra cultura, se creía que el cuco era un animal al servicio de hadas y otros númenes mitológicos. Y que tenían la capacidad exclusiva para volar entre el mundo de los muertos y el de los vivos tantas veces como quisieran. Disponían incluso de la capacidad de para profetizar y adivinar la duración de la vida de una persona o animal, cuando serían padres, etc. Era por tanto un ser que enlazaba el presente con el futuro como ningún otro animal.

No es extraño por tanto que, tras un salto de varios milenios, observemos aún actualmente que es suficiente con que un enfermo escuche el primer canto del cuco para librarle del riesgo de fallecimiento. Al igual que cualquier animal doméstico moribundo sanará si tiene la fortuna de escuchar el característico canto del ku-ku. Son estas creencias aún corrientes y que, sin ir más lejos, escucho en mi entorno habitualmente.

Tampoco creo que sea casualidad que, esa ave que porta la vida y la buena suerte, aparezca entre nosotros, según las conjeturas populares, el día del embarazo de María, el 25 de marzo. El comienzo de la vida, el arrancar de la naturaleza, el inicio de la primavera… aquello que traían las aves migratorias, txori onak, y que se convertía en prosperidad y felicidad, zoriona.

Por otra parte sabemos que en las Hébridas —archipiélago en la costa occidental de Escocia— cuando alguien escuchaba el cuco sintiendo hambre era un mal augurio y los problemas y desgracias recaerían uno tras otro sobre él. Pero sucedía lo contrario si se escuchaba con la tripa llena, saciado. Sin duda alguna es la misma superstición, tan extendida entre nosotros, de la necesidad de disponer dinero en el bolsillo cuando se le escucha por primera vez. Por cierto, no podemos dejar de hablar de Escocia sin citar las grandes piedras rituales cuyo origen se atribuye a un culto a la llegada del kuku.

Para finalizar, es su partida la que marca la entrada al verano, el fin de las estrecheces para dar paso a la abundancia que la naturaleza ya ofrece a raudales. Kukua etorri, gosea etorri; kukua joan, gosea joan decían nuestros antepasados vascos: ῾venir el cuco y viene el hambre; marchar el cuco y marcha el hambre῾. Por eso el verano y el posterior otoño son dos estaciones sin apenas rituales populares, porque no hay que pedir al destino una buena suerte que ahora campa por sí sola.

Y poco más que añadir. Tan solo el deseo de que nuestro kuku se esté dando ahora un buen banquete en Murueta de Orozko. También voy yo dentro de un rato a aquella romería, con la ilusión de verlo antes de convertirse en gavilán, antes de que emprenda el vuelo al mundo de los muertos, el de nuestros antepasados, esos que tanto añoramos y a los que tanto debemos en este tipo de creencias y supersticiones populares que no podemos olvidar. La vida o la muerte… el ser o no ser: esa es la cuestión.

Zergatik «SAN JOAN» udako solstiziorako

Sobera ezaguna da antzinako hainbat errito pagano burutzen dugula egunotan, eguzki andrearen egun ahaltsuena ospatzeko. Landareak, ura, sua… dena bihurtzen da magiko bere egunean. Eta hain da handia bere poza ezen dantzan ere azaltzen baita zerumugatik San Joan egunaren egunsentian.

Baina, zergatik hautatu zuen Elizak done Joanes, San Joan, ohitura pagano horiek ordezteko? Sarri egin didaten galdera eta erantzun eskasa duena, lilura gutxikoa. Hala ere, ezagutu beharrekoa.

Erantzuna Biblian dago eta horretatik tiraka, hitzez hitzeko irakurketa bat eginez, erabaki zuten behinolako teologoek San Joan besterik ezin zitekeela izan egun horretako protagonista.

Erlijio aditu haiek lehendik zuten erabakia Jesus izango zela, bai ala bai, kosta neguko solstizioaren ordezkari eztabaidaezina. Bera zelako «argia mundura ekarriko zuena» eta, gainera, dibinitatea zegoen tartean: bere sorreran Jaungoiko nagusiaren beraren parte-hartzea izan zelako, Maria bere amak mundura ekarri zuelako gizonik gabe, sexu harremanik gabe. Hortaz «amabirjina» izena, beste garai batzuetan «neskuts» (neska + huts) izenez ere ezagutu zena.

Baina ez zen Maria izan gizonik ukitu gabeko lehenbiziko ama. Eta hor dago koska. Lehendik —horrela diote testu sakratuek— tratu bera jaso zuen Isabel (Elisabet) izeneko emakume antzu batek. Antzua bera edo Zakarias bere senarra, biak adinduak: nolanahi izanda, kontua da ezin zutela seme-alabarik sortu.

Orduan, oso fededunak zirela ikustean, Jaungoiko nagusiak esku hartu zuen eta, Gabriel goiaingeruaren abisua tartean, haurdun geratu zen Isabel, Zakariasen parte-hartzerik gabe. Mirari hartatik, Joan izeneko mutiko bat jaio zen, gure pertsonaia, gerora Jesusen gidaria izango zen.

Ikusita konponbide hura oso praktiko eta egokia zela, Mariaren aurrean agertu zen Gabriel goiaingerua hari esateko Jaungoikoaren bitartez haurdun utziko zutela, Jesus munduratzeko. Maria, espero bezala, harritu egin zen proposamenarekin eta, esandakoa kolokan jarri barik, bere zalantza edo sinesteko zailtasuna adierazi zizkion. Orduan, goiaingeruak erantzun zion sinesteko eta baita horretarako arrazoia eman ere. Hori dena Lukasi esker dakigu, Bibliako bere ebanjelioan horrela idatzi zuelako. Hau da pasartea:

«Mariak esan zion aingeruari:

Baina nola gerta daiteke hori, ez bainaiz gizon batekin bizi?

Aingeruak erantzun zion:

Espiritu Santua etorriko da zuregana, Goi-goikoaren indarrak hodeiak bezala estaliko zaitu; horregatik, zuregandik jaioko dena santua izango da eta Jainkoaren Seme deituko diote. Begira, Elisabet zure lehengusina ere haurdun gertatu da bere zaharrean eta SEI HILABETEKO DAGO HAURDUN antzua omen zena; Jainkoarentzat ez baita ezer ezinezkorik»

Sei hilabeteren aipua… ez zuten hoberik behar izan Erdi Aroko teologoek: Jesusen jaiotza ospatzen den egunetik, urte erdi atzera, San Joanen jaiotzarena. Neurrian eginda ere ez zen hain doitua geratuko. Nor eta Joan gainera, Jesusekin batera pertsonaia esanguratsuenetakoa kristau doktrinan. Herri paganoetan dogma txertatzeko eta gizarteratzeko artilleria astuna.

Geroztik, Jesusen bataiatzailearen izenaren pean ospatu ohi dugu neguko solstizioa eta Joanenean udakoa. On dagizuela.

Txomin Lili: La última leyenda

Hoy acudiremos a un funeral, el de Domingo Lili “Txomin” (Olarte, Laudio). Y despediremos a una gran persona en lo humano pero, sobre todo, a un inmenso museo en lo que a rituales, leyendas, costumbres, palabras… se refiere.

El mismo sábado pasé por su caserío –hacía mucho que no salía de él– por si sonaba la flauta: él había hecho mucha sidra de joven en su caserío y quería preguntarle al respecto. Sobre eso o cualquier cosa, pues nunca dejaba de sorprender en sus respuestas. Pero no hubo suerte: la casa estaba vacía. Luego he sabido que ya agonizaba en el hospital…

NADIE COMO ÉL atesoró las últimas creencias, palabras, leyendas… de aquel Laudio que hace muchas décadas ya perdieron el resto de vecinos. Relatos vivos de aquellas épocas en las que los cambios se cocinaban a fuego lento, nada que ver con las actuales ollas rápidas que nos hacen galopar sobre la historia vertiginosamente.

Txomin Lili, Olarte auzuneko bere etxearen aurrean (2005)

ÚLTIMO EUSKALDUN MONOLINGÜE. Quizá toda aquella sabiduría le vino de la mano de su padre, Segundo Lili Urquijo (1880-1968), el último euskaldun monolingüe del municipio de Laudio: nacido en el cercano caserío Zenagorta de Olarte, cuando acudió a las escuelas en Luiaondo no sabía nada de castellano, algo que ya en su día resultó llamativo en el entorno. Y es que el bagaje cultural y las formas de interpretar el universo que nos rodea son un gran baúl que viaja a lomos de la lengua que lo transmite. Y perdiéndose ésta también malogramos aquello.

Al ser mi madre del mismo barrio que Txomin, en la más tierna infancia acudíamos al caserío a pasar unos períodos veraniegos, ayudados por una burra que transportaba las maletas desde la Venta bañada por el Nervión hasta aquel altivo lugar. Y allí me dieron cariño vecinal Segundo y, sobre todo, Txomin, al que recuerdo mejor: nos columpiaba pacientemente en sus piernas y nos cantaba y contaba mil cuentos. No tuvo esposa ni hijos y por ello quizá disfrutaba tanto con los ajenos, como con aquel Felisín –así me llamó hasta el último de sus días– que ahora tanto le añora.

Como homenaje, no se me ocurre nada mejor que acercaros el extracto de unas líneas que sobre él y “sus brujas” publiqué hace catorce años ya (“Koipetsu: el capricho de las brujas”, Aunia 10, 2005).

Nunca dejaré de quererte y mucho menos de admirarte. Donde estés, descansa en paz. Felisín.

CUEVA DE LAS BRUJAS. «Menos dudas ofrece el relato que [sobre brujas] Domingo Lili Urraza nos refiere. Txomin, que es como cariñosamente se le conoce, es una persona afectuosa, cordial y que no duda en ofrecer su inmenso cúmulo de conocimientos a quien necesite de su ayuda. Duda entre el interés suscitado por la temática de las preguntas y el miedo a que esos «cuentos de atrás» puedan suponer una mofa para con él. Sólo desde el calor del fuego de su caserío Bekoetxe, en el barrio de Olarte, se siente seguro para contarnos, pausada pero rítmicamente, esos relatos que tanta emoción producen al ser escuchados.

La mayoría de los habitantes de Olarte han oído hablar de la cueva, desaparecida al hacer la presa del mismo nombre, que existió frente al caserío Lekuona. El sólo hecho de escuchar su tenebroso nombre era suficiente para aterrorizar a los niños y algún que otro mayor del lugar. Se conocía como la «Cueva de las Brujas».

BRUJAS Y PERRO DE LEKUBATXE. Pero lo que ya nadie parece recordar es lo que Txomin nos narra. Dice que, en infinidad de ocasiones, su difunto padre le contó cómo en las cercanías de la cueva y próximas al regato que bajo ella trascurría, solían estar peinándose unas brujas. Éste elemento distintivo nos acerca, sin duda alguna, al antiguo mito de las lamias. Comenta también que dicha cavidad se unía subterráneamente con otra que existía en Lekubatxe, en un remanso del Nervión a la altura de la zona céntrica de Luiaondo [hoy pasa sobre el lugar el parque lineal del Nervión]. De este pueblo es Felipe Markuartu, otro de nuestros informantes, y recuerda haber oído a su madre que las brujas salían a peinarse al lugar conocido como La Era, una pequeña elevación frente al citado lugar y muy próxima al caserío donde se ubica la «Taberna Urriztia» [cerrada desde diciembre de 2004].

Incluso –continúa el siempre sorprendente Txomin– se comenta que una vez entró un perro por la cueva de Olarte y que apareció allí, en Lekubatxe, prueba popular, irrefutable y repetida en infinidad de localidades, para tratar de explicar algo que la lógica nos dice que es imposible. Pero no perdamos de vista a las lamias.

Dicen los estudiosos de la mitología vasca que una de sus características es el hecho de alimentarse con lo que pedían a los humanos, especialmente pan, sidra o tocino, alimento éste por el que sentían una especial debilidad.

QUERÍAN KOIPETSU: OTRA COSA NO. Nos sorprende Txomin cuando, continuando con el relato, nos refiere lo siguiente: «Salían a peinarse fuera y a Mari, la del caserío aquel de Lekuna, que le pedían koipetsu, tocino. Que querían tocino, koipetsu: otra cosa no»

El haber conocido personalmente en su infancia a la entonces ya mayor Mari, la de Lekuona, le hacer dudar durante un instante sobre la credibilidad de su propio relato. Pero pronto pone los pies en el suelo y nos deja claro que lo que tantos miedos le produjo en la niñez, no puede ser en ningún modo cierto: «¡Allí van a estar las brujas, en invierno, con el frío que hace! ¡En un agujero…!»

EL SACERDOTE SALOMÓNICO. Probablemente, lo que en su día más hizo tambalear la seguridad de sus planteamientos fueron las palabras de aquel sacerdote que acudió a visitar a su abuelo enfermo, en el vetusto caserío de Zenagorta. Dice que, ante la extremada gravedad del asunto y por ir descartando posibilidades, el padre de Txomin, Segundo, preguntó al sacerdote sobre algo que le venía perturbando desde tiempo atrás: la existencia o no de las brujas. El religioso, ni corto ni perezoso, evitando meterse en camisas de once varas, le contestó sin dudarlo que, efectivamente, las brujas existían aunque no se debía creer en ellas. […]

Txomin Lili, con su hoz

CONVERTIRSE EN BRUJA. Pero lo realmente emocionante de lo que nos relata este baserritarra de Laudio llega cuando deja caer en la entrevista unas vagas alusiones a los aquelarres y que, casi con seguridad, sean las únicas y últimas que podamos recoger en este municipio. Por lo excepcional que supone el hecho de haberse transmitido hasta el siglo XXI, estas referencias merecen ser transcritas literalmente, con la sencillez y parquedad en detalles del relato pero con su indudable valor documental. Dice así Txomin: «…Yo al padre le solía decir: ¿y brujas, cómo se hacían brujas pues? Y dice que iban a una campa, se ponían en pelota, con el culo para arriba y que decían «yo quiero ser bruja, yo quiero ser bruja». Y venía el demonio, les besaba el culo y, sin más, se hacían brujas«.

En este asombroso relato parecen entremezclarse dos cosas. Por un lado está el acceso carnal que el diablo tenía con las brujas y brujos que acudían al aquelarre, y por otro la referencia de las creencias vascas a la manera de convertirse en bruja. La más conocida es la de besar el trasero al diablo.

Txomin luchaba en cuerpo y alma contra las epetxas (chochín) pues, según la creencia popular local, portaban la mala suerte y llamaban a la muerte. Probablemente una de ellas, la última, pasó desapercibida para él y le ganó la vida

[…]

ÚLTIMOS TRSTIMONIOS. Hemos recogido en apremiantes encuestas etnográficas los últimos coletazos, la mínima expresión de lo que debieron ser hasta no hace demasiado tiempo las diferentes manifestaciones mitológicas de Laudio. Unos relatos especialmente salvaguardados en los barrios más olvidados de Laudio, Olarte e Izardui (Isardio) y que aún generan recelos entre los informantes ante la posibilidad de que puedan verse publicados. Quizá no sepan nuestros protagonistas que esto ya no sirve para ridiculizar a nadie, que es algo que no genera ningún interés en una sociedad embalada exclusivamente hacia aquello que pueda rentabilizar. Es la agonía de una mitología que ha sido dogma respetado durante siglos y que ahora la gente desprecia por su infantilismo. Pero estas creencias populares son mucho más; son la memoria colectiva de un pueblo sin la cual no podríamos saber cómo somos realmente»

Sobre nuestras TOSTADAS

Nos encontramos en fechas de culminar los encuentros familiares con tostadas, sin duda el postre emblemático de nuestro Carnaval. Pero en lo tocante a nuestro entorno cultural, poco –o más bien nada– se ha hurgado en ello. Así es que vayamos directos al postre.

Desde luego que no vamos a atribuirnos los vascos la creación del postre tal y como, en una cortedad de miras, algunos intentan creer. Al contrario, es un postre ya conocido desde hace dos milenios, gracias a Marcus Gavius Apicius, un gastrónomo romano del siglo I d. C., al que se le atribuye la obra “De re coquinaria”, una de las principales fuentes para conocer la gastronomía en el mundo romano. En su versión más actual, nos llega a fines de la Edad Media vía Francia, según lo comúnmente aceptado.

Pero lo que sí es vasco, en lo que a especificidades se refiere, es en el nombre que las denomina, “tostadas”, (también en Cantabria) pero radicalmente diferente a Castilla, etc., en donde se conocen como “torrijas”.

Tostadas de crema

EN CARNAVAL Y NO EN CUARESMA. También hay otra especificidad propia vasca. A pesar de encontrarnos con un postre de origen común para todos, en lo general, se trata de un dulce típico de la Cuaresma, para hacer frente con un mínimo placer a las estrecheces de la impuesta penitencia eclesiástica. Pero, no sé si por llevar la contraria o porque somos unos vivalavirgen, en Euskal Herria es un postre típico del Carnaval, período en el que el exceso y desorden alimenticio campan a sus anchas, justo lo opuesto a las costumbres que nos rodean.

En la zona en donde nací, respiro y siento –Laudio, Aiaraldea, zona a caballo entre Bizkaia y Álava–, se consumían casi inexcusablemente el domingo y, sobre todo, el martes de Carnaval, el día grande por excelencia. Sin embargo, como sucede hoy en día, es un postre que no desentona en un período más amplio, en el del carnaval entendido como aquel de purificación y despertar de la naturaleza y que arranca desde más atrás. Así, se da como pistoletazo de salida a la temporada de tostadas en la mesa a partir del 2 de febrero, día de Candelaria. Tengamos en cuenta que el período apto puede ser muy largo o corto dependiendo de los años, ya que el martes de Carnaval –último día para comer tostadas– fluctúa entre el 3 de febrero y el 9 de marzo.

TXARRIPATAS. Una disposición de fechas idéntica las tienen las orejas y, sobre todo, las patas de cerdo, también identificadas con el carnaval y, hasta no hace tanto, cena obligada en la noche del martes, el día de Aratuste propiamente dicho y que daba inicio a la dura travesía de la Cuaresma. Y algo creo que tienen que ver aquellas patas y nuestras tostadas.

Las carnavalescas patas y orejas –éstas cada vez menos– se consumen hoy mayoritariamente en salsa vizcaína. Pero es, a pesar de las apariencias, algo moderno y que escasamente supera el siglo. Previamente las patas se consumían rebozadas en harina y huevo tras haberlas tenido a remojo en leche y a las que, al servirlas, se le añadía abundante azúcar. Es una costumbre que aún se mantiene en muchos pueblos de Navarra y, creo, en algunos de Gipuzkoa. No parece por tanto descabellado que la receta de nuestras tostadas y el hecho de que los vascos las gocemos en Carnaval –y no en Cuaresma, como hacen el resto de pueblos vecinos– tengan algo que ver con ello, con la identificación a las txarripatak.

También hay quien justifica su presencia en estas fechas primaverales a la costumbre de hacer una ofrenda con un pan o torta especial en las sepulturas, el día de Candelaria. Unas tortas o panes característicos que se compartían después entre todos los niños y que tenían un carácter festivo. Sin ir más lejos, tanto mi padre como mi madre, baserritarras castellanohablantes de Laudio, lo conocían como “pan jaiko”, sin duda ‘pan de fiesta, festivo’. Hablaremos en otra ocasión de él.

LA RECETA. Hay dos mundos irreconciliables a la hora de decantarse por los tipos principales de tostadas, atendiendo a su receta. Por una parte están las elaboradas con pan, denominadas en euskera “fotezkoak” [de «fot(a)», una especie de pan de bollo] y que, sin duda, son más antiguas y se asemejan a la receta original aquella de hace dos milenios. Por otra disponemos de las de crema, seguramente fruto del ingenio de alguna buena repostera y que se conocen en euskera como “ahiezkoak”, proveniente del término “ahi(a)”, ‘papilla de harina y leche’. Las de este tipo son las que más hemos degustado en casa, porque se tenían por más dignas, distinguidas y excelsas que las de pan. Pero, en lo que a sabores se refiere, no creo que haya mejor o peor.

MANTECA DE GALLINA. También he escuchado en mi entorno cómo la mayor exquisitez se lograba friéndolas con manteca de gallina y era algo que se intentaba guardar para este fin. Aunque la mayoría de las veces se hacía con manteca de cerdo, mucho más estable para su conservación. Hoy, se fríen con aceite y, cosas de la vida, dicen, a ser posible de girasol. Tiempos modernos…

PARTURIENTAS. Como curiosidades o extrañezas podemos añadir que, fuera de nuestro territorio, la torrija –tal y como la llaman– era un alimento que se ofrecía a las recién paridas, a modo de reconstituyente. Incluso era costumbre normalizada aportar la leche de sus pechos para la elaboración, ya que se tenía como la más adecuada y saludable para su estado convaleciente. También, pensando en la pronta recuperación de la parturienta, las tostadas se ofrecían con vino.

VINO. Algo similar sucedía en los caseríos vascos. No había nada más característico de la última noche de Carnaval, la del martes precedente al Miércoles de Ceniza, que la cena a base de patas y orejas, culminada con una buena fuente de sabrosas tostadas, todo ello bien regado con ansiado vino, uno de los pocos días del año en los que, por lo exiguo de las economías familiares, se podía consumir. Con qué poco se sentían inmensamente plenos…

Cuándo aprenderemos que la felicidad de la persona la otorga la conformidad con lo poco, porque el exceso no acarrea más que insatisfacción y ansiedad… Sed felices.

A mi amigo Andoni del Río (Arrankudiaga), en el día de su cumpleaños, pues fue él quien me pidió que publicase unas notas sobre las tostadas. Por los “txirlis, mirlis y zorroklonkos” compartidos y por la fuerte amistad que nos une. Que sea por muchos años más.

Kanporamartxoa eta etxeramartxoa

Eliza bera izan zen karnabal hitzerako carne levare ‘haragia kendu’ etimologia Erdi Aroan proposatu zuena, egoki zitzaiolako justifikatzeko inauterien osteko Garizuma penitentzia-epea. Azalpen berekoa dateke Aratuste hitza, ‘haragi uzte’ esanahiarekin, Garizuma aurreko hiru egunak izendatzeko.

Urdaia da kanporamartxo jaian jan ohi dena. Ontzia, talo-aska bat da, Gorbeiako txaboletan oso elementu preziatua


Halarik ere, geroz eta gehiago dira bestelako ikuspegia duten antropologo eta ikertzaileak. Esate baterako, hainbat herritan ospatzen den aratuste-epea nekez murriztu liteke Elizak agindutako hiru egun zehatz horietara eta bai urte berriaren hasierara, naturaren iratzartzera. Euskal Herriko ahozko tradizioan ondo gorde izan da egutegi malguagoaren ustea: «En pasando San Antón, Carnestolendas son» esaera ezaguna da Nafarroan. San Anton, dakigunez, urtarrilaren 17an da. Euskarazko antzeko erreferentziak ere, baditugu: «Deitzen diogu onela urte berritik austerrerañoko denborari, eta beste leku batzuetan deritza: iñoteriak, iauteriak, aratuzteak, zanpanzartak» (Juan Bautista Agirre, 1803). Bestalde, gure geografiako herri-aratuste tradizionalen datei baino ez zaie begiratu behar. Harago oraindik, sasoi horren barruan kokatu beharko genituzke negu-udaberri bitarteko egun erritual guztiak: San Anton, Kandelaria, San Blas, Santa Agata, Inauteriak…

KARNA JAINKOSA. Karnabal hitzerako bestelako azalpenak proposatzen dituzten antropologoen artean, bada beste aukera etimologiko bat, geroz eta pisu gehiago hartzen ari dena: karnabal hitza Carna jainkosa zeltaren izenean errotzen dena eta, atzerago joanda, eguzkiaren semea zen Karna jainko indoeuroparrarekin. Carna zen naturaren iratzartzeari loturiko jainkosa eta bere ezaugarriak… babak eta urdaia ziren.

Herri zeltikoen kulturan, basoak erlijio eta sinesmenei lotuak zeuden


Urdaia da, hain zuzen ere, gure kanporamartxo neguko ospakizun zaharrean, basoan jaten dena. Neuk behintzat, ez dut uste kasualitate hutsa denik. Bestelako izenak ere baditu ospakizun berezi honek: sasikoipetsu, sasimartxo, kanporamartxo edo, beste barik, txitxi-burruntzi, okela-zatiak prestatzeko moduagatik. Hala ere, niretzat ospakizun horren izen adierazgarriena “Basaratustea” da, “basoan egiten den aratustea [inauteria]’.

Euskal Herriko Atlas Etnografikoan ondo dago jasoa eta irudikatua gure herri-usadio hau: «…el domingo anterior al del Carnaval tiene lugar una salida al monte en la que participan niños, jóvenes e incluso adultos formando grupos. Una vez escogido el lugar se enciende una fogata. […] Cuando el fuego ha producido brasa suficiente, se asan al calor de ella trozos de chorizo o de tocino. Para ello se introducen estos trozos en largas varillas, generalmente de avellano, a las que se ha afilado la punta a modo de un asador, burruntzi». Gogora ekarri behar da basaratustea ospatzen den datetan, basoan, biziberrituta agertzen den zuhaizka bakarra hurritza dela, loratzen den lehena delako. Berriro ere, ez dut uste kasualitatea denik.

Urdaia erretzen basaratuste jai batean, hurritza-makila batzuetan


Aratusteak, bestalde eta beste aditu askoren iritziz, lotura dute erromatarren Saturnal jai solstizialekin. Eta ezetz asmatu zein animalia sakrifikatzen zen haietan, Saturno jainkoaren mesedean? Ba… txerria. Beste behin, gure jaiko txerria.

TXERRI SAKRIFIKATUA. Txerria zelako –zaldia eta zezenarekin batera– Europa zaharrean, animalia sakratua, totemikoa. Horregatik agertzen da hainbestetan era sinbolikoan penintsulako esparru zeltikoan. Eta Bibliak gaitzesten bazuen ere –juduen pentsaerari jarraiki– ezin izan zuen ordeztu europarrok hari genion miresmena. Zergatik, bada, hain zeregin esanguratsua zen baserrietako txerri-hiltzea, gure inguruan txarriboda izen handinahikoa ere hartzera iritsi zen? Zergatik txerria, pertsonak bezala “hil” egiten dira? Zergatik txerriari eta ez beste animaliei hiltzearen garrantzia eta ospakizuna?

Txerria eta basurdea (eta galdu genuen bien arteko urdea), heriotzari, ezezagunari eta iluntasunari lotutako izakiak ziren erromanizatu gabeko Europako herrietan, animalia arruntak izatetik haragokoak.

Urdearen «sakrifizioa». Oloron (Biarno) hiriko katedralean, XII. mendean egina


Ez da kasualitatea, Demeter nekazariaren jainkosa erromatarra (gure Kandelario egunaren aitzindaria), basurdeez inguratuta islatzea ikonografietan. Edo Negua bera ikonografietan islatzen denean. Edo Erromanizaioaren aurreko Mikeldi bezalako idoloak txerri gisara interpretatu izana. Emankortasuna, berpiztea

Txerriak sakrifikatzen ei ziren behinolako kultura haietan, basoari eta naturari eskaintzan, mesedea itzul ziezaguten. Eta ez dezagun “sakrifikatu” berba “hiltze” esanahi soilarekin ulertu, sakrifikatu askoz gehiago delako: sakrifikatu “sacrum facere” delako, ‘sakratu bihurtu’. Horixe da gure basaratuste jaki koipetsuaren esanahia.

ETXERAMARTXOA. Gorbeia inguruko haranetan, bestalde, Kanporamartxoa basoan eginda, ondoko igandean Etxeramartxoa ospatzen zen –gaur egun ia galdurik dago– etxean jate-liturgia bera errepikatuta. Hau da, erritualaren bitartez lortutako “zorte ona” oihanetik etxera eramaten zen, esparru basatitik domestikora, bestelako izakien unibertsotik gu gizakionera. Eta etxeramartxoak ematen zion hasiera hiru eguneko Aratusteari.

MARTXOA. “Martxo” hitz hori zer den ez dakigu zehazki. Batzuek “aratuste” esanahi zuzena duela diote, intuizioan oinarrituta. Azkuek (1905), interpretazioetan arriskurik hartu gabe, ‘Domingo anterior a Carnaval’ zela jaso zuen Arrankudiaga eta Orozko inguruetan. Nik, aitzitik, lasai asko proposatuko nuke Enkarterrin, Kantabrian eta Burgosko iparraldeko hainbat herri txikitan mantendu den Las Marzas udaberri hasierako jaiarekin, bere izenarekin: gure Santa Agata bezperako koruen eta joaldunen inauterien arteko nahasketa da. Bat letorke, horrela balitz, basaratuste, “aratuste” osagarriagatik, zerbait baldin badira “marza” horiek, herri inauteriak dira.

Basaratusteak dira, azken finean, basoari egindako eskaintzak


Nolanahi, edozein azalpen emanda, susmoa dut gure basaratustea, kanporamartxoa, sasikoipetsua, sasimartxoa… oso kontu sakona dela. Jai egun batean umeekin urdai edo txorizo zati bat jatea baino askoz haragokoa. Ezingo dugu sekula ere egiaztatu, “zibilizatu gabekoen ohitura basati” horiek ez zirelako inoiz idatzian jartzen. Bai ordea ahozko transmisioan. Baina hori ere lapurtu zigun modernitateak, basoarekiko errespetu eta mirespena bezala. Geroztik, txerriak hil egiten ditugu eta ez, merezi bezala, “sakrifikatu”…

2 de febrero: más que bendecir velas

Acabo de regresar de bendecir unas velas porque hoy, 2 de febrero, es su día: Día de Candelas o Candelaria. Y no unas velas cualquiera sino unas expresamente compradas para la ocasión en la cerería Donezar de Iruñea, el último establecimiento artesanal que se dedica a aquella labor gremial que conoció mayores glorias que hoy. Porque en días especiales como hoy todo capricho parece poco.

Las velas bendecidas en esta fecha tan señalada adquirían un poder mágico, sobrenatural y se usaban –junto al agua bendita– como desesperado último auxilio frente a aquellas situaciones que superaban lo humanamente alcanzable y que, por ello, necesitaban de la intercesión divina.

Velas artesanas de Donezar, en plena actuación milagrosa contra la tormenta de viento y granizo que hemos vivido en el mismo día de ser bendecidas

Encender una vela que se había bendecido un 2 de febrero era la mejor de las soluciones para hacer que una tormenta se aplacase, para que no descargasen su temible fuerza los rayos, para retornar al cauce habitual un desbordado río o aminorar la fuerza del mar que amenazaba a los marineros, para ayudar a los moribundos agonizantes a poner fin a su existencia corporal, para orientar a las almas de nuestros difuntos a la hora de regresar a casa en fechas como Todos los Santos o Navidad u otras que andaban penando, errantes en cruces y rincones, por no haber cumplido una promesa en vida o cualesquiera otra razón. Igual que para ahuyentar brujas y otros seres maléficos cuando crujía el caserío, temblaban las tejas o se mostraba especialmente inquieto el ganado. Porque las velas y la cera en sí estaban consideradas como el más apropiado vínculo material para enlazar lo humano con lo divino, lo terrenal con lo celestial.

Bendición de las velas en la parroquia de San Pedro de Lamuza, Laudio, con José Mª García

RITOS PREVIOS. Pero en el fondo, como siempre suele suceder con nuestros ritos y creencias, bajo esta fiesta cristiana –que por otra parte conmemora la presentación de Jesús en el templo tras cumplir los 40 preceptivos días de purificación tras el parto– subyacen otros símbolos de creencias más arcaicas, ancestrales si se quiere, previas a la cristianización y que nos transportan a lo más intenso, puro y esencial de nuestra cultura y existencia. Vamos a repasarlas aunque sea someramente.

Realmente las velas que algunos madrugadores hemos bendecido hoy representan la victoria de la luz frente a las tinieblas, de lo humano frente a lo no humano y mitológico, de la primavera frente al invierno, del bien frente al mal o, por simplificarlo, de la vida frente a la muerte.

No es casualidad que el 2 de febrero coincida en una concatenación de días rebosantes de rituales con los que buscamos una vida mejor o la misma la supervivencia: Candelaria,  San Blas, Santa Águeda, carnavales rurales, basaratuste (ofrendas al bosque)… Sin duda estamos en el epicentro del calendario de nuestra simbología tradicional, en ese punto de inflexión en el que hay que dar paso a la vida frente al mal y la oscuridad, la fiesta que marca el centro el invierno.

También subyacen bajo esta fecha los cultos previos que se rendía en diferentes épocas de la historia de la Humanidad, a las divinidades Demeter griega y su posterior Ceres romana, con sus precedentes y más lejanas Isis egipcia o Astarté fenicia. Todas ellas, concatenadas en la historia, celebran el despertar de la naturaleza tras el letargo invernal por medio de esas diosas, siempre femeninas, que son guía de la agricultura, alimento de la tierra joven y fértil y artífices de que se repita con éxito cada cada año ese ciclo vivificador entre la muerte y la vida.

EL OSO. En toda Europa existe la creencia popular de que el día de hoy es la fecha en la que el oso abandona su hibernación para salir de la madriguera (la marmota en las Américas).

Nuestros antepasados, sin duda, lo percibirían como la reaparición del mal, no solo por los daños que como alimaña les causaba, sino porque surgía de las cavernas, de las entrañas de la tierra, de la oscuridad en donde reina el mal y los seres mitológicos no humanos. Hay por ello quien apunta que quizá muchos de nuestros gentiles o basajaun avistados en los bosques serían en realidad osos, interpretados por aquellos atemorizados personajes que les tocó vivir tan duras condiciones.

Tampoco es casualidad que la misma doctrina cristiana ubicase el infierno, el diablo… en un idealizado interior de la tierra, readecuando para su beneficio las antiguas creencias previas. El mal, por ello, reaparecía estos días desde los avernos de nuestro mundo.

Apresamiento del oso en carnaval rural de Ituren, carnaval 2019

CARNAVALES. De ahí que las representaciones populares de los carnavales rurales, los de verdad, culminen en muchas ocasiones con el apresamiento y muerte del oso, tras una purificación del entorno con el sagrado sonido de los grandes cencerros: Vijanera, joaldunak de Ituren y Zubieta, Markina… Simbolizan así la victoria del bien sobre el mal, de lo humano y divino sobre lo diabólico… de la vida sobre la muerte. Así es que disfrutad de esta fecha que nos transporta mucho más allá de la bendición de unas simples velas: es el fin del invierno y a partir de estas fechas renace una vez más la naturaleza que nos mece en nuestra existencia. No es pequeño motivo para una celebración

Basoetako olio usainaz

Berehala ohartu nintzen zerbait bereziren aurrean geundela eta ez nuela une hori bizi bitartean ahaztuko. Bat-batean, ustekabean eta baso baten erdian egotearen babesgabetasunean, deskubritu nuen usaimenak antzemandako hats hura eta gure arbasoengandik iritsitako istorioak gauza bera zirela funtsean.

Iragan diren Gabonetan izan zen, ateri zegoen egun euritsu baten arratsaldean. Menditik gindoazen familian, nekatuta baina alaiki ibilbidearen amaiera sumatzen genuelako: Oleta (Aramaio, Araba) atzean utzita, Otxandiora (Bizkaia) gindoazen Limitado izeneko baso liluragarriaren erditik.

Limitadoa, Araba eta Bizkaia artean eztabaidatutako basoa

Han ez dago ezer: ez etxerik, ez fabrikarik, ez antzekorik. Horregatik ezin zitekeen oker bat izan: eliza-usaina zen nagusi. Sendoa, gainera. Olio eta argizari nahaste bereizgarri hori, guztiok errazki identifikatzen duguna. Orduan ulertu nuen, umilduta, gure arbasoek basoetako olio-usainez kontatzen zizkiguten gertaerek azalpen arrazoitu bat zutela eta, hein batean, egiazkoak zirela.

Ez dakit orbelaren usteltze prozesua izango ote den edo hezetasunaren ondorioa –euria izan zen egon osoz– edo… baina errealitate eztabaidaezin baten lekukoak ginen: han, baso bazter hartan, gurekin zen olio-usain beldurgarri bezain ospetsua. Sorgin edota arimen hatsa ei zen behinolako herri-usteen arabera.

Olio-usain misteriotsua sumatu genuen lekua

Entzuna nuen nola behin batean ikatz-lanetan ziharduen behargin talde bat iheska joan zen, korrika, izuak hartuta, noraezean jauzika. Bazekitelako olio-usaina basoan arnasteak, nahitaez, ondore txarra zekarrela.

Ezaguna da –oraindik ere Orozko bezalako herrietan– nola bakerik lortu ezin dezaketen arimak agertzen zaizkien bizidunei su-itxura edota olio-usaina hartuta. Olio-usaina, askoren ustez, horixe izan zelako beste partera joan aurretik gizajo haiek jaso zuten azken igurtzia, azken sakramentua.

Basoetan eta bidegurutzetan izaten da nabaria kirats hori, ezaguna denez, horiexek direlako arima herratuen gordeleku gogokoenak.

Jose Mari Satrustegi (1930-2003) ikertzailea bere azken urteetan izan nuen lagun. Hark argitaratu zuen luzifer hatsa zela bidegurutzetan, olio-usainari erreferentzia eginaz. Eta hau gehitu zuen, argigarri: «Sorgin-usaina es el nombre con que se designa en Beasain y en Asteasu el olor que se siente a veces hacia la madrugada. (…) Este olor recibe el nombre de sorgin-putza en Etxalar. (…) En Bermeo dicen que es olor del aceite con que las brujas untan su cabello al peinarse. (…) Este olor es atribuido a las almas del Purgatorio en Placencia. (…) En Zerain y en Anoeta decían que es animen usaina; en Ataun es olor producido por el paso del diablo y, según otra versión, es debido al argitalume, “lámpara” de Dios. En Soravilla dicen que es Satanasen putza; en Segura lumera-usaia u olor de aceite de lámpara que los búhos roban en las ermitas».

Gautxoriak, ustezko olio lapurrak

Bitxia da, bestalde, azken herri-uste hori: olio-hatsa ez zutela arimek edo sorginek eragiten, gautxoriek baizik. Ez da kontu txikia eta badirudi zerbait sakonagoa eta arkanoagoa dagoela sineste horren atzean. Honela azaldu zuen bere tesian Anuntxi Arana luiaondoarrak, hontzuriei buruz hitz eginda:

«Hontzak kriseiluetako olioa edaten duela sinesten da eskuarki. Eta herioaren hegaztia da hontza, baita sorginena ere. Laudioko gizon batek adierazi zidan zergatik esaten duten olio usainak sorginen presentzia salatzen duela; haren ustez sorginik ez da, eta olio usaina ez dute sorginek ematen baizik eta hontzek, horiek kriseiluetako olioa edaten dute-eta.

Mitoaren interpretazio arrazionala eman nahiz, mitoan kokatu da berriemailea bete-betean, sorginen eta hontzen arteko lotura bezain mitikoa baita haien olio-zaletasuna.

Gaztelan sineste bera bada eta Okzitanian hontzaren izenean islatzen da: “En Languedoc les enfants donnent au chat-huant le nom de Jan l’Oli, Jean de l’Huile, et Béu l’Oli, l’Huile, parce qu’ils l’accusent de boire celle des lampes (Sébillot, 1968…)».

Gautxoriei leporatuta elizetako olioa edan izana, usain berezi haren sorburua…

Zein sinesmen-mundu konplexua honen guztiaren atzean. Zein ahaztu eta zein galdua gutako gehienontzat. Zelakoa izango zen nire bizitza Oleta eta Otxandio bitarteko baso bazter hartan arimen olio-kiratsa usaindu izan ez banu. Arimak edo… arima… gure herriak modernitatearen trukean saldu zuen arima bera.