Sanchismo en estado puro

Pedro Sánchez no da malas noticias. Esas las deja para las y los presidentes de las comunidades autónomas. Y si tiene que dar alguna, por pequeña que sea, parecerá que ha accedido a la petición de terceros muy pesados. Tomar una única medida y que esta sea la obligatoriedad del uso de la mascarilla en el exterior es un buen ejemplo de lo que es el sanchismo: una medida cosmética y de bajo impacto. Hacer algo para que parezca que se mueve pero sin irse a ningún sitio. Y no, no discuto la medida, sino lo insuficiente que resulta como medida aislada en medio de una situación muy preocupante.

La gran disonancia

La mayoría nos hemos tomado esta medida sin más: para quien usaba la mascarilla y no se autoengañaba con la distancia mínima, llevarla ahora en todo momento es un cambio casi insignificante. Porque, ¿cuántos se ponían la mascarilla al entrar en la Plaza Nueva de Bilbao viniendo de la calle de Los Fueros, por ejemplo? ¿Y cuántas veces hemos pasado por aceras frente a bares tomadas por alegres conversadores, con el trago acabado y la mascarilla en la barbilla? Pero lo de Twitter ha sido bestial: una reacción coral, impersonal y pretenciosa que muestra la gran distancia que hay entre esta red social y la sociedad real.

El río revuelto

Yo intento tomarme la Nochebuena con espíritu navideño, pero los de siempre me lo impiden: los que solo piensan en las siguientes elecciones, los que no paran de sentar cátedra desde Twitter y los fascistas y populistas. En esta situación no podía faltar Vox intentando pescar en el río revuelto, lanzando el hashtag #YoNoMeLaPongo para carroñear lo que se pueda. Va a ser muy interesante ver quién hace los coros en Euskadi después de que, con el Pasaporte Covid, hayan sido las juventudes de la izquierda abertzale, en más de una modalidad, las que han decidido representar ese papel.

Sigo

Como estamos ocupados en pedir salud a Olentzero, a veces se nos olvida exigir algo muy importante: que dejen de tomarnos el pelo. Primero fue un grupúsculo de la izquierda abertzale el que se levantó contra el Pasaporte Covid. Ahora son directamente las juventudes de Sortu, Ernai, las que abrazan el negacionismo de las medidas preventivas… Exactamente igual que Vox. Habrá muchas teorías sobre por qué coinciden, pero si algo aprendí estudiando conflictos fuera de Euskadi es que a preguntas aparentemente complejas se puede dar una respuesta sociológica sencilla: ambos movimientos son populistas de base fascista.

Soy de los que se conforman

En mi carta a Olentzero he pedido salud para mí y quienes me rodean, evidentemente, porque sé que cualquier otra petición acabará en suspiros y melancolía: el precio de la luz supera esta semana de estar y cocinar en casa (y poner el lavavajillas, y meter los manteles y servilletas a la lavadora) los 400 € el kw/h. Por desgracia, ya no soy un niño y me he dado cuenta de algunas cosas, como que quienes marcan el precio de la luz tienen más poder incluso que un carbonero mágico que, con sobrepeso y melopea, reparte regalos en todas las casas de Euskadi alrededor de la medianoche sin soltar su pipa.