El periodista de la BBC, Alaa Daraghme, tuiteaba con medida dureza un simple “Gaza today” junto a un vídeo de 29 segundos en el que se veía un par de explosiones y la devastación posterior en esas calles estrechas y esos edificios precarios. Un ejemplo del día a día de una población cercada y aplastada por Israel, y presa de Hamás en su propio territorio. Pero esta no es una cuestión de equidistancia, sino de momentos: el de ahora es el de la violencia de Israel sobre personas indefensas y es el que hay que señalar, determinar, exponer y criticar. Lo que vemos es, sencillamente, intolerable, y tenemos que alzar la voz.
Israel no quiere que lo veamos
Benjamín Netanyahu y la tan popular inteligencia israelí saben que esta guerra no es como las demás: la tecnología hoy permite que veamos su poder de destrucción a tiempo real y nos indignemos con cada tuit o cada vídeo que nos llega a WhatsApp de una fuente fiable. Por eso atacan, infundiendo terror añadido, las sedes de los medios de comunicación en Gaza: Bessma Momani mostraba en Twitter cómo los periodistas de Associated Press evacuaban su edificio después del aviso de Israel de que iba a ser bombardeado (junto con sus antenas), intentando rescatar el máximo posible de equipos en menos de una hora.
Nos toca ponernos serios
“Ya han muerto cerca de 150 palestinos en Gaza. Hay 8 israelíes asesinados”. El rótulo es de LaSexta, la televisión española más “progre”, según algunos, porque mantiene al Gran Wyoming. La del periodismo que resiste, según Ferreras. La que diferencia entre palestinos que mueren porque les cae encima un misil como a quien le cae una maceta, y entre israelíes que son asesinados por el cruel Hamás. No solo el periodismo: la ciudadanía tiene que tomar conciencia de lo que pasa, reconocer una injusticia y actuar contra ella de una manera firme, decidida y activa. No, no es un simple rótulo.
¿Dónde están los de “nos adelantan por la izquierda”?
Ya que me he metido en el fregado de pedir responsabilidad a la profesión ante una masacre injusta, pediría también a esos compañeros expertos en política internacional comparada EE.UU.-Europa que nos expliquen cómo puede ser que el gobierno de Biden, que adelantaba por la izquierda al viejo continente, haya derrapado y vetado hasta por tres veces que el consejo de seguridad de la ONU pida un alto el fuego en Gaza. Insisto: esta guerra, tan cruda, tan difundida sin filtros, tiene que servir de palanca: no podemos permitir que todo siga igual, ni los vetos, ni las posiciones, ni las explicaciones de una ligereza insultante.
¿Cómo? ¿Por qué?
Para no terminar enfadado conmigo mismo, finalizo la columna como la he empezado: hablando bien de la profesión. La ocupación de viviendas de familias palestinas por parte de sionistas y los disturbios al final del Ramadán duramente reprimidos por el poder israelí son los dos grandes brochazos del inicio de esta escalada, pero un sencillo hilo tuiteado por 5W pone orden e información a los hechos: Israel provocó, Hamás cayó en la provocación y los de Netanyahu han cogido aquello a por lo que han ido sin dudarlo. El conocimiento esta vez tiene que ser motivo de indignación y de acción. No hay justificación que valga ya.