El día empezó así

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Fernando González Urbaneja resumió muy bien en un tuit cómo empezaba la jornada en el Congreso de los Diputados: “Rajoy vive en otro mundo, su intervención ha sido patética. Los aplausos de los suyos deprimentes. Restan y restan”. Añado: se lo puso fácil a quienes quieren enfrentarse a la nueva política abanderando la nueva (en nombres, pero no en ideas, visto lo de ayer), con expresiones antiguas, posiciones esperables y un discurso bronco pero sin brillantez.

La estrella de la mañana fue Iglesias

Lo esperábamos todos: a Sánchez le puede el discurso y las maneras de libro, Rajoy está absolutamente agotado y caducado, el de Rivera fue un discurso de salón (el que esperábamos todos) pero sin entrar en el barro. Pablo Iglesias era el candidato de todos para alegrarnos la mañana repartiendo estopa, por lo menos, con más frescura que Rajoy (pero con la misma falta de brillantez): “Tú eres como un jefe de centuria y tú del partido de la cal viva. Pactamos o qué”, leíamos en Twitter.

La foto, ¿buscada o casual?

El beso entre Pablo Iglesias y Xavier Domènech cuando el catalán regresaba a su escaño es, sin duda, una de las fotos de la jornada. Pero la imagen, no sabemos si buscada o encontrada, no puede tapar un mecanismo un tanto perverso en el reparto de tiempos que se ha inventado Podemos: Iglesias pisó el tiempo de Domènech antes de su beso, y Domènech pisó sin que le importase el de la gallega Alexandra Fernández. Y en el turno de réplica, por cierto, ninguno tuvo oportunidad: solo habló Pablo.

Y Rivera habló bien pero no dijo nada

Roberto García empezó contando las veces que Albert Rivera dijo “clase media trabajadora”. La muletilla era solo una muestra de la cantidad de tópicos y lugares comunes que usó el de Ciudadanos durante su discurso. Una intervención cuidada en las formas y hueca en los contenidos que invitaba a pensar que los únicos que ayer mostraron un acuerdo fueron los políticos con menos fondos y la telegenia más cuidada. Una circunstancia significativa

¡Malditos móviles!

Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez echarán la culpa a su móvil, pero ahí estaba también la socialista Amparo Rubiales, que no necesitaba Smartphone alguno y su mano le ofrecía un entretenimiento mayor que lo que sucedía en el hemiciclo. La foto de la desidia, sacada el martes, ha corrido por Twitter junto a mensajes de indignación durante las dos jornadas de la votación, sobre todo después del ascenso del paro en España, que conocíamos ayer.