Del machismo de la CUP tenemos la culpa los demás

Por mucho que algunos vendan que en el suyo, no, en ningún partido, igual que en ninguna organización, se libran de tener personas que hacen mal las cosas e incluso llegan a cometer delitos. El último ejemplo de esta desgracia transversal lo hemos visto en la CUP: Mireia Boya denuncia maltrato psicológico, comportamiento agresivo y roles de poder de un “compañero”. Boya ha hecho bien en denunciar y el maltratador debe ser investigado y condenado si corresponde. Pero echar la culpa al sistema, como hace la CUP, es echar balones fuera mal y cuando no toca, y dar pie a justificar esos comportamientos.

No, la obsesión no es “un error”

Me contradigo en la primera línea: obsesionarse con algo es un error, está claro. Pero no se puede justificar con “un error” casi de imprenta lo que es, evidentemente, una obsesión: Albert Rivera se va a convertir en Alberto Carlos Rivera en las papeletas de voto porque la obsesión por jugar la carta del antinacionalismo les ha acabado venciendo. No me refiero a ahora, porque aparecer con el nombre del DNI en las listas al Congreso es razonable. Me refiero a antes, a la construcción de ese “Albert” que con nombre catalán hacía frente al independentismo. Igual que aquel “Patxi”.

La extrema derecha es esto

La noticia del uso de electroshocks contra las personas homosexuales en Brasil es, claramente, amarilla. Por un lado, el gobierno de Bolsonaro ha modificado la ley para recuperar estas prácticas, y por el otro, un homófobo como el presidente brasileño quiere tipificar, según denuncian las asociaciones LGTBI del país, la homosexualidad. Ambas noticias son especialmente graves, retrógradas y propias de la extrema derecha. Su combinación, sin embargo y de momento, una elucubración. El mayor daño que podemos hacer a los ultras es ser preciso, porque difamarles les ayuda a justificarse.

Vendepeines digitales

Sé que no es muy popular mi opinión de que el Internet comercial (el de las redes sociales, los buscadores o las millones de tiendas on-line) no nos ha traído ningún beneficio. No discuto la aplicación de la tecnología en Salud, por ejemplo. Pero sí que hayamos creado un espacio en el que supuestos gurús del “dropshipping” estén engañando a veinteañeros con promesas de dinero rápido y fácil gracias a sus conocimientos de Internet: unos pocos “espabilados” venden cursos on-line para enseñar a comprar en Aliexpress y vender con sobrecoste, sin explicar que hay que darse de alta en autónomos o que la garantía la expide el vendedor.

¡Al carajo con la superliga!

Soy pesimista: creo que la superliga de fútbol acabará naciendo. Los grandes clubes acabarán por crear una empresa que organice una competición europea regular y su consiguiente explotación para forrarse más con las emisiones en todo el planeta. Al mismo tiempo, soy optimista: más allá de la superliga seguirá existiendo el fútbol de verdad, el de jugadores como Iago Aspas que, además de jugador del Celta, es del Celta “a muerte”, como suele decirse. Eso no se paga con dinero, eso no se va a encontrar en la superempresa con forma de liga. Eso es lo que nos hace amar el fútbol, y no un tiki-taka sin alma.