Por supuesto que tiene sentido abrir una columna sobre opinión en Internet con algo que sucedió hace 81 años: entonces, cinco mujeres de un municipio sevillano fueron violadas y asesinadas por un grupo falangista después de obligarles, además, a que les prepararan la comida. Sus cuerpos fueron arrojados al fondo de un pozo y pueden ser recuperados ahora, según Público, para reparar en parte de sus familiares y la de su memoria. Esa es la historia.
Tomasa Pérez, madre de yihadistas
¿Es una víctima Tomasa Pérez? ¿Lo son sus hijos? Es lo que me he preguntado todo el tiempo mientras leía las dos piezas que le dedican en El Español. Esta mujer malagueña fue una chica normal hasta que a los 17 años conoció a Abdelah Ahram, condenado en Marruecos por terrorismo. Entonces ella decide unirse a la yihad en Siria y suma a ella a sus hijos e hija. Uno de ellos, Muhammad Yasin Ahram Pérez, acaba de amenazar a España y fomentar asesinatos.
¿Por qué nos mienten?
Miren, que el Banco Santander es una entidad capaz de todo por ganar un euro lo sé de primera mano, y que además cuenta con el apoyo de poderes que no le corresponden lo sabe cualquiera medianamente informado. Pero, ¿por qué nos mienten? ¿Por qué nos dicen que absorben el Popular por un precio simbólico, incluido los valores tóxicos, y que tienen que hacer un aprovisionamiento milmillonario y luego se quedan solo con lo bueno sin poner dinero, según Sabemos?
Más tramposos
Me niego a pensar que el sector hostelero está lleno de tramposos. Eso, sí, siempre insisto en premiar a quien trabaja bien y honestamente porque por el mismo precio te tratan mal, comes mal y sufres trampas. Subterfugios como las que recopilan en un digital cántabro, como cobrar por el mantel o el uso del baño. Otras trampas, sin embargo, las tenemos más interiorizadas: mostrar los precios sin IVA, suplementos por servir en mesa u ocultar precios “según mercado”.
Jorge Bustos tiene razón
Algunas derivadas del atentado yihadista en Barcelona han sido relevantes, como la visibilizada aversión al idioma catalán o la ocultación de información que sufren los Mossos d’Esquadra. Otras pueden ser anecdóticas pero también guardan cierta gravedad. Jorge Bustos lo tuitea muy bien: “A ver si va a haber niños mileniales o no que anden confundiendo el reporterismo con Instagram y la efusión de gatos con la defensa de nada”. El móvil y la falta de criterio no conjugan bien.