Pimpán, toma Lacasitos

Alguno recordará a aquel chaval que salió en el programa Callejeros, con pinta de haber tomado algo más que agua, y que en un control de alcoholemia espetaba al Guardia Civil de turno: “Viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley. Pimpán, toma Lacasitos”. Cosas de la noche. Como la noche del martes, que confundió a más de uno que se vino arriba ante el discurso de Felipe VI. Cuanto más rancio el tuitero, más espitosa era la exaltación monárquica.

Sí, fue sorprendente

Comparto la opinión de personas que saben mucho más que yo de la comunicación política: el discurso de Felipe VI resultó sorprendente. Yo tampoco me esperaba tanta falta de equilibrio, de altura política (en un jefe de estado que elige un espermatozoide, no lo olvidemos), de realidad. No me esperaba, ni siquiera por el qué dirán, que el rey de España obviase a los heridos, la violencia, la tensión y el dolor. No me esperaba tal falta de empatía y solidaridad.

Hablo de esto

Si el jefe de estado español pudo dormir la noche del domingo y la del martes, después de ver violencia explícita como la de un policía nacional que agredía a un herido por otro agente, que se dirigía a una ambulancia, y después de negarla, malo. Malo porque alguien está impidiéndole ver la realidad. O peor porque sí la ve pero no es capaz de apreciarla. Ni Aznar, ni Rajoy ni Juan Carlos I: la máquina contemporánea de hacer independentistas es Felipe VI.

¿Unas palabras en catalán, en serio?

A estas alturas de la batalla no me hace falta que nadie me recuerde que en Twitter lo más fácil es encontrarte con alguien que se cree más listo de lo que realmente es. Así que algunas reacciones estúpidas al discurso del monarca no me sorprendieron, pero hubo una que sí lo hizo: el hermano de un célebre político madrileño, afincado en Euskadi, echaba en falta ¡unas palabras de Felipe VI en catalán! Todavía hay quien cree que el nacionalismo se “controla” con guiños.

Estuvo, pero dio igual

Mientras veía el discurso de Felipe VI, sorprendido por la bajura política de “el preparado”, recordé el tuit de Urtzi Jauregibeitia del domingo: “La mayor demostración de que España tiene un modelo caduco y fuera de lógica es que el jefe de estado ni está, ni se le espera”. Al final, sí estuvo, pero para confirmar el modelo caduco: un jefe de estado que lo es por herencia, que se suma a un gobierno español que vive de espaldas a Catalunya para lanzar el enfrentamiento.