Que caigan todos

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Reconozco que ayer estuve hasta tentado de reconciliarme con España. Luego, leí el resto de noticias y pensé que el país no tiene remedio. Pero empezamos por lo bueno: el juez Fernando Andreu, de la Audiencia Nacional (esa que durante décadas parecía un juzgado para vascos) ha imputado al exgobernador del Banco de España y otra media docena de responsables de la entidad por permitir la salida a bolsa de Bankia con cifras fraudulentas. Ahora, a por el resto.

Hacer política de esa manera

Me gusta mi papel de cronista político aunque, a veces, tenga que pelearme por defender la integridad de quienes participamos en esta actividad. Una batalla difícil cuando descubres a portavoces de partidos que hacen afirmaciones que saben que son falsas, y pretenden hacer política con ellas. La final de Copa no se juega en Bilbao por una cuestión contractual y logística, y no política, pero a Ana Morales la realidad no le importa para defender los intereses del PP.

Hacer España de esa manera

Les decía al principio de esta columna que la actualidad española, día tras día, me empuja a pensar que es un país sin arreglo, en el que se mezclan los poderes (salvo excepciones como la del juez Andreu), las intenciones y las ideologías de las maneras más diabólicas. Por ejemplo, ¿qué hace un subinspector de la Policía Nacional, Alfredo Perdiguero, con presencia y actividad en Twitter, dando una charla a un colectivo que utiliza claramente simbología fascista? Él sabrá, ¿responderá?

Una foto ganadora

Albert P. Elías acertaba con su tuit: “La gente que critica que haya ganado el World Press Photo 2017 esta foto porque es violenta, supongo que no ha visitado mucho el Prado”. Se refería a la supuesta violencia de la foto de Burhan Ozbilici, que supo captar la imagen del asesino de Andréi Kárlov, el embajador ruso en Turquía que fue abatido en una galería de arte. Ozbilici hizo lo que todos soñamos con hacer: sobrevivir para contar lo que vio con un material extraordinario.

Que lo despidan

Nunca he sido favorable a que rueden cabezas. No obstante, creo que es la única salida en el caso de Javier Martínez, el trabajador (él dice que “cofundador”) de Hawkers que aparca su Ferrari en plazas de minusválidos para que no le rocen las puertas. Martínez es portavoz autorizado de la empresa pero ha generado una crisis de marca y ha sido desautorizado por su propio jefe, Francisco Pérez, que ha calificado de “idiota” su comportamiento y ha aclarado que los fundadores son solo cinco y Martínez no es uno de ellos.