Isabel Díaz Ayuso inauguró la precampaña con un “socialismo o libertad” que, en cuanto saltó Pablo Iglesias a la arena electoral, se convirtió en un “comunismo o libertad”. Todo el mundo sabe que en el PP son muy buenos aceptando regalos. Evidentemente, la presidenta de la comunidad de Madrid se basa en trazo grueso y populismo baratujo. Así que en cuanto las cosas se han puesto serias, su lema no solo no ha aguantado, sino que se le ha girado: la campaña madrileña, a una semana de su final, se ha abierto, y “fascismo o democracia”, como indican en El Plural, se presenta como una disyuntiva real.
No quieren que votes
Se autodenomina “Junta Democrática de España” e intentan que la gente no vote desde su cuenta en Twitter. Tan chorra como suena. Más que un cambio de marco o un giro es una bobada, lo sé, y sus caras de seriedad mientras rompen papeletas dan para una parodia. Pero ahí están, haciendo ruido con Rubén Gisbert a la cabeza del ridículo y el intento de engaño. Este liberal ha grabado un vídeo mirando a la cámara como si su honestidad estuviera a prueba de pistola de pompas de jabón. Se toman tan en serio Rubén y su clac a sí mismos en su intento de que quienes dudan se queden en casa, que no hay espacio ni para la caricatura.
Un girito en los acontecimientos
En El Independiente confirman lo que muchos barruntábamos: “Albert Rivera facilitó a Casado la incorporación de Toni Cantó al PP”. No me refiero solo a la intervención de Rivera en el fichaje de Cantó por el PP, sino al modo en el que el antiguo líder de Ciudadanos se ha entregado a los de Génova 13 (hasta que vendan la sede). Según el relato en el digital, Rivera adelantó vía telefónica a Pablo Casado las intenciones del actor, así que los acontecimientos solo tuvieron que sucederse. A Ciudadanos ya no le queda nada para el hundimiento total y quienes puedan saltarán a los salvavidas del PP… Si queda alguno libre.
Ni siquiera es noticia
Lo que no es ni noticia es que Fernando Savater se haya entregado también a la derecha. Tampoco lo fue la foto de Ayuso con Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros. Ninguno de los tres llega a la figura de jarrón chino que nadie sabe dónde poner porque tienen patas y los tres han elegido la caspa, el populismo y el colaboracionismo que vendrá cuando Ayuso tenga que negociar con Vox su investidura. En ex de UPYD adelanta motu proprio su intención de arreglarse con la extrema derecha y aceptar sus votos “para librarnos de Sánchez”. Tiene tan perdido el norte que le da igual usar esa referencia durante unas autonómicas.
Notoriedad por la derecha
No podemos decir de Pablo Casado que no esté intentando ensanchar la posición del PP en la derecha: de Albert Rivera a Redondo Terreros pasando por Toni Cantó, Leguina, Savater y hasta Gorka Maneiro. “Soy de izquierdas pero siempre preferiré una derecha democrática que una izquierda antidemocrática”. Y he aquí la equidistancia colaboracionista. Porque la izquierda que se presenta a las elecciones madrileñas, nos guste o no, es democrática. Y si hay un partido que quiere reventar la democracia con balas y navajas es el que está a la extrema derecha. Para saberlo solo hay que distinguirse una mano de la otra.