Iñigo Urkullu no lo va a ser. Y si alguno de los otros candidatos en estas elecciones se destapa esta última semana con un canal en YouTube como si fuera un chaval o una chavala, me horrorizaría. Pero espero, sinceramente, que más pronto que tarde en Euskadi haya un lehendakari “youtuber”. ¿Por qué? Muy sencillo: porque las verdaderas estrellas de ese medio conectan efectivamente con sus seguidores, y hacen fácil lo más difícil, que el que habla y los miles o millones que escuchan, lo hagan exactamente en el mismo idioma.
Es innegable, los que vivimos en el centro o la periferia de comunicación política tenemos un problema de comunicación. Y otro de política que, en parte, hemos ayudado a generar también nosotros. Hace meses que vengo observando el mismo fenómeno, y estoy seguro de que si tuviera tiempo para echar un vistazo a las hemerotecas podría comprobar que viene dándose desde, por lo menos, hasta donde nos alcance la vista: las encuestas identifican que el principal problema de la ciudadanía es el “empleo”, y en los mítines y las crónicas sobre todo vemos al candidato o presidente de turno hablando sobre “empleo”. Entonces, ¿por qué una parte importante de la ciudadanía tiene la percepción de que los políticos no se ocupan de las cosas que les importan?
Entiéndanme si hago mía la navaja de Ockham y considero más fácil que somos unos pocos los que lo contamos mal (políticos, asesores, consultores, periodistas, cronistas, columnistas…), y no que son muchos (todos los demás) los que lo escuchan y/o leen mal.
Pero eso a un youtuber (de los buenos) nunca le pasa. Soy un fan confeso de El Rubius. Ese tío, con más de veinte millones y medio de suscriptores a su canal y casi seis que han visto el último vídeo, es pura intuición y conecta con su público porque se dirige a él del modo que habla quienes lo componen.
Lo más parecido que tenemos en Euskadi es el videoblog de Andoni Ortuzar que, cuando se baja del escenario, habla todavía más claro que sobre la tarima. Puedes votar al partido que preside Ortuzar o no, pero lo que hace es excepcional y lo es para bien.
Ojo, si algo hay en YouTube, más incluso que en Twitter, es un montón de aprovechados que, sin fundamento alguno, dan alpiste a masas sorprendentes de seguidores cuyas inteligencias insultan con exageraciones, mensajes insostenibles y, algunos, incluso peligrosos. Vamos, como cualquier político mediocre hoy.
Pero llegará el día en el que la influencia de Internet sobre el mensaje político aporte algo positivo y honesto. Entonces, tendremos canales en Twitter llevados por community managers sin complejos, y candidatos y lehendakaris que sepan compatibilizar la altura institucional necesaria con el manejo de herramientas que sirven para conectarnos de verdad. Por suerte, que esto suceda es solo cuestión de tiempo.