Los electores y su decisión, basada en lo que les dé la gana (emoción, venganza, impulso, dejar hacer, mantener el estado de las cosas…), son sagrados. Por eso es importante que la prensa informe: aquí no elegimos a Trump, pero empujamos para que se sepa cómo le consideran sus interlocutores. “Es como si se estuvieran preparando para tratar con un niño, alguien con una capacidad de atención corta que no tiene conocimientos sobre la OTAN, ni interés en cuestiones de política en profundidad ni nada” (El Español).
Ya se caerán otros del guindo
Solo por una frase merece la pena leer la pieza de Alberto Olmos en El Confidencial sobre “Trincheras Permanentes”, el libro de Carolina León, desencantada de aquel 15-M que, según algunos, lo cambió todo. Ella tiene sus dudas (y aquí llegamos a la cita magnífica): “No deja de resultar devastador que el 15-M pusiera a cada uno en su sitio: al hijo del diputado, de diputado, y al hijo del pobre, de pobre”. Ese viene a ser el corolario de un libro en el que se sorprende ante el acomodo parlamentario de algunos personajes.
Un tema importante
Ayer mismo escribía una columna pesimista sobre Internet. Pero sería injusto con esta herramienta si no reconociera que sirve para que nos enteremos de un montón de cosas. Algunas, más tontas y, otras, muy importantes: por ejemplo, cómo funciona el nuevo fármaco contra el cáncer que, parece, sí será un paso adelante, según Magnet. ¿Por qué? Porque modifica los planteamientos y ya no se trata de curar órganos sino de atajar tipos de mutaciones.
¿China cambiará el fútbol?
Permítanme que lo dude. Según la tesis de mi admirado Javi Sánchez en GQ, el dinero y el empeño de los chinos incluso influyen ya en operaciones como los 45 millones que ha pagado el Real Madrid por un brasileño de 16 años. Y en el futuro, cambiará este deporte. Pero el fracaso del plan (que en el fondo solo busca ser el nuevo opio del pueblo oprimido por una dictadura) está asegurado por lo que más nos gusta del fútbol, en el que no siempre gana el más poderoso.
Hay un mundo fuera de Internet
Mi cuñado flipa con su Thermomix. Y hace bien: he comido bastantes cosas cocinadas por este robot (cada vez más habitual en cocinas profesionales y muy profesionales) y, la verdad, están muy buenas. Pero el aparato, como bien explican en El Independiente, me aporta la posibilidad de hablar de otro asunto: lo bien que viven algunas marcas y colectivos profesionales de espaldas a Internet. Sí, enriquecerse con tu trabajo, idea o talento sin la gran red es posible. No lo olvidemos.