La política exterior de Trump es un drama y la interior, una tragedia. Y a los sigan diciendo que Clinton no era mejor podremos considerarles defensores de este multimillonario con actitud de adolescente gilipollas. Nada es defendible en él, ni siquiera aunque algunas imágenes de menores entre verjas usadas esta semana correspondan a la administración Obama, porque los casos no son parecidos: hace dos años publicaron un reportaje sobre un centro de menores inmigrantes no acompañados, pero nadie arrancó a los hijos de sus padres como sucede hoy para vergüenza mundial.
Fascistas de aquí
Empiezo a estar harto de los “cagapoquito”, como los llama Antonio Agredano: hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre, precisamente, para que no aparezca un Trump o un Salvini vasco que gane el relato apoyado en indignados de postal y quienes no saben diferenciar el fascismo de verdad del simulado. Y en Euskadi hay fascistas: los que nos quieren escribir la historia y hacer pasar a terroristas como luchadores, tipos que sensibilizan con causas justas, y demás falsedades. El que participa en el asesinato a quien piensa diferente ya deja claro lo que es.
Rivera simplifica la ecuación
En España no se quedan cortos en lobos con piel de cordero. Lo que nunca podremos reprochar a Rivera, sin embargo, es la salvajada que han cometido algunos vascos matando o justificando al que mataba. Aún así, creo que Jaume Asens está acertado en Twitter: “Rivera no quiere ver nacionalismos que no sean españoles en el Congreso. Igual luego solo quiere ver gente de derechas… Y así hasta quedarse ellos solos allí. Eso ya nos suena”. Eso parece: que el de Ciudadanos quiere cambiar la ley electoral para invisibilizar otras sensibilidades primero y aplastarlas después.
La “brillante” oposición
Los integrantes de los partidos de “la nueva política” española creen que la democracia empezó con su compromiso. Así, a veces se la inventan sobre la marcha y acaban haciendo saltar las costuras del traje político que, se pongan como se pongan, es y tiene que ser elegante: la portavoz de Podemos en Madrid, Lorena Ruiz-Huerta, tuiteó desde el avión que le llevaba a Colombia como observadora del proceso electoral. En el tuit se mostraba claramente favorable a Gustavo Petro, así que, tan pronto como llegó, tuvo que coger un vuelo de vuelta a la clase de primero de democracia.
En Twitter cabe todo el odio
Yo lo he vivido, igual que cualquiera que lleve un par de años en esta red social y sea un poco constante. Pero lo que tienen que sufrir las personas conocidas (las que salen en la tele) en esta red social no es ni justo ni justificable. El último que lo denuncia es Quique Peinado: un odio inexplicable, un insulto gratuito, una cuenta anónima, y una inacción por parte del soporte, Twitter, imperdonable. No me extrañaría que este presentador anuncie dentro de poco que, como cada vez más “celebrities”, abandona esta red social. La culpa será de quien permite que quepa tanto odio.